Era un día normal en Cabeza de Puerco, Aberforth estaba leyendo El Profeta, pues resulta que paso una semana después de que mataran a Albus.

"El se lo tenia merecido" pensó Aberforth con rencor, y aunque Aberforth no lo reconociera, había perdido al ultimo miembro de la familia que le quedaba, su hermano mayor…

Su padre murió en Azkaban, por vengar lo que le hicieron esos muggles a su hermana, muerto en aquella celda Aberforth le echaba de menos.

Su madre tuvo un trágico final, muerta a manos de su querida hermana, Aberforth se sentía el culpable de su muerte, el lamentaba no haber estado ahí para ayudar a su madre.

Su hermana… su querida hermana, muerta por el impacto de una maldición, en parte se sentía culpable, pero les echaba la culpa a su hermano y a su "amigo", a pesar de eso Aberforth aprendió a vivir con aquella culpa.

Su hermano mayor, muerto en la torre más alta de su colegio, a traición de uno de sus profesores, y aunque Aberforth no lo admitiese, aun así apreciaba a su hermano. Llego a odiarlo por no cuidar bien de su hermanita, pero aun así lo apreciaba por lo que quería vengar la muerte de su hermana, y así paso, Albus venció a Gellert en un duelo y consiguió lo que siempre quiso una varita. Aberforth quedo turbado, pues no heredo nada de su hermano, salvo un polvoriento espejo que le vendió un mugroso mago ratero de nombre Mundungus.

Cuando acabo de leer el Profeta se dedico a abrir la puerta de su Púb. Y una mujer con una bolsa de cocodrilo entro.

-Aberforth, que gusto en verte- repuso la mujer con una fingida sonrisa que mostraba lo contrario

-¿Qué quieres?- repuso Aberforth un tanto hosco- ¿No ves que estoy ocupado Rita?

-Ah, nada molesto solo quería hablar sobre tu hermano, como bien sabes- dijo Rita

-Mira, mi hermano no era un santo como todos creen, el tuvo la culpa de… de…, el no tenia que meter las narices donde no debía- dijo Aberforth como quien no quiere la cosa, pues no se sentía capaz de pronunciar el nombre de su hermana.

-Como quieras, Aberforth- repuso Rita, esculcando su bolso

-Si no tienes algo mejor que hacer, te suplico que te retires- repuso Aberforth fríamente

Rita lo miro ceñuda

-Ya veo porque tu hermano no hablaba de ti Aberforth, seguro que sentía lastima de tener un hermano mediocre como tu, si son ciertos lo rumores, tuviste demasiadas admiradoras Aberforth, pero fuiste tan estupido como para darte cuanta, y preferiste hechizar cabras.

El humor de Aberforth no tuvo paciencia esta vez, ya fue a tomar un excremento de cabra y se lo arrojo a la periodista, cerro la puerta de un azoton, y se fue a su cuarto

Aberforth soltó un grito de coraje, que las aves que estaban en el alfeizar de la ventana se alejaron asustadas, estaba enojado, y la verdad es que después de la muerte de Albus, mucha gente le interrogo demasiadas cosas. Lo que Aberforth iba a hacer seria ir a hablar con el retrato de su hermano (ahora esta detrás del asiento del director de Hogwarts), y solo así para aclarar unas cuantas cuestiones.

Se recostó en su cama y se que dormido, pues ya pensaría en otras cosas luego…

Mientras dormía soñaba con las vivencias de Hogwarts cuando era niño

-Tu hermano es un muy buen alumno- le decía una niña que se sentaba al lado de el en Transformaciones- ¿Por qué no eres como el, Aberforth?

El niño se puso colorado de ira, y la niña pareció darse cuenta por lo que añadió

-Claro que la inteligencia no lo es todo

Aberforth no le hizo caso, porque dijo

-¿Porque todo el mundo lo idolatra?, mi hermano no es tan especial, sobre todo desde que enfermo mi hermanita, a el no le preocupa, se la pasa encerrado en su habitación- dijo eso porque era cierto, su madre y el cuidaban de su hermana pero su hermano mayor no

-Calmate Aberforth,- chillo la niña- no me gusta verte así, por favor.

Aberforth estuvo a punto de pegarle, pero la niña se hizo para atrás y Aberforth se detuvo, muy arrepentido de lo que iba a hacer los reprendió un profesor, Armando Dippet

-Jovencito, tendré que castigarle por agresión

Aberforth resignado, no hizo nada al respecto.

Volviendo a la realidad, Aberforth despertó, se puso sus gafas y por fin entendió lo que ocurría, ahora lo entendía ¿Cómo pudo ser tan estupido?

Luego de levantarse, decidió hacer una cosa, hablar con su hermano. Pero para eso debía de hacerlo ya.