+Joyas encadenadas+
"Exhibidor"
Hubo dos grandes guerras en el mundo, guerras donde se perdieron vidas, esperanzas… Donde surgieron héroes, donde murieron enemigos… Muerte y sangre. Todo se teñía de tal manera que la humanidad, cansada de tantas muertes, decidió terminar con ello. No podían permitirse una tercera guerra, no ahora que los humanos no querían perder más, no querían luchar más. Hartos de aniquilarse unos a otros por codicia, por odio…
Debían tirar ese lienzo roto y maltratado a la basura, comenzar a pintar todo de nuevo. Una esperanza, un blanco que no se permitirían manchar nuevamente de carmesí. No más derramamiento de sangre.
Los tratados de paz fueron concisos, cada una de las tierras volvería a la monarquía, no porque fuera la mejor opción sino la más sensata luego de ver como la "democracia" o la autonomía fallaba tan drásticamente que obligaría nuevamente al pueblo a levantarse en armas. Por la libertad… Pero la realidad era otra: ellos no eran capaces de gobernarse a sí mismos.
No, el humano necesita quien le ponga un lazo al cuello y le diga que hacer, que le dirija y le diga que está mal, que le den responsabilidades que cumplir y sobre todo que le otorguen un propósito. Alguien a quien seguir, autoridades… Un nuevo juego con reglas simples. Si logras matar al Rey de tu territorio, tú te quedas con la corona. Así creas un enemigo, un blanco… Que caiga una sola persona en lugar de miles, evitar una guerra, entregar una sola alma en lugar de teñir todo con una nueva masacre de miles.
Un solo sacrificio.
Se podría decir que todo de esa forma es relativamente normal, que no se necesitan personas manifestándose, armas nucleares o de guerra que hicieran pensar a otros territorios que quieres apoderarte de ellos, que había codicia de por medio.
Lo más difícil para ellos fue tal vez el decidir el destino de esos seres que habían servido en batalla mucho más que cualquier arma. Que habían arrasado todo a su paso con tan solo un batir de alas o simplemente un parpadeo. Difícil decisión pensaran: ¿Cómo contener a seres con tales habilidades y de quienes se tratan? ¿Cómo pueden simples humanos controlar tal magnitud de poder? ¿Cómo están esas personas a su disposición? ¿Cómo contener a un posible enemigo tan peligroso para la humanidad? Sencillo, porque estas pueden ser controladas, domadas o entrenadas mediante disciplina física y mental.
Seres excepcionales que son marcados desde su nacimiento. "Evolución" fueron llamados por muchos, "calamidades" por la iglesia, "Elegidos" por los humanos, "superioridad" para los científicos y finalmente, y tal vez la peor visión de todas, fue la de los reyes y gobernantes al llamarles "armas".
Armas para matar, para destruir…No para proteger y ayudar.
Armas que luego de las guerras fueron odiadas y temidas.
Ojos con pupilas afiladas, alas que se expandían al son de órdenes y guerra, diferentes tipos, diferentes habilidades. Sangre que curaba, que envenenaba, escudos impenetrables, magia oculta entre otras habilidades aun incomprensibles…
Solo reconocidos por su color de cabello, una marca en su frente y finalmente una especie de membrana endurecida y transparente incrustada justo en medio de su pecho. La mayoría era de tal hermosura que daban la ilusión de piedras preciosas.
Capaces de manipular los elementos a su antojo, descritos en la mitología se hacían presentes en ese futuro. Estos seres excepcionales fueron llamados "Dragones".
Adorados al principio, utilizados en guerra trayendo consigo muchas victorias y conquistas.
Repudiados y temidos en la actualidad.
Por diez años fueron escondidos, aniquilados y cazados hasta convertirse en un lujo excéntrico de las familias en el "poder" o influyentes al poseer semejante trofeo. Esclavos, ladrones, objetos de aparadores y vendidos en el mercado negro al mejor postor como simple mercancía.
Territorio amarillo, Japón.
Corrían con toda la fuerza que sus piernas les permitían, no tenían siquiera tiempo de pensar en un plan coherente para escapar con esas luces que los apuntaban con la única intención de cazarlos. El sonido de los autos a lo lejos, del viento que azotaba con fuerza los frondosos árboles del lugar al que mucho tiempo llamaron hogar y que en esa noche tendrían que despedirse de él…No es como que les doliera, pero sin duda alguna fue donde las esperanzas más se unieron, ese largo tiempo donde las risas resonaron en las cuatro paredes de una humilde cabaña a las afueras de la ciudad.
Donde sus vidas se unieron y se comprometieron como hermanos. Ellos juraron cuidarse unos a otros sin la necesidad de compartir lazos de sangre.
La noche había caído, tan sombría. Solo era iluminada por la luna. Aquella que gustaban admirar y que esta vez era el peor escenario para el menos dos de ellos. Debido a que sus pupilas perdían gran visibilidad ante la falta de luz.
—Si nos movemos todos juntos sospecharan…—Fueron las sabias palabras que salieron de los labios de un alto chico rubio, alto, de cabellos cortos que llevaba una gorra negra con el propósito de resguardar su verdadera naturaleza, aunque en esos momentos ya era inútil. Habían sido descubiertos—. Pienso que Hinata debería ir con Kenma—sugirió, el más bajo negó de inmediato. Era imposible que el de gafas pensara que lo dejaría ahí con ese terrible problema de visión nocturna.
