Chapter 1: Chapter 1

La Belle Et La Bête

Hace mucho, mucho tiempo, sobre la boscosa montaña al oeste de las tierras del mundo, se levantaba un hermoso y antiguo castillo, sus pisos eran de fina madera, elegantes muebles, retratos y armaduras de guerreros de sangre real y noble adornaban sus muros. Rodeado de sirvientes, guerreros, verdes bosques y hermosos jardines vivía un príncipe blanco, mágico, el guardián del bosque, un ser de forma humana de gran belleza con un poder impresionante en su interior.

Más su corazón era frío por lo que su gran poder le hizo despreciar a todas las otras formas de vida inferiores para el, entre ellas los humanos puros. Fue su odio por las otras criaturas lo que termino por encerrarlo en una maldición que le convirtió en el monstruo que en realidad era alejándolo de la vista de cualquier otra forma de vida, abandonado y solo le fueron olvidando hasta que su castillo y su existencia se volvieron una leyenda en las palabras de la gente.

La tormenta de nieve poco a poco estaba aumentando, el fuerte y frío viento la rodeaba haciendo ya imposible el ver su propia mano frente a ella. Era una sacerdotisa, una medico y salvadora de vidas entre los pueblos, por lo que no se había podido negar ante la petición de su hermana menor por visitar la aldea al otro lado del valle, habían sufrido guerra no hacía mucho y su gente sobre todo sus niños habían caído enfermos, más en su camino de regreso por el bosque había quedado atrapada en la tormenta de nieve y temía no volvería hasta su pueblo a lado de su familia

Su caballo relincho entonces parándose en dos patas jalando de las correas que portaba la dama, el frío se había vuelto insoportable para el y ante el miedo y alertado había jalado de la chica liberándose para salir corriendo entre la nieve, la joven de cabello negro hizo lo que pudo por alcanzarle pero este simplemente había desaparecido de su vista

- tengo que encontrar refugio o no sobreviviré – se decía así misma mientras como podía seguía caminando entre la espesa nieve que ya pasaba sus rodillas, su fuerza le estaba abandonando y por más que trataba, que deseaba mantener sus ojos abiertos ya le era imposible, una nueva corriente de aire paso por ella y por un momento le pareció ver una figura masculina al frente suyo, pero pronto su vista se nublo hasta que todo se volvió negro a su alrededor, su frágil cuerpo cayo en la blanca textura perdiéndose en la inconciencia.

Ya no había más frío alrededor suyo, no, ahora podía sentir un cálido fuego frente a ella y unas suaves telas cubriendo su cuerpo manteniendo su temperatura, aun estaba débil y con algo de dificultad vencida por la curiosidad abrió los ojos despacio, estaba en una gran habitación antigua y llena de decoración vieja y elegante más en completo desorden, trato de sentarse sobre la mullida cama más aun eso le era muy difícil.

- no, no intentes levantarte, aun esta muy débil – dijo una masculina voz junto a ella, había alguien más en esa alcoba y no lo había notado, girando despacio su rostro poso su vista en la figura que se acercaba a ella, era un joven alto, de ojos dorados y cabello tan negro como la noche, vestía de rojo y su rostro reflejaba seriedad así como inocencia

- joven ¿qué paso? ¿en donde estoy? – pregunto la chica con suavidad

- estas a salvo por ahora en un refugio, te encontré perdida e inconsciente en la nieve bajo la tormenta… no pude dejarte ahí – dijo el chico ganando una mirada más enfocada de la peli negra, noto entonces lo atractivo del joven, sus finas facciones le hacían ver pese a todo como un muchacho fuerte, su cabello negro y espeso le daba misticismo así como aquellos ojos que parecían monedas doradas

- gracias por salvarme… mi nombre es Kikyo

- Inuyasha… ese es mi nombre ¿tu eres uno de los habitantes del pueblo de Mushino verdad? Te he visto tomar muchas veces el sendero… es un lugar peligroso

- yo jamás te había visto… - contesto la dama ganando un rostro aun más serio en el chico

- buscare a tu corcel y eso será todo … escucha debes de poner mucha atención a lo que voy a decir, podrás quedarte en este cuarto hasta que la tormenta pase, más no deberás salir jamás de este antes de que termine, hagas lo que hagas no salgas de este cuarto y del palacio hasta que la tormenta termine… encontraras a tu corcel en la entrada principal cuando sea el momento de partir – dijo el joven comenzando a levantarse del asiento en la que hasta el momento había estado sentado para salir de la habitación, la pelinegra le llamo por su nombre en un intento por detenerle y hacerle volver pero este le ignoro, aun un poco mareada por el esfuerzo en la nieve no pudo evitar que sus ojos se cerraran por un momento nuevamente

