Disclaimer: Todos los personajes que reconozcáis así como el universo del harryverso pertenecen a Rowling.
Este fic participa en el Amigo Invisible Veraniego (2013) del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.
Es un regalo para mi amigo invisible que es L. Nott. Ella pidió la siguiente petición: "Lily/Scorpius. Me gustaría un fic de humor en el que haya una escena -muy romántico- entre ellos dos al principio o al final, y después, que salga cuando se lo cuentan a sus familias. Es en serio, amo esta pareja y me encantaría saber qué cara ponen (Creo que a Ron le daría un infarto, moriría y resucitaría para matarlos xD). ¡Quiero mucho HUMOR -que no parodia-!"
Nota interminable de autora que bien podéis leer porque puede ser de vuestro interés:
L. Nott ha provocado que pierda pelo xDD Bueno, no tanto, pero me ha sacado de mi zona de confort totalmente. No escribo ni me interesa la tercera generación y, desde luego, el género romance no es lo mío. Si bien el humor me encanta, siempre en parodia... Además, creo que hay mucho escrito sobre esta pareja y, por lo tanto, muchísimos clichés. He seguido los que he considerado que podrían quedar bien. Debo avisar de que el fic no es HUMOR a cascoporro (es difícil que en 30.000 palabras, donde tiene que pasar de todo, suceda humor en cada línea), aunque he intentando meter piques, primero como niños (son niños, los niños no se enamoran con 11 o 12 años, no veréis eso aquí) y luego como adolescentes.
El fic tiene siete capítulos, siendo el séptimo el más corto porque es una especie de epílogo. Todos están hechos y completos, porque es un regalo que debía entregar finalizado, aunque los subiré poco a poco. Seguramente un capítulo cada cinco días, aproximadamente. Así que a los posibles lectores, no debéis tener el miedo de que la historia quede inconclusa o tarde en actualizar porque todo el fic está escrito. Cada capítulo trata de escenas sobre un año de Hogwarts. La diferencia entre Lily y Scorpius es de un año (sí, sé que son dos años si tenemos en cuenta el epílogo del séptimo libro, pero me venía mejor que fuera un año y lo he hecho así, tampoco es una diferencia abismal).
Sin más demora, dejo de columpiarme en mi red de araña y le dedico este fic con mucho cariño a L. Nott, y de paso te informo que al final he disfrutado escribiendo a Lily, aunque a veces me hayan dado ganas de zurrarle xDD Espero, de todo corazón, que te guste.
I. El comienzo de la hostilidad
—¡Potter, Lily!
Todo el Gran Comedor enmudeció mientras una niña de aspecto risueño cruzaba una hilera de alumnos de nuevo ingreso y se sentaba en el taburete de madera oscura. Si Lily Luna Potter estaba nerviosa, era un misterio para cualquier ojo observador. Su rostro infantil solo mostraba una euforia más que evidente y una expectación a duras penas contenida.
Tampoco parecía importarle que todo el Gran Comedor hubiera sucumbido ante un silencio sepulcral con la sola mención de su nombre. Antes de que el sombrero seleccionador le ocultara la visión de cuatro mesas repletas de copas ostentosas y platos vacíos, Lily pudo encontrar con la mirada a sus hermanos y primos para sonreírles.
"Otra Potter, ¿la última, eh? Veo mucha osadía y valor, aunque también eres astuta y fiel, bastante entregada a los tuyos".
Por primera vez desde que les dijo adiós a sus padres, sintió una oleada de nervios invadiéndole el estómago. Ella estaba segura de que iría a Gryffindor, pero ese sombrero le estaba nombrando una serie de características que le hicieron poner en duda su firme e inamovible convicción. En su mente infantil, se había trazado una serie de reglas que bien podrían ser ilógicas y erróneas, pero eran indiscutibles, y, al atenerse a ellas, la benjamina de los Potter se sentía tranquila y podía mantener la cabeza alta. Y a Lily nunca le gustaba que le pusieran en duda todo cuanto ella daba por verdadero.
"¿En qué casa irías mejor? Sí, ya sé que crees que tu hogar es Gryffindor, pero encajarías perfectamente en otras casas… ¿No lo crees? Bueno, si estás tan segura, mejor que seas…"
—¡Gryffindor!
