Resumen: No pensó que afectaría su vida cuando decidió salvarlo. No imaginó que pasaría una noche en prisión y que sería botada de casa al día siguiente, ni creyó que, cinco años después, se enamoraría del hombre en que se había convertido el muchacho moribundo.
Simbología:
--: separa un día de otro o de mayor tiempo.
- : los cuatro juntos parten los sucesos del mismo día que normalmente aparecen en distintas horas o lugares.
-- - frase interrumpida dentro del diálogo.
- bla, bla, bla –: diálogo.
-"bla, bla, bla" –: pensamientos.
Bla, bla, bla: narración.
Bla, bla, bla: fragmento de recuerdos.
Disclaimer (si, aprendí que esto siempre va antes de comenzar la historia): Naruto y todos sus personajes son propiedad de Kishi, yo simplemente manipulo sus vidas, los mato y revivo a mi antojo. Esto es sin ánimos de lucro.
Guardian
File 01: Rutina…-
El reloj marcó las seis y el temporizador hizo bajar la pequeña palanca para poner el hervidor en funcionamiento. La muchacha se desperezó en la cama y, mientras trataba de alisar su cabello con los dedos, entró al cuarto de baño que quedaba a unos pasos.
Se dio una ducha saliendo de su adormilado despertar en menos de diez minutos. Dio un ligero quejido cuando la toalla enrollada en su cabeza que parecía turbante se deslizó y tiró uno de sus cabellos.
Caminó a paso rápido con las pantuflas rojas de tela de damasco y apagó el hervidor. Su mirada se dirigió a la cafetera notando que esa también se había activado. Tenía café caliente hecho.
El experimento de Shikamaru había resultado y ahora, cuando el reloj sonaba, todos los electrodomésticos se ponían en funcionamiento. Ya no perdía tiempo para preparar el café ni se levantaba más temprano.
- Bendito Shikamaru – susurró agregando media cucharada de azúcar a la taza servida de café.
Se vistió con el uniforme luego de dejar la taza de ositos sobre el lavaplatos. Miró el reloj colgado en la pared y notó que tenía tiempo justo para arreglarse e irse, como siempre.
Entró como un torbellino al baño y quitó la toalla de su cabello, lo secó y peinó. Se maquilló con tonos suaves que combinaran con el azul oscuro de su uniforme. Arregló el pañuelo azul oscuro alrededor su cuello por sobre la blusa blanca y tomó el maletín del sofá. Dio una rápida ojeada al contenido y avanzó a la salida. Calzó sus zapatos de tacón e intentó inútilmente bajar más la falda de tubo que llegaba un poco más arriba de la rodilla.
Cerró con llave el departamento y caminó hasta el paradero cercano. Ahí tomaría un taxi como siempre.
Su nombre era Sakura Haruno; tenía veintitrés años y trabajaba en una de las divisiones de la multitienda del centro de la ciudad.
No creyó que la fueran a aceptar, es decir, no tenía nada de experiencia, pero al parecer sus ganas de trabajar convencieron en algo al jefe. Trabajaba en la subdivisión del segundo piso. En la zona femenina normalmente se encargaba de atender a los clientes, en su mayoría mujeres, a elegir la lencería.
Se consideraba buena al atender a las clientas, normalmente ellas se iban satisfechas al encontrar lo que querían. Temari y Tenten eran compañeras de esa zona también. Shikamaru era un amigo de la universidad que estudiaba informática y era novio de Temari. Ese sujeto era un verdadero genio en cuanto a tratar con cables y electricidad. Según la rubia, él era un genio en todo, incluyendo la cama.
Al terminar el trabajo ella partía a la universidad para sus clases de medicina. Había ordenado los horarios para poder trabajar por el día. Había terminado marchándose de la casa debido a una fuerte discusión con sus padres.
En aquel tiempo no tenía nada, apenas había salido del colegio. Había sido en el día de su graduación que ocurrió la fuerte discusión. Se había ido sin nada y terminó buscando a Temari que vivía en el centro de la ciudad.
Estuvo llorando horas, lamentándose en que no sabía que hacer, que no tenía nada, pero siempre mantuvo su firme decisión de no volver a poner un pie en su casa.
Había comenzado con trabajos pequeños; heladera, empaquetadora, reponedora en un supermercado. Luego comenzó a trabajar en un bazar y terminó dejándolo por que le recordaba su infancia escolar. La mayoría del material que ahí vendían era para escolares.
Cuando había ahorrado suficiente comenzó por fin a pagar sus cuotas en la universidad. El viejo director había sonreído permitiéndole tiempo para ahorrar y pagar la carrera que iba a cursar. Luego de eso Temari le contó que necesitaban una nueva dependienta para donde ella trabajaba y decidió probar suerte.
