Advertencias: Usos de nombres humanos (No oficiales, se irán diciendo a medida que vayan apareciendo los personajes); AU; Gakuen Hetalia; Daneses.
Disclaimer: Hetalia no me pertenece, le pertenece al asombroso Himaruya Hidekaz. Yo hago esto sólo por diversión. c:
"With you"
Prólogo - "Nueva escuela".
Era de mañana, las 7:00 AM para ser más exactos. La alarma de tu celular sonó, con tu canción favorita (que enseguida habías comenzado a odiarla, sólo por despertarte). Estiraste el brazo en dirección a la mesita de noche que yacía junto a tu cama, presionando a ciegas las teclas de tu teléfono celular, hasta que conseguiste que la alarma se apagase.
Te incorporaste en la cama y te desperezaste, tallaste tus ojos y bajaste tus pies de la cama, recargándolos sobre el suave tapete que reposaba en el suelo, junto a tu cama. Caminaste descalza hasta el cuarto de baño y te miraste por unos segundos en el espejo de éste, frente al lavabo.
– Lunes, los odio... – Gruñiste por lo bajo y abriste el grifo. Arremangaste las mangas de tu pijama y tomaste la barra de jabón; con ayuda de un poco de agua, te jabonaste bien las manos. Dejaste la barra de jabón en donde estaba y enjuagaste tus manos con agua. Antes de secarlas, las humedeciste bien y lavaste tu cara. Colocaste un poco de agua en un vaso de plástico que estaba en un estante, y cerraste el grifo. Tomaste la toalla que colgaba junto a ti y secaste bien tus manos, para luego secar tu rostro.
Tomaste tu cepillo de dientes, colocaste la pasta dental en él. Te cepillaste bien los dientes, hasta sentirlos suaves y limpios. Enjuagaste tu boca con el agua que estaba en el vaso, y lo devolviste al estante en el que estaba. Lavaste tu cepillo con un poco de agua, lo regresaste a su lugar y echaste al lavabo el agua que contenías en tu boca. Tus dientes lucían blancos y relucientes, y tu aliento se sentía con delicioso sabor a menta.
Tomaste un cepillo de cabello y saliste del baño. Regresaste a tu habitación y te sentaste en la orilla de tu cama, tu uniforme estaba ordenado y limpio, tus zapatos escolares bien lustrados, y tu mochila lista del día anterior. Era tu primer día de clases, tus ansiadas vacaciones de verano habían acabado, pero no era razón para desanimarte. Y aunque tus padres te habían cambiado de escuela, a una en la que no estarías con tus antiguos amigos o amigas, tenías muchas oportunidades de hacer nuevas amistades.
Peinaste tu cabello con suavidad, te colocaste tu uniforme y tus zapatos, todo en orden, hasta que oíste la voz de tu madre.
– ¡Hija! ¡Baja a desayunar! – Gritó ella desde abajo.
– ¡Voy mamá! – Respondiste tú y tomaste el folleto de tu nueva escuela, que habías dejado sobre tu escritorio luego de verlo por horas el día anterior.
"World School, la escuela de las naciones". Según tus padres, en esa escuela asistían chicos y chicas de todos los países, y aunque era una escuela a la que asistirías por 8 horas diarias, también funcionaba como un internado, para los chicos cuyas familias no estaban en el país, no tenían un lugar donde quedarse en las noches, etcétera. Aunque sí, era un poco más caro.
Tus padres también te mencionaron que era una escuela de prestigio muy cara, pero gracias a tus notas los años anteriores, habían conseguido una beca del 50% para ti, y pagaban sólo un poco más de lo que pagaban en tu antigua escuela.
– Qué cara debe ser... – Murmuraste y dejaste el folleto en un bolsillo de tu mochila, para proceder a bajar a comer.
Bajaste las escaleras y avanzaste hasta el comedor, donde estaba tu padre sentado leyendo el diario, y tu madre friendo unos huevos en la cocina. Procediste a sentarte en una de las sillas que rodeaban la mesa del comedor, sonriendo con alegría y esperanza. Aquella esperanza que tenías, de que sería un buen año escolar.
– Buenos días, pequeña – Dijo tu padre, alzando la mirada y mirándote por encima del diario. No podías ver sus labios, pero sabías que sonreías, y tenía la misma que tú en que ese año sería bueno.
– Buenos días papá – Le sonreíste, y tu madre salió de la cocina, dejando los huevos sobre tu plato.
– Buenos días, cielo… – Dijo tu madre.