La niña dio un respingo tan fuerte, que el sombrero cayó al suelo, produciendo las risas en el Gran Comedor. Lily apenas fue consciente del momento de hilaridad mientras se agachaba a por el sombrero y se lo devolvía a Neville Longbottom, amigo de la familia, con una sonrisa de oreja a oreja.
Lo primero que sintió al sentarse en la que sería su mesa durante sus siguientes años, fue el apoyo de gran parte de su familia. Vio que su hermano mayor le hacía su típico gesto de victoria con el dedo pulgar, Albus le decía algo que no logró entender y el resto de sus primos le sonreían; como si llevaran mucho tiempo sin verse.
—Sabía que iría a Gryffindor —confesó Lily—. Estaba claro, ¿no?
Rose asintió y fijó la vista en la hilera de alumnos que aún no habían sido llamados. Lily la imitó y vio cómo su primo Hugo, en ese momento, jugaba con el dobladillo de la túnica. A Lily le asaltó una duda.
—Rose —susurró, inclinándose hacia ella—, ¿yo parecía tan nerviosa?
Solo pudo respirar más tranquila cuando su prima negó con la cabeza. La joven Potter quiso preguntarle por la famosa sala común, pero nadie en todo el Gran Comedor hablaba durante la selección y le bastó un par de miradas recriminatorias para saber que no era el momento. Lily se cruzó de brazos, con hastío. Odiaba estar callada demasiado tiempo. Además, estaba eufórica y tenía ganas de hablar con cualquiera que estuviera dispuesto a escucharla. Consideraba que estar tanto tiempo callado era una atrocidad.
—¡Weasley, Hugo!
Lily se irguió sobre su asiento todo lo que pudo y juntó las palmas de sus manos con expectación. Si su primo iba a Gryffindor, sería la noche perfecta. ¡Y por Merlín que deseaba que fuera a su misma casa! Por ese motivo, cuando el sombrero anunció la casa de los leones, Lily, como el resto de su familia y demás compañeros, se puso de pie y aplaudió con estridencia para dar la bienvenida a Hugo Weasley.
Mientras escuchaba las palabras de la directora, Lily lo supo. Sus siete años en Hogwarts serían maravillosos.
oOoOoOo
—¡Potter, Lily!
—¿Nunca se acaban? —refunfuñó una chica de cabello oscuro.
Scorpius Malfoy sonrió ante el comentario de su prima y siguió jugando con el tenedor de brillante plata contra Damien Nott.
—¿Tienes algún problema con la real familia Potter, hermanita? —preguntó con sorna Damien, en el momento que provocaba que el tenedor de Scorpius cayera sobre el plato vacío.
—Hay muchos, son como conejos, todos esos Weasley y Potter —respondió Dayana—. Y algunos se pasean por Hogwarts como si les perteneciera.
—Te caen mal —resumió Scorpius, robando el cuchillo de su compañero de mesa para realizar un contraataque.
—No todos —dijo Dayana, como si reflexionara—, aunque sí. Me resultan insoportables y…
—¡Gryffindor!
El sombrero seleccionador gritó el nombre de la casa produciendo un gran estruendo entre los alumnos que miraban la selección de la menor de los Potter. Dayana Nott se llevó las manos a los oídos, con fastidio, y le sacó la lengua a su hermano mellizo cuando este le sonrió con malicia. Su ánimo mejoró cuando la pequeña pellirroja, de un salto bastante entusiasta y ridículo, en su humilde opinión, dejó caer el sombrero al suelo.
—Será pava —comentó Dayana.
Scorpius decidió que le importaba un bledo si la tal Lily Potter era una pava o no porque su lucha contra Damien estaba en su momento más álgido y no pensaba dejarse perder la partida. Odiaba perder y, por otra parte, le sentaba muy bien ganar. Siempre le ponía de un humor excelente y eso era todo lo que necesitaba para comenzar su segundo año en Hogwarts. Empezar con buen pie para que el año fuera, como el anterior, maravilloso.
oOoOoOo
Lily se despertó antes que ninguna de sus compañeras de habitación. Decidió que no valía la pena quedarse tumbada y mirando a la nada, esa pasividad le ponía muy ansiosa. Se incorporó sobre la cama y buscó, a tientas, las zapatillas que estaban al lado de su baúl. Ese sería su primer día de clases y las ganas de que comenzaran le habían impedido conciliar el sueño como era debido. Pero nada de eso parecía importarle cuando cogió su uniforme y se fue al baño.
