Saint Seiya Fanfic
"Song For Antarctica"

Advertencia: Todos los personajes en este fanfic son propiedad de Masami Kurumada, así que no me demandes

Capítulo 1: Ataúd de Hielo.

Cabo de Hornos, entre Argentina y Antártida.

Un barco de carga se mecía con gran vaivén debido al viento y la marea, mientras pequeños fragmentos de hielo flotaban a su alrededor. Una figura parecía contemplar el panorama, aunque lo más extraño, es que no usaba más que una ligera playera y unos pantalones oscuros.

-No entiendo como puedes estar tan tranquilo con este clima – otra figura apareció, pero vistiendo un enorme sobretodo y hasta una gorrita tipo Charlie Brown. Esto pareció notarlo su acompañante que no pudo evitar reprimir una sonrisa.

-Siempre he vivido en los climas fríos. La ventaja es que no tengo que parecer un oso mal vestido.

-¿Quieres que me desquite hackeando tu perfil de facebook?

-Eres un ser sucio y bajo, aparte ruin. No debiste hacer eso para llamar mi atención.

-Me han dicho cosas mejores, pero te acepto los cumplidos. Aparte, era la única forma de localizarte. Te perdiste en tu mentada Siberia y ese lugar es enorme.

-Precisamente eso quería hacer, pero tenías que hacer tales…cosas en mi página…

-Tú tienes la culpa, ¿Quién deja un perfil así tan vulnerable?

-En verdad haces honor a tu nombre, Sorrento de Siren – Hyoga de Cisne, caballero de Atenea le miraba con desprecio. El susodicho solo esbozo una leve sonrisa mientras se reclinaba sobre el aparataje del barco que se bamboleaba con fuerza sobre el embravecido mar. Sin embargo, tanto él como su compañero no parecían inmutarse ante la fuerza del agua y del viento.

-¿Cuándo llegaremos?

-Espero que en un par de horas más. Mientras, aprovecha para ver el paisaje.

-No hay mucho que ver. Es muy diferente a las regiones polares que estoy acostumbrado. Allá es más naturaleza y acá, todo es hielo y frío.

-Me imagino. Los marineros llamaban a este lugar, el estrecho de Magallanes, justo por el primer explorador que circunvalo el globo terráqueo.

-No fue Magallanes solamente, su segundo, Sebastián Elcano fue quien le ayudo a completar ese viaje.

-Vaya, veo que sabes un poco de historia – silbo Sorrento impresionado.

-Lo suficiente. Mi madre le daba por leer y yo era el único que realmente le hacía caso.

Sorrento no dijo más y dejo a su compañero hundirse en sus pensamientos. Aunque Hyoga, caballero de Cisne y recientemente nombrado Santo de Acuario, solía ser serio, cuando hablaba de su madre, se notaba aun más taciturno.

Sin embargo, parecía que la mención de su progenitora había perdido parte de su efecto y Hyoga volvió a hablar.

-¿Entonces ella estará allí? – pregunto cambiando de tema. Sorrento siguió sonriendo. Era lógico que la ansiedad por verla contribuyera a mitigar el efecto materno.

-Claro, ¿Cómo crees que sacamos el dinero para movernos hasta la Antártida?

-Pensé que Julián Solo tenía suficiente para eso.

-El gran Emperador Poseidón será grande, pero su fortuna se ha visto afectada por las decisiones que ha tomado el Señor Julián en los últimos años.

-¿Aprender múltiples oficios?

-Argh, no tienes ni idea el fastidio que causa – Sorrento torció el gesto - Parece que quedo un efecto residual en él cuando fue el gran emperador de los mares y tiene momentos en que se le pega algo parecido a una manía bipolar, donde se pone a escalar el Everest o luego esta surfeando en Hawaii.

-¿Y supongo su fiel sirviente lo acompaña a todos lados?

-No tengo remedio – suspiró el susodicho – debo cuidarlo. Aunque eso ha hecho que descuide sus negocios y que las arcas de la familia Solo hayan bajado considerablemente.

-¿Y por eso es tan importante que hagas esto, al grado de acosarme? No soy un maldito explorador.