Ya llevaba casi dos años de trabajo en ese lugar e intentaba, en todo momento, mantener una situación estable de dinero para no atrasarse durante los días de pago en la universidad. El director del lugar le había presentado a una mujer médico famosa; Tsunade, que se rumoreaba tenía dones casi milagrosos a la hora de curar. Ella la había tomado como alumna oficial y siempre la invitaba para operaciones u otras intervenciones médicas. Decía que la experiencia era más importante que el don que tuvieras para la medicina; sin embargo, si tenías el don, también debías aprovecharlo.
Se hizo espacio entre el gentío para llegar a la tienda. Saludó a algunos compañeros y finalmente llegó a su zona. Temari acababa de dejar su maletín y su cartera en el cuarto de llave.
- ¿Funcionó? – cuestionó la rubia. Sakura sonrió.
- Claro, hoy me he ahorrado bastante tiempo también – dijo entrando al cuarto de llave para guardar sus cosas y ponerse a trabajar.
- Estaba claro, tengo a un genio vago – sonrió la rubia. Luego se acercó a la pelirosa y bajó la voz – y lo otro también funcionó – la ojiverde abrió los ojos sorprendida y luego avergonzada.
- Pero, ¿y el salto? – cuestionó incrédula. La rubia se mostró orgullosa.
- Lo dio, de suerte no se rompió la cama pero aguantamos las cuatro horas de lleno – sonrió maliciosa – cuando terminados me temblaban las piernas.
- ¿Y como es que has venido a trabajar? – tanteó. Tenten soltó una risita tras ella. Sabía la respuesta.
- Ya sabes, otra apuesta – dijo la castaña. Sakura alzó una ceja expectante.
- Tengo que comprar la cena, Shika dijo que hará el resto – exhaló un suspiro soñador. Sakura sabía que la rubia estaba enamorada hasta la médula. Temari era una mujer dura, feminista, orgullosa, pero toda la tigresa que había en la rubia cambiaba cuando estaba con el chico de argollas. Se volvía casi indefensa y empalagosa hasta el extremo, aunque había pasado por un proceso de negación bastante fuerte antes admitir que realmente gustaba de Shikamaru.
- ¿Y que hay de ti Tenten? No he oído historias del chico ciego que te invitó una copa por caridad – la aludida se puso completamente roja. Temari saltó con una carcajada y se afirmó el estómago.
- Es que no era ciego, el tipo había quedado prendado de Tenten cuando la vio y por eso quería conocerla – la muchacha de los moños en la cabeza intentó poner seriedad en su expresión, pero la vergüenza era demasiada – Tenten le preguntó donde tenía su bastón y le dio una arenga sobre su seguridad de ciego, resultó que él tiene los ojos así y…
- Pasé la peor vergüenza de mi vida, ese tipo era un dios y lo arruiné con mi buen sentido del deber – murmuró ella poniendo las manos en su cara para bajar la temperatura – de todas formas era un poco… demasiado formal, me invitó a tomar una copa, pero llegamos a Moonlight y parecía que todos lo conocían. Había muchos estirados de ternos, pero la mayoría vestía normal, aunque se notaban forrados.
- Falta decir que era mafioso – bromeó Sakura media preocupada.
- Lo mismo le dije – secundó Temari.
- Pero es que él fue amable en todo momento, un poco modosito si, pero jamás me faltó el respeto ni comentó mi vestimenta o algo, incluso me explicó el menú de tragos con calma por que no conocía ni uno – agregó.
- ¿Existen los mafiosos amables? – tanteó Sakura.
- Debe ser una nueva especie… ya sabes – habló Temari – han hecho clones y toda esa porquería científica.
- Sakura-san – la muchacha pegó un bote y se volteó con una sonrisa a quien había llamado.
Una muchacha de la edad de Sakura, de cabellos largos color azul noche y ojos opalinos como si fuesen perlas.
Sakura estuvo tentada a golpearse la cabeza. Tal vez el supuesto ciego tenía que ver con Hinata, los ojos de ese color sólo los tenía una familia, y no era cualquiera.
- Hinata-chan – sonrió – ¿has venido por 'aquello'? – la aludida se sonrojó hasta las orejas y asintió quedamente. Sakura la tomó de la mano con suavidad y la llevó hasta un lado mientras ella escogía los modelos. Seguramente Naruto le había dicho que sí al fin.
Hinata debía estar asustada, y no la culpaba. La mujer era bastante tímida y una sola mirada de Naruto lograba ponerla completamente roja.
Naruto era un rubio sexy de expresión inocente y sincera. De ojos grandes y llamativos en tono azul y cabellos rubios como el brillo del sol; lo llevaba en puntas y desordenado lo cual acentuaba su sensualidad. Ese revoltoso era como un adonis, pero carecía de la solemnidad que la estatua poseía, aunque conservaba el físico y un bronceado dorado de muerte.
Su amiga tenía suerte de haber encontrado a un hombre así. Naruto no se daba cuenta de nada cuando tenía a Hinata cerca, sus ojos estaban sólo para ella aunque estuviesen ofreciéndosele encima de él.
Y a Hinata la había conocido en la universidad donde estudiaba diseño publicitario, ella estaba en su último año. El supuesto ciego debía ser familiar de la Hyuuga.