El resultado de tan magna madrugada fue que estuvo una hora en la sala común, recorriéndola de punta a punta, para hacer tiempo. ¡Por Merlín! Estaba pletórica, quería bajar al Gran Comedor y volver a ver el techo encantado, los fantasmas que cruzaban los grises muros del castillo…, hasta esas feas armaduras le habían parecido del otro mundo. De repente, se acordó de su varita de nervio de dragón. Arrojó la mochila al suelo y la buscó con premura. Su rostro, de facciones infantiles, se iluminó al encontrarla. Decidió que bien podría probar con alguno de los hechizos que sus hermanos le habían enseñado, ¡ya tenía edad para hacer magia!
En ese momento, su primo Hugo, acompañado por un chico de cuerpo menudo y mirada nerviosa, bajó a la sala común; bastante más tranquilo de lo que lo había estado la noche anterior.
—¿Bajamos al Gran Comedor, Lily?
Lily examinó al compañero de Hugo. Se sintió satisfecha cuando este, visiblemente nervioso, retiró la mirada en el momento que ella clavaba en él sus grandes ojos castaños.
—Soy Lily Potter.
El muchacho miró, bastante intimidado, la mano que la niña le ofrecía. Finalmente, optó por estrecharla, de forma bastante efímera puesto que cuando rozó la piel de Lily, retiró su mano como si le quemara y se sonrojó.
—Christian Blunt.
El mucho se apresuró a la salida, agarrando con mucha fuerza su mochila, como si ese fuera un eje invisible que le permitiera seguir caminando sin caerse. Lily sonrió y pegó un saltito, luego se acercó a su primo y le dio un codazo.
—Le he gustado a tu amigo, ¿lo has visto?
Hugo puso los ojos en blancos y decidió no responder. Conocía de sobra a Lily y sabía que le encantaba llamar la atención, algo que a él le ponía un poco nervioso y que su hermana Rose, por otra parte, detestaba. Pero Lily se complacía ante las reacciones que producía en los desconocidos saber que era la hija del mismísimo Harry Potter.
Durante todo el camino al Gran Comedor, intentó mantener una conversación con Christian Blunt. Quería que dejara a un lado esa timidez que le ocasionaba su presencia, pero en el fondo había trazado su propia hipótesis: que era la hija del salvador del mundo mágico era un hecho que siempre creaba admiración a su alrededor, pero es que, además, ella se sabía extraordinariamente bonita. Lily le habló de sus aficiones favoritas, de lo que le gustaría desayunar, de las asignaturas que estaba deseando comenzar, de su querida Mimi, la puffskein que su tía Angelina le regaló por su octavo cumpleaños; pero nada parecía arrancarle respuestas al pobre Christian que, de vez en cuando, intercambiaba significativas miradas con su compañero de habitación, Hugo.
—Parece que somos los primeros —dijo Hugo, cansado de la retahíla de Lily, cuando llegaron al Gran Comedor y ocuparon unos asientos cerca de la gran mesa de los profesores.
Lily se echó la melena hacia atrás e hizo de vigía. Pegó un brinco cuando vio aparecer por la puerta a su prima Lucy y le indicó con las manos que se acercara, pues ya se había aburrido de su monólogo con Blunt.
—Nos vemos luego, Hugo —le dijo a su primo y, de un movimiento rápido, se acercó a él para susurrarle—. ¡Le he gustado mucho!
Hugo bufó con hastío y se sirvió un par de salchichas. Lily corrió al encuentro de Lucy, quien parecía algo soñolienta, y se sentó a su lado.
—Pásame esa tostada —bostezó Lucy, indicando con la mirada la que deseaba.
—¿No has dormido bien? —inquirió Lily mientras ejecutaba la orden y miraba, con alarma, las pequeñas ojeras que su prima tenía—. Yo tampoco, la verdad. ¡Estoy muy nerviosa! Aunque sé que parece que no, pero apenas he pegado ojo… ¿Ves aquel niño que está con Hugo? El del pelo pajizo, pues le he gustado. ¡Tendrías que haberlo visto! No podía ni dirigirme la palabra. Pobre, es tan tímido… Y eso que yo he sido muy simpática y le he hablado de muchas cosas, pero creo que le he impresionado demasiado. ¿Tú qué opinas?