-Ya lo sé Indiana Jones, pero esto tiene repercusiones mucho más poderosas.

-Si lograste convencer a la misma Saori para que diera permiso a mi salida, es que también debió interesarle.

-Es un asunto que nos beneficiara a todos. Aparte, Saori tampoco tiene mucho dinero en sus bolsillos.

Hyoga torció el gesto. Aunque Saori era rica, la fundación que pertenecía a Mitsumasa Kido estaba también pasando serios aprietos económicos. La maldita crisis estaba pegando en todo el planeta, como si no tuviesen suficiente con el ataque de dioses díscolos y sanguinarios.

Aun así, la paz había predominado en la Tierra en los últimos 10 años, lo cual había permitido una cierta reconstrucción, tanto del Santuario como el Templo del Mar. Poseidón y Atenea habían firmado una paz "frágil" y sus santos, como Marinas, debían velar por esa situación. Situación que no le agradaba del todo al exsanto de Cisne.

-¿Y se puede saber que buscamos?

-Ah, lo sabrás a su momento.

Hyoga entorno los ojos. El secretismo de Sorrento de Siren, el único Marina Shogun que sobrevivió a la batalla anterior al Hades, le desesperaba. Sin embargo, tenía una maldita labia que hacía honor a su signo guardián. Era capaz de encantar a los demás con su verborrea.

Inclusive a la misma Flare.

Hyoga iba a ser nombrado Santo de Acuario, pero al último momento el susodicho había declinado tal puesto, sintiéndose inferior a cuanto caballero o santo de hielo que había existido antes. Pero también ayudaba a que el rubio sabía que no había podido deshacerse del todo del recuerdo de su madre, lo cual lo había hecho irse a Siberia nuevamente, para ver si podía encontrar los restos del buque que había vuelto a hundir su maestro Camus.

Saori estaba furiosa con esta situación, no solo por el cariño que le tenía, sino porque la renuncia de uno de sus mejores santos era un golpe muy fuerte. Kiki recientemente había sido nombrado caballero dorado de Aries y Shun el santo de Virgo, mientras Shiryu era el dorado de Libra y claro, Seiya había tomado el ropaje de Sagitario. Ikki había renegado de ser el santo de Leo por obvias razones. Así que era lógico que él tomase la batuta, lo cual no ocurrió. Saori sin embargo, lejos de enfurruñarse, había aplicado nuevos y extraños métodos para poblar sus 88 armaduras que recientemente estaban en reparación por el nuevo santo de Aries.

Fue una suerte que Hyoga, en su retiro, visitase un pueblo para aprovisionarse. Pero que la gente del Blue Gaard se burlará de él por una "broma" en las redes, provoco su regreso al Santuario, para beneplácito de Atenea, que técnicamente lo "castigo" con esta misión. Hyoga se sentía culpable por su decisión, así que acepto someterse a los designios de su diosa.

-¿No hubiese sido mejor ir en avión? – suspiro el santo tratando de borrar la dolorosa escena donde Saori casi le estrellaba el escudo de Oro en la cabeza.

-Tal vez, pero Flare aun no tenía listo el campamento. Sabes que ella le gusta el orden en todo.

-No te lo niego. Si no fuese por ella, Asgard se habría ido al garete con esta crisis.

-Tenía que ser nórdica – Sorrento se encogió de hombros. Hyoga asintió. Este era otro motivo por el cual había regresado de su exilio en Siberia: Flare se encontraba involucrada en la misión hasta el mismo cuello.

Aunque ella estuviese acostumbrada al frío extremo, las cosas en el continente de hielo eran totalmente distintas. Él mismo Hyoga había batallado en tal lugar e inclusive hubo una temporada donde su maestro Cristal los entreno a él y a Isaac en esos terrenos tan inertes. Pero si de por si esto no fuese suficiente, había más cosas que despertaron la curiosidad del santo.

-¿Hay gente que es capaz de invocar el cosmos sin más?

Sorrento volteo a ver a Hyoga lentamente y asintió.

-Sí, cuando el señor Julián llego a Argentina por un viaje de negocios, tuve un peculiar encuentro que casi me costó la vida.

-¿A ese nivel?

