Candy Candy no me pertenece.

It´s you

Hacía un mes que Candy había leído el obituario de Susana. ¿Qué había ocurrido? Y más importante, ¿dónde estaba Terry? Se sentía cruel por pensar de esa manera, pero quería verlo. Solo eso. Con eso se conformaría. O mejor dicho, querría más. Porque Terry es Terry. Solo eso. Es su Terry.

Tenía unas pequeñas vacaciones. Le encantaba ser enfermera, pero también era bueno descansar de vez en cuando.

Decidió ir como todas las mañanas a visitar la colina de Pony, ahí podía pensar en Terry.

Le recordaba aquellos lindos días en la falsa colina de Pony en el colegio San Pablo, la cual fue testigo del florecimiento de su amor. También le gustaba pensar en qué había hecho Terry cuando visitó ese lugar al llegar a EUA después de abandonar el colegio.

Que no daría por verlo una vez más. Aunque fuera a la distancia.

Y como si de una ilusión se tratara, el chico se hizo presente frente a sus ojos. Candy podía reconocerlo aún de espaldas. Era Terry. ¿O estaba soñando? ¿Una cruel broma de su aún adolorido corazón?

-Terry…-susurró.

Pero fue lo suficientemente alto para que él escuchara.

-¿Candy? No creí poder encontrarte aquí-le dijo acercándose a ella.

-¿Qué haces aquí?-fue lo único que logró preguntarle.

Terry le sonrió.

Candy casi se derrite al ver su dulce sonrisa otra vez. Sonrisa dedicada solo a ella.

-Vine a visitar tu colina de Pony. He venido varias veces, en especial durante este último mes, pero nunca te había visto-

-¿Has venido varias veces?-

-Sí, cuando llegué a EUA vine por primera vez, en estos dos años lo he hecho unas 10 veces, pero este mes han sido como unas 20, tal vez-admitió.

-¿Por qué?-preguntó sorprendida.

-Porque me recordaba a ti-

Había tanta verdad y dulzura en sus palabras que las lágrimas empezaron a empapar el rostro de la rubia.

Él se acercó más a ella para poder limpiárselas.

-Terry…te extraño…-le decía entre sollozos.

Y Candy no lo pensó mucho más y se lanzó a sus brazos. Él la rodeó con sus brazos y la apretó contra su pecho.

La dejó llorar libremente con su cara oculta entre sus ropas, en parte también para que ella no viera las lágrimas que él también derramaba.

-Eres un tonto-le dijo, golpeándolo ligeramente.

Terry rió. Era como si las cosas no hubieran cambiado nada entre ellos. Cómo la había extrañado.

-Me alegro haberte encontrado Candy-

-Gracias Terry-

Desde ese día, Candy y Terry unieron sus vidas nuevamente.

Tuvieron todo el tiempo del mundo para hablar sobre lo que había pasado en esos dos años y lo que harían en adelante.

Cinco años después, en Inglaterra.

Terry ensayaba el guión de su nueva obra por estrenar cuando de repente Candy entró gritando en la biblioteca.

-¡Terry!-

-¿Qué sucede Candy? No me asustes-

-Terry yo…-

-¿Tú qué? ¿Qué pasa?-

Candy solo iba de un lado a otro y no le decía nada coherente.

-¡Mira!-

Candy le mostró unos papeles que sostenía en sus manos.

-¡Vamos a ser padres!-

Terry quedó en blanco unos segundos y poco a poco una enorme sonrisa surcó su rostro.

-¡Oh Candy!-

El chico abrazó a su esposa.

-¡Esta es la mejor noticia que podrías darme! ¡Gracias Candy!-

-Veo que estás feliz-

-¡No sabes cuánto!-

Terry la besó apasionadamente.

-Mi dulce Candy, gracias por haber nacido en este mundo-

Candy rió nerviosa y se sonrojó.

-Me encanta cuando te pones romántico-

-Y a mí me encantas tú-

Terry volvió a besarla, para perderse una vez más en esos labios que tantos suspiros le arrancaban.

Porque a pesar de todas las dificultades que pasaron para estar juntos, nada ni nadie volverían a separarla de ella, porque era su Candy, solamente ella.