—Sabes perfectamente bien que eres presa fácil en la noche Tsukishima…—susurró Hinata. En realidad entre los pocos conocimientos que tenían para denominar y describir a los de su especie, Tsukishima podría ser considerado uno de los "Dragones" más poderosos al dominar su elemento de una forma tan magistral que todo ser humano quedaría encantado. Sin embargo su vista era débil y el audio tan delicado que terminaba siendo un gran problema en la noches. Siempre al ceder la luz se quedaba prácticamente ciego y los ruidos de los animales, los carros a los lejos e incluso la respiración de un simple ser humano eran sonidos constantes que en exceso podían debilitar al rubio causándole dolor. Por eso mismo Hinata Shouyou vivía preocupado cada que salía de su casa y tardaba en regresar. No era de esperarse nada más que una preocupación descomunal ante esa grave situación. —Por eso mismo no —sentenció—.Basta de tonterías, ¡nos iremos juntos los cuatro!
— ¡No te estoy preguntando! —Le retó el de gafas, irritado. Detestaba cuando el más bajito se ponía en ese plan ¿con quién creía que trataba? Estúpido enano, el solo trataba de sacarlos de ese embrollo y el muy idiota se ponía a discutir. A lo lejos Kenma permanecía alerta, observando su entorno en la espera de los perseguidores.
—Shouyou… —llamó el de estatura media con un pequeño rastreador en sus manos—Tienen a Yaku —tras sus palabras las piernas les temblaron. Es de imaginarse que eso no era ninguna buena señal para alguno, solo aseguraba el mal presagio de que tal vez ese día no podrían escapar.
—Escucho sus pasos… Escucho sus pasos—Las pupilas doradas de Tsukishima se afilaron, si no tenía opción tendría que desplegar sus alas y parte de sus habilidades. Su corazón se sentía acelerado, pasos a la derecha, a la izquierda, atrás, delante…Estaban completamente acorralados—Mierda Shouyou ¡lárguense! —Gritó. Los más bajos se sorprendieron, en todo ese tiempo jamás habían visto a Tsukishima tan alterado como lo estaba en ese momento. Hinata negó, desistía de dejarlo solo, no ahora… No en ese momento que sentía que su familia, su vida y su libertad le eran arrebatados—.Corran.
Y Kenma no esperó más. Tomó al de cabellos naranjas de la muñeca el cual desistió un poco, no podía dejar a Tsukishima ahí, no debía, no podía…Era como si le arrancaran un brazo, parte de su corazón, de sus amados recuerdos.
—Tsukishima, Tsukishima, debemos regresar por Tsukishima ¡Kei!—Gritó. Kenma apretó los labios y haciendo gala de su fuerza prácticamente arrastró al menor por el bosque. Hinata no era el único frustrado con ello, que Kenma no lo expresara no significaba que no lo sentía—. ¡Tenemos que regresar, Kenma! ¡A Tsukishima lo atraparan!
Fuertes oleadas de viento llegaron hasta donde se encontraban, clara señal de que Tsukishima se estaba resistiendo a ser atrapado. Ráfaga tras ráfaga que helaba sus cuerpos, que mecían las copas de los árboles y que les hacía dudar cada minuto de su caminar ¿regresar?... Eso era lo que Hinata quería y que Kenma le impedía. Un grito, maldiciones, un nuevo sonido tan ensordecedor, tan agudo que los hizo caer de rodillas, se miraron a los ojos y entonces lo supieron: no podían escapar. Con eso habían atrapado a Yaku y ahora sabían que ese sonido a tales niveles destrozaría los tímpanos de Tsukishima.
—Kei, Kei…Kei—Repetía el nombre de Tsukishima ensimismado, cubriendo sus oídos mientras sentía el sabor metálico invadir su boca, su nariz sangraba producto de aquella herramienta creada por los humanos para amaestrarlos. Observó a lo lejos a Kenma en el piso, sollozando de dolor mientras se retorcía en el suelo húmedo, cubriendo gran parte de su rostro y ropas en lodo.
Dolía, quería meter su cabeza al piso y desaparecer, morir. Lágrimas de impotencia recorrieron sus mejillas, estaba acorralado, esta vez no había salida.
Esta vez Hinata Shouyou iba a perder su libertad irremediablemente.
"Nos volveremos a ver Hinata"
Se que es corto y que me desaparecí mucho tiempo, es decir no es como que alguien estuviera esperando mis escritor lo sé, pero bueno. Les traigo este nuevo fic que he estado planeando por un buen rato, casi tengo todos los cabos atados y espero sea de su agrado, la introducción deja muchas dudas, pero es más que obvio quienes son los "Dragones" ¿cierto? Espero la idea les haya agradado y nos seguiremos viendo al menos una vez a la semana. Ahora ¿Qué creen que pase con Hinata y Tsukishima? ¿Quién será ese chico misterioso que quería volver a ver a Hinata? ¿Por qué Kenma es considerado un Dragón si su cabello natural es negro? Muchas intrigas y enredos nos esperan, estén atentos. Igual sobre "eso" que muchas esperan más adelante se verá.
Hasta luego, los quiere y ve desde lejos Shinobu.
