Buenas tardes a todos/as,

Mi buena amiga y compañera de la facultad, May Parodi, ha escrito un pequeño cuento sobre los personajes que le encantan de Sobrenatural. Yo le pedí permiso para publicarla, y si os gusta, quizás entre todos conseguimos que se abra una cuenta y publique de forma habitual... Depende de vosotros y de ella claro. Este es un pequeño fragmento de toda una obra así que estoy segura de que os quedaréis con ganas de más.

Sin más espero que os guste y se lo hagáis saber por medio de los comentarios.

María


Ambos chicos parecían haberse quedado congelados, sólo pudiendo oír sus propios corazones latiendo en sus oídos. Las enfermeras y los doctores pasaban rápidamente junto a ellos, apresurándose para intentar salvar al hombre.

Dean no podía ni pensarlo, ni siquiera lograba imaginarse perder a Bobby. Su mente se negaba a funcionar ahora que observaba la escena imposible. "¿Podría sobrevivir e ello?" Una voz pequeña, pero lo bastante clara, habló en su cabeza.

Sam rezaba a cada dios que conocía, rogándole al destino, a Jesús o a cualquier fuerza superior que hiciera que esta horrible verdad fuera mentira.

-¡Le estamos perdiendo! –dijo la enfermera de pelo negro. Se oyeron más repuestas, pero los oídos de los hermanos se negaron a procesarlas.

-Vamos, Bobby –murmuró Dean, más para sí mismo que otra cosa.

Y entonces la vio.

De la nada, una chica joven había aparecido. Vestía como un civil, y destacaba en medio de la multitud con uniforme azul. Nadie más parecía haber notado su presencia, ni siquiera Sam, cuyos ojos estaban perdidos en algún punto lejano.

La chica era pelirroja, veinte-tantos, y considerando la cantidad de cuchillos y demás armas que llevaba en su cinturón y escondidos en sus pantalones, tenía que ser una cazadora. Su vista estaba fija en Bobby. Su cara, igual que la de Sam o la de Dean, era una máscara de preocupación y dolor.

Entonces, notó la mirada de Dean, y se giró hacia él. Sus ojos se encontraron solo un segundo, pero fue suficiente para que Dean sintiera como si algún engranaje perdido hubiera sido finalmente insertado en el lugar para el que había sido creado. Sus iris verdes, del mismo color que los suyos, estaban húmedos, pero él pudo reconocer en ellos una chispa familiar, incluso antes de que ella le ofreciera una sonrisa compasiva.

Entonces, demasiado rápida para que se la pudiera detener, caminó hacia Bobby, pasó literalmente a través de los doctores, alargó la mano, y tocó su rostro.

Todo ocurrió muy rápido. Una luz blanca surgió del contacto y rodeó ambas figuras. Era tan cegadora que Dean tuvo que cubrirse los ojos. Se preguntó cómo era posible que los otros ni siquiera lo notaran.

Y finalmente hubo una explosión suave y silenciosa de aquella energía cálida.

La muchacha cayó pesadamente al suelo, y las enfermeras dieron un paso atrás, viéndola por primera vez.

Dean, demasiado atónito para sorprenderse más, no pudo evitar darse cuenta de que la herida de la bala ya no estaba en la cabeza de Bobby, sino en la frente de la chica pelirroja.

-Tío –murmuró Sam, impresionado. - ¿De dónde…? Quiero decir, ¿has visto eso?

Cuando los doctores y las enfermeras se hubieron recuperado de la impresión, subieron a la chica en una camilla y se la llevaron.

-Bobby. –Dean consiguió decir, y los chicos se apresuraron hacia la cama de su tío, donde descansaba.

Parecía agotado, pero estaba despierto, sano, consciente y completamente atónito.

-¿Puede alguien explicarme qué es lo que acaba de pasar? –dijo él, y su voz ronca casi hizo a Dean y a Sam querer llorar.

