Declaratoria eterna: Beyblade no es mio, pero uso sus personajes sin fin de lucro, para torturar lectores incautos ademas de saciar mis perversiones... oh, tampoco la historia "original" que sirvio como base para esta es mia, pero la altero a mi gusto, por supuesto n.ñ

Parejas: ... hay varias, pero las principales son las que tendran que ver con los hermanos Kinomiya.

Hitoshi x Broo, Kai. TakaoxYuriy, Rei,Max. Boris K. (Bryan)x Yuriy, hay un personaje que si se nombra en este momento, me joderia la historia, asi que... ehm ¿Mezclas o algo mas que "parejas"? si.

Advertencia: Contendrá escenas de violencia en ocasiones, otras de lemon, ehhh... como sea o.oU si no quieren aburrirse no lo lean, sera largo, aun asi agradecere a quien se tome la molestia de leerlo, y dejarme una opinion con el fin de mejorar. Saludos.


Placer y Dolor

1

Se limpió otra vez la comisura de la boca, aún sentía el sabor de la piel de aquella persona. Y aún estaba acalorado, después de todo, el agua que se hechó en la cabeza no le había sido suficiente.

Se permitió parar a mirar el mostrador de una tienda, escogiendo específicamente los enseres que necesitaba para la semana, avanzó por los pasillos del mini super, llenando el carrito de decenas completas de latas. Al final tomó la bolsa más grande que encontró de croquetas para perro. Como pudo hizo la parada al taxi, después de todo estaba demasiado cargado de bolsas.

Pasó la lengua por el paladar, definitivamente tenía que lavarse la boca con urgencia, comenzó a temer que aquella persona tuviera algún tipo de infección para que su sabor fuese tan penetrante, eso, o era la sensación odiosa de que cada día disfrutaba menos el sexo casual con desconocidos, o hasta con los conocidos, comenzaba a ser aburrido.

Al bajar del taxi miró a la otra acera, exactamente frente a su apartamento, en el mismo piso, pero en el edificio contrario, vivía su mejor amigo. Si, ya podía llamarlo así. Era una lástima que Yuriy se hubiera ido de vacaciones, de estar ahí…

-Seguramente estuviera gritándome malas palabras el muy histérico-sonrió- y diciéndome que soy un llorón, si le cuento que estoy insatisfecho con mi vida… cómo extraño a ese rusito gruñón.

Cada que Yuriy no estaba cerca, tenía lo que consideraba la mala costumbre de hablar solo, en voz alta; a veces cuando caminaba en la calle, la gente lo miraba algo extrañado, algunos más aventurados buscaban inútilmente con la vista, el cable del manos libres. Pero a la mayoría de la gente se le olvidaba el asunto al ver lo atractivo que era el joven hombre.

Cuando se daba cuenta que le observaban extrañados, simplemente ocultaba su timidez o nerviosismo sonriéndoles dulcemente, al instante, ante los nervios de no saber reaccionar ante un hombre tan hermoso, giraban la vista avergonzados. Suspiró profundamente, lo estaba haciendo otra vez, y seguramente se hubiera palmeado la frente de no ser porque estaba muy ocupado en intentar pulsar el botón del elevador con el codo.

Entró echando primero la bolsa de croquetas al suelo, pateándola para que acabara de meterse, se miró en el espejo del elevador, gotas de agua de su aún húmedo cabello por el agua con que se refrescó le resbalaban por el cuello, tuvo que aceptar que eso le otorgaba cierto tinte sensual que no conocía, se miró largamente sonriéndose, hasta que no pudo aguantar más la burla que él mismo se estaba imponiendo, dejó de sonreír, la verdad era que se veía al espejo con la esperanza de encontrarse algún tipo de atractivo, pero simplemente ya no se gustaba.

