Cuidad Gótica posee gran cantidad de habitantes, cada uno con una finalidad específica para servir a la sociedad. Pero algo ocurrió, una ladrona falleció; sin embargo, esta no fue cualquier ladrona, fue Selina Kyle llamada Catwoman, la mujer que sería tres meses después la esposa de Bruce Wayne, suceso que no llegó a pasar.
Batman se presentó, pues impediría que su futura esposa abandonara la idea de proteger la joya más preciada de Bruce. Sin embargo algo inesperado ocurrió esa noche: el Joker abatió en la mansión y con un arma blanca acuchilló a Catwoman haciéndola gritar de dolor hasta que solo quedó un pozo de sangre con un cuerpo sin vida.
Batman se encontraba en un rincón de la sala observando todo el acontecimiento, pero ¡había llegado tarde! Su futura esposa ya no tendría que despertarlo en las mañanas con dulces besos en los labios, y ya no había tres personas porque ella murió y se llevó consigo el nacimiento del otro ser.
Porque esa noche no asesinó a una sola persona, fue a dos.
Bruce, se sintió impotente, triste, abatido por verla morir y no poder, hacer nada, se acercó a ella y la abrazo pidiéndole a dios que la regresará a él. Una lagrima tras otra cayó por sus mejillas y este rápidamente las removió, estuvo en silencio por unos minutos, mostrando luto por la fallecida, mientras el asesino reía sarcásticamente burlándose de él.
El tomaría venganza y lo haría en ese momento, no perdonaría que le quitaran a su mujer, así extrajo del tórax de su amada el arma y la lanzo hacia el Joker, perforando así un pulmón. Seguidamente se acercó a él, lo tomo por el cuello, sacó el arma blanca y en un susurro dijo:
-Como tomaste su vida, yo tomaré la tuya y así Harley sufrirá lo que yo sufro- y acabó con su vida, clavando el cuchillo en el corazón del una vez llamado Joker.
Al llegar el crepúsculo, Bruce estaba desvelado, sin poder dormir y al revisar la mesita de noche, visualizo que había una carta y, una cajita, sus ojos se cristalizaron al darse cuenta de que era de Selina, su gata juguetona, la que lo hacía sonreír en ocasiones preocupantes.
Se sentía cohibido de llorar, pero al momento de leer la carta fue inevitable dejar caer las lágrimas que apresuradamente empezaron a brotar, demostrando que laa amaba y que ninguna persona de ciudad gótica ocuparía su lugar.