—Está un poco quemada —respondió Lucy, mientras jugaba con la tostada en sus manos—. Y sobre lo de ese niño, no deberías acosar a la gente con tantas preguntas, Lily.
—¿Por qué no? —Preguntó con inocencia la niña—. A mí me gusta conocer nueva gente y hacer amigos, ¡pienso hacer muchos amigos! Y está claro que a todos les caigo bien, ayer me aplaudieron mucho cuando supieron quién era, en la selección.
—¿Te han dado el horario? —preguntó Lucy, sirviéndose una cantidad generosa de mermelada de frambuesa, su favorita.
—No, aún no —reconoció Lily, quien estaba más ocupada de inspeccionar cada milímetro del Gran Comedor y dar rienda suelta a su verborrea que de desayunar debidamente.
—A mí sí. Cuarto año pinta muy aburrido —dijo Lucy, sin poder reprimir un bostezo—. Anoche estuvimos en el cuarto hasta tarde, hablando.
—Oh, yo aún no tengo amigas, aunque he visto un par que me podrían caer bien —comentó Lily—. ¡Ya viene Rose y Albus!
oOoOoOo
—No me lo puedo creer, otra vez Pociones con Gryffindor —masculló Dayana.
Scorpius y Damien también acababan de recibir los horarios de segundo curso de Slytherin, aunque decidieron que los huevos con bacon eran más interesantes que descubrir qué clases tenían esos días. Ambos tuvieron una lucha encarnizada por el que consideraron el huevo más ostentoso de toda la fuente y, finalmente, el ufano vencedor fue Scorpius.
—No me apetece nada ir a Historia de la Magia —reconoció Dayana.
—A nadie le apetece eso —dijo Scorpius—. ¿Y si hacemos alguna broma a los de primero?
—Da la casualidad de que traigo las bombas fétidas que compré el otro día en el callejón Diagon. Son de Sortilegios Weasley y pone en la etiqueta que garantiza un "hedor inmundo" durante cinco horas —intervino Damien, quien ya se había repuesto de su fracaso por la lucha del huevo ostentoso.
—¡Oh, sería genial probarlo con alguno de los Weasley! —sugirió Dayana, buscando entre la multitud las melenas rojas que identificaban a dicha familia.
—¿Alguna sugerencia? —quiso saber Scorpius, que se moría de las ganas por echarse unas buenas risas y al que la idea de su prima no le desagradaba.
—Un par, pero quiero que sea esa mariasabidilla de Rose Weasley.
—¡Venga ya, Dayana! —Interrumpió su hermano—. Rose no es de primero y va a nuestra clase. Hemos dicho alguien de primero, una novatada.
—Haced lo que queráis —dijo Dayana mientras se ponía de pie, con orgullo, y se echaba la mochila al hombro—. Paso de aburrirme con dos muermos como vosotros.
—No entiendo por qué le cae tan mal Weasley, es simpática, ¿no? —Comentó Nott viendo cómo se alejaba su hermana—. ¿Vamos?
Scorpius tomó un bollo para el camino y se puso en pie. Ambos primos habían decidido que durante su camino al aula de Historia de la Magia darían con la víctima adecuada para su primera novatada. Malfoy le pidió una bomba fétida a Nott y se la guardó en el bolsillo de la túnica con una sonrisa traviesa pintada en su rostro. Solo pensar en la cara que pondría su anónima víctima era incentivo suficiente para continuar con lo que ellos catalogaban como una "inocente novatada".
La tarea de buscar alumnos de primero era muy fácil. Aparte de que eran los más pequeños de todo el castillo, en sus caras, nerviosas y expectantes, se traducía como por arte de magia que eran nuevos. Cruzaron un pasillo lleno de armaduras y giraron hacia la izquierda, donde dieron con un gran suministro de víctimas.