Consideraba su piel demasiado pálida, pensó seriamente en ponerse en la cabeza un rojo tan intenso como el cabello de Yuriy, en vez del anaranjado pálido que según el poseía, quizás unos lentes de contacto azules o grises, el verde que diario veía le molestaba. Se había puesto la arracada y cortado más el cabello para lucir ligeramente desordenado, eso hacía siete meses, pero simplemente sentía que le faltaba algo más.

Bien… el corte de cabello se lo debía y hacía Yuriy, porque el primer día, simplemente harto de los quejumbres, mientras Brooklyn tenía la cabeza colgando en el sillón, con los ojos cerrados, se quejaba amargamente de la depresión que se cargaba, el pelirrojo le tomó la larga coleta y de un solo tijerazo se la cortó, Brooklyn abrió los ojos incrédulo, ni siquiera podía moverse, que estuviera tan largo su cabello le había costado seis años.

-Cállate y no te quejes más, querías un cambio y eso te voy a dar

Brooklyn no pudo ponerse en pie, Yuriy se sentó con las piernas abiertas a horcajadas sobre él, para impedirle la huída, con el buen tino de poner las rodillas sobre las manos de Brooklyn en el sofá, así lo mantuvo casi inmovilizado mientras tijereaba su cabello, cuando por fin lo liberó, luego de una buena pelea a golpes, Brooklyn observó su rostro hinchado en el espejo… y el corte extraordinario que le daba un look despreocupado. Sus ojos brillaron, se sonrió enormemente, por detrás del espejo de la sala Yuriy lo miraba con autosuficiencia, no sonreía mucho, pero bastaba ver que sus cejas no tenían el eterno gesto fruncido, como señal de que de alguna forma, deseaba exteriorizar una sonrisa.

Por eso Brooklyn sonrió ligeramente, desacomodando más con la yema de los dedos, sus mechones frente al espejo.

El tintineo del elevador lo regresó al presente, avisando que había llegado a su piso, se giró perezosamente mientras bostezaba, había trabajado toda la noche, y al salir se había ido con aquel tipo, cuyo nombre ya ni recordaba, pero que le había gustado mucho, cuando lo halló dormido a la mañana siguiente, simplemente se dio un rápido baño para salir huyendo del cuarto de hotel de quinta.

En definitiva estaba cansado, por eso no le pareció mal hacer lo posible por reposar sus músculos, patearía la bolsa tan pesada de croquetas, para que rodándola por el suelo llegara hasta su departamento. La idea era sin duda infantil, pero le agradaba pensar en no cargarla. Algo le recordó que no era muy feliz ahora, tampoco en su departamento, desde hace tres meses.

Cuando la puerta se abrió, dio la patada más fuerte de lo esperado.

La bolsa se rompió, desperdigando las croquetas desde la puerta del elevador, siguiendo a lo largo del pasillo, Brooklyn se palmeó la frente, dejando ahí la mano para ayudar a su cuello a meter la cabeza a los hombros.

- Eres el hombre más irresponsable e irracional que has tenido el disgusto de conocer.

-Lo que me faltaba- suspiró harto, dio un par de pasos al frente con disgusto, retomando la posición normal de su cuerpo, pero al instante hizo un gracioso gesto de angustia, cuando la puerta del ascensor se le cerraba en la cara.

El hombre que le había hablado suspiró casi con derrota, pulsando el botón, la puerta se abrió. Brooklyn tenía los hombros caídos y el gesto disgustado.

-Gracias…que amable- dijo con los dientes apretados.

-Espero que te hagas cargo de esto- señaló las croquetas en el suelo- has ensuciado hasta la alfombra de mi puerta.

-¡Claro que no!, no llegó hasta allá- mintió Brooklyn, el hombre gruñó ligeramente, sacó del bolsillo interno de su impecable traje gris sus lentes rojos, colocándolos con elegancia.

-Tienes leche seca en el rostro- dijo para hacerle notar que era tan desordenado, que quizás ni siquiera se había lavado la cara después de lo que el hombre de cabellos azulados, imaginaba que era el desayuno.

