Era el último día del ciclo escolar y los alumnos abandonaban el salón de clase. Charlie se quedo al último para hablar con su profesor.
-Ultimo día- dijo el señor Anderson cuando vio a Charlie parado frente a él.
-Si- contestó – Se que no me incumbe… pero ¿ya lo decidió? ¿ Si se va air a nueva York?
Charlie sabía que estaba siendo egoísta pero no quería que su maestro se fuera. No solo porque era un extraordinario maestro si no porque se había enamorado de él. Su inteligencia, su cultura, el brillo de sus ojos claros, su mirada franca y relajada, su cabello largo, su forma de hablar, la mueca de sus pequeños labios, hasta su estereotipado estilo de vestir de maestro. Charlie no sabía en qué momento había empezado a sentir eso por el Señor Anderson, tal vez había sido desde el primer día y fue creciendo en cada trato de tuvo con él, lo cierto es que ahora lo amaba.
-Bueno- dijo el Señor Anderson dejando el libro que tenía en las manos sobre el escritorio- a mi esposa le gusta aquí y creo que tal vez soy mejor enseñando que escribiendo.- dijo dando algunos pasos en direcciona Charlie- ¿Sabes que Charlie? pienso que… no sé.. tal vez, pueda darte libros el año entrante.
- Si, si-
- …y creo que puedes escribir uno algún día-
-¿Lo cree?- Pregunto Charlie
-Lo creo
-Es el mejor maestro que he tenido- Dijo Charlie acercándose a su maestro para abrazarlo intentando guardar el aroma de su maestro. El señor Anderson le respondió con un una palmada en la espalda cortante y afectuosa, conteniendo el cariño que le tenía a este brillante joven por su ética de profesor. Charlie no sabía lo incompleto que se sentía hasta que abrazó a su maestro. Se aferro a él por un segundo que sintió como si fuera la eternidad.
Sin decir nada el contacto se rompió ambos se sentían un poco avergonzados. El Señor Anderson volitó a ver su escritorio, jugando con los libros que estaban sobre él intentando enterrar la incomodidad que había sentido. Charlie por su parte se dirigió a la salida del salón. El señor Anderson se sintió muy incomodo irónicamente por que se había sentido cómodo con el abrazo del joven. Aquel cuerpo tan esbelto aferrándose firmemente a él había hecho crecer algo en sus pantalones haciéndolo sentir culpable e impidiéndole notar que Charlie solo pudo dar algunos pasos a la salida cuando se giro repentinamente.
-Señor Anderson…-dijo Charlie tomando por sorpresa a su maestro quien se giro viendo a Charlie mirándolo con ojos de gatito.- Creo que lo amo- dijo antes de tomar los labios de su maestro con los suyos en un tierno beso y salir corriendo del salón.