-El sujeto me congelo en un instante. Sin embargo, no lo vi venir hasta que me ataco.

-Entonces no era un santo de Atenea – la curiosidad del rubio se había despertado. Los ataques de hielo y agua eran la especialidad del santo.

-No. Era más como el cosmo de un Marina Shogun.

-Pensé que tú eras el único.

-Se supone, pero las Escamas nos eligieron para ser la resurrección de los Marina Shogun. Sin embargo, si existe alguien más, es que tal vez halla una nueva guerra en camino.

-Pero dijiste que eso es imposible. Tú eres el "chambelán" del Templo y no ha habido actividad.

-Sí, inclusive la armadura de Dragon del Mar está en calma.

-¿Entonces? ¿Qué paso?

-Ah, eso lo verás cuando lleguemos al campamento.

Hyoga miro asesinamente a Sorrento y tuvo ganas de aventarlo por la borda. Sorrento sonrió.

-Vale, antes de que me mates, te diré algo para calmar tu ansiedad. ¿Conociste a Kassa de Lymnades?

-Claro – el rubio enseño una cicatriz que tenía en el cuello – ese sujeto casi me cuesta la pelea contra Isaac.

-Por supuesto no tiene nada que ver que viste a tu querida mamaíta en sus ilusiones.

-Sorrento, estas a un punto de que te congele y luego te haga pedazos – gruño el rubio.

-Eso me gustaría ver – Sorrento señalo la flauta que tenía atada al cinturón. Hyoga hizo una mueca de disgusto.

-No estamos en el viejo Oeste para que me amenaces con tu pistola.

-Supongo – Sorrento suspiro y se guardo la flauta – lo siento, son viejas costumbres. Tu amiguito Shun me debe aun una.

-¿Entonces porque no pediste por él? Pudiste matar dos pájaros de un solo tiro.

-Quizás, pero eres el sujeto indicado para esta misión. Como bien dijiste, soy el chambelán del Templo bajo el mar, y cuando estaba limpiando el desorden que ustedes dejaron luego de la última guerra santa con Poseidón, encontré algo curioso.

-A mi no me veas. Solamente hice pedazos un pilar. El resto se los cargaron Seiya o los demás.

-Ya, que tu desorden fue el más difícil de quitar. Conseguir 500 secadoras de aire y tener solo unas cuantas extensiones. Aparte del gasto de luz, casi nos fundes la planta del lugar.

-Sorrento, deja de divagar ¿Qué encontraste?

-Que aburrido – Sorrento agito la mano - ¿Sabes que Kassia tenía un fetiche? Y era coleccionar cosas extrañas.

-Supongo que cucarachas o algún tipo de caracol.

-No. Humanos.

Hyoga abrió los ojos mientras Sorrento volvía a mirar hacia el mar picado.

-No amigo, esto no es criminal minds, pero se le acerca – Sorrento dejo de sonreír y se torno serio – el tipo estaba un tanto enfermo. Tal vez fue el motivo por el cual no los mato a ti o a Seiya en su momento. Quería tenerlos en su colección.

Hyoga sin querer se llevo la mano hacia su cuello. Aunque el golpe de Kassia había sido fuerte y había desgarrado vasos importantes, no había apuntado hacia un punto vital. El Marina Shogun pudo haberlos matado, pero no lo hizo.

Sorrento seguía callado. Era obvio que se avergonzaba del comportamiento de su compañero de batalla. Hyoga opto por no decir más y también guardar silencio en lo que quedaba del viaje.

Bueno, eso trato de hacer, pero entonces se acordó de su iphone y busco una canción adecuada para el momento.

I said I wasn't gonna lose my head
But then pop! Goes my heart
(Pop! Goes my heart)
I wasn't gonna fall in love again
But then pop! Goes my heart
(Pop! Goes my heart)
And I just can't let you go
I can't lose this feeling

Claro, no conto con que pulsaba mal uno de los botones y pusiera la melodía que había estado escuchando antes.

Hyoga se volvió lentamente hacia Sorrento, mientras este trataba inútilmente de apagar el aparato. Luego de unos momentos, lo logro, pero la brisa marina había dejado un silencio muy incómodo.