Todos los niños se amontonaban en frente de una puerta de roble oscuro. Algunos ya habían iniciado conversación con sus compañeros más próximos, mientras que otros se mantenían en solitario, con expresión que rozaba el pánico. Nott y Malfoy se adentraron entre ellos en busca de alguna víctima que estuviera posicionada en el lugar correcto. Fueron descartando alumnos porque no cumplían los requisitos y al final del pasillo, en un lugar donde podrían escapar fácilmente corriendo, vieron dos niñas que hablaban animadamente.
A Scorpius le bastó una mirada de su primo para saber que habían dado con su objetivo. Con paso sigiloso, se acercaron lo suficiente a sus víctimas. Scorpius vi el rostro angelical de una niña de cabello dorado y expresión afable que hablaba con otra, a la que no podía verle la cara, pero sí una gran melena del color del fuego.
—¿A cuál? —murmuró Nott, tanteando en su bolsillo para encontrar la bomba fétida.
—A la guapa no —respondió Scorpius, indicándole por la mirada a quién consideraba la guapa.
Justo en el momento que la niña pelirroja se pasaba la mano por su melena y comenzaba a girarse hacia ellos, ambos niños le tiraron a la cabeza sendas bombas fétidas, provocando que la joven gritara como si le hubieran lanzado cien cruciatus a la vez. Damien y Scorpius, a su vez, estallaron en una carcajada unísona al ver la cara de basilisco que la niña había puesto.
—¡Idiotas, estúpidos, tontos! —Gritó la pequeña pelirroja mientras su compañera se alejaba de ella tapándose la nariz—. Me pienso chivar al profesor y se lo diré a mi padre.
Scorpius no sabía si reír o llorar ante semejante amenaza y se decantó por lo primero. De hecho, el estómago comenzaba a dolerle y tenía lágrimas en los ojos. Su primo no se quedaba atrás, pero su risa se detuvo cuando se fijó en el rostro de la niña. Ojos grandes y almendrados, nariz respingona, labios con forma de corazón y una melena pelirroja que la delataba.
—¿Weasley?
oOoOoOo
Lily se sintió muy satisfecha cuando vio que su primera clase sería Encantamientos. Junto con su primo y el que parecía su nuevo amigo, se dirigió al segundo pasillo y se detuvo en el corredor, donde ya había varios alumnos, tanto de Gryffindor como de Hufflepuff, esperando a que la puerta de roble se abriera y les diera paso a la que sería la primera clase de sus estudios en Hogwarts. Lily pronto se aburrió de la compañía de Hugo y Christian, quien seguía igual de tímido y no era capaz ni de seguir una conversación sobre sus helados favoritos de Florean Fortescue. También era verdad que el pobre niño era de padres muggles y no tenía ni idea de qué era Florean Fortescue, pero Lily desconocía este detalle y tampoco se preocupó por ir más allá de sus pensamientos: Christian no le hablaba porque ella le gustaba y poco más había que añadir.
La pequeña Potter exploró el territorio y se fijó en varias niñas que podían ser sus amigas potenciales. Finalmente, decidió acercarse a una que tenía el escudo del tejón en su túnica, pues consideraba que sería buena idea entablar lazos de amistad con otras casas. Además, la chica le llamó la atención porque tenía una cara de proporciones armoniosas, un cabello dorado y precioso y, en conjunto, le pareció bastante bonita e interesante.
—Hola, soy Lily Potter. Creo que vamos a ser compañeras de clase.
Lily sonrió con su mejor postura y le tendió la mano con naturalidad. La niña la miró un rato, impresionada, seguramente por tener delante a la mismísima hija de Harry Potter —Lily lo leyó en su cara y se sintió tremendamente satisfecha— y, finalmente, le estrechó la mano sonriendo.
—Michelle Fairfax. También voy a primero, ¿tú eres Potter de…?
—¡Sí! —Respondió Lily antes de que su interlocutora acabara de formular la pregunta—. Mi padre es Harry Potter y sale en las ranas de chocolate.
Michelle le sonrió y se atusó la falda, un poco nerviosa. Lily sintió ternura hacia ella y se imaginó cómo se sentiría en su lugar, si ella hubiera sido elegida por la hija de Harry Potter para ser su amiga. Evidentemente, estaría halagada y muy agradecida por su desinteresado gesto.
