Adolescentes

Advertencias: Twincest hecho de una forma muy extraña. Me disculpo de antemano por todo el contenido "inapropiado" que puedan encontrar en este fanfic.
Disclaimer: ¡Vocaloid no me pertenece! Hecho sin fines de lucro.
FlashBack #0: Los hermanos siempre están ahí para ayudarse


Un muy nervioso joven, de unos trece o catorce años, se encontraba revolcando las prendas en su armario, en busca del outfit perfecto para la ocasión. En eso, una rubia de rostro similar irrumpió en su habitación y contempló, horrorizada, el desastre al que solía llamar su cuarto.

- ¡LEEN! ¡¿Qué demonios es esto?! – preguntó, en tono más bien de amenaza, mientras alzaba del suelo los bóxers de Mario Bros. favoritos de su hermano.

- Esto…yo… Rin, tienes que ayudarme. Soy un desastre.

- Me he dado cuenta – confesó ella, dejando de un lado los interiores de Len y centrando su atención en el rubio frente a ella.

- Neru-chan… me invitó a ver una película en su casa –dijo algo nervioso, temiendo que su hermana ardiera en llamas o algo- Y no sé que ponerme – terminó, mostrándole dos conjuntos exactamente iguales.

- Este – dijo ella sin dudarlo, señalando el conjunto de su mano derecha – pero no creo que la ropa sea el mayor de tus problemas.

- ¿A qué te refieres?

- Pues… -comenzó ella haciendo a un lado un montón de ropa sobre la cama, y sentándose en ella, para luego hacerle un espacio a su hermano- que Neru te va a dar un beso hoy.

- ¡¿Qué?! –casi gritó, poniéndose pálido de repente, apenas se sentó a su lado- ¿C-cómo…lo sabes?

- Porque Neru-san me lo dijo ayer – comentó tranquilamente.

- ¡¿Por qué no me lo dijiste, Rin?!

- Porque no te molestarte en contarme que tenías una cita – dijo, con el ego un poco herido.

- ¡Pero ya lo sabías!

- Pero tú no sabías que lo sabía, Len… Y los hermanos no se guardan secretos entre ellos… ¿Acaso no confías en mí?

Len Kagamine se cruzó de brazos, comprendiendo el punto de su hermana… Tenía razón, como siempre. Suspiró con resignación.

- Perdona. Tienes razón… Es que pensé que te darían celos o algo.

Ella rió con ganas – No seas tonto, Len – dijo alborotándole el cabello – Pero como te has disculpado… Te ayudaré.

- Genial. ¿Y cómo vas a hacer eso?

- Pues… déjame que vaya a buscar una ciruela. Le haré un agujero y…

- Tengo una mejor idea. - cortó, con la mirada algo perdida, mientras se preguntaba si lo que se había ocurrido era una brillante idea o una estupidez.

- ¿Cuál?

- Déjame practicar contigo.

El rostro de Rin tomó tal color que valía la pena darle un nuevo significado a la palabra rojo. ¿Sus oídos la engañaban o su hermano había perdido la cabeza? De lo segundo, no tenía duda… pero con algo de suerte le habrían pasado las dos cosas…

Pero no era así.

- Te has quedado muy callada.

- Es que no sé qué decirte, Len.

- Bien – dijo él, haciendo ademán de levantarse e irse–le pediré a alguien más que me ayude. Seguro que tu amiga Miku no tendrá problema…

- Espera - pidió, reconsiderando, mientras atrapaba entre sus manos su muñeca y lo hacía volver a sentarse – Te ayudaré, con una condición.

- Pide y se te dará – dijo un Len bastante seguro de sus palabras, mientras dejaba a un lado sus ropas y se preparaba para lo que estaba por venir.

- Prométeme –pidió ella en tono solemne, tomó aire y siguió – prométeme que después de esto no te enamorarás de mí.

Len sonrió, pero no se caracajeó de su hermana por respeto, aunque le pareció completamente absurdo. ¿Él, enamorado de una persona tan maleducada, caprichosa y agresiva como Rin? Le pareció totalmente disparatado. Sería como enamorarse de su reflejo. Es decir... estábamos hablando de Rin. La persona más bipolar del universo.

- Te lo prometo – dijo él, alzando una mano, pero sin poder borrar su sonrisa.

- ¡No te burles! – amenazó, propinándole un golpe en la espalda – Hablo muy enserio.

- ¡No me burlo! – se defendió, riendo – Ya, enserio, te lo prometo, hermana.

- Vale – asintió ella con un gesto que su hermano no pudo descifrar – acércate.

Justo como pidió, su hermano redujo las distancias entre sus labios en menos tiempo del que ella había esperado, pero fue Rin quien tomó riendas del inocente beso filial que llevaban entre los labios.

La joven llevó las manos a su cabeza, alborotándole de nuevo el pelo a él, mientras intensificaba el beso en el momento que Len abrió la boca para respirar. Introdujo su lengua en la boca de él, y trató de hacer una pequeña danza… pero la lengua de Len parecía tener dos pies izquierdos. Tras dos o tres bocanadas para tomar aire, Rin logró hacer que la lengua de su hermano imitara sus movimientos.

En un beso de infarto que estaba a punto de dejarlos sin aliento a ambos, mientras Len paseaba las manos por sus caderas y las distancias entre sus cuerpos eran ínfimas, fue la rubia quien quitó las manos de su cabello, y como quien está en plan de defensa propia, con éstas empujó el pecho de Len tan lejos como pudo, con cierta delicadeza, mientras respiraba con algo de dificultad, recordando que se había olvidado de hacerlo en los últimos segundos.

Los gemelos se miraron, se observaron mutuamente, perdiéndose en dos pares de lagos celestes exactamente iguales. Era un silencio cómodo, porque a ninguno se le ocurría nada que decir. El único sonido era el desbordado ritmo que marcaban sus corazones. Ninguno sonreía, pero las mejillas de Len parecían el mismísimo infierno. Rin, sin embargo, estaba igual de tranquila que cuando uno ve televisión. Parecía que ese beso no le había afectado en lo absoluto. Cada uno estaba sumido en sus propios pensamientos, asimilando un beso que se había pasado "un poco" de la raya.

- E-eso...fue…asombroso – finalmente fue Len quien rompió el silencio - ¿Es todo lo que tengo que hacer?

- Por ahora – asintió con la cabeza, apartando la mirada y levantándose de la cama.

- Rin – llamó él, justo antes de que su hermana desapareciera en el umbral de su habitación - ¿Por qué lo hiciste? Pudiste... Pudiste haberte negado.

- ¿Te arrepientes? Porque si lo haces es tarde... Te recuerdo lo que acabas de prometer.

Len se apresuró a negar con la cabeza, y su hermana siguió respondiendo su pregunta.

- Lo hice porque los hermanos siempre están ahí para ayudarse mutuamente, y supuse que necesitarías que alguien te echara una mano con ese rollo de los besos – dijo, esbozando una sonrisa ladeada.

- R-rin… - insistió, aún más nervioso que antes - ¿También fue tu primera vez? - La posibilidad de que su hermana tuviera más experiencia que él le carcomía el cerebro. Tenía que saberlo.

Ella asintió como si fuera la cosa más obvia del mundo – Es que las chicas sabemos más sobre estas cosas – y antes de que su hermano pudiera objetar algo, ella desapareció en dirección a su cuarto.

Con la cabeza un poco más tranquila, pero al mismo tiempo dándole vueltas con esa mezcla de sentimientos que Rin le había causado, Len se dignó a arreglar el desastre que solía ser el cuarto de los gemelos.

El primer beso... es el que nunca se olvida.