-Es imposible –dijo el doctor. Era el doctor Jackson, el que se ocupaba de Bobby, y el único que aún estaba en la habitación con los tres cazadores.- Quiero decir… la herida se ha ido, no hay ni rastro. La bala… -El pobre hombre tartamudeaba.

-Doctor Jackson –dijo Sam, guiando al atónito doctor hacia la puerta.- Es un milagro, ya sabe. Estas cosas pasan.- Una vez que el hombre estuvo fuera, Sam echó el cerrojo.- Le llamaremos si le necesitamos.-Añadió a través de la ventana antes de cerrar la persiana.

-Vale, ahora, en serio. –Dijo Bobby, sentándose en su cama.- ¿Qué pasó? Yo estaba muriéndome y… luego estaba perfectamente.

Hubo silencio. Los tres cazadores intercambiaron miradas, preguntándose quién debería hablar primero.

-Chicos, ¿qué visteis? –repitió finalmente Bobby.

Sam comenzó a caminar a través de la habitación mientras hablaba.

-Bueno, los médicos estaban alrededor de ti, intentando estabilizarte, hacer que volvieras de la crisis, cuando la chica… apareció. Tocaba tu frente, y se cayó. Como si hubiera absorbido tu herida, de algún modo.

Dean alzó el brazo, para interrumpir.

-Pero ella estaba antes en la habitación.

-¿Qué? –Dijo Sam.- No, no lo estaba.

-A lo mejor no estabas prestando atención.

-Bobby estaba muriéndose, Dean. ¡Claro que estaba prestando atención!

-¡Muchachos! –Interrumpió Bobby.- ¿Qué viste ? –dijo dirigiéndose a Dean.

-La chica se materializó sin más, sí, pero estaba justo ahí. –Señaló el sitio donde la había visto por primera vez, junto a la puerta.- Permaneció allí por un largo instante. –Decía mientras se situaba donde había señalado, y comenzaba a reproducir sus movimientos.- Entonces caminó hacia ti, se giró, me miró…"

-Espera un momento. –Interrumpió Sam.- ¿Dices que reparó en ti?

-Sí, lo hizo. Y después de eso, caminó a través los doctores y las enfermeras como si su cuerpo estuviera hecho de gelatina, tocó a Bobby en la frente, y entonces apareció la luz brillante…"

-¿Luz? ¿Qué luz? –Inquirió Sam.

-Eso es lo raro, tíos. –Continuó Dean.- Me hizo acordar a algo angelical. Como algo que haría Cass. Algún tipo de curación celestial, o algo así.

-De modo que, ¿sugieres que es un ángel? –Aventuró Bobby.- ¿Y que Cass la envió?

-No puede haber sido Cass, considerando que está muerto. –Señaló Sam.
Los tres hombres se quedaron en silencio un instante. Entonces, alguien llamó a la puerta. Eran dos enfermeras que venían con un arsenal de cosas de hospital.

-Si no os importa, necesitamos revisar a nuestro paciente. –Dijo la del pelo castaño, invitándolos a marcharse.

Intercambiaron una mirada, y, después de que Bobby asintiera, los hermanos se dirigieron a la cafetería. La adrenalina iba descendiendo, y ellos definitivamente necesitaban café.

-Así que ángeles otra vez, ¿eh? –dijo Sam.

-No sé, Sammy. –Respondió Dean.- Algo no encaja del todo.

Dean no podía dejar de pensar en los ojos de la muchacha, llenos de preocupación. Esos eran ojos humanos, no celestiales.

-No sé, chico. Tú propusiste la teoría del ángel, ¿recuerdas?

Los chicos tomaron las tazas de café sentados frente a una de las mesas tambaleantes montadas allí.

-Vale. –Declaró Dean una vez que la cafeína comenzó a despertar su maltratado cerebro.- Yo iré a ver a la chica; tú vuelve con Bobby. Asegúrate de que las cosas siguen en su sitio.

