Serpiente

Sus ojos azules brillaron divertidos al ver a ese demonio de crucero creerse el dueño y señor de todo. Le divertía la forma en que se pavoneaba, como quería presumir delante de él, como si de verdad pudiera estar a su nivel. Si bien, era cierto que estaba en desventaja en ese momento y era probable que no se viera una forma de salir de eso, pero solo era por ahora. Se las había visto peor antes, en es horrible jaula que su padre diseño tan interesadamente para él. La soledad le hizo muchas cosas, y una de esas fue que su paciencia se desarrolló aún más de lo que cualquier otro ser pudiera poseer. Iba a salir de ahí, era solo cuestión de tiempo.

― ¿Algo que decir? ― Sus ojos se volvieron al demonio de crucero que siempre procuraba vestir bien, como para olvidar su sucio origen humano. Sonrió para sí, con su mejor gesto de sumisión, inclinó levemente la cabeza, para darle un toque especial.

―Soy tu perro― Pero no lo era. Él era escurridizo y astuto, como una serpiente.