No paso mucho antes de que sus ojos se volvieran a abrir, con algo más de fuerza ahora logrando sentarse sobre la cama observando mejor la habitación, era sin duda el cuarto de un palacio, elegante y en desorden, por un momento había pensado que toda aquella conversación con el apuesto joven había sido un sueño más entendía que no había sido así, jamás había visto belleza tal en su vida y curiosa y cegada por el deseo de volver a ver al chico se puso de pie saliendo de la habitación no tomando en cuenta que afuera la tormenta aun continuaba con fuerza.

El largo pasillo afuera del cálido cuarto era escalofriante y oscuro, había figuras monstruosas adornando las paredes mientras la madera del suelo tronaba a su paso. Abrió algunas puertas con la esperanza de encontrar al joven más solo descubría soledad y suciedad por abandono en ellos, sus pasos pronto le llevaron hasta lo que parecía una sala del trono cubierta de polvo y oscuridad, en la habitación no había nada más que espadas y maderos rotos, como desgarrados por una bestia, de pronto escucho un ruido detrás de ella, alguien más había entrado a aquella habitación más las sombras del lugar no le dejaban ver nada inusual, camino un par de pasos y entonces sintió una corriente de aire pasar junto a ella, sentía su presencia fuerte y aterrorizante, de ninguna forma podría ser la de Inuyasha

- ¿quién eres y que haces en mi castillo? – pregunto con grave y escalofriante voz aquel hombre detrás de ella, despacio Kikyo se dio vuelta encontrándose con una gran figura cubierta por una capa y una capucha oscura que le tapaban de cualquier luz el rostro, solo unos poderosos y fijos ojos dorados se podían ver, unos ojos que sin palabras le estaban condenando a muerte – ¡tu no eres bienvenida en mis castillo! – dijo el recién llegado jalando del brazo de la chica tirándola al suelo

- no fue mi intención entrar aquí yo …

- te has atrevido a entrar en mi propiedad sin mi permiso – decía con furia mientras se acercaba a ella, la joven aun en el suelo se arrastraba pidiendo disculpas tratando de alejarse de el pero este finalmente la alcanzo tomándola del brazo nuevamente con fuerza – y ahora recibirás el castigo de tu osadía – hablo jalando de ella para llevarla a rastras a la oscuridad.

Inuyasha podía escuchar el llanto de suplica de la chica desde fuera del castillo, sabía que algo así iba a pasar cuando se dieran cuenta de la presencia de la dama en el palacio, se lo había advertido y ahora no había nada que pudiera hacer para ayudarla, tomo las riendas del caballo que había encontrado y jalo de el para al menos llevarle hasta su familia y dar aviso a esta que la joven jamás regresaría

Era una mañana fría sin duda, más con la ausencia de su hermana mayor, Ahome era la encargada de sus tareas como sacerdotisa, debía cuidar de los enfermos y para ello debía recolectar hiervas medicinales de su huerto, habían aprendido a cultivarlas y a cuidarlas de la intemperie por lo que estaba segura habían sobrevivido la terrible helada, se encamino rumbo a este notando a la menor de las tres hermanas Higurashi jugando con los niños del pueblo, si algo era bien sabido de Rin era lo grande de su corazón, era bondadosa con cada miembro del pueblo y para los niños era como una hermana mayor, gustaba de contarles cuentos, de cantarles y de armarles collares y coronas de flores cuando la primavera les rodeaba, ahora tan solo corría detrás de los chiquillos pretendiendo atraparles sin éxito

- Rin te veré en el huerto – gritaba Ahome al pasar junto de ella- recuerda que prometiste ayudarme a cultivarlas

- Si hermana te veré ahí – decía la joven sonriendo a los niños para terminar el juego y despedirse de ellos, más no dio muchos pasos antes de encontrarse con una figura más frente a ella

- Mira Rin lo que te he traído – hablaba un joven de cabello negro sosteniendo con alegría un collar hecho con dientes de alguna de sus presa de caza – logramos exterminar al lobo que destruía los campos al norte, sus dientes eran buenos para armarte este collar

- Muchas gracias Kohaku pero… creo que no puedo aceptar esto

- ¿Que? ¿Porque no?

