Disclaimer: Nada me pertenece, personajes y demás a JK Rowling.

Sé que tengo un Severus/Hermione empezado, y que debería estar continuándolo, pero no me resistí a empezar una nueva historia.

Pareja: Hermione/Severus

Advertencias: Lemon en futuros capítulos, EWE.

Resumen:

Capítulo 1: Superando el límite.

Sentía su brazo arder. La marca tatuada veinte años antes quemaba todo a su paso. Sabía que tenía que acudir a su llamado, pero en ese momento se encontraba dando clase. Dándole clase a Potter, más exactamente. El chico era arrogante, presumido, con poco apego a las reglas, y un descuidado. Exactamente igual a su padre. James Potter había sido el causante de que todos sus sueños adolescentes, todos sus planes a futuros cuando tenía quince años se fueran por la borda.

Lejos estaba de ser aquél muchacho que se sentía atacado y luchaba, a sabiendas de que perdería. Ahora meditaba la situación: antes de actuar, pensaba. Por eso no sabía si ir en ese momento frente al Lord Oscuro, o terminar de darle clases al mequetrefe de Potter, que pese a que era su tercera lección, aún no dominaba el arte de la Oclumancia.

-Potter, la clase por hoy ha terminado. Retírese de inmediato-

El chico le mandó una mirada cargada de odio. Severus se encargó de devolvérsela.

Agarró firmemente su varita, y cuando Potter cerró la puerta, saltó al vacío.

Mientras se dirigía al punto de reunión, la Mansión Malfoy, pensaba en qué nueva tarea le encomendaría Lord Voldemort. Llegó unos minutos más tarde. Lo cierto, es que era muy práctico el hechizo de volar como una nube negra. Deberían reconocerle el mérito a la serpiente, pensó Snape.

Entró a la Sala, y se sentó a la izquierda del-que-no-debe-ser-nombrado. La única silla que estaba vacía. Esperando su llegada.

-Me alegra saber que te unes a nosotros, Severus. Demoraste bastante, y mereces ser castigado por eso, ¿no te parece?-

-Mi Señor, estaba con Potter. El muchacho estaba castigado.-

-Con que castigado...-pensó por un momento- Imagino que le habrás puesto un castigo ejemplar. ¿Verdad, Severus?-

Y el hombre de pelo negro sintió como alguien, como Voldemort, quería entrar en su mente. Se encargó de llenar su cabeza de imágenes falsas, dónde Potter estaba arrodillado limpiando el piso de las mazmorras, mientras él se encargaba de insultarlo.

-No dejas de sorprenderme, Severus. Sin embargo, mereces tu castigo. ¡Crucio!-

El profesor cayó al piso, se negó a gritar, no obstante, sentía como se le entumecían todos los miembros. Voldemort rió, y con la mirada posada en Bellatrix, le permitió castigarlo.

La esposa de Rodolphus Lestrange, reía macabramente, mientras veía como la cara de Snape se desfiguraba por el dolor.

-Ya basta, Bella. No queremos que le haga compañía a los Longbottom- Los presentes reunidos en torno a Snape festejaron la gracia de su Señor, y Bella terminó el hechizo.

-¿Qué hacemos con él ahora, mi Señor?-

-Tú nada- le contestó, y volvió la mirada al taciturno Profesor- Te hice venir, Severus, porque necesito que le lleves un mensaje a Dumbledore. Pretenderás estar asustado. Como él piensa que tú eres su espía, debes fingir temor. Dile que atacaré Hogwarts en no más de seis meses. Que cuando llegue el momento no me importará quién muera. No tendré piedad.-

-¿Al... algo más, mi Lord?- preguntó el hombre, parándose de a poco, dado que el dolor seguía en su cansado cuerpo.

-No, vete. Y procura no llegar tarde la próxima vez que te llame ¿Entendido?-

-Por supuesto, mi Lord-

Voldemort le dio la espalda, y Snape aprovechó para retirarse.

Cuando pisó Hogwarts, se permitió gemir del dolor. La puta de Bellatrix se había ensañado enserio con la maldición.

Se recostó contra la pared, tratando de llegar a la puerta de su habitación, pero metros antes cayó sentado, con la espalda pegada a la fría roca.

Una chica castaña pasaba por ahí. Estaba cumpliendo con sus funciones de Prefecta al realizar las rondas nocturnas.

Con la punta de la varita encendida apuntó a la figura tendida en el piso, y se llevó una sorpresa al ver que se trataba de su siniestro Profesor.

-¡Profesor! ¿Se encuentra usted bien?-

-¿A usted qué le parece, Granger?- le preguntó el hombre con sarcasmo, algo característico en él.


Sé que el primer capítulo es algo corto, pero ya tengo la continuación, sólo espero saber sus opiniones :)