Eligió cuidadosamente la lencería acorde al estilo de Hinata, las prendas tenían un toque de inocencia dentro de toda la sensualidad que desprendería con ellas puestas.
La muchacha de ojos blancos pagó con tarjeta tras mirar las prendas. Sakura aprovechó de decirle un par de cosas para que quitara la timidez con el rubio. Él había sido su amigo de infancia y podía jactarse de conocerlo realmente bien en la mayoría de sus facetas.
- Naruto-kun se alegrará de saber de ti, Sakura-san – la pelirosa adoptó una cara de espanto y negó frenéticamente.
- Hinata, no le digas a Naruto sobre mí… nada. Él no sabe un par de cosas que sucedieron antes, por favor – pidió. La Hyuuga asintió confusa antes de marcharse.
Se suponía que ambos tenían buena relación, como si fuesen hermanos. Naruto le contaba siempre a Hinata todas las trastadas y regaños de la chica de ojos verdes cuando estaban en el colegio, pero inevitablemente llegaba a la parte de la graduación y se ponía triste diciendo que luego de eso jamás supo de Sakura.
La Haruno se había encargado de que Hinata no dijese nada a Naruto de que se conocían. Él no podía saberlo, de lo contrario sería capaz de ir a la casa de lo que alguna vez fueron sus padres y echaría la puerta a patadas gritando un par de insultos que espantarían a cualquiera.
Sakura dio un suspiro y una mano apareció en su hombro.
- ¿Qué fue eso? – tanteó Temari. Tenten se acercó ya recuperada de la impresión que le había dado Hinata. Por un momento también se le había cruzado la idea de que estaba ciega.
- Estás lívida – reconoció la castaña – no habrás tenido una aventura con el novio de esa chica, ¿verdad? – la ojiverde puso expresión horrorizada.
- ¡Claro que no! Naruto fue como un hermano para mí… al menos aún lo siento así – se dijo insegura.
- ¿No quieres que se entere de 'eso'? – Conjeturó la rubia asintiendo pensativa – seguramente tu amigo es impulsivo e iría donde tus padres a echar la puerta abajo a patadas, o es un tanto sicótico y le daría por quemar la casa de tus padres y te raptaría junto a su novia para casarse con las dos… – sonrió por su ocurrencia – que mente la mía…
- Una gran mente, querida – ironizó Tenten.
- La primera opción sería lo común en Naruto – se retorció las manos con nerviosismo – no hablo con él desde el último día del instituto, pero lo he visto cuando va a recoger a Hinata a la universidad.
- Ah… esas son las veces que te veo escondida como ratón – sopesó Temari. La pelirosa le dio una mirada fastidiada mientras la rubia le sacaba la lengua divertida.
Su vida en sí no era divertida. Su mundo era su casa, el trabajo y la universidad. No salía a fiestas ni le gustaba flirtear con nadie, le traían mal recuerdo de su adolescencia.
Para Sakura, su adolescencia había muerto al irse de casa de sus padres. Tuvo que valerse por si misma, encontrar trabajo, hacerse cargo de sus gastos y salir adelante sola. Era una persona independiente y eso a veces llegaba a abrumarla.
Creía que madurar tan rápido le había afectado demasiado en la percepción de las cosas como para verlas de una forma normal, y con normal se refería a salir a fiestas de vez en cuando o compartir más con su grupo de estudio en la universidad. Pero ella en ese momento vivía para mantenerse y estudiar; no consideraba para nada más el tiempo, salvo, para leerse un libro bebiendo un zumo de limón bien ácido mientras estaba tirada en su sofá con las ventanas de la casa abierta en un buen fin de semana soleado y con el ventilador en la cara para mantenerse fresca.
Sakura mantenía una rutina; levantarse para trabajar a las ocho, salir cerca de la tarde cambiada del uniforme e irse a la universidad de donde salía casi a la medianoche. Luego de eso; tomaba un taxi para su casa, comía algo, veía televisión, hacía las tareas para sus clases del día siguiente, se daba un baño y se iba a dormir para levantarse temprano al día siguiente. El único día que tenía libre lo ocupaba para sacar las cuentas del dinero, hacer más tareas y luego relajarse un par de horas mientras leía un libro que casualmente siempre tenía que ver con medicina, a menos que fuese una buena novela erótica que valiese la pena.
Atendió a la última clienta y luego ordenó los modelos que la mujer no había querido llevar; se había decidido por el conjunto más caro y no se había llevado uno, sino que había tomado los distintos diseños de la línea very sexy de victoria's secret. Al final del día había ganado mucho con esa compra de mujer rica satisfaciendo un capricho.
Suspiró mirando el modelo de encaje con hilos de plata; ella tenía debilidad por la ropa interior bonita. Ese modelo le gustaba y le quedaría bien. No tenía una buena delantera como su maestra Tsunade, pero si lo suficiente como para lograr que un hombre sufriese una hemorragia nasal con un poco de esfuerzo. Si el conjunto de brasier con la tanga no fuese tan condenadamente caro, lo compraría. De todas formas podía comprarlo, sin embargo su perfecto cálculo de dinero se iría a la mierda y ella odiaba pagar cuenta atrasadas.
