¡Hola! He vuelto al fandom pero con una traducción que tras darle muchas largas al asunto, decidí publicar. He esperado cerca de dos años el permiso de publicación de este fic, pero Mirai Shiranui no ha respondido mi solicitud. Si en algún momento ella vuelve y exige que retire el fic, cumpliré con su petición, mientras no lo haga, pueden disfrutar de esta pequeña historia post-canon que hasta la fecha de hoy sigue siendo una de mis favoritas.
La versión original de este fic podrán encontrarlo en esta misma sección bajo el nombre de "Two Mistakes".
Entre las advertencias, deben saber que esta historia es Non-con y por tal motivo, a pesar de que no sea explícito, es clasificación M. Si no es de su agrado la temática, por favor, cierre la ventana y busque algo que se adecúe a sus gustos.
Disclaimer: Final Fantasy IX y sus personajes pertenecen a Square Soft, en la actualidad, Square Enix.
Dos errores - By: Mirai Shiranui - Traducción: Zahaki
Capítulo 1 – Primer Error
Realmente no sé qué pensar, todo sucedió tan rápido a pesar de lo que parecía. Estoy dispuesto a culpar a Garnet por esto… o a Brahne, ¡demonios! Culparé al primer tipo en la calle si se me ocurre una razón suficiente. Sin embargo, y a pesar de que sabía que era malvado, nunca lo culparía a él. Siempre había una pequeña voz en el fondo de mi cabeza pidiéndome que lo perdonara, que simplemente olvidara todo lo que había sucedido. Eso parecía tan fácil de hacer…
Ese maldito árbol, el lugar donde todo cambió. Ahí donde murió. Había una razón detrás de todo; razones para todas las cosas que hizo. Todo el mundo lo odiaba, pero yo no lo odié incluso si debí haberlo hecho. Desde luego, no quería que muriera.
Incluso pensé en permanecer allí, pero en vez de ello escapé. Desearía no haberlo hecho. Nada de esto estaría ocurriendo si hubiera muerto en ese árbol. Ahí fue donde cometí primer error: subestimarlo. Probablemente había hecho lo mismo antes, pero nunca esperé que consiguiera engañar a la muerte.
Salí de ese lugar felizmente ignorante y comencé mi viaje a 'casa'. Cada noche repasaría exactamente lo que pasó y me daría cuenta de lo mucho que realmente lo extrañaba. No pensé que lo haría, pero para todos los allegados, él era mi hermano. Fuimos hechos por la misma persona -Garland era como nuestro padre, ¿no? Tan pronto me enteré de nuestro vínculo, anhelé las relaciones familiares que podíamos compartir. Lamentablemente cuando murió, provocó que mis sentimientos por Garnet se hicieran más urgentes.
No fue hasta que me reuní con el Tantalus que reparé en los problemas con la Princesa, o mejor dicho, la Reina. Ese era el problema. Garnet era reina de Alexandria. Sabía lo que pasaría si volvía junto a ella. Tendría que casarme y convertirme en rey y yo no tengo material para algo así. Apenas tengo material de héroe. Me tomó una noche errante por la ciudad para entender esto. Blank decidió que necesitábamos celebrar mi regreso y me llevó a nuestro bar favorito desde hace mucho, el cual había sido reconstruido en mi ausencia. No antes de un par de tragos y tenía todo dispuesto para ir por la muchacha bonita en la mesa junto a la ventana. Ni siquiera recuerdo su nombre - la verdad era que no importaba. Todo estaba en el juego. Blank y yo hicimos lo mismo tantas veces antes - de cualquier manera siempre terminaríamos en la cama si la noche no funcionó para ninguno de los dos. Él solía bromear sobre lo sumiso que podía llegar a ser a veces.
No amaba a Garnet y tampoco tenía deseo alguno de convertirme en el gobernante de un reino. El que la haya perseguido sólo había sido parte de un juego al que estaba acostumbrado. Pero siendo la princesa, no cayó con facilidad. Eso fue lo que me atrajo, no el hecho de que era bonita o que fuese la sucesora. Gracias a Blank me di cuenta de eso. Me alegro de haberlo hecho e incluso ahora, no volvería a Alexandria junto Garnet.
Pude haber hecho algo más sustancial con mi vida, pero en lugar de eso, preferí quedarme con Tantalus. Era la única familia que había conocido. Nos dimos por vencidos de las otras cosas y nos limitamos a trabajar como un grupo de teatro. Y así fue como me encontró. Mi nombre estaba en carteles por todas partes -cualquiera podía haberme encontrado si se esforzaba realmente. Tantalus adquirió mucha popularidad e incluso tuve mi cuota de fama. Esto me hace preguntarme si alguien se da cuenta de que estoy desaparecido.