- Lo siento pero… no es algo que me agrade portar

- Rin no te entiendo, vives en una aldea de cazadores y eres la única que detesta lo que hacemos

- Las criaturas del bosque tienen tanto derecho de vivir como lo tenemos nosotros… ustedes no cazan solo por alimento, lo hacen por gusto a ello… y no me parece justo

- Rin ellos atacan los pueblos

- Luego de que muchos de los pobladores los atacaron a ellos, Kohaku ellos son criaturas que están tan asustados de nosotros como nosotros lo estamos de ellos

- Rin de verdad no te entiendo, no entiendo por que los defiendes, porque tienes que ser tan diferente a nosotros

- Lo siento Kohaku pero mi hermana me esta esperando en el huerto – decía la chica para despedirse y retirarse, más un par de ojos la observaron caminar, desde el balcón de la casa más grande le miraba Naraku el gobernante de todas la tierras del oeste, su familia había tomado el poder décadas atrás luego del gran incendio y ahora era el quien dirigía el pueblo como el señor del lugar, había notado que la chiquilla, la menor de las hermanas sacerdotisas no era como cualquier otra y con cada evento su sospecha para con ella empeoraba pues presentía que tarde o temprano esa joven sería un problema

Rin llego hasta la pequeña colina en donde su hermana ya desenterraba de la nieve las verdes plantas que le ayudarían a crear te y otros líquidos medicinales, la tormenta no había logrado eliminarlas todas por lo que tendrían suficiente para aguantar lo que restaba del invierno, de pronto una sombra las cubrió a ambas, al levantar el rostro pudieron observar a su caballo kirara sostenido de las riendas por un hombre de vestimenta roja, una capa y un sombrero de paja que cubría parte de su platinado cabello, Ahome alarmada se coloco delante de su hermana menor con su arco en su mano buscando respuestas.

- ¿quién es usted caballero? ¿qué hace con el caballo de mi hermana?

- Lo único que necesita saber señorita– dijo Inuyasha levantando el rostro para observar mejor a la joven dama, a sus ojos la chica era curiosa, su mirada reflejaba fuerza y al mismo tiempo temor, estaba dispuesta a hacer lo que fuera para salvar a su familia, pero prefería no tener que hacer nada- es que encontré a su hermana en el bosque durante la tormenta de nieve, trate de ayudarla llevándola hasta un refugio pero…

- ¿Que clase de refugio? ¿en donde esta ella? – pregunto Ahome cada vez más molesta y preocupa, Rin por su lado sintió que el alma se le iba del cuerpo con cada palabra del muchacho, había sido ella quien al enterarse de la terrible situación en la que el pueblo vecino se encontraba, rogara a Kikyo para que le visitara y les ayudara, su hermana se había marchado a causa suya

- Quise protegerla del frío y termine llevándola al castillo del demonio blanco, era el más cercano y el único al que tenía acceso

- Te burlas de mi, ese lugar no existe es solo un cuento

- Existe… - comento Rin al borde del llanto- … esta embrujado … - dijo la chica como firme creyente de la fantasía que era, un cuento que sus padres habían llegado a recitarle a ella.

- Me temo que se ha perdido en el palacio, ahora es prisionera del amo del castillo

- No… ella tiene que volver – dijo Rin ya con algunas lagrimas en el rostro – ella tiene que volver, la gente la necesita aquí

- Rin ten calma – dijo Ahome abrazando a su hermana al notarla en aquel estado

- ¡No! Es mi culpa que se fuera –grito la chica soltándose del agarre de Ahome

- ¡Rin! no es momento para el llanto debemos de ser fuerte por Kikyo, toma a Kirara y regresa a la cabaña, te veré ahí – ordeno a la joven que como en trance tomo al animal para jalar de ella y llevarla hasta su hogar

- Si mi hermana esta ahí tengo que ir a rescatarla … tu debes ayudarme – decía la pelinegra girándose hacia el chico pero para su sorpresa el ya no estaba ahí – se ha ido ...

