El tercer día de los Grandes Juegos Mágicos, un rubio de ojos azules con el poder del rayo llamado Laxus Dreyar le tocó enfrentarse contra uno de los miembros de Raven Tail, un gremio que supuestamente era de magos oscuros.
En la arena de batalla se encontraban Laxus y su opononente en posición de combate, lo que Laxus no sabía era que su contrincante era su propio padre Iván Dreyar.
Justo antes de empezar a pelear, Iván se quitó su máscara dejando ver su rostro, asombrando a Laxus, el cual no se esperaba ver a su padre delante suya, pero poco después se le formó una sonrisa en los labios, ya que tenía la oportinudad de vengarse de él por todo lo que le había hecho a él y a su abuelo Makarov.
-¿De que te ries mocoso?- con una sonrisa macabra.
- De que por fin podre vencerte, viejo- dice Laxus sonriendo de lado.
Aún manteniendo su sonrisa en la cara, le propina un puñetazo bañado en rayos en la cara a Iván haciendo que retrocediera por el impacto.
Este se limpió la sangre que resbalaba por su barbilla y formandose en su rostro una sonrisa ladeada.
-¿Eso es todo lo que tienes?- pregunta Iván burlón.
Laxus se limita simplemente a mirar fijamente y con odio a su supuesto padre, al mismo tiempo que se envolvía en rayos de un tono dorado.
Al estar concentrado en los rayos, no se dió cuenta de que todos los miembros de Raven Tail le estaban rodeando y esperando la señal de su maestro para atacar, la cual nunca llegó, ya que Laxus lanzó un hechizo que los dejó a todos inconcientes en la arena, excepto a Iván, ya que para él tenía reservada una pelea más seria.
Laxus se volvió hacia su padre y se impulsó contra él comenzando una pelea rápida de puños y patadas las cuales eran difíciles de ver, hasta que Iván le propinó una patada en el estómago a Laxus lanzandolo a volar contra una de las paredes de la arena de batalla. Unos segundos después se levantó limpiandose la sangre de su boca y corriendo de nuevo hacia él con más fuerza que antes, volviendo otra vez a la pelea rápida, pero esta vez fue Laxus el que le dió un buen gancho en la barbilla con rayos dorados a Iván mandandolo a volar unos metros hacia atrás y dejandolo inconsiente en el suelo de la arena.
Todo el estadio estalló en gritos y vitoreos hacia Laxus, el cual calló de rodillas al suelo, pero con una sonrisa orgulla y mirando hacia su querido gremio, alzó el dedo en señal de victoria, haciendo que todos sonrieran y le respondieran elevando también el dedo con grandes sonrisas en sus rostros, proclamandose vencedores de este duelo.