Y así lo hicieron.

La cirugía había ido bien. La pelirroja había resultado ser más fuerte que Bobby, y los doctores estaban asombrados por su habilidad "sobrenatural" para curarse de aquella herida mortal. La bala estaba fuera, y la hemorragia, controlada.

Dean estaba sentado al lado de la cama de la muchacha, cuya habitación había resultado estar situada al lado de la de Bobby. Aún no estaba despierta; acababa de ser traída de vuelta del quirófano.

El hombre se tomó un momento para examinar a la chica y sus pertenencias, buscando alguna cosa que le revelara su identidad. Entre sus cosas, solo halló armas y varios carnets de conducir falsos de diversos estados, todos con nombres diferentes.

En cuanto acabó, se limitó a sentarse y esperar. Había algo con su cara, algo familiar. No podía decir cómo, pero hubiera jurado que ya la conocía.

Finalmente, muy lentamente, abrió los ojos. Cuando notó a Dean, se puso tensa y se retiró tan lejos como la cama le permitía.

-Aléjate de mí. –Siseó entre los dientes.

Dean la miró con los ojos abiertos. Había creído que a la chica le gustaba, o que al menos no tenía opinión acerca de él. Pero no había esperado esta reacción.

-¿Qué…? –preguntó. Ella sacó una lima de uñas afilada de debajo de la almohada y la apuntó a él, demostrando que lo quería lejos.

Dean podría haberla desarmado, pero solo se retiró algunos pasos, levantando las manos para mostrar que no pretendía hacerle daño.

-Vale, cálmate. No he venido a comenzar una pelea. Sólo quiero hablar.

La chica no se movió. Dean se quedó quieto, esperando una respuesta.

Finalmente, ella murmuró, casi demasiado bajo como para poder oírla.

-Hubo un tiempo en el que juraba que la próxima vez que te viera, te mataría.

Dean permaneció inmóvil, preparado para defenderse si hacía falta. No conocía a la chica; ¿cómo era posible que le odiara tanto? ¿Era un demonio? ¿Un monstruo?

No podía ser; él lo había probado todo mientras ella dormía.

Al final, la chica bajó la hoja y volvió a recostarse en la cama, llevándose la mano al vendaje de la cabeza.

-Ahora no podría hacerlo. No sería justo. –declaró. Y volvió a sumirse en el silencio, perdida en sus pensamientos.

-¿Quién eres? –dijo Dean, después de unos segundos. Ella levantó la vista hacia él, con una expresión que demostraba que quería responderle muchas cosas feas.

-Soy Katie. –Replicó finalmente. Dean esperaba una larga explicación adjunta acerca de su pasado, intenciones y motivos, pero ella parecía estar conforme con su respuesta.

-Esto… vale. Veo que eres una cazadora. –Añadió Dean, señalando a las cosas de la muchacha.- ¿Cómo… ya sabes… salvaste a Bobby?

Ella parecía animada por al pregunta.

-Bueno, digamos que sé cosas que vosotros no sabéis.

Dean, con cautela, se sentó en la silla que había estado ocupando antes.

-¿Qué clase de cosas? ¿Fue con un hechizo? ¿Te ayudó algún demonio?

-Yo no guardo relación con ningún demonio –Le cortó ella ipso facto.

-¿Entonces cómo lo hiciste? –Repitió. Comenzaba a perder la paciencia.

Katie lo miró fijamente, con una extraña expresión; triste, casi como si estuviera invadida por recuerdos desagradables.

-Quiero ver a Castiel –Dijo por fin. Su voz parecía agotada, y su tono, final.

Dean palideció ante el sonido del nombre de su amigo muerto.

-Bueno, siento decirte esto, Katie, pero Cass falleció hace un tiempo.

Dean se dio cuenta de que estaba sorprendido por el hecho de que Cass tuviera más amigos humanos que él no conociera.