Brooklyn comprendió la indirecta, frunciendo el seño, pero al instante desapareciendo el enfado del rostro, puso un rostro inocente, cerró sus ojos, sonriendo dulcemente, con la mano libre palpó donde estaba la marca blanquecina seca.

-Oh no… te equivocas, es otro tipo de leche ´… aunque también es rico para desayunar- soltó una risilla traviesa- pero con la vida que llevas quizás no conozcas ni el tuyo- indicó para indiscretamente decirle aburrido.

Hitoshi suspiró profundo para que la sangre no se le subiera a las mejillas de enfado puro, y ciertamente el irritado resultó Brooklyn, porque Hitoshi aparentemente estaba fresco como una lechuga.

-Retira la bolsa del ascensor, y tu persona, de ser posible, para que yo pueda dejar de apretar el botón y entrar.

Las mejillas de Brooklyn se tiñeron de rojo, ante la ira por la orden.

-¿Y qué si no se me da la gana? Bájate por las escaleras- se cruzó de brazos, rechinando los dientes, la pose hubiera sido convincente si no fuera porque el peso de las numerosas bolsas cargadas en una sola mano, le hicieran inclinarse ligeramente hacia ese costado.

-La verdad no tengo prisa-dejó de pulsar el botón, Brooklyn gritó un reclamo cuando la puerta iba a cerrarse, atravesó las bolsas para evitarlo, abriendo la puerta terminó de empujar levemente con el pie la bolsa de croquetas hasta que salió, al instante el hombre pulsó otra vez el botón para entrar.

Brooklyn fingió hacerse a un lado respetuosamente y una reverencia del estilo oriental, para burlarse de la nacionalidad del hombre, quien entró sin inmutarse, ni agradecer que le cedieran el paso. En todo el tiempo de la discusión, al fondo los ladridos de un perro, no pararon.

-Maldito animal- gruñó Brooklyn- y no me refiero a mi lindo perro… ese imbécil… se cree mucho con sus trajes impecables y su vida aburrida… solo me odia por ser homosexual. Ya quisiera tener a alguien como yo- recogía las croquetas del suelo, echando las que podía en las bolsas que traía- no las arañas que llama mujeres, las he visto en su carro, son espantosas… para colmo ni siquiera le he visto que suba a una sola a su departamento aunque viva solo… como si me importara su vida.

Respiró con fastidio, cuando se dio cuenta que se había dado un monologo en voz alta, giró el rostro a los lados con la esperanza de no haber sido escuchado, efectivamente estaba solo. Cuando entró a su departamento, al solo instante sus perros bailaron a alrededor para saludarlo, como si cada día no lo vieran. El perro escandaloso no dejó ni un instante de ladrar.

-Ya, vamos Boris, cállate ya- el perro como de costumbre no obedeció. Verdad que todo esto era escandaloso y aturdidor, pero sin duda la parte favorita de su día, los animales se alegraban de verle todas las madrugadas, y por supuesto, a el le alegraban el día entero.

Uno de los perros olisqueó las bolsas, que ante apenas un leve empujón de la nariz, bastó para romperlas por el peso excesivo que contenían, las croquetas se desperdigaron por el suelo, al instante se las tragaron. Brooklyn se palmeó la cabeza, sobre todo porque recordó al hombre enojoso del ascensor.

-Maldito hijo de perra- gritó, otro de los perros, Fido, gimió; tres pequeños huyeron; Boris regresó a los ladridos, el otro perro grande, Rufo, metió la cola entre las patas- oh lo siento chicos… no me refería a ustedes, sino a cierto idiota antipático - El grito había sido gratamente liberador, y recordó el asunto del esperma, sonrió ligeramente, al menos había podido darle su merecido verbal a ese tipo.