-Haré de cuenta que no escuche eso – mascullo el rubio. Sorrento asintió un tanto apenado mientras se apresuraba a guardar el aparato.


Antártida Argentina, a 20 kilómetros de la base Belgrano II.

-¡¿Por qué demonios no agarra el Wifi?!

Un grito femenino resonó por todo el campamento, haciendo que los ayudantes se alejaran rápidamente de la tienda principal. Una chica atractiva de pelo rubio emergió de la misma, con cara de pocos amigos. Si no fuese por la ventisca que asomaba, habría sido hasta gracioso. Freya de Asgard solo atino a caminar un trecho alrededor de su tienda y luego patear una bola de nieve que se había formado cerca del mismo.

-Estúpida Hilda, de seguro me envió el equipo de menos potencia para que no la estuviese espiando. Mírala, tan lista mi hermanita, pero cuando regrese, juro que la haré polvo.

Aunque muchos tenían por tierna a la hermana menor de la soberana de Asgard, Hilda de Polaris, para su círculo íntimo, la chica tenía un carácter que casi rayaba en lo obsesivo. Y es que si Hilda era la gobernante legítima, la quien realmente ejercía ese cargo era la misma Freya.

Que su hermana se hubiese dedicado a orar por la paz de la Tierra, no le había hecho bien precisamente, haciendo que tomase un comportamiento díscolo luego de la liberación de su penitencia.

Claro, Freya también creía que su propia forma de ser había mutado en los últimos años. Ya no era la jovencita inocente y dulce que había pedido ayuda a los santos de Atenea, sino se había convertido en una empresaria y una mujer hecha y derecha.

Aunque en el fondo le desesperaba que su hermana se la pasase con hombres y estuviese tirando el dinero en consentirlos. Si estuviera vivo Sigfried los hubiera mandado a volar, literalmente. Ahora es cuando se extrañaba a las personas que habían muerto y le fastidiaban los vivos, como Hilda.

Por un momento había pensado en destronarla y encerrarla en un castillo, pero la película "Frozen", le había hecho meditar más las cosas. Si una chica tan linda como Ana había logrado aguantar a un sope como Elsa, ¿Por qué ella no podía hacerlo?

Sin querer, soltó una risita un tanto maníaca que llego a espantar más a los presentes. Freya tosió ligeramente y trato de guardar compostura. En el fondo estaba preocupada por los datos que le había pasado Sorrento. A diferencia de sus damas de compañía o guardaespaldas que habían caído bajo el encanto del atractivo Marina Shogun, los informes la habían convencido de "patrocinar" la expedición. Si era cierto lo que había encontrado, las cosas podían torcerse para mal y desencadenar otra guerra santa, donde más gente moriría.

Una ligera punzada golpeo su pecho al recordar a Hagen. Él no debió morir, como Sigfried, pero su obsesión por protegerla a ella y a Hilda lo había trastornado. También sabía que él la amaba con locura, aunque Freya jamás había correspondido sus sentimientos. No de esa manera.

Pero todos los hombres son iguales. Pensó para su interior. Inclusive el dichoso príncipe Rudolph en la película se lo había confirmado: un truhan, un villano en toda la extensión de la palabra. Para colmo de remates, la única persona que le había guardado un cierto sentimiento, le había salido con el típico domingo "siete".

Lo siento Freya, pero es que tengo novia.

-¡Que mal rayo te parta! – rugió Freya nuevamente, perdiendo los estribos. Sí, el maldito tenía novia, ¿entonces porque había aceptado salir con ella? Bueno, en realidad jamás habían salido, mucho menos una cita. Solo se había ofrecido a rescatarla y ya. Pero claro, entonces Freya se ilusionaba como una tonta y ver un rubio guapo la había cegado. Claro, Hagen también era rubio, pero no se le comparaba.

El simple recuerdo hizo que le hirviera la sangre y comenzará a dar pisotones en la nieve. Si al menos la susodicha novia hubiese sido mejor, lo habría aceptado, pero no. Erii Aizama era una chica japonesa, más corriente que común, que trabajaba en una tienda para mantenerse y como voluntaria en parte del orfanato que mantenía la fundación de Saori. Una simple plebeya, mientras ella era descendiente de antiguos reyes del norte.