—¿Te gusta Encantamientos? —Preguntó Lily, deseosa de iniciar una conversación con la que sería su nueva amiga—. A mi hermano Albus le gusta mucho y sacó muy buena nota, aunque mi hermano James dice que se hace un poco aburrida. Pero claro, es que a James le encanta Pociones y todo lo que tenga que ver con mezclar cosas y fórmulas. Quiere ser hacedor de pociones, aunque también juega muy bien al quidditch. Es el guardián del equipo de Gryffindor. Mi hermano Albus va a hacer la prueba para cazador este año porque empieza su segundo curso y creo que lo hará muy bien, porque es el mejor entre mis primos. Claro, creo que se parece a mi madre que jugó en las Arpías de Holyhead, seguro que la conoces, era la estrella del equipo aunque ahora trabaja como corresponsal en El Profeta. Yo quiero ser buscadora, como mi padre, ¿sabías que fue el alumno más joven en ingresar al equipo de quidditch? Eso también sale en la rana de chocolate.
La joven Hufflepuff observó a Lily sin poder intervenir en ningún momento, pues la joven Gryffindor no había tomado ni un segundo para respirar y dar la posibilidad a su amiga "en potencia" para que pudiera tomar parte de la conversación. Lily solo se detuvo cuando escuchó un susurro a sus espaldas que decía algo como "¿a cuál?". Otra voz respondió "a la guapa no" y Lily se supo a salvo de lo que sea que esas voces estaban tramando, porque estaba claro que ella era la más bonita de todas las niñas que estaban ahí.
Impulsada por la curiosidad de saber qué iban a hacer esas voces, se colocó su melena y se giró hacia ellos. Lo siguiente que vio fue cómo dos objetos, que no sabría identificar, se abalanzaban sobre ella y se estrellaban en su cabeza. El dolor del choque fue lo de menos, porque en seguida comenzó a notar como un olor nauseabundo se incrustaba en su cuerpo y las risas comenzaban a su alrededor. Lily les profirió una sarta de insultos, los más dolorosos que encontró entre su vocabulario infantil, y los miró con profundo asco.
Eran mayores que ella, pero tampoco mucho. Uno era moreno y de ojos de un azul intenso que resaltaban sobre su rostro como dos luceros en la noche; y el otro, rubio y de ojos grises. Lily sintió deseos de echarse a llorar, aunque las arcadas que comenzaba a sentir que sucumbían su cuerpo eran mayores que cualquier conato de llanto.
—¿Weasley? —dijo el chico moreno, que había dejado de reírse.
Lily se apartó unos mechones de la cara con un manotazo, se tragó el llanto y elevó la voz varios decibelios por encima de lo normal.
—¡PO-TTER! ¡Y os vais a acordar de esta, so idiotas!
—¡Potter apesta! —rió Scorpius, desconocedor de que ese mismo lema había sido una de las "brillantes" ideas de su padre cuando estaba en Hogwarts para mofarse del padre de la pelirroja que tenía en frente.
—Qué simple eres —le escupió Lily y fulminó a ambos con la mirada. Quizá el rubio le caía un poco peor porque al menos, el moreno, había parado de reírse y su semblante se había puesto serio.
Scorpius hizo caso omiso al tirón de túnica que le dio Damien. Estaba clavado en el suelo, disfrutando como hacía tiempo que no lo conseguía con una de sus bromas. De pronto, una multitud comenzó a rodearlos y una cabellera roja se interpuso en la escena principal. Allí estaba Hugo, respirando de forma entrecortada, y acompañado por una seria Rose.
—Ellos han sido —les acusó Hugo, señalando a Malfoy y Nott con el dedo.
Damien se puso evidentemente nervioso y se llevó, en un gesto instintivo, las manos a los bolsillos fingiendo inocencia. Scorpius dejó de reír y compuso un mohín serio, típico de a quien le echan a perder su fiesta favorita. Resopló con fastidio al encontrarse frente a la correcta Rose Weasley, una de las pocos Gryffindor que siempre había tratado a los de su casa con cordialidad y sin darse esos aires ufanos de orgullo y prepotencia que se gastaban la mayoría de esa familia, de acuerdo con su punto de vista.
