Disclaimer: Los personajes pertenecen a la señora Rowling y a los Warner Bros. None of this is mine at all.
Sé que dije que no sabría cuando volvería. Que estaba pasando por una mala época para escribir (en especial, con QNSTD). Pero, lamentablemente para vosotros, esto, aunque no se me da todo lo bien que quisiera, es lo que de verdad me gusta hacer. Así que me tenéis aquí hasta el fin de mis días.
Lo que traigo hoy, y seguiré trayendo si os gusta, es lo que he encontrado por casa. En cajones, en viejos cuadernos, en hojas de borrador. Tenía un sinfín de drabbles sin terminar, sin lógica alguna, pero con una idea que me gustaba. Así que los cogí, los modifiqué y los pulí. No tienen ninguna cronología, excepto, puede que los últimos que he escrito. Están en desorden. Tan pronto os pondré uno que ocurre en 1977, como otro en 1979. Pero todos hablan sobre la misma historia (o al menos eso he intentado al cambiarlos).
1. Bufanda
Cuando Lily se despierta la fría y grisácea mañana del partido de Gryffindor contra Slytherin tiene únicamente claro una cosa.
No piensa ir a ese dichoso partido.
Ni loca. Antes muerta.
Y no es porque no soporte el griterío de las gradas. Ni la cantidad de gente que se acumula a la entrada y a la salida del estadio cuando empieza y termina el partido. Y tampoco es porque no le vea ningún sentido a ese estúpido juego que es el quidditch. No. Claro que no.
La cosa es mucho, muchísimo más sencilla. Está enfadada con él. Y simplemente no quiere volver a ver la sonrisa de satisfacción que aparece en la abofeteable cara de James Potter cuando la ve entre la gente en las gradas.
Porque, por supuesto, que el muy idiota se cree que está ahí por él. Oh, sí, claro. Señoras y señores, James Potter, el ombligo del mundo.
De verdad. ¿Quién se cree que es? Sencillamente, es ridículo e imposible que ella esté ahí por él. Para su información tiene mil razones por las que ver un partido de quidditch... Bueno, quizá no tantas. De hecho, solo una. Pero ser una excelente amiga, hacer un enorme esfuerzo y acompañar a Mary a ver el partido debería de contar como ciento tres mil.
Lily suspira echándose el pelo que le cae sobre la cara hacia atrás, y es entonces cuando se da cuenta de que hay algo encima de la cama que anoche, cuando se acostó, no estaba allí.
Una bufanda. La típica a rayas rojas y amarillas de su casa.
La mira extrañada, frunciendo el ceño mientras intenta recordar si por alguna razón la sacó ayer de su baúl. Al no ser capaz de recordar absolutamente nada, alarga el brazo y la coge para examinarla desde más cerca.
Pero en cuanto la tiene más cerca de la cara empieza a dudar de que sea su bufanda, ya que suelta un inusual olor a... ¿hierba recién cortada y colonia de chico? Se muerde el labio inferior e intenta recordar donde ha olido tantas veces ese mismo olor.
Pensativa, con la mano derecha empieza a palpar el extremo derecho de la bufanda hasta que da con la etiqueta que andaba buscando. Si de verdad es su bufanda, aunque huela a otra persona, debería de tener rematadas sus iniciales ahí.
En el fondo, no se sorprende cuando en vez de leer L.E., lee J.P. De hecho, nada más oler la bufanda la imagen del idiota (o no tan idiota) de Potter se le viene a la cabeza. Simplemente estaba rezándole a Merlín, Buda y al niño Jesús que no tuviera razón.
De todas formas, ¿a qué diablos viene que le deje su bufanda en la cama?
La inspecciona un poco más y cuando ve el pequeño león cosido torpemente en el lado posterior de la bufanda, un grueso nudo se asienta en la boca de su estómago.
Santo Merlín.
Hacia unos cuatro años Lily había cosido ese león en su bufanda, sin embargo, a los cinco minutos de terminar de hacer aquella chapuza, la bufanda desaparecía de sus manos para pasar a las de un aún más insoportable James Potter. Se la había robado deliberadamente, exclamando a voz en grito que desde aquel momento aquella sería su bufanda de la suerte. Y pese a que Lily se resistía en darla por perdida, aquella bufanda se había convertido realmente en la bufanda de la suerte de Gryffindor. Con ella puesta James había conseguido entrar en el equipo de quidditch convirtiéndose en el cazador estrella y a partir de ese momento, ganar todos, absolutamente todos, los partidos de cada temporada hasta el momento.
Por eso, precisamente, no entiende porque ahora, justo ahora, se la ha devuelto. A estas alturas es más de James que suya. Además, ¿don Supersticioso jugando sin su bufanda de la suerte?
Imposible.
-¿Lily? -la voz de su amiga Mary Macdonald le llega desde el otro lado de las cortinas.
La aludida saca la cabeza y se encuentra con su amiga mirando atentamente un trozo de pergamino arrugado. Quiere convencerse de que no es una nota, y de que sí lo es, que, por Dios santo, no sea de James. Pero Mary la interrumpe con suavidad:
-Estaba a los pies de tu cama -estira la mano para entregársela y un brillo muy peculiar adorna su mirada-. Parece una nota.
Lily la coge bruscamente soltando un gruñido en el proceso. No se lo puede creer. ¿De verdad cree que si le devuelve la bufanda que le robó va a ir a ese estúpido partido o algo así?
Desdobla el trozo amarillento de pergamino y pone los ojos en blanco en cuanto reconoce la inconfundible caligrafía de James Potter.
¿Vendrás al partido con ella puesta? Piensa que si no lo haces tendrás que cargar con la culpa de que hayamos perdido el partido decisivo para la copa, Lily. Y en ese caso, pienso encargarme de que todo Gryffindor sepa que me robaste la bufanda de la suerte para que perdiéramos.
-James
PD: No te la estoy devolviendo. Es solo un préstamo. Sé que si tú vienes con ella puesta, me dará el triple de suerte.
Cuando Lily termina de leer la nota, no puede evitar dejar que en su cara aparezca la más tonta de las sonrisas tontas.
James no puede ser más infantil, ¿verdad? Amenazarla con cargar la culpa de que él pierda un partido de quidditch. Jesús.
Sin embargo, el problema no es ése. Sino que ella no puede estar más colada por él. Y como la idiota más grande del mundo allí estará, con la estúpida bufanda alrededor del cuello, soportando la que seguro será la peor sonrisa de satisfacción que James Potter le dedique jamás.
Nota la mirada llena de curiosidad de Mary e intentando sonar resignada, le dice:
-Vamos, Mary. Tenemos un partido al que ir.
Echa a andar hacia el cuarto de baño antes de poder ver la reacción de su amiga. Y es que, sinceramente, no le apetece que nadie más le recuerde lo estúpidamente enamorada que esta de James Potter.
Como tengo bastantes escritos, supongo que podré subir uno por semana o así. No haré que esperéis las burradas de tiempo que os hacía esperar en los otros fics.
Pues con esto y un bizcocho hasta la semana que viene. No olvidéis que los reviews siempre son muy, muy agradecidos! :)
Besotes.