Sin embargo, ese orgullo también hizo que Freya parara su diatriba contra la chica. Tal vez por eso estaba tan sola y por ello Hyoga no la había aceptado. En el fondo, era orgullosa, en demasía, costándole no solo relaciones de negocios, sino también personales, incluyendo la del santo del Cisne, hoy santo dorado de Acuario.

¿Y como había obtenido todos esos datos? Obvio, por el stalkeo en redes sociales. Saori podría ser Atenea, pero aun seguía siendo una chamaca deseosa de atención y tenía un twitter bastante explícito, donde hasta contaba que calzones iba a usar en el día.

El recuerdo de esto, hizo que la joven soltará una risa maniática una vez más. Si de por si los presentes pensaban que su jefa estaba algo pirada, verla cambiar de ánimo y maniatar contra el viento helado, tampoco ayudaba.

Por eso, Freya secretamente se alegro cuando supo que Hyoga había abandonado el Santuario y cortado a Erii. Más aun cuando Sorrento había propuesto a Hyoga como acompañante para la expedición. No solo por su talento natural, sino también por cierta recomendación que había hecho Freya.

La sonrisa que Sorrento había asomado ante el comentario de su futura jefa la había irritado. No importaba. Al fin podría ver a Hyoga y ver si había cambiado o seguía siendo el mismo taciturno de siempre.

Esto también hizo que su enfado fuese aumentando. Criticaba a Hilda por su apego excesivo a los hombres, cuando ella misma lo tenía hacia un tipejo que ni siquiera le había hecho caso. Argh, el maldito Freud llegaba a tener razón en muchas ocasiones.

-¿Señorita Freya?

-¿Si? – se volvió hacia uno de sus ayudantes, el único que había logrado acercarse, no sin cierto temor – ¿Qué sucede?

-Hay noticias del señor Sorrento.

-¿El barco esta cerca?

-Sí señorita, acaban de contactarnos y llegarán en media hora.

-Excelente. Preparen entonces el equipo, partiremos tan pronto lo diga.

El ayudante asintió nervioso y salió corriendo. Freya lo miro con curiosidad y preguntándose porque le tenían tanto miedo. Al fin, no había tratado de matarlos a ellos en el pasado. En fin, era mejor ir a la tienda y tratar de ver si el Wifi agarraba nuevamente. Tenía que seguir stalkeando a su hermana, a como diese lugar. No iban a perder su patrimonio por un adonis con cabeza de chorlito.

Sin embargo, el ayudante pareció acordarse de algo y se volvió rápidamente.

-¿Qué sucede? ¿Olvidaste algo?

-No señorita, solo que…la señora que encontramos…quiere que algunos de nosotros vayamos a servirla.

-No, en absoluto. Ya les dije que no se acerquen a ella. Que es peligroso.

-Sí, pero… - el ayudante se sonrojo – es muy hermosa.

-¡Precisamente! ¿Acaso jamás escuchaste lo de las sirenas? Si quieren vivir, no le hagan caso.

El ayudante asintió, aunque no muy convencido. Freya apretó los dientes. Ojalá que Sorrento y Hyoga llegasen pronto, porque eso también comenzaba a desesperarla.


Santuario de Atenea, Grecia.

Una figura se encontraba de rodillas frente a una tumba hecha de mármol. Sin más, saco un ramillete de flores y lo coloco encima del nombre: Aioria.

-¿Paso otro año ya? – se escucho atrás de la figura. Esta asintió, sin mostrarse enturbiada por la interrupción.

-Sí, el tiempo pasa rápido.

-Pensé que te habías ido de viaje Marin

-Lo hice, pero era el aniversario de su muerte y como veo, los actuales santos son muy ingratos con su memoria – la pelirroja Marin, la otrora santo del Águila levanto la vista hacia el resto de las tumbas, las cuales tenían las mismas flores que las que acababa de depositar al pie de Aioria.

-No los culpes. Son pocos y Saori los tiene ocupados reconstruyendo los diferentes templos del Zodiaco. Apenas somos 50, cuando en su mejor momento sumábamos casi 200.