- Lindo modelo – dijo Temari – pero ya podrías ponerle un altar, cada vez que te veo estás clavada aquí mirando ese modelo – sonrió al voltearse y dio un codazo a la Haruno que lo sintió en sus costillas. Temari golpeaba condenadamente fuerte.
Se volteó notando que dentro de dos horas más el centro comercial cerraría. La gente ya estaba comenzando a preparar las últimas compras antes de salir y los empleados también hacían lo mismo.
- ¿Has visto eso? – Sakura negó distraída cuando Ringo le hacia una seña de despedida, ella correspondió el gesto y el stand de perfumes quedó vacío. La rubia tomó la cara de Sakura y la enfocó hacia un lugar cercano a las escaleras – ha venido otra vez y te ha dado la mirada matadora mientras tu adorabas un brasier… seguramente pensará que estás loca.
La aludida se sonrojó completamente avergonzada.
Ese hombre era el verdadero adonis; bajo ese traje de armani tenía un cuerpo de infarto. Y, aunque así no lo fuera, tenía muchos puntos que darle por su piel clara, cabellos de negro satén, ojos oscuros, sensuales y profundos y su rostro perfectamente esculpido. Ese hombre era el más hermoso que había visto en su vida, sin embargo no podía evitar sentirse nerviosa de que la mirase.
Sakura mantenía que él era un obseso que gustaba de las prendas íntimas de mujer, por eso cada vez que subía al piso donde ella trabajaba, le resultaba imposible no mirar la lencería.
Temari se había reído abiertamente de ello e incluso había agregado que imaginaba a su novio en ropa interior femenina cada vez que escrutaba las prendas. Tenten mantenía que un saco de testosterona como ese no batearía jamás para su mismo lado. Era un hombre que gustaba de mujeres.
Sakura no podía evitar dudar sobre eso.
- Sakura, ¿hoy a que horas tenías clases? – cuestionó Tenten. La muchacha se puso lívida justo cuando él hombre de gran sex appeal miraba en su dirección. Se escabulló al cuarto donde tenía sus cosas y en menos de dos minutos salió con su bolso en el hombro y su maquillaje reaplicado.
- Te ves radiante, ¿quieres deslumbrar al joven caballero? – su burló la rubia. Sakura le dio una sonrisa afectada antes de anotar un par de cosas en la plantilla y despedirse de sus amigas con un beso en la cara.
- Tenten, la próxima vez encierra tu sentido del deber cuando veas al supuesto ciego y dale un mordisco – luego desvió su mirada a Temari – y tú, quien fuera tú que no tiene clases hoy cuando sale más tarde del trabajo.
Ambas sonrieron despidiéndola. Sakura entró al ascensor y se permitió un suspiro tranquilo luego de irse prácticamente corriendo.
Las puertas del ascensor se estaban cerrando cuando una mano las abrió. El hombre-armani entró dándole una mirada hosca antes de cambiar su expresión por una sorprendida cuando la observó bien.
Perfecto Sakura, el tipo está enojado por que las puertas se cerraron antes de que él entrara…
Y luego las puertas se cerraron. Sakura se centró en mirar al suelo mientras el ascensor bajaba. Podía sentir como ese hombre expelía testosterona a montones y ella personalmente se estaba comenzando a marear, aunque podía ser el perfume. Algunos millonarios tenían la costumbre de bañarse en colonia pensando que así serían más irresistibles mientras las mujeres se desmayaban a sus pasos… realmente eso era por el exceso de colonia.
Ella se abanicó con una mano tratando de ahuyentar el aroma a hombre y perfume caro. Miró de refilón por el espejo de las paredes del ascensor y notó que él la miraba, como si estuviese interesado en cada uno de sus movimientos.
- "¿No será un psicópata?" – se preguntó apartando la vista.
El ascensor se detuvo justo cuando notó un movimiento en el hombre de intentar acercarse a ella. Sakura se escabulló por las puertas como si fuese un ratón antes de llegar a la salida.
Independiente al hombre-armani-psicópata, estaba un poco atrasada en hora para llegar a su próxima clase y, personalmente, Anko era un infierno cuando interrumpían su clase a menos que tuviesen una buena excusa. A ella no le apetecía decir que había tenido un contacto del segundo tipo con un dios perfecto por lo que prefirió apurarse.
Hizo detener un taxi, se subió y dio las indicaciones al momento que veía al hombre salir del edificio como si estuviese buscándola. Un escalofrío la recorrió pensando que si él era realmente un psicópata, entonces estaría frita.
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Dio un gruñido exasperado cuando su móvil comenzó a sonar. Ella se había ido, y el maldito ascensor le había traicionado justo cuando pensaba hacer un acercamiento con esa diosa. Seguramente pensaba que era alguna clase de acosador.