Rin llego hasta la orilla del jardín de su hogar aun sumida en su pensamiento, su hermana mayor se había perdido a causa suya, era su culpa que se marchara y que ahora fuera prisionera, había despojado a su familia de un miembro más

- kikyo…- susurro la joven pensando en los momentos en los que su hermana había cuidado de ella, había sido ella quien viera por el bienestar de sus hermanas menores cuando sus padres murieron y aun con eso había dedicado una vida al aprendizaje de la medicina para ayudar a la gente no solo de su pueblo si no de más allá – ella no puede ser una prisionera… no a causa mía… - dijo antes de tomar las riendas del caballo y subir a este para luego susurrarle al oído – tienes que llevarme al castillo… llévame a donde esta mi hermana – a todo galope el animal salió del pueblo al momento en el que Ahome llegaba hasta su casa notando que su hermana ya no estaba en ella

- ¡Rin!... ¡Rin!... no puede ser – se dijo para luego ser atrapada por una idea, salió hasta la puerta de su jardín notando las pisadas del caballo dando vuelta – no… no pudo haberlo hecho…¡Rin!- volvió a gritar pero sabía que no obtendría respuesta, sabía como era su hermana menor y deducía lo que había hecho

El fuerte caballo lo había logrado, frente a ella estaban las grandes puertas del lúgubre castillo que con la nieve lucía aun más aterrador, Rin bajo de su corcel y le amarro a la entrada caminando despacio hasta la puerta principal, el lugar estaba solo, abandonado en muchos sentidos, podía escuchar el eco de sus pasos al avanzar por la gran habitación a la que había llegado, sin duda una antigua sala de trono ahora vieja y sucia, de pronto escucho un ruido detrás suyo, había alguien más ahí, camino hasta el lugar de donde había provenido el sonido sin encontrar nada más otro ruido adelante volvió a llamar su atención, poco a poco siguiendo aquellos sonido llego hasta unas escaleras que le llevaron a un sótano, el calabozo del castillo

- ¿kikyo?... – pregunto despacio buscando una respuesta más segundos de silencio le hicieron tratar de pronunciar aquel nombre una vez más

- ¿Ri…Rin?- contesto una voz enferma y débil desde las rejas oscuras del fondo, la más joven de las Higurashi quiso acercarse hasta su hermana pero pronto se vio jalada con fuerza de su capa al suelo, una gran y oscura figura cubierta en capa y capucha se paro de frente a ella, podía ver con claridad aquellos dorados, brillantes y penetrantes ojos que la observan con desprecio

- ¿qué quieres aquí insignificante humana? – pregunto con voz firme y voraz el amo del castillo haciendo temblar a la muchacha

- he… he venido por mi hermana… ella…

- ¡ella es mi prisionera! Y no se marchara, pagara su castigo por pisar mis tierras sin permiso

- ella no quiso hacerlo… - dijo Rin sentándose en el suelo – todo esto ha sido culpa mía, fue a causa mía que salió del pueblo terminando en tu castillo

- sigue siendo su castigo

- ella no puede quedarse aquí

- se quedara aquí en el calabozo para siempre

- ella es importante en nuestro pueblo

- no es más que una humana

- Si buscas un prisionero entonces yo tomare su lugar – dijo la chica poniéndose de pie con firmeza en su pose y en la voz haciendo que el señor del castillo la mirara con curiosidad – yo he sido la culpable, yo tomare su lugar en tu prisión

- no Rin pero que dices tonta, debes marcharte – grito Kikyo tratando de hacer entrar en razón a su hermana menor

- ¿por que tomarías su lugar?

- Porque ella es más importante que yo, ella es alguien necesaria para mucha gente, muchas vidas se han salvado y se salvaran a causa de ella, mi hermana es algo que yo no nunca podré ser y tiene más valor que yo

- ¡Rin detente!

- De quedarte aquí – decía el encapuchado fijando más y más sus ojos en ella mientras se acercaba poco a poco – ha de ser para siempre, no volverás a salir ni a ver a nadie de tu familia… nunca – dijo buscando hacerle sentir temor, más la jovencita no lo mostró, no despego sus ojos de los dorados de el y con seguridad le respondió

- Tienes mi palabra, si liberas a mi hermana yo me quedare en su lugar

- Hecho – dijo el demonio blanco al tiempo que se acercaba hasta las rejas sacando a la débil muchacha para cargarle y llevarla hasta la entrada del castillo con Rin detrás de el, Kikyo pataleaba y gritaba buscando liberarse o por lo menos hacer entrar en razón a su hermana menor, pero todo era inútil, el demonio blanco la coloco sobre su caballo y se acerco hasta este mirándole a los ojos con los suyos brillando.

- La llevaras hasta su pueblo y olvidaras el camino aquí – dijo en forma de hechizo soltando las riendas del animal que a toda velocidad y con fuerza salió a duro galope rumbo a su hogar. Rin no dejo de mirarle hasta que de su vista se perdió el corcel, las puertas se cerraron frente a ella cerrando así también su libertad eternamente.