Marin sonrió, gesto al cual pareció corresponder Sheena, la santa del Ofiuco, aunque mantenía su máscara, mientras Marin solo le cubría solamente los ojos, dejando descubierto el resto.

-Creí que Atenea había dado el permiso para retirar las máscaras de los Santos femeninos.

-Lo hizo, pero decidí ignorar deliberadamente a Saori.

-Volviste a llamarla así. Recuerda que es una diosa.

-En el fondo sigue siendo una chiquilla. Se la pasa en esas cosas llamadas redes sociales.

-¿Y no deberías hacer lo mismo? También eres joven.

-No tanto como crees. Aparte tú haces lo mismo, te cubres también la cara.

-Parcialmente. Lo hago para que nadie se de cuenta de mí.

-Por favor Marin – Sheena tomo asiento, sobre la lápida de Camus. Marin torció el gesto.

-¿Qué? No veo que se queje – le contesto en tono juguetón Sheena. Marin solo negó con la cabeza.

-No entiendo como para algunas cosas eres una viejecita y otras, pareces una adolescente.

-La culpa es del Santuario. Uno crece un tanto trastornado.

-Pero eso no te impide moverte de aquí ¿eh?

-Claro – Sheena entonces se quito la máscara y emitió una sonrisa burlona, haciendo brillar sus ojos de color turquesa – como todo buen padre o madre. Lo siento, se me olvida que puedo hacer esto – miro la máscara.

-¿Y no sería mejor romperla?

-Me encantaría, pero entiendo a veces porque la vieja Atenea quería que las usáramos – Sheena dio vueltas a su máscara – sirven de control para los impulsos de los hombres.

-Vamos, eso es una tontería, los hombres no son tan idiotas.

-La mayoría sí. ¿Te enteraste lo que paso Hyoga con su novia?

-Oh, ¿ahora eres una chismosa?

-Lo único que existe ahora en el Santuario es cotillear. Y siempre he sido buena para adaptarme – Sheena se levanto de la lápida y adopto un gesto serio nuevamente – muchos creen que Hyoga no acepto el trámite de ser caballero dorado por lo de su madre, pero Saori tenía otras razones.

-¿Y que razones tenía la diosa Atenea? – Marin remarco esto último.

-La misma razón por la cual Cassios no era merecedor de la armadura de Pegaso.

-¿Quieres decir que el manto de Acuario rechazo a Hyoga?

-No lo sé, eso se dice. Que la armadura lo rechazo cuando quería tomarla o que Hyoga no la quiso. Quien sabe, pero tal evento hizo que Saori pospusiera su nombramiento. Lo cual se hace más sospechoso, porque solo tenemos 4 caballeros dorados ahora.

-Kiki, Seiya, Shiryu y Shun.

-Sí. Estamos a una tercera parte de nuestro poder y si alguna fuerza extranjera nos golpeara ahora, estaríamos perdidos. Por ello también Saori ha pedido ayuda a Hilda y a Sorrento.

-Odín y Poseidón, interesante.

-Bastante – Sheena volvió a sonreír – más cuando hay una misión que involucra a Hyoga y a Sorrento como Hilda.

-Algo escuche por los alrededores del pueblo, pero… ¿Por qué tanto secretismo?

-Eso también quisiera saber. Me ofrecí para ir, sin embargo Saori rehusó mis servicios y llamo a Hyoga, que pareció aceptar inmediatamente, aun pese a haber rechazado el manto de Acuario – comento la peliverde con sarcasmo. Marin guardo silencio. Le había fastidiado en parte la actitud chismosa de su compañera, pero también los datos eran bastante reveladores. ¿Acaso una nueva amenaza aparecía en el horizonte? O ¿Sencillamente Saori buscaba probar la lealtad de Hyoga? Que una armadura rechazase a su futuro dueño o viceversa, decía muchas cosas.

-Sí, me quede como tú – la peliverde suspiro – algo grande va a pasar.

-No sería la primera vez que nos excluyeran de esto.

-Excluirme a mí, será. Recuerda que Saori te dejo libre por tus servicios. Hasta tu armadura ya fue modificada por el mocoso de Kiki.

Marin no contesto, pero un dolor punzante le atravesó el pecho. Entonces realmente si había sido relevada de su cargo.