- Y un demonio… - miró el número poniendo una mueca mientras aplacaba su mal humor – Naruto… bien… ¿qué?, no te burles – el rubio dijo algo más antes de que él cortase la llamada.
El muy desgraciado se estaba burlando de su fracaso que había descubierto enseguida. A veces era así de malo tener mejores amigos. Debía volver a la oficina a terminar el papeleo que había dejado tirado por su ronda rutinaria para verla.
En todos los años de su vida jamás se había sentido atraído de una mujer, normalmente era algo desechable que duraba un día o menos. Pero con esa pelirosa había sido diferente; la había visto y luego no podía apartar la mirada de ella. Eso había sucedido años atrás, y cuando la volvió a ver otra vez… sencillamente no pudo escapar. Gracias a eso había convertido en rutina el ir a espiarla todos los días, y dentro de las últimas semanas había comprendido que ella no era una simple atracción pasajera, de lo contrario no habría estado prendado más de seis meses sin ser capaz de formular una frase coherente cuando se visualizaba en sus ojos.
Se había dado cuenta que ella era algo especial, por que no hacía lo mismo que el resto de mujeres que lo miraban con la boca abierta. Ella prácticamente lo ignoraba y eso debería ofenderle, pero lo encontraba extrañamente excitante viniendo de esa mujer, quien le había salvado la vida dos veces siendo sólo una adolescente.
Su móvil sonó y él dio un gruñido cuando vio el número; había olvidado por completo la reunión con las empresas Hyuuga. Su padre debería estar sufriendo una apoplejía mientras esperaba que Itachi se comunicase con él. Soltó una maldición mientras se dirigía todo lo rápido que le permitía su elegancia hasta su Ferrari Spider que imponía con el color negro metalizado y el diseño elegante.
Todo lo que él era.
Manejó rápidamente hasta la compañía principal y entró tras aparcar el coche. Las mujeres boquearon como siempre al verle y le dieron torpes reverencias mientras él las ignoraba olímpicamente.
Miró su reloj notando que llegaba sólo tres minutos tarde. Una grave falta si se trataba de Fugaku quien encabezaba la reunión. Preparó su mejor cara e ignoró a la secretaria incompetente que dejó de comerse la dona cuando él pasó a su lado.
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Sakura dio un suspiró y sintió que todo el aire dejaba sus pulmones para luego recuperarlo. Guardó su cuaderno de apuntes con lentitud mientras sus compañeros se marchaban. Anko caminó hasta ella poniendo una mano en su hombro.
- He puesto que llegabas a la hora, pero no te acostumbres – advirtió con una sonrisa – sé lo difícil que es administrar el tiempo entre lo que quieres hacer y lo que tienes que hacer – Sakura le dio una mirada de gratitud.
- Gracias, el trafico es una porquería a estas horas y no puedo darme el lujo de abandonar el trabajo antes de la hora todos los días – la mujer se encogió de hombros antes de rebuscar en sus bolsillos. Le entregó una carta antes de echar un vistazo por la ventana.
- Hinata se pasó por aquí en la tarde – dio por explicación cuando Sakura notó que la carta era una invitación para su matrimonio con Naruto – y dijo que no se casaría si tu no estabas presente como madrina de bodas – el aire se atoró en sus pulmones e hizo lo posible por no toser. En consecuencia sus ojos se llenaron de lágrimas y asintió a su maestra.
- Gracias, Anko – la mujer le dio una mirada pícara antes de dejar sobre la mesa un par de billetes e irse corriendo. Se detuvo en la puerta con su característica sonrisa – ahorra para el regalo de bodas querida, y eso es para que te vayas, a estas horas es peligroso incluso para mi.
- Por eso viene Kakashi a recogerte – sonrió. Anko sacó la lengua antes de marcharse.
La sonrisa duró unos instantes más en los labios de Sakura antes de que tomase el dinero y lo guardara junto a su cuaderno de apuntes en el bolso.
Anko era una aprendiza de Tsunade, al igual que Shizune y ella. La mujer era excéntrica, un poco violenta pero amable; Anko era como una hermana mayor descarriada que le decía que se tirase a cuanto tipo viera con una sonrisa en la cara, Sakura estaba segura que Anko podría hacer eso si no tuviera a Kakashi; el novio excéntrico que ponía una mentira increíblemente falsa para todo. Él era profesor de Shikamaru en informática y también se conocían. Algunas veces iba a comer al departamento de ambos y tenía el privilegio de admirar los guantazos que Anko le propinaba por leer las novelas de paraíso erótico que escribía Jiraiya, el abuelo de Naruto.
Naruto…
Después de tanto tiempo no quería verle realmente… o al menos no quería que él la viese. Si preguntara el porqué perdieron contacto, Sakura estaba segura que se pondría a llorar por todos los años en que se mordió la lengua para no sucumbir al llanto. Naruto era ingenuo pero nunca estúpido… en ocasiones. Estaba segura que él encajaría todo y luego ella vería noticias de la casa de sus padres incendiada por un desconocido.