-Fascista antipático de quinta categoría…- olvidando de pronto su enfado contra el individuo de cabellos azulados, miró al techo con la misma devoción que si viera al cielo. Lo del esperma, las frases…besó con burla las yemas de sus dedos y elevó la mano ligeramente- para ti Yuriy, donde quiera que estés, mira que me enseñaste a ser ofensivo sin rayar en lo vulgar- se carcajeo sentándose en el suelo, abrió un par de latas, los perros más pequeños corrieron a comer su alimento, mientras Brooklyn se dedicaba a dar con la mano las croquetas a los perros mas viejos.

Se quitó los lentes al entrar al lugar.

- Hitoshi…

-No se preocupe, jefe, a sus órdenes- indicó que estaba listo para comenzar a trabajar.

-No iba a disculparme

-Lo siento jefe. Soy todo oído.

Si bien era cierto que el local abría a partir de las seis de la tarde y cerraba a las cuatro de la madrugada, era reconocida la extrema responsabilidad de Hitoshi Kinomiya, quien sin duda, acudiría al primer llamado de ser necesaria su presencia, fuera de horas de trabajo, porque incluso llegaba antes del horario y en su ramo era el último en irse.

-Mira esto- el hombre entregó un porta CD´s, Hitoshi sabía perfectamente que eran los DVD con las grabaciones del último mes.

Quien había llamado se paró frente las pantallas que cubrían el ala sur del casino-bar, esperando a que Hitoshi activara el aparato. Uno de los DVD estaba señalado como pendiente, con su nombre, lo que indicaba que era para él, no había duda, si había alguien a quien admirase, y sólo una persona a quien conocía más responsable en el trabajo incluso que él, era Kai Hiwatari.

-¿Qué te parece?- preguntó Kai, con su impecable traje negro, cruzando las manos; Hitoshi se colocó a su lado para observar la grabación

-Que con el debido respeto, quien se debería encargar de esto es Jones, no tú, él es el jefe de seguridad.

-Y yo soy el dueño. Detecté algo mal, así que quiero que salga bien, por eso lo hago yo, y te he llamado a ti.

Hitoshi estuvo a punto de abrir la boca para preguntar, si Kai pensaba que era ineficiente el Jefe de Seguridad, y si pensaba que Hitoshi era tan bueno, como para estar haciendo las cosas a su lado¿por qué no le ascendía a primero en vez de segundo al mando de tal puesto? Decidió de forma prudente que lo mejor era el silencio.

-La mujer del cabello oscuro, en la mesa de cartas- dijo Kai, Hitoshi centró su atención.

-No está contando, porque no presta atención a las cartas de los otros

-Exacto. Y sin embargo estuvo ganando todas las noches- entregó una hoja- según esta estadística, el casino perdió cuatro mil grandes- La forma tan despreocupada en que Kai calculaba su pérdida, sorprendió a Hitoshi.

-Si deseo atraparla, es porque odio ser engañado, no porque me duela perder el dinero- dijo como si le leyera el pensamiento. Hitoshi asintió comprendiendo, quizás eso era lo que Kai gastaba en un par de días- Estoy casi seguro que debe tener un aparato.

-Lo pensé… tal vez un micrófono en el oído, pero su cabello es demasiado largo para decirlo con certeza a pesar de las tomas, son muy buenas.

-¿Lo dudas acaso?... ya sabes, bien dicen que tengo vista de halcón ´- se burló una tercer voz, del comentario irónico que escuchó alguna vez hacer a Hitoshi.

Hitoshi miró hacia la puerta, un alto hombre, unos años mas joven que él, de cabello grisáceo, cuyos ojos verdes estaban clavados en él, apareció recargado, con las manos cruzadas.

-Le pedí a Boris que acercara la cámara. No quiero que esta noche la atrapen, sólo que la vigilen.

-¿Qué es eso Kai?- Preguntó Boris, caminando hacia él para recibir los documentos que Kai le extendía.