-Mejor busca una vida feliz y tranquila – Sheena paso a su lado y le toco el hombro – busca un novio, cásate y ten hijos.

-¿No deberías pensar lo mismo? Tuviste los mismos derechos que yo.

-Quizás, pero – la joven se detuvo – mi futuro no esta afuera, sino aquí, como una guerrera del santuario.

Marin no dijo nada, pero pudo ver como la mirada de Sheena se enfocaba en la casa de Sagitario, mientras se colocaba la máscara. Solo alzo la mano para despedirse y salió disparada rumbo al Santuario. La pelirroja solo sonrió y también se retiro su máscara mientras elevaba la vista hacia el cielo. Justo hacia donde se localizaba la estrella principal de la constelación de Leo, Regulo.

-Sabes que te extraño. Ojalá los dioses te tengan en un mejor lugar.


Campamento antártico de Flare.

Sorrento torció el gesto mientras bajaba al puerto que habían armado los hombres de Flare. Aunque la joven no era capaz de invocar ningún cosmos como su hermana o alguno de ellos, la atmósfera que transmitía era dinamita pura. Más cuando su compañero y la susodicha se vieron nuevamente.

-Hola de nuevo Hyoga – mascullo la joven rubia mientras el susodicho bajaba tras Sorrento.

-Hola Flare, tanto tiempo. Veo que sigues tan bien como siempre.

-Gracias por el cumplido – tercio fríamente la chica – siempre eres muy amable con las palabras.

-Trato de mejorar, no ser el mismo de antes.

-¿Crees? – la rubia se acerco, quedándose a menos de medio metro. Sorrento temió que la joven le tirará una bofetada o algo parecido, pero solo se limito a cruzarse de brazos y sonreír nuevamente – supe que ibas a ser nombrado caballero dorado. Felicidades.

-Gracias, aunque no he tenido aun el nombramiento oficial. Es un rumor.

-Extraño, porque siempre fuiste muy capaz. No termine de agradecerte lo suficiente por ayudarme a mí y a mi hermana en la batalla con los Dioses Guerreros.

-No, no lo fui. Apenas vencí a Hagen – Hyoga se detuvo al ver como Flare alzaba una ceja – y luego Alberich me venció con suma facilidad.

-Tal vez, pero tus peleas contra los Espectros de Hades son harto conocidas, ni se diga contra los dioses Hipnos y Thanatos. Inclusive peleaste al tú por tú con el mismísimo Hades.

-Nuevamente, fue pura suerte.

-Eh, si me disculpan – Sorrento ya se había hartado de las maneras de cortesía y cargadas de hipocresía – pero tenemos prisa. El glaciar puede sufrir otra fractura y perder lo que hemos encontrado.

-¿Encontrado? – Hyoga rompió el contacto visual con Flare – Pensé que veníamos a investigar las fechorías de tu compañero, Kassa de Lymnades o lo del joven que te congelo.

-Veo que Sorrento solo te conto parte de la verdad – Flare entonces saco su celular que tenía una funda protectora rosa que mostraba una enorme Hello Kitty. Hyoga no pareció inmutarse ante esto, pero Sorrento solo apretó los labios. Si se había quejado demasiado de los gustos de Julián Solo, Flare los llevaba a otro límite. La chica palmeo la pantalla táctil y le mostró una imagen a los dos - ¿Qué les parece?

Hyoga entrecerró los ojos un momento, pero luego los abrió desconcertado.

-No puede ser. ¿Acaso…?

-Sí. Un ataúd de hielo de los maestros del agua. De un caballero dorado de Acuario.

-¿Cómo es posible? Se supone veníamos a ver las anomalías de Lymnades. Entonces significa que…

-Esta relacionado amigo – Sorrento intervino – por eso tu ayuda era tan valiosa. Eres el único Santo que conoce estas técnicas y por tu cara, parece confirmamos el hallazgo.

Hyoga volvió a mirar la pantalla.

-¿Es así como Kassia mantenía sus colecciones?

-Sí, pero él no era un caballero de hielo o agua, lo cual es aun más extraño.