– Buenos días mamá… ¡Ah, mamá! No tengo hambre… ¿Puedo llevarme mi desayuno?
Ella suspiró y asintió con una leve sonrisa. Le devolviste una dulce sonrisa y te levantaste de tu silla. Miraste el reloj. Las 7:30 AM. ¡No llegarías a la hora! Y menos mal que decidiste no desayunar. Subiste rápidamente las escaleras, en busca de tu mochila. Tomaste el bolso y volviste a bajar. Tu mamá ya te tenía listo tanto el desayuno y el almuerzo en unos paquetitos. Tomaste ambos y te dispusiste a salir de casa, cuando oíste la voz de tu padre.
– Te dejaré en la escuela – Dijo él, y tú inflaste tus mejillas.
– Pero papá, estoy grande, puedo ir sola… – Protestaste, pero él pareció hacer caso omiso y cogió sus llaves. Tomó su maleta de trabajo y salió de la casa, seguido por ti.
Dejó la maleta en el asiento trasero del auto, cerró la puerta y se sentó en el asiento del chofer, obviamente. Tú te sentaste en el asiento de copiloto, a regañadientes. Tu padre hizo partir el auto, y desde él, ambos se despidieron de tu madre, quién los veía desde la salida de la casa, limpiando sus manos con un trapo de cocina, sonriéndoles con ternura. Alzó una de sus manos, y se despidió con una seña.
El trayecto hacia tu escuela era un poco largo, y completamente desconocido para ti. Luego de unos 30 minutos aproximadamente, se alzó frente a tus ojos; grande e imponente, la gran "W School", que obviamente, la W venía de World, que era la referencia que hacía a su aceptación a jóvenes de todo el mundo. "¡Qué emoción!" Pensaste, y sentiste un cosquilleo en tu estómago. Tenías esa gran, infinita esperanza en que sería un grandioso año escolar. Ese, y todos los que venían por delante.
Bajaste del auto, te despediste de tu padre con un beso en la mejilla, cerraste la puerta del coche y lo viste partir. Diste media vuelta, quedando frente a frente con el enorme establecimiento que sería tu hogar por 8 horas, durante 5 días a la semana. Muy emocionante.
El patio delantero era enorme, tenía varias cosas alrededor, y la entrada a la escuela se encontraba caminado recto hacia el frente. En medio del patio, unos metros frente a la gran puerta del edificio, había una fuente de agua, con unas sirenas.
– ¡Mira, Luke! ¡Las sirenas siguen ahí! – Oíste una voz con un raro acento, la r bien pronunciada, pero no en exceso. No era así como pronunciaban en sentido de broma, el acento de los rusos.
Dirigiste tu mirada en dirección a aquella voz, y viste un chico mucho más alto, de cabellos rubios y desordenados, con una gran sonrisa en su rostro. Claramente era extranjero, y no sólo por su acento, sino por su pinta. En tu país no hay mucha gente así.
Junto a él, había un joven más bajo, igualmente rubio, con una expresión absolutamente estoica en su rostro. Tanto, que daba algo de miedo. Sus ojos eran de una tonalidad índigo, y quedaste admirada por ello.
– ¡Wao! – Exclamaste sin darte cuenta. – ¡Ojos morados! – Dijiste asombrada, mirando a los ojos violáceos, que luego se dirigieron hacia ti. Cosa que te hizo sentirte un poco idiota. – P-perdón… – Dijiste avergonzada y caminaste rápidamente hasta la entrada de la escuela. Mientras caminabas, oíste una escandalosa risa detrás de ti, lo que te hizo avergonzar aún más, si es que era posible.
Una vez dentro de la escuela, quedaste aún más impactada. Era mucho más grande de cómo se veía por fuera, con una pinta colonial muy bonita, algunas pinturas en las paredes, de pintores de todo el mundo. Un poco más adentrada en el pasillo, viste colgando en las paredes, banderas de todo el mundo, especialmente Europa.
– Dinamarca, Noruega, Finlandia, Suecia, Rusia, Italia, Francia, Reino Unido, Irlanda… – Fuiste murmurando los nombres de las banderas uno por uno mientras te adentrabas más y más en el pasillo, maravillada por las banderas. Pues, tú amas la geografía, historia, y todo aquello que trate de países. ¡Era genial!
Hasta que chocaste con un chico.
– ¡Lo siento! – Dijiste, avergonzada nuevamente, mirando al muchacho frente a ti.