-Papeles, genio- respondió con voz áspera

Hitoshi tuvo que tomar mucho aire con la nariz para no sonreír. Boris chasqueo la lengua de coraje. Kai poseía cabellos azulados en dos tonos, y se ponía un pequeño arete en el oído, a pesar de ello no desmerecía esa especie de aire aristocrático que hacía, incluso a un hombre como Boris, mantener un conveniente silencio; Hitoshi se tomó la muñeca de un mano en la espalda, mirando a Boris y Kai consecutivamente, sincerándose, le alegraba ver a Kai siendo relajado.

Boris Kusnetzov era depositario de encargos importantes, debido quizás a la confianza que Kai tenía en el pelirrojo con quien salía Boris, y seguramente por él había sido contratado.

Que un hombre como Kai Hiwatari, confiara en alguien, era algo fuera de lo normal, por eso a pesar de que Hitoshi pensara que un bailarín, igual que su vecino Brooklyn, era irresponsable, si Kai podía confiar en él era digno de admirarse, no como ese irritante muchacho de cabellos anaranjados, con quien por cierto, Kai había discutido innumerables veces, y de no ser porque atraía mucha clientela, lo hubiese despedido hace tiempo.

Por eso el de cabellos azulados supo al instante, que Boris fue llamado para vigilar el trabajo de Hitoshi, a su vez, Boris estaba seguro de la desconfianza de Kai en él, como para llamar al sub jefe de seguridad fuera de su horario para que le dijera cómo trabajar.

No había duda, Kai planeaba hasta la forma de recelar, y ponía a vigilarse mutuamente a los dos trabajadores, uno en exceso desconfiado, el otro histéricamente responsable.

-Ya veo… según estas órdenes escritas la vamos a estar simplemente observando… ¿debemos dejar que la tipa siga viéndonos la cara de imbéciles?

-Aunque ella se vaya te veras igual- dijo con sorna, aunque serio, Kai a Boris.

-Creo que el punto es hallar a su compañero. Si tiene un micrófono hay dos opciones, o es alguien del hotel, del casino bar, o simplemente están mandándole la señal desde afuera— el casino-bar ocupaba las dos primeras plantas de un lujoso hotel, que pertenecía a la familia Hiwatari.

-Brillante como siempre Kinomiya- dijo Kai, quien asintió a pesar de la ironía, eso era exactamente lo que había pensado él antes de llamarlos- Quiero que estén cerca, sin ser sospechosos, sin embargo- tomó el control, mostrando otras regiones del DVD, adelantando y atrasando en ocasiones.

-La tipa nos ha estado observando a todos mientras rondamos…

-Si Boris. Los conoce a todos, deben ser precavidos. Quizás hasta algún guardia de seguridad sea el que le ayude- miró con ojos entrecerrados a ambos

-¡Oye idiota que me ves así!… seguramente soy yo, pero ya vez, soy tan cínico que pudiendo estar fornicando feliz y pudriéndome en el dinero que ella te ha robado, estoy soportándote—ironizó el de ojos verdes, Hitoshi sabía que si Boris no tuviera cierto grado de amistad con Kai, por más que Yuriy interviniera, sería despedido.

Hitoshi tosió ligeramente para romper la tensión del ambiente aunque se hubiera también incomodado de la muda acusación.

-Podríamos utilizar a alguien- sugirió el de cabellos azulados, colocando sus irises rojizos en la mujer- que se el acerque para seducirla de alguna forma, trayendo un micrófono oculto, una vez dentro atrapar a los cómplices, y conseguir pruebas para meterla a la cárcel… quizás uno de los trabajadores del hotel disfrazado de civil.

-Es arriesgado, podría pertenecer a algún tipo de mafia-respondió Kai. No arriesgaba en balde a sus otros trabajadores, para eso estaban los de seguridad.

-Insisto en que debería ir uno de nosotros… Kai es el dueño a él no lo conocen- aseguró Boris. Tanto Kai como Hitoshi fruncieron el seño por el comentario.

-Entonces Kai debería dejar de pagarte por hacer tu trabajo- masculló Hitoshi sin mirarlo.