—¡Yo sola soluciono esto! —gritó Lily, tirando su mochila al suelo y cogiendo su varita. Avanzó unos pasos hasta colocarse en frente de los dos niños y los apuntó, con decisión y furia.
—¡Alto! —dijo Rose, interponiéndose—. Lily, no sabes nada de hechizos y ellos van a segundo, ¿estás loca?
—¡No me hace falta ningún tonto hechizo, sé lo suficiente! ¡Quítate, Rose! ¡Se van a enterar!
Scorpius sonrió con cinismo y volvió a encontrar divertida la escena. Desde luego, ni en sus mejores sueños habría podido elegir una víctima más cómica que la que tenía delante. Si la pobre niña pretendía asustarle, con ese ridículo berrinche, estaba lista.
Hugo, haciendo de tripas corazón, sujetó a su prima agarrándola por la cintura, con el objetivo de evitar una colisión con los chicos que tenía en frente.
—Slytherin teníais que ser —graznó Hugo, que evitaba respirar por la nariz y solo consiguió que su voz fuera de lo más risible.
—Nott y Malfoy, me voy a llevar a mi prima para quitarle esa porquería que le habéis echado, pero no vais a salir de rositas —les avisó Rose, cogiendo la mochila de su prima y echándosela al hombro.
Nott tragó saliva, un poco avergonzado, mientras Scorpius decidió poner su gesto de "me da igual". ¡Era una maldita broma! No tenía la culpa de que esa renacuaja de pelo cantoso hubiera puesto el grito en el cielo por un par de bombas fétidas. De repente, todo su buen humor se esfumó porque sabía que Rose Weasley iría con el cuento a algún profesor o, quizá, la directora, que parecía muy próxima a su familia. Y él tendría todas las de perder porque era Malfoy y la niñata gritona resultó ser la hija del gran Harry Potter.
Si esa misma broma la hubieran hecho a otro alumno, estaba seguro de que no pasaría nada. ¡Ahí estaban los idiotas de James Potter y Louis Weasley! No había semana en que no la liaran con alguna de sus estupideces, pero nadie les ponía un dedo encima.
—Os podíais disculpar al menos —dijo Rose, al pasar junto a su lado.
—No pienso disculparme —afirmó Scorpius.
Su primo lo miró sorprendido y le indicó, con la mirada, que era hora de abandonar el pasillo antes de que la pequeña broma fuera a mayores.
—¡Claro que te disculparás! —Gritó Lily, centrando sus ojos en él por primera vez—. ¡Eres más tonto que un trol!
—Dime, Potter —dijo Scorpius mientras la miraba de arriba abajo con desprecio—. ¿Qué te dolió más? ¿La bomba fétida o que te llamara fea? Porque apostaría que fue lo segundo.
Lily lo tuvo claro cuando una sonrisa de victoria, que se le antojó de lo más desagradable, apareció en la cara del rubio. Intentó hacerse con su varita, pero al no conseguirlo solo pudo gritar una serie de insultos que consideraba los más hirientes entre su arsenal. Nott aconsejó a su primo marcharse, y muy satisfecho por su comentario y la reacción que había ocasionado, Scorpius estimó que ese era el momento oportuno para poner pies en polvorosa.
La pequeña Potter, de camino a la sala común de Gryffindor, acompañada por sus primos, ya no pensaba en el aspecto pegajoso de su cabello y el hedor insoportable que despedía cada célula de su cuerpo. Ese estúpido de Malfoy era el rey de los estúpidos y, tal como le había dicho, le había herido más en su orgullo que en cualquiera otra parte de su ser. Ella era preciosa, todos se lo habían dicho, y lo sabía.
—¡Ya sigo yo sola! —protestó Lily al entrar en la sala común.
Rose la miró con pena, cosa que enojó más a la pelirroja, y Hugo parecía casi tan enfadado como ella. Con unas pocas zancadas, cruzó toda la sala, subió los escalones, ingresó en el dormitorio de las chicas de primero y se dirigió al cuarto de baño. Sin duda, su primer día no había sido el mejor y en su mente solo resonaba, clamando venganza, el nombre del principal culpable: Malfoy.
Mmm... pues eso es el principio. Nos vemos en el segundo curso de Lily.
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Venetrix Black, quien nunca pensó que escribiría un Scorpius & Lily xD