Apreciaría enormemente el gesto. Sin embargo, dejando fuera a sus padres, Hinata le necesitaba sin antecedentes para casarse con él sin la objeción de su estricto padre. Naruto había escalado en reputación a base de sudor y sangre. Hinata lo había alentado a pesar de tener la mano inquisidora de su padre encima. Ellos se merecían un final feliz y ella no sería la que lo arruinara por un pasado ya añejo.
Salió de la sala atravesando pasillos para llegar a la salida hasta que una mano la detuvo del hombro y la volteó con fuerza.
Su corazón se cayó a sus pies al ver a Naruto frente a ella con una expresión de extraña incredulidad y alegría. Hinata estaba apunto de romperse los dedos mientras jugaba con ellos nerviosamente. Le dio una mirada de culpabilidad y Sakura asintió recobrando la movilidad de su cuerpo.
El rubio no tardó en abrazarla en un estrangulamiento cariñoso mientras repetía su nombre una y otra vez. Él se separó de ella para mirarla y luego sonreír divertido.
- Ahora soy más alto que tú, Sakura-chan – la frase la desconcertó completamente, pero al cabo de un rato sonrió. Ese era el estilo de Naruto; fijarse en las cosas más simples.
- Sakura-san – llamó Hinata – irás ¿verdad? – cuestionó. La Haruno sintió verdadera pena. Sabía que Hinata mantendría su promesa de no casarse, pero en los ojos opalinos veía la esperanza de casarse y de verla a ella como madrina. Sakura dio un suspiro.
- Bien. No creo que pueda perderme el matrimonio de dos de mis mejores amigos, además de que ahora soy la madrina de bodas – sonrió orgullosa por su título. Naruto abrió los ojos sorprendido y miró a la Hyuuga con un puchero.
- ¿Sakura-chan era a quien tenías en mente y no a la gruñona de tu hermana? – la muchacha dio un asentimiento mirando a la pelirosa.
- Quise decírtelo más temprano, pero estabas trabajando y yo tenía el tiempo contado para hacer las compras – se excusó. Sakura asintió sabiendo mejor que nadie lo que era tener el tiempo contado.
- Y dime, Sakura-chan, ¿Qué ha sido de tu vida además de estar estudiando aquí? – Cuestionó el rubio - ¿estás estudiando medicina? ¿Cómo están tus padres? – La muchacha se tensó ante la pregunta. Hinata se alarmó.
- Naruto-kun, podrás ver a Sakura-chan todos los días desde ahora, pero en este momento tenemos que volver a casa – le recordó. Sakura agradeció internamente por esa excusa que había sonado a capricho celoso. Sabía que la pelinegra no era así, por eso era enormemente agradable saber que podía quitar su timidez para ayudar a una amiga en problemas.
- Oh… verdad. Tengo que hablar con Hiashi sobre los preparativos finales – de pronto su cara se iluminó – Sakura-chan, tú estarás a cargo de la despedida de soltera de Hinata-chan. Hanabi es altamente peligrosa con sus hormonas y no quiero que le suceda nada a Hinata-chan un día antes de que se case conmigo – la pelirosa asintió con una sonrisa.
Naruto siempre veía por el resto. No tenía dudas de que sería un buen esposo para su amiga.
Se despidieron en el estacionamiento. Naruto condujo a Hinata al Mercedes CLS y se marcharon de ahí. Sakura caminó en silencio hacia el paradero de taxis.
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A cada paso que daba se sentía más y más acechada. Apresuró sus pasos llegando al lugar para encontrar que estaba totalmente desierto, salvo por un auto negro de pintura lustrosa que mantenía sus luces apagadas. Sakura podía ver una silueta dentro del auto, con las manos sobre el volante.
Un escalofrío recorrió su espalda de sólo pensar que era un secuestrador.
Hizo parar un taxi y soltó un pequeño suspiro de alivio cuando se detuvo. Se subió sin vacilar y dio las indicaciones.
Llegó en poco tiempo al apartamento, pagó y abrió la verja para entrar al edificio. Golpeó con su pie insistentemente mientras el ascensor subía. Salió y caminó hasta el final del pasillo donde el número de su hogar descansaba con letras doradas en la puerta blanca.
Metió la llave y respiró el aroma a fresas antes de cerrar la puerta con el pie y voltearse a poner el cerrojo. Tirando el bolso a un lado, continuó con su rutina y se fue a dar un baño; luego preparó algo de comer y recostó su cabeza en la mesa con cansancio mientras veía la pequeña televisión.
Noticias de esto y lo otro, nada de otro mundo. La corrupción en la actualidad era una porquería. Apagó la pequeña televisión y se fue a dormir.
La siguiente semana fue lo mismo, con el adonis-armani-psicópata incluido.
Pero ese día era martes, no tenía clases en la universidad y trabajaba hasta medio día por que los dueños querían hacer una remodelación. Mejor para ella, estudiaría y leería una de sus novelas mientras se tomaba su jugo de limón ácido hasta que sus papilas gustativas no lo resistieran más.