-Un bailarín- rompió Kai lo que sería una discusión, al mirar que por la cámara se atravesaba Brooklyn.

-Pero sería también arriesgarlo, no porque muevan las piernas saben karate o algo, oh sabio jefe- se burló Boris.

-Tampoco tú sabes-contesto simplemente Kai- Esperaremos a Yuriy- afirmó; Hitoshi se guardó una exclamación de sorpresa, Boris la gritó.

-¿Qué?... ¿Enloqueciste? Ese estúpido regresara en un mes, si no recuerdas cierto empresario por simple favoritismo le firmó las vacaciones.

Kai le lanzó una mirada mortal, si algo no poseía era darle favoritismos a la gente, Yuriy había sacrificado sus vacaciones el semestre pasado por ayudarle en asuntos laborales de los que Boris no estaba enterado. Así que por ley simplemente las había atrasado, tenía derecho a ellas aunque haya acumulado los dos periodos vacacionales del año. No contestó a ello, se dirigió al escritorio del Jefe, abriendo el cajón sacó un porta DVD nuevo, dejándolo en la mesa como indicación de que Hitoshi lo tomara.

-Sé que Ivanov es buen elemento… en su ramo, pero no creo realmente que sea menos arriesgado que vaya él a cualquier otro civil común… además es muy joven- aseveró Hitoshi.

-Ni tanto… es enano y traga años, tiene dos años menos que yo.

-¿Y eso es un aliciente?, si tiene cuatro años mentales, será más difícil el caso- molestó Hitoshi- no puedo aceptar que…

-Dije que yo, no tú, imbécil oriental. Además es de la edad de Masefield-señaló la pantalla- ese tiene buenas piernas, mandémoslo a él.

-¿Temes que le hagan algo a Ivanov?

-Yuriy tiene muy buen culo… la mujer esa se merece algo de menos categoría.

Hitoshi decidió callar, pero no pudo evitar el gesto de asco que escuchar hablar tan libremente a un homosexual le causaba.

- Hitoshi, una vez que Yuriy regrese le indicas que hacer, dejo el plan en tus manos… y a Boris también- con eso la decisión de Kai era definitiva. Boris se cruzó de brazos maldiciendo en ruso.

-Muy bien… estaremos vigilando, haciendo informes…- Kai salió sin despedirse o terminar de escuchar el primer trazo del plan—Bien, Boris trae las cintas de video de los últimos quince días. Estaremos observándolas, una al día- continuó Hitoshi

-A sus órdenes mi amo- replicó Kusnetzov ante el tono de las disposiciones.

Kai se dio la libertad de estirar los músculos del cuello una vez que se vio solo, esperando el elevador para subir al pent house. Recupero la dureza impenetrable de su semblante cuando las puertas se abrieron, al reconocerlo, las personas que estaban en él, descendieron, saludando respetuosamente. Kai no contestó, ni siquiera los miró.

-¿A dónde, señor?

Kai elevó una ceja, mirando al hombre de cabellos morados frente a sí. Era extraño que un trabajador o incluso un visitante, o hasta turista, no supiera quien era Kai Hiwatari.

-Oh… por supuesto, va al Pent House… discúlpeme por favor, estaba distraído, señor Hiwatari

La sonrisa ladina del hombre le hizo entrecerrar los ojos, no es que no le hubiera reconocido, Kai adivino que el hombre había fingido, con el fin de que el dueño lo mirase al menos un minuto, que seria mucho mas de lo que Hiwatari observaba a una persona que le interesara poco.

Cerró los ojos, haciendo evidente que no le importaba en lo mínimo la presencia del hombre que se quiso dar a notar. Sin embargo recordó que a él lo había visto en otro lugar, tentado en abrir los ojos, simplemente frunció el seño para rememorar… estaba seguro que era un trabajador desde hace muchos años, pero… ¿en qué área?... o ¿en que sucursal, hotel, establecimiento o demás dependencias de la familia Hiwatari?. Además estaba el hecho de que los operadores del elevador eran otros, aunque no les viera, conocía sus voces, y sus demás sentidos le permitían identificarlos instantáneamente.