-Hay algo allí adentro – comento el santo del Cisne – pero supongo es otro sujeto que se interpuso en su camino. Ya debe haber muerto.

-No, no lo está – Flare guardo el celular – por eso pudimos detectar su presencia o más bien Sorrento lo hizo, no sin antes mostrarnos otra cosa que se encuentra guardada en el campamento.

-¿Cosa? Si ella te escuchará, ten seguro que te lanzaría por la borda.

-Vamos, ¿Cómo se va a enterar?

-A ver – Hyoga intervino - ¿De qué hablan?

-Será mejor que la veas por ti misma – la rubia le guiño un ojo mientras le daba una palmada en la espalda.

Fin del capítulo.

Notas del autor.

Bueno, ¿Qué puedo decir? Ya tenía años y años planeando un fanfic de Saint Seiya, pero jamás había acertado con una idea que me motivará a escribir. No es que la serie fuese mala, al contrario, soy un fan que asistió desde su primera transmisión a nivel nacional por allá de 1992, pero al ser tan shonen, no se me había facilitado en absoluto. Traté de escribir una historia en mis inicios, por allá del 2000, pero "La Armadura Dorada" fue un intento patético al grado que la retire por razones de salud mental. Y es que también las historias que entonces existían, en especial de las Hermanas Checa, hacía que mi fanfic fuese aun más burdo. Técnicamente ellas inauguraron un estilo de escritura que hasta la fecha se ha mantenido y es hacer una "semi" parodia de lo sucedido con los Santos (en especial los dorados) y Dioses Guerreros hasta la fecha (en el caso de Daga, se ha metido un tanto más con los Marina Shoguns).

En su momento trate de escribir una historia con este estilo, pero no me venía. Creo que soy demasiado serio que no puedo reírme en demasía y por eso aunque si llego a incluir comentarios jocosos o paródicos, son solo para adosar la historia y no para regodearme. Por otro lado, trate de enfocarme en una historia seria, inclusive que fuese al estilo mexica, con guerreros aztecas, pero la buena de Shiori Teshigori se me adelanto con un gaiden de Kardia donde maneja este tipo de mitología. Hasta en su momento planee mi propio "Tenkai" hen, donde Seiya y compañía pelearía contra los Olímpicos y el mismísimo Zeus.

Pero entre la falta de tiempo y ánimo (la vejez), descarte la idea y me volví a enfocar en una historia cortita.

Fue hasta hace unos 3 meses, cuando repasando algunos datos de la serie, comencé a buscar "rutas" de historias que pudieran cuadrar, lo cual era meramente imposible, ya que como si fuese un juego de citas, tienes que cubrir las tres rutas más comunes: apegarte lo más posible al manga y anime existente (incluyendo el desabrido pero interesante Omega), hacer el famoso "reinicio", donde los santos son revividos mágicamente por Saori y se dedican al desenfado de coexistir, o crear tu propio "universo" posterior a la guerra con Hades.

Termine escogiendo esta última y de repente salió la mentada inspiración leyendo ciertos pasajes del Gaiden de Lost Canvas y luego viendo un episodio de Omega cuando Harbinger es nombrado Patriarca. Así logre crear un conglomerado que ahora ven en el primer episodio, que tiene mucho de lo hecho por Kurumada y otros, tanto en manga y anime. Claro, tampoco quería quedar mal como con otras historias que he iniciado y allí siguen paradas por falta de inspiración, de allí que me forcé a "crear" toda la línea argumental hasta el mero final en un blog, de tal manera que pueda hacer los capítulos más rápidos y sin necesidad de estar pensando que haré después.

Como ven, mi escritura si es medio paródica, pero también con una trama más seria, algo que generalmente manejo en otros fics de corte más romántico. Pero de antemano, agradezco a las hermanas Checa y tantas escritoras por su inspiración para esta historia.

El título del fanfic viene de una melodía de Yanni que escuchaba al momento de escribir la historia y me pareció bastante adecuada. Hablando de canciones, la que se le "sale" sin querer a Sorrento es "Pop! Goes my heart", que es el "intro" de la película "Lyrics and Music", donde sale el Hugh Grant.

Bueno, ya sin extenderme más, nos vemos en el próximo capítulo.