Disclaimer: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, yo solamente juego con ellos a ratos
Prólogo.
No sé por dónde empezar. Es decir, sé que quiero escribir. Sobre qué quiero hacerlo, y aún más importante: sobre quién quiero escribir. Pero no sé por dónde comenzar.
¡Caramba! Ahora entiendo porque dicen que lo más difícil siempre es dar el primer paso.
A pesar de lo difícil que es decidirse, lo entorpece más el hecho que hubo muchos comienzos, y a la par, finales en esta… ¿historia? Hasta ahora… que parece ser el definitivo.
Aunque me cueste aceptarlo.
En realidad, contrario de lo que todas mis amistades piensen, incluida mi familia, aún me despierto a las siete de la mañana los sábados, esperándolo inconscientemente… Aún me despierto pensando en lo que me falto contarle, en lo que quiero decirle hoy… Todavía pienso en él más de lo que pienso en mí, pero ni loca regreso.
Quisiera empezar esto diciendo que voy a buscarle, que voy a luchar por él… que no me daré por vencida esperándole, a que yo haré que suceda lo que deseo. Pero, ¡oh, querida, menuda desgracia nos acontece! Yo ya agoté todas mis oportunidades.
Y una a una, para darme cuenta que cuando una persona está decidida a irse nada ni nadie hará que cambie de opinión.
Al punto de convertirme en una exnovia loca, de aquellas que buscan sin cesar con lágrimas en los ojos… pero no se equivoquen, no estoy mal mentalmente… no soy de aquellas chicas que si les pintan corazones en el aire sala sin pensárselo dos veces… No.
Es más. Antes y después de él, yo soy de ese tipo de chicas realistas. De aquellas chicas que pueden creer su mentira que el amor no existe, que los chicos son juguetes porque todos en el fondo son iguales… de aquellas rebeldes que el compromiso les aterra… Yo soy una perra mala.
Muy mala.
El fin es el principio.
Ahí estaba. A las tres de la madrugada en un bar de mala muerte, bebiendo alcohol a sorbos, mientras intentaba descifrar que había hecho mal. O por qué carajos decidía marcharse de mí el que se decía ser "el amor de mi vida".
Los dieciocho años no eran señal de madurez ni de estabilidad, quizás sí para embriagarte en un bar… pero, ¿alguna vez has deseado tanto que algo sucediese? ¿Alguna vez lo has hecho a tal punto que duele? Sé cuán normal y ordinario es pintar castillos al aire en una relación, decir que se casarán y tendrán una hermosa familia… Sé cuán sencillo es decirlo y nunca cumplirlo…
Créeme, lo sé.
Y también he sabido todo este tiempo cuánto deseo que esto no sea más que un mal sueño.
Nunca quise envejecer con nadie más. A pesar de las riñas entre los dos, a pesar de las lágrimas que le hice derramar y él a mí, a pesar de su inmadurez, a pesar de que se comportaba como un imbécil en compañía de sus amistades… Incluso a pesar de que no era ni de lejos el chico que soñaba para mí… con todos sus defectos, que eran muchos más que sus virtudes, yo estaba dispuesta a darlo todo por él. A dar ese "sí" que ansiaba que durase toda una vida.
Hasta que ocurrió…
—Deja de darle vueltas al asunto —Ángela aparece en el momento justo, parece ser la única en percatarse cuán mal estoy… y la única que sabe dónde estoy a las tres de la madrugada—. No puedes seguir así.
Cierro los ojos, siempre las mismas putas palabras… No puedo perder la compostura, no con ella.
Bebo un sorbo de mi cerveza, antes de esbozar mi mejor sonrisa.
—Claro que puedo.
No la veo, pero la conozco tan bien que sé que acaba de rodar los ojos. Suspiro. Rose nos va a matar. O bueno, a mí para empezar.
Sí, sí, ya sé que estarás pensando. Los "amores" a tan corta edad no deben significar tanto en la vida de una persona. Total, no son importantes… no son "reales", son solo cuentos para irse a dormir tarde y no entregar tareas a tiempo. Pero, de verdad, créeme cuando te digo que estaba dispuesta a dejar todo por ese hombre… o bueno, dadas las circunstancias en las que me encuentro y tomando en cuenta todas las idioteces que dijo antes de partir, ese cabrón con complejo de Dios.
¿Qué tan estúpida puede ser una persona como para querer esperarle y seguirle amando aunque le haya gritado por teléfono "ya no te quiero", después de haberle confesado que le había estado engañando todo este tiempo?
No lo sé. Tal vez debería crearse un nivel llamado "BELLA" como sinónimo de supremamente estúpida.
Y tal parece que alguien, que no era yo, sí que lo tenía muy en cuenta.
—Solo digo que debes empezar por ti —por su tono de voz distraído, sé que está limpiando sus gafas—. Él no ha derramado ni una sola lágrima por ti en todo este tiempo. Y nadie sabe si lo hará. ¡Maldita sea, Isabella! Es hora que despiertes de una puta vez.
Respiro profundamente. No puedo perder los estribos, no aquí como una ebria desamparada más de Forks… eso sería rozar el subsuelo de mi dignidad.
Me giro para mirarla.
Sus ojos sin gafas son pequeños, pero en ellos se destellan furia… y si miras detenidamente un poco más, podrías ver preocupación en ellos. Ángela siempre me ha cuidado, siempre. Ella y Rose son las únicas personas que saben toda la mierda que hay en mí. No es de extrañarse que se presentase en un bar de mala muerte solo para intentar que entrara en razón… una vez más.
—Sé qué tan importante fue para ti ese desgraciado, ¡pero no puedes continuar así, tu beca se irá a la mierda y no podemos permitir que pase eso! ¡Y sí, sí, sí! ¡Sé que Jacob Black es el gran amor de tu vida, la persona que te cuido y te quiso todo este tiempo! ¡Pero ese maldito no está! Decidió irse. Él cambió.
Él cambió… Siento las lágrimas acumulándose antes de salir a flote… "No, no puedes hacerlo, no, no, no aquí, por favor", me digo. Nunca me perdonaría llorar en un bar de tan mala muerte como este… Pero a pesar de todo, como viene siendo costumbre de mí últimamente, lo hago…
Quiebro una vez más lo que pienso, lo que soy… por un bastardo que me gritó por teléfono: "¡Ya no te quiero! ¡No te quiero! Cuando te beso… cuando te beso ya no siento lo mismo. Ya me da flojera ir a verte, ya no siento la emoción de saber que te veré".
Ese bastardo que tres años atrás, con quince quilos más y unos centímetros menos de estatura, me había prometido que él jamás me haría daño, que él jamás se iría de mí a no ser que yo decidiese irme primero, que él siempre estaría conmigo… el que decía que yo era la indicada para pasar toda una vida juntos…
¿Cómo una persona puede cambiar tanto? El niño de mis ojos, el que me mataba verlo llorar por mí, al que nunca quise hacerle daño… Fue el que me mató.
Me quiebro una vez más. Ángela me sostiene en sus brazos, siento sus manos acariciando torpemente mi cabello… sé que está sorprendida… Todos lo están con respecto a mi condición actual. Sé que todos esperaban que aquello llegase a más, o al menos, que yo fuese más fuerte… Y no, no eran los únicos.
Yo también esperaba ser más fuerte que toda esta mierda.
Pero no fue así.