-"No tiene importancia, es un simple trabajador más"- pensó fastidiado, estaba cansado, su natural sentido de alarma fue apagado por la razón.

-Llegamos señor, estoy a su servicio, por favor- hablaba el hombre mientras Kai bajaba sin mirarlo o agradecer- recuérdeme ahora que usted esta arriba…

Paró en seco, mirando levemente hacia atrás por sobre su hombro, alguna vez alguien le había dicho algo similar.

-Recuerda mi nombre ahora que tú estas arriba, si caes, te hará falta alguien de abajo para ayudarte a subir otra vez… si me llamas, yo estaré.

¡Pero el tono de voz había sido tan distinto!... este era hosco, seco, la falsedad se notaba, los modales forzados…

-"Debo estar demasiado cansado para pensar en sandeces… leeré un buen libro para descansar"

Entró a su biblioteca personal, sentándose al escritorio, dejó su celular, tomó entre sus manos el Hamlet de Shakespeare, era quizás la cuarta vez que lo leería, pero le era inevitable no releer aquello que le gustaba en primera ocasión, eso no sucedía muy a menudo.

Miró el celular, intento no enfocarse en otra cosa que no fuera la lectura, pero sus manos bajaron al escritorio, donde una pequeña pila de fólderes con papeles de pendientes importantes esperaba.

Bufó sin abrir la boca, dejando por enésima vez en la semana su libro, revisó los papeles, contratos, actas legales… hasta llegar al último, que eran un par de expedientes. Hitoshi Kinomiya. 32 años. Nacionalidad Japonesa, soltero, estudios de educación media superior, luego su currículo se limitaba a constantes trabajos como guardia de seguridad en distintos lugares, desde el más bajo rango, subiendo en cada ocasión.

Anexo a los papeles que el propio Hitoshi había entregado durante la entrevista, pues era de los pocos que había sido recibido por el mismísimo Kai, había fotografías y diversas investigaciones. Ajeno a lo que Hitoshi había dicho, obtuvo una beca universitaria para antropología, dejándola trunca, su familia pertenecía a una larga línea de samuráis o personajes importantes en la milicia japonesa, de ambas actividades actualmente solo habían dejado un Dojo donde se práctica Kendo y una combinación exótica de artes marciales, como tradición, de la que Hitoshi no era parte, porque además de negarse a seguir la tradición familiar, perteneció a una organización "secreta" en Japón y China, lo que beneficiaba a Kai, ya que descubrió cierta esa información con el tiempo de tenerlo trabajando ahí, era extraordinario investigador y espía…

No cabía duda que la persona que había contratado para ampliar el informe de Hitoshi, le había sido sumamente útil, aunque Kai jamás lo aceptara.

En el mismo fólder, tenía el expediente de Brooklyn Masefield, leyó rápidamente los datos que ya conocía, pero la actualización, que había hecho él mismo al no necesitar datos demasiado complicados, había sido agregada recientemente: 27 años, soltero, Nacionalidad Inglesa, vivía con sus padres hasta que llegó a trabajar como bailarín al casino-bar, tenía una carrera de Administración.

Pero había algo que no le cuadraba en el muchacho… por eso los había puesto a vivir en el mismo edificio.

Por segunda vez en toda la noche, como no había hecho en muchos años, decidió dejar de lado lo otro que faltaba, la noche rusa le esperaba, y el tenía mucho tiempo sin salir a disfrutar del aire, recostado sobre el césped de algún parque.

-Maldición…- miró la hora, aún tenía que hacer varias llamadas, y resolver los pendientes más importantes antes que liberarse por ese día. Era el tercero consecutivo que no dormía o descansaba- "quiero salir un rato"- pensó mas como protesta que como realidad.

Continúa.