Se arregló como siempre pensando que la monotonía era lo peor. Nacías, tus padres te criaban, el estado te educaba y luego salías al mundo para aportar al país. La sociedad actual no se diferenciaba en nada a una colonia de hormigas. Si ella se ponía en la categoría sería una casi-obrera.
Sus padres estaban de acuerdo con eso, pero además le exigieron un historial intachable que ella arruinó en su último año de colegio por hacer una buena acción salvándole el culo dos veces a un niño mimado del que no supo más. Tras eso se tuvo que ir de la casa por una mentira y su relación familiar quedó destrozada.
A veces se preguntaba si, volviendo en el tiempo e ignorando a los matones que estaban asesinando a palos a ese pobre chico su vida sería exitosa. Pero no. Ella había intervenido, los guardaespaldas del chico mimado la habían enviado a la cárcel atribuyéndole el daño del chico a ella y su padre la había golpeado mientras su madre le decía que era una vergüenza.
Si lo pensaba un poco, eso había sido lo mejor. Si veía la situación desde su punto de vista actual, todavía podía verse viviendo con sus padres, teniendo su tiempo controlado y sus amigos vigilados.
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Llegó a su trabajo viendo a Temari sonriendo mientras Tenten se cerraba la camisa. Sakura alzó una ceja teniendo en mente lo que había sucedido.
- ¡Eh, Sakura! El supuesto ciego tiene puntería – la chica de moños parecía un faro rojo por el comentario de Temari. La ojiverde dejó sus cosas y luego echó un vistazo al cuello de Tenten donde una marca rojiza pasando a morado se notaba.
- Es rápido – observó.
- Fue un encuentro inocente – se defendió la castaña. Sakura sonrió por el nerviosismo.
- Le dijo que quería celebrar con ella algo bueno que había sucedido – explicó Temari.
- De celebrar… ha celebrado, hasta se le ve la cara más brillante – reconoció. Tenten se volteó si saber como ocultar la sonrisa avergonzada. Tomó el pañuelo de su uniforme y se lo ató nuevamente cubriendo el hallazgo de la noche pasada.
Sakura miró el reloj con aburrimiento. Faltaba para que fuese medio día y ya sentía la necesidad de irse. Con los preparativos para remodelar, la gente no se acercaba mucho. Todo ese sector estaba vacío.
Alzó la mirada notando que el ascensor sonaba. Las puertas se abrieron y sonrió levemente al ver a Naruto jalando de la mano a Hinata, su sonrisa se desconcertó al ver que también tiraba de otra mano más. La mano de un hombre. Una mano blanca.
El hombre-armani salió también con el entrecejo fruncido. Sakura podía ver como movía los labios a una velocidad asombrosa, seguramente lanzándole improperios al rubio por jalarlo de esa manera tan poco acorde a la imagen autosuficiente que mostraba.
- ¡Sakura-chan! – gritó soltando la mano del adonis para saludarla con una sonrisa radiante. Ella respondió sonriendo de manera agradable, sin embargo cayó en un detalle importante.
¿Qué hacía Naruto ahí?
¿Por qué estaba el adonis con ellos? Bueno, era claro que se conocían, pero, ¿por qué estaba ahí?. ¿Coincidió la visita de Naruto con la vigilancia psicópata de él?
No podía explicárselo.
- Sakura-san… lo siento – susurró la Hyuuga jugando con sus dedos – Naruto-kun insistió en venir a ver donde trabajabas… ¡y yo…! – la ojiverde hizo un ademán de que no importaba, era obvio que Hinata no se había podido resistir a la insistencia de su futuro marido.
Internamente se alegraba de volver a tener contacto con Naruto otra vez.
- Sakura-chan, te quería presentar al padrino de bodas, él es Sasuke – presentó haciéndose a un lado para que el moreno saludara.
Esos ojos negros como pozos la miraron intensamente, tuvo la sensación de que él esperaba algún tipo de reconocimiento de su parte, pero las palabras se trabaron en su garganta produciéndole picazón. Frunció el entrecejo y carraspeó suavemente.
- Encantada de conocerte, Sasuke-san – como costumbre japonesa, hizo una leve reverencia que él respondió inclinando imperceptiblemente la cabeza sin perder contacto con sus ojos. La hizo sentir nerviosa. Sentía que estaba siendo desvestida lentamente, con delicadeza, brusquedad y posesión. ¿Ese hombre le estaba mostrando lo que era capaz de hacer?
Tragó saliva pensando en todos los defectos que ella pudiese tener y que, quedarían al descubierto si él le llegaba a poner las manos encima. No, estaban a otro nivel.
Formar una historia a partir de una plebeya y un príncipe era algo que sucedía en cuentos infantiles o Dysney.
Basta Sakura, sueñas despierta…
- ¿Sabes Sakura-chan? – cortó el momento el rubio, Sakura rompió el intercambio de miradas intentando prestar la mayor atención a Naruto. Hinata, tras él, la miraba preocupada – podríamos tener una celebración ahora, nosotros cuatro somos del instituto Konoha, no lo había notado… en ese momento no conocía a Hinata-chan o a Sasuke.