Pensé que estaba a salvo ahora que todo había terminado. Todo el mundo estaba en paz; realmente no había necesidad de ser cautelosos. Ni siquiera tenía mi espada conmigo cuando llegó pues estaba disfrutando de una copa después de una actuación. Estando medio embriagado, sólo necesitó de un pequeño hechizo para enviarme a dormir y cuando me recogió, nadie lo cuestionó. O al menos eso es lo que me dijo.
Y así es como llegué a aquí; a su casa, esté donde esté. Él no me deja salir y no puedo obtener mucho provecho de mirar por la ventana ya que da al océano. La habitación en la que me tengo que quedar es grande; mucho más grande que cualquiera a la que estuviera acostumbrado. Una fantasía suficiente para una princesa. La cama es grande, con sábanas de colores vivos y grandes almohadas, hay una chimenea en la pared y una mesa para dos cerca de la puerta. No conozco lo que hay fuera de esta habitación porque nunca he estado fuera de ella. He intentado escapar antes, pero no funcionó. La ventana, aunque siempre abierta, tiene el acceso restringido con algún tipo de hechizo y la única manera de atravesar esas gruesas puertas es con él.
Siempre me siento en el alféizar de la ventana, colocándome tan cerca del borde como pueda antes de que la fuerza mágica me haga retroceder. Aquí -si es que logro olvidar todo alrededor- casi puedo sentir como si estuviera libre. Por lo general, es en estas horas en las que me complace con su presencia. No sé por qué razón es siempre en este momento, a media tarde cuando el sol brilla frente a mi ventana.
Y así como el sol se desliza a través de mi ventana lanzando un manantial de luz sobre la habitación, las puertas se abren. Siempre trato de no fijarme en él hasta que me obliga a hacerlo. No puedo rebelarme mucho, pero no hay manera de que vaya a hacer su voluntad libremente. Puedo oír el sonido de sus pasos y el silbido de su ropa al acercarse. Si se da cuenta de mi conducta, es obvio que no le importa y más probable que incluso le divierta.
Se detiene junto a mí, las largas hebras plateadas silban por encima de sus hombros. Todavía pretendo no darme cuenta, aunque soy consciente de todo; de cada pequeño movimiento que hace. Sé que me está mirando, un nuevo hobby que parece haber tomado y me contento con permitirle quedarse así. Si está aquí prefiero que no esté tocándome. Sin embargo, sé que lo hará en su debido momento. Siempre lo hace no importa lo mucho que proteste.
—Mi querido Zidane, ¿cómo estás hoy? Veo que terminaste todo tu almuerzo. ¿Ya estás convencido de que no voy a envenenarte?
Simplemente me mantengo delante de la ventana, mi cola se retuerce con obvia agitación. ¡Maldito apéndice expresivo!
Él sencillamente suelta una risilla y se inclina más cerca de mi oído. Puedo sentir su cálido aliento en mi mejilla y el pelo de mi cola erizándose. No me gusta estar cerca de él. Si pudiera mantener su distancia, podríamos tener una conversación, mas nunca lo hace.
—Nunca te envenenaría — susurra a mi oído—. Eres demasiado importante para mí.
Estaría halagado si no me hiciera sentir tan enfermo. No sé a qué se debe esa repentina fascinación por mí, pero es todo sobre lo que piensa. Ahora nunca puedo pensar en él como mi hermano -el pensamiento me enferma-. Lo que me ha hecho...
Él lo disfruta, le encanta la forma en la que me hace sentir. Su sonrisa torcida me persigue cuando finalmente me las arreglo para dormir y el dolor que inflige siempre está ahí. Ahora tengo tantas cicatrices, muchas más de las que tenía incluso cuando luchaba. ¿Cuánto tiempo he estado aquí? No mucho sin duda... por lo menos no parece como un largo tiempo. ¿Una semana?
Comienza mientras su mano se apoya en mi hombro y maldigo entre dientes. Con una risa divertida, tira del lazo de cuero de mi cabello y deja que todo caiga al frente. Desparramándose alrededor de mi rostro, pero puede mantener la mayor parte apartado de mis ojos, hasta que él termina de sacar el cordón de todos modos.
Sus dedos se enrollan en mi cabello y cierro los ojos frente a la sensación de que sería agradable si fuese inducido por alguien más.
—Tienes un cabello precioso, sobre todo en esta luz. Si hubiera sabido en ese entonces que te convertirías en esto, lo hubiera dos veces antes de deshacerme de ti. Estoy muy contento de tenerte ahora, podemos recuperar el tiempo perdido, juntos.
