Es mi primer fic, espero que les gusten y me dejen muchos review.
Disclaimer: Los personajes son de Stephenie Meyer. La historia es mía.
Capítulo BETEADO por Leticia Eugenia, Betas FFAD
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Prólogo
Me llamo Isabella Swan, tengo catorce años.
Mi padre Charlie, falleció cumpliendo su deber en el trabajo. Salvó a una niña de siete años de sufrir un trágico final en manos de un tipo capaz de todo para salvar su pellejo, incluyendo matar a alguien inocente. Por suerte, mi papá logró rescatarla; pero en el forcejeo con el delincuente el arma se disparó y lo hirió. Lo trasladaron de inmediato al hospital más cercano, pero cuando los médicos estaban operándolo para extraerle la bala, sufrió un paro cardiaco y murió.
Cuando sus compañeros nos avisaron que él había fallecido... Dijeron que fue un héroe pero eso a mí no me importaba, sólo quería a mi papá, yo todavía era una niña y lo necesitaba. Ese día no dormí, solo me la pasé en mi cuarto llorando hasta sabe Dios a que hora, cuando por fin que Morfeo me llevó a ese mundo donde todo es posible, pero aún allí sufría por la muerte de mi padre.
Mi madre, Renée Swan, lloraba igual que yo por la pérdida, pero luego de un mes, cuando me desperté, se me hizo extraño que mamá no me hubiera levantado para ir a la escuela. La busqué en su habitación y nada, en el baño tampoco estaba; por último la busqué en la cocina, tal vez estaba haciendo el desayuno pero no, sólo me encontré con una nota diciendo que ella no podía estar un segundo más en la casa en la que compartió con mi padre tantos años y que cada vez que me miraba lo recordaba. Que necesitaba tiempo para poder superar la muerte de papá, alejarse de todo aquello que la hacía pensar en él, incluyéndome a mí. Ella me había abandonado.
Y se preguntarán que fue de mí siendo tan pequeña. Con tan solo catorce años, trataba de no salir por nada del mundo de casa para que nadie sospechara de que mamá se había ido y que estaba sola, eso haría que alguien llamara a la policía o peor, a una asistente social.
Pero después de una semana, ese miedo se confirmó cuando por la tarde tocaron el timbre y me asomé despacio por la ventana para ver quien era. En la puerta había una asistente social y un policía. Entonces, sin hacer ruido, subí por la escalera y me oculté bajo las sábanas de mi cama esperando que en algún momento dejaran de tocar y se fueran. Sabía que si abría ellos me llevarían a un orfanato y por lo que me dijeron, esos lugares no eran muy buenos. Insistieron tanto, pero después de diez minutos al fin se rindieron y se marcharon.
Me sentí tranquila por el momento, pero sabía que iban a volver y no podría seguirme ocultando, por lo que tomé una decisión, estaba dispuesta a irme de casa. Era mejor estar en la calle que en un orfanato, papá siempre me dijo que yo nací con más edad de la que aparentaba. Fui a mi habitación para recoger un par de cosas en una mochila; puse un poco de ropa, cosas de aseo personal y una foto en la cual estaba con mi papá debajo del árbol que hay en el patio de casa, esa era la favorita de ambos. Entré a la cocina y guardé un poco de comida y por último pasé por el living hasta llegar al estante donde había un par de libros para sacar el dinero escondido que papá había dejado para un caso de emergencia; lo sabía porque él me lo dijo y me alegraba que sólo yo lo supiera, porqué con la escusa de necesitar dinero para su viaje, mamá se lo podría haber llevado.
Puse el dinero en uno de los bolsillos de mi mochila y con la decisión tomada, salí de casa mientras recordaba mi vida allí, los buenos momentos que pasé con papá y aunque parezca increíble también los que pasé con mi madre. Recuerdo que esa noche sólo caminé para alejarme lo más posible del que había sido mi hogar y así evitar que alguien pudiera encontrarme.
Llegué hasta una parada de autobuses, pero me di cuenta que cuando me acercara a comprar el boleto me preguntarían porqué no me acompañaba ningún adulto y en ese momento sentí que todo mi plan se venía abajo. Tendría que seguir caminando, pero de repente se me ocurrió una idea, quizás si le contaba a alguien parte de mis problemas podría convencerla para que me lo comprara. No le diría que estaba huyendo de mi casa, ni que mamá me dejó, o que escapaba para que no me llevara un asistente social, sólo le contaría que mi papá falleció y que necesitaba el boleto para ir junto con mi madre.
Eso fue lo que hice, encontré una ancianita bastante simpática en verdad; le conté mi versión de la historia logrando que se apiadara de mi y me comprara el boleto con el dinero que le di.
Gracias a esa señora ya tenía mi boleto en mano cuando escuché que estaban llamando a los pasajeros. Agarré mi mochila con fuerza y fui rumbo hacia al autobús, le di mi boleto al chofer para que me dejara pasar. Pensé que preguntaría algo por estar sola pero sólo rompió el boleto a la mitad entregándome una y me dejó pasar indicándome mi lugar. Me senté y mientras el autobús se empezaba a mover, acomodé mejor en mi asiento; por suerte no me tocó sentarme con nadie. Comencé a cerrar los ojos para poder descansar hasta que llegara a mi nuevo mi destino y posible hogar: Los Ángeles.