¿Sasuke iba al Instituto Konoha? Fue la primera pregunta que pasó a su mente. Inconscientemente alzó su mirada verde para enfocar la oscura de él. Podía sentir la incredulidad de su propia mirada, así que no le fue extraño que el adonis… Sasuke, alzara una ceja por la reacción.
- Suena bien – tragó saliva sintiendo su voz temblorosa.
La idea de escapar se hizo tentadora. No quería estar ahí, recordando algo tan desastroso como su graduación de fin de enseñanza… la deprimía. Quería dejar eso atrás.
- Naruto-kun, creo que es mejor llevar a Sakura-san a casa… desde un rato atrás se ve demasiado pálida – sugirió amablemente. La ojiverde suspiró aliviada y alegre de que Hinata pudiera comprender, aunque tal vez se veía realmente mal y era claro para cualquiera. Parpadeó sin querer mirar al padrino psicópata de bodas.
- ¿Todavía vives con tus padres, verdad Sakura-chan? – a pesar de que la pregunta fue hecha con buena intención, la Haruno estuvo segura de que un escalpelo acariciaba suavemente con su filo la herida a medio cicatrizar. El tema con sus padres aún no estaba resuelto, de hecho, no estaba resuelto para nada. Ella sólo lo había olvidado y en ningún momento quiso sacarlo a flote por que le dolía demasiado.
Sabía que estaba escapando de los problemas, pero, ¿qué más podía hacer?
- Tranquila Hinata, estoy bien – mintió. Fue una mentira descarada que ninguno se creyó, salvo Naruto. Por eso siguió adelante, ellos no querían decirle mentirosa frente al rubio ingenuo – Naruto, no puedo ir a la reunión… tengo un compromiso con Temari que va a durar toda la tarde.
- Ah… ¡Para una próxima vez será! – repuso enseguida. Ella sonrió nostálgica de recordar la misma sonrisa en el chico revoltoso del instituto que sacaba las peores calificaciones.
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Ni Temari ni Tenten hicieron siquiera el amago de decir algo luego de que se fueran los tres visitantes.
- Lo siento Temari – susurró guardando sus cosas, la rubia sonrió levemente.
- Fue lo mejor – reconoció – ir a esa reunión hubiese sido una sesión a muerte.
- Aún no estás preparada, Sakura. Deja que el tiempo pase y cuando tú sientas que es suficiente, entonces habla de eso – apoyó la castaña acomodando sus cosas.
Sakura sonrió suavemente. Un extraño dolor apareció en su nariz que logró dejar sus ojos brillantes.
- Gracias – verdaderamente agradeció los cuidados de sus amigas en esa reverencia.
- ¿A quién le dices gracias? – Cuestionó Temari con una sonrisa – quiero que me prestes uno de tus libros.
- Yo también quiero leer uno de la biblioteca secreta – aportó Tenten terminando de arreglar su pañuelo.
Las tres se fueron del centro comercial y se separaron para ir a sus respectivas casas. Sakura se veía cansada. Internamente no paraba de darle vueltas al asunto y sentía el creciente dolor en su cabeza.
Llegaría a tomar un par de analgésicos y una siesta para reponerse antes de comenzar a revisar cuentas y terminar de repasar algunos conceptos para la prueba del día siguiente.
Se detuvo en el acostumbrado paradero para esperar un taxi, sin embargo no pasaron más de dos minutos cuando un automóvil de lustrosa pintura negra se detuvo a un lado de ella.
El escalofrío acarició su espalda con lentitud al reconocerlo como el coche que estaba cerca de la parada de taxis cuando volvía de clases, no obstante, el malestar no duró demasiado; la puerta fue abierta como una invitación indirecta a que se subiera rápido. Sakura pensó que no tenía escapatoria.
Era fácil correr, ¿pero si ese psicópata salía y le disparaba?. Prefería saber porqué la seguía, y era algo estúpido, lo sabía. Pero a veces su estupidez traía cosas buenas.
Entró al automóvil sin mirar al conductor. Acomodó sus cosas y luego sus pies mientras cerraba la puerta. Dio un suspiro que, estuvo segura el hombre escuchó y luego se giró preparada a escuchar respuestas.
N/A: ¡Holas! ¿Quién no ha hecho un One Shot que resulta ser demasiado largo? (yo xD) ¿y que se hace cuando es demasiado largo? Normalmente se corta y queda como dos capítulos, pero siempre la segunda parte queda más corta que la primera y entramos a rellenar y detallar más cosas. Normalmente cuando eso pasa, a algunas personas se les "va la mano" y terminan haciendo un capítulo completo xD. Es mi caso ya que esto originalmente partió como One Shot y se transformó en un fic que, tenía pensado que fuese de 7 caps, ahora creo que le sumaré tres más.
Disfruten la historia por que a pesar de tener una trama levemente enredada, es realmente ligera. (O al menos a mi me lo pareció).