Tomé una de sus manos entre la mía, tan rápido que por una vez no tuvo tiempo de apartarse. Le apreté fuertemente, más de lo necesario con la esperanza de al menos causarle pánico. Pero ni siquiera sé si lo siente porque ciertamente no muestra reacción alguna. De hecho, en momentos en los que ha tenido suficiente del "juego", simplemente saca su mano de mi agarre. Suspiro con mi pequeña derrota y dejo que mi cabeza caiga adelante para mirar hacia el agua debajo de mi ventana, mi cabello sigue cayendo sobre mis hombros mientras que las partes más cortas se agitan contra mi cara.
—Ya, ya, sabes bien que no tiene sentido, incluso ahora aún soy más fuerte que tú. Ríndete —Se inclina de nuevo sobre mí — y sé mío libremente.
Resistí la tentación de atacarlo sabiendo que no iba a funcionar. Ya lo he intentado todo y en ambas ocasiones quedé tan maltratado que desperté vendado. Ni siquiera recuerdo esas peleas. Un minuto yo le estaba atacando y al siguiente despertaba en la cama. Me asusta un poco pensar en lo poderoso que era y que no es de extrañar que no muriera.
Apenas creo en su historia, a pesar de que no conozco otra forma en que podría haber vivido y escapado. Él dice que tuvo que ir a... No sé cómo lo llamó; no sé mucho sobre magia. Pero necesitaba tiempo para regenerarse, por lo que pasó tres meses haciendo precisamente eso. No me dijo cómo escapó, pero puedo asegurar que es más débil de lo que debería ser. Sin embargo sigue siendo más fuerte que yo, esa es la parte más molesta de todas. Incluso cuando está herido, no tengo ninguna posibilidad de escapar por mí mismo; cuando esté completamente curado nunca podré salir.
Ni siquiera creo que vaya a venir alguien a rescatarme; y si lo hacen, nunca podrán encontrarme.
Tranquilicé mi respiración, manteniendo mi voz, incluso mientras hablaba—Nunca voy a ser tuyo libremente, Kuja.
Sacude la cabeza, sus hebras cual plata se cierran balanceándose adelante y atrás perezosamente antes de que se sentara a mi lado.
—Te he traído un regalo. Algún día lo aceptarás —dijo y colocó un aro de plata delante de mí. Era de un grueso metal con una captura en la parte trasera y una bisagra en la parte delantera. Parecía bastante corriente pero sabía que si lo tocaba algo malo iba a suceder. Retrocedí un poco y entré en contacto con la pared detrás de mí—. Es una gargantilla. Debes llevarlo. De esa manera todos sabrán que me perteneces y puedo dejar que salgas de aquí.
Lo miré y manoteé la gargantilla que cayó al piso chocando con mi bota. Hizo un alto chasquido y aterrizó rodando unos pasos antes de volcarse.
—Nunca —le espeté cruzando los brazos y mirando por la ventana de nuevo. Parecía infantil, pero yo no iba a caer en sus pequeños juegos.
Sabía que si me iba a dejar salir de ahí, ese objeto tenía que tener algún tipo de hechizo; algo que me impidiera escapar.
Sus dedos empezaron a perderse por mi mejilla antes de enterrarse en mi cabello de nuevo, volvió mi cabeza con la otra mano y se inclinó hasta que nuestras narices casi se tocaron.
—Lo usarás algún día —dijo, y antes de que pudiera protestar sus labios estaban contra los míos. Sea cual sea hechizo que echó sobre mí, entró en vigor de nuevo, asegurándose que no opusiera resistencia. Sin embargo no era el hechizo o el beso lo que me hizo molestarme. Fue la forma en la que mi propio corazón se agitó en respuesta, la forma en la que mi garganta se secó por completo y cómo mi mente se empañó. Nada tenían que ver con el hechizo de Kuja.
Al llegar a mi camisa, yo sabía hacia dónde iba. Siempre era lo mismo ahora, y bajo su hechizo, no podía pensar en la venganza.
No era mejor que la violación, pero estoy seguro de que lo hacía sin mi consentimiento.
Él murmuró algo a mi oído mientras empujaba la camisa fuera de mis hombros. No sé lo que era y tampoco importaba. Las palabras no tenían sentido. Todo mi cuerpo cedió y me dejé caer contra él y fue entonces cuando simplemente me tomó en sus brazos y me llevó a la cama tal y como lo había hecho tres veces anteriormente.
Pensé que le gustaba hacerme daño, pero a veces la expresión de su cara me dice otra historia. No sabía qué creer, quizás había sido fácil condenarlo por todo.
N/T: Tal vez no les guste a mucho el desarrollo de este fic, yo misma tengo problemas con la primera persona, pero a impresión personal está excelentemente manejado.
Gracias por leer.
