Iris

And I'd give up forever to touch you
Cuz I know that you feel me somehow

Si alguien me hubiera dicho que ese día de verano mi vida iba a cambiar, me hubiera reído en su cara.

Si alguien me hubiera dicho que la chica de mis sueños era mi vecina, me hubiera reído aún más fuerte.

Si alguien me hubiera dicho que haberme quedado dormido era lo mejor que me podría haber pasado ese día, lo hubiera golpeado por hacerme reír tanto.

Tendría que haberlos escuchado.

Pero no. Siempre fui un testarudo, ¿por qué cambiar ahora? Te diré porque. Porque estaban jodidamente en lo cierto. La razón por la cual estoy solo, de noche, en medio de un deshabitado parque es porque llegué tarde a tomarme el colectivo.

¿No ven la conexión? Déjenme explicarles.

Yo estaba parado en la terminal de colectivos, metido en mis propios asuntos, pensando lo mucho que iba a dormir una vez que llegara a mi casa. No es que estuviera cansando – de hecho, recién acababa de levantarme- pero los viajes en colectivo siempre me dieron sueño, especialmente cuando son largos. Y mi viaje no era la excepción: tenía cuatro horas de viajes por delante. Lo único que podía llegar a alegrarme era el hecho de que fueran vacaciones de verano.

Sí, exacto. Adiós secundaria. Adiós clases. Adiós insoportables compañeros y profesores. Extrañaría un poco, sólo un poco a Miroku –jamás se lo admitiría- pero él prometió visitarme cuando tuviera un tiempo libre de su trabajo y novia. Lo cual dudaba que pase en algún futuro cercano. Hacía dos meses que estaban juntos y sé lo mucho que Miroku luchó por conseguir salir con Sango. También recuerdo el baile de felicidad que hizo cuando le dijo que sí. Jaja, fue genial. No se preocupen, lo tengo grabado. Así que dudaba y mucho que Miroku quisiera dejar a su novia para verme.

No es que no me quiera. Soy adorable –no mis palabras, las de mi madre - pero si yo estuviera en su lugar, también quisiera pasar todo el tiempo posible con mi novia. Que no tengo. Seguro se estarán preguntando como un chico tan guapo como yo –no mis palabras, las de mis compañeras de clase- está aún soltero. Bueno, verán…

Una de las razones por la cual "no quería" que las clases terminaran era porque significaba decirle adiós chica de mis sueños.

¿Qué tan cursi es eso?

Todo empezó el primer día de clases. Estaba subiendo las escaleras intentando contener un bostezo con una mano, mientras que la otra sostenía una tira de mi mochila, cuando sentí un golpe sobre mi pecho y un aroma a flores de sakura.

Un aroma que nunca podría sacar de mi mente.

Pero volviendo a la realidad, miré para abajo y lo único que vi fue una melena azabache. Me dolía mi trasero por haber aterrizado en él, no sólo yo, sino también la razón por la cual caí.

Que luego aprendí que se llamaba Kagome.

Tan rápido como me golpeó, levantó la mirada –ojos chocolates- se disculpó, se paró y salió corriendo. Yo aún estaba tirado en el piso.

No creo en el amor a primera vista. Pero si creyera, seguramente que mi corazón latiera rápido, no quitar la vista del pasillo por donde se ella se fue y no poder bajo ninguna circunstancia olvidar ese olor a sakura, serían todas señales de mi enamoramiento.

Estaba jodido. Terriblemente jodido.

Cuando fui capaz de recobrar mi movilidad, me puse de pie y fui hacia mi salón, para encontrarme con mi mejor amigo saludándome unos bancos más atrás. Me senté a su lado y esperé a que la profesora entrara para que la tortura comenzara de una vez por todas. Mi mente no podía dejar de pensar en la misteriosa chica de hace unos minutos. Aún me dolía el trasero y eso sólo ayudaba a recordarla. Esas largas piernas, la pollera del instituto que sólo cubría lo necesario –no sé cómo el director deja venir así a las alumnas, pero hace un escándalo cuando Miroku y yo publicamos sus fotos en tanga. No me miren así, el director Jakotsu puede ser muy raro – y ese largo pelo azabache. Dios, ni hablé con esa chica y ya estoy diciendo estupideces.

-Hoooooola, Inuyasha! Tierra llamando a Inuyasha! Repito, Capitán Miroku llamando a Inuy-

-¿Qué demonios quieres Miroku? – Dios, podía ser tan denso a veces. Pero hey, quién soy yo para juzgar a mi mejor amigo.

-Estás distraído. ¿Problema con las damas?

Si hay algo que deben saber de Miroku es que es un pervertido. Es un amigo leal y muy sabio, cuando no está pensando en chicas, lo cual es el noventa por ciento del tiempo. No importa cuál sea la situación –enterrado en la arena, en la estación de policía- o el consejo que quieras pedirle – cómo sacar la arena de la ropa interior, cómo matar a alguien y no dejar rastro- él siempre, siempre iba a suponer que era un problema con las damas.

Jamás, jamás iba a admitirle a Miroku que yo tenía un problema con las damas. Y esta vez no iba a ser la excepción –no es