– ¡Haha! – Rió él. – No te preocupes, ha sido mi culpa… – Dijo con un acento notoriamente español, de España, claro. Sus cabellos eran marrones, y su piel bronceada. Poseía unos bellísimos ojos verdes, y sus facciones… Era demasiado guapo, además, su rostro lo adornaba una sonrisa muy amable, lo que te hizo sonrojar. – Eres nueva, se nota. ¿Cuál es tu nombre? – Preguntó él.
Le respondiste, con tu nombre claramente. – ¿Y el tuyo? – Preguntaste luego.
– Antonio Fernández Carriedo… ¡Lindo nombre, por cierto!
– G-gracias… – Murmuraste sonrojada. – El tuyo igual – Le sonreíste, intentando sentirte más confiada.
– ¡Muchas gracias! Oh, lo siento, me debo ir… – Dijo mirando la hora en su celular, que ni cuenta te habías dado del momento en el que lo sacó de su bolsillo. – Debo juntarme con unos amigos… Más tarde nos vemos, ¿te parece? Por cierto, la ceremonia de apertura es a las 10, ¡puedes darte una vuelta mientras, intenta no perderte!
Te dedicó una última sonrisa, para luego irse corriendo por el pasillo, en dirección opuesta a la que tú ibas. – ¡Gracias! – Alcanzaste a gritarle, sintiéndote más tranquila. Al menos ya conocías a alguien amable, quizás no sería tan difícil.
– ¡No corras en los pasillos, maldita sea! – Oíste un grito frente a ti, cosa que te hizo saltar de sorpresa. Viste hacia el frente, y esta vez, había un chico rubio, de ojos verdes, parecidos a los de Antonio, y unas gruesas cejas. Con un aspecto malhumorado. – Ah, este chico nunca aprenderá… – Dijo con enfado, sin darse cuenta de tu presencia, aunque le miraras fijamente.
– D-disculpe… – Murmuraste un poco avergonzada, y el joven bajó la mirada, dirigiéndola a ti.
– Oh, pardon, señorita… – Dijo él, relajando el gesto. – ¿Puedo ayudarle en algo?
– A-ah… Sí. Soy nueva, y me gustaría que alguien me enseñara la escuela…
– Será un placer – Sonrió levemente, al parecer era más amable de lo que parecía. – ¿Cuál es su nombre?
Respondiste nuevamente con tu nombre.
– Un placer… Mi nombre es Arthur Kirkland.
– El placer es mío – Sonreíste con amabilidad, y él te devolvió el gesto.
– Sígame.
Comenzaron a caminar, recorriendo la escuela. Te enseñó los salones, los cuartos en los que los alumnos que ocupaban la escuela como internado dormían, los baños, el patio delantero, trasero, el gimnasio, algunos salones para algunos clubes, como el de jardinería, que estaba en el invernadero, el de natación, en la piscina de la escuela, entre otros. Había bastantes clubes, y muchos te llamaban la atención.
Cuando terminó de enseñarte la escuela, quedaste algo mareada. ¡Era demasiado grande! Tenía 5 pisos, y muchos, muuuuchos salones. Pues, además, había muchos, muuuuchos alumnos. Lo que era interesante, y aumentaba tus esperanzas de hacer muchos amigos. Además, ya conociste dos personas amables. ¡Era un buen inicio! Aunque, volviendo al tema del tamaño de la escuela, ya no recordabas ni la mitad de los salones. Pero no importa, seguirías conociéndola, de todos modos, te quedaban muchos años más por seguir allí.
Notas finales.
Hola~. Soy yo de nuevo. 8D
Estaba aburrida, y pensé en escribir un fic de algún nórdico x lectora, y pensé que nuestro sexy danés es el indicado. Aún no han interactuado, pero ya verán en capítulos futuros. :3
Espero les guste el fic, y la verdad, es que me gustaría tomar sus opiniones para algunas cosas... Así que les iré haciendo preguntas a medida que avanzo en el fic, como el personaje principal eres tú... ¡Para que la protagonista las represente!
Preguntas:
1.- ¿Qué edad tienes?
2.- ¿De qué color es tu cabello?
3.- ¿De qué color es tu piel?
4.- ¿De qué color son tus ojos?
5.- ¿De qué largo es tu pelo? ¿Liso, ondulado, crespo?
Y eso sería todo, para empezar a definir mejor el personaje principal. También pienso ponerle un nombre, pero no sé cual...
En fin, no me alargo más con esto, y espero sus reviews con respuestas. c:
