Un pequeño ¿One-Shot? de mi parte, el primero dicho sea de paso.
Diclaimer: Sailor Moon es en su totalidad la creaciñon de la Sra. Naoko Takeuchi.
La lluvia había empapado por completo su cara, tenía ya la visión borrosa y los labios helados.
Vamos Rini, aparece... Por favor... Por favor...
La angustia enroscada dentro de su corazón le dificultaba la respiración más que el cansancio que sentía. Las lágrimas atrapadas en sus ojos le picaban, pero desistía en derramarlas.
Por favor, aparece... Prometo que no te gritare y te daré de mi postre.
Los truenos por encima de su cabeza la aterraban, pero el simple pensamiento de no volver a ver a Rini, no volver a pelear con ella por la comida o por la televisión era más aterrador aún que aquellos horribles sonidos. Seguro que la pobre Rini estaba aterrada en algún rincón de la inmensa ciudad, toda mojada con hambre y frío, asustada de esos terribles truenos y sus relámpagos o algo peor. Tal vez y...
¿Tal vez y...? ¿Y si se perdió en algún lugar de mala muerte? ¿Y si la atacó algún perro rabioso? O peor, ¿Y si las hermanas de la Luna Negra la encontraron y la llevaron a su nave con ese horrible "pelo zanahoria" de Rubeus y... ¡No, no pienses en tonterías Serena, o Rei tendrá razón al llamarte Serena Tonta y también Da...!
La energía en su caminar se redujo notablemente al cruzar la calle. Darien... Mí querido Darien... Ojalá y estuvieras conmigo ahora, te necesito tanto, te necesitamos tanto.
Los atormentadores pensamiento pararon de golpe al darse de bruces con otro transeúnte.
- Lo siento...- ¡Qué torpe!, pensó, seguro que si Darien me viera pondría esa cara suya de..., alzó la cabeza, sí, justo esa cara, pareciera que me está mirando el mismo Darien… ¡Un momento! - ¡Darien!
Allí, sosteniéndola de sus brazos para que no cayera, estaba Darien. Sus manos fueron soltándola suavemente hasta ya no tocarla, y, aunque suave, lo hizo tan rápido, que el corazón de Serena se encogió un poco más en su pecho.
-Darien… Yo…- fue rápidamente interrumpida por él.
-Hola Serena.
El silencio que siguió, tan incómodo como corto, sirvió para que Serena recordara su principal motivo de angustia y preocupación, pero antes de que pudiera hablar, él la volvió a interrumpir.
-No te preocupes, Serena, la encontraremos.
Por un momento, al oír aquello, le pareció que su Darien había vuelto, pero al fijarse en su rostro solo vio seriedad y preocupación. Por Rini.
Al menos ya no tenía aquella máscara de indiferencia con la cual le observaba desde que… Pero no importaba, porque ahora estaba segura de que recuperaría a Rini, lo demás no importaba en ese momento.
-Tienes razón, la encontraremos. – Una nueva confianza la inundaba.
Asintiendo Darien dio la vuelta.
-Vamos.
Serena asintió.
-Vamos.
Apuró el paso y se dispuso a caminar junto a él. Todo ahora parecía más claro, a pesar de lo obscuro de la noche y la tormenta, porque ahora estaba con él, y eso le bastaba.
Te encontraremos Rini, no te preocupes, donde sea que te encuentres, te encontraremos.
Mientras la tormenta rugía aún más, juntos se fundieron con la lluviosa noche de Tokio. Una con la cara de nueva esperanza, sin perder su dejo de tristeza; y el otro con la cara marcada con la determinación, y en el fondo de sus zafiros ojos, con miedo y la angustia de pensar en perder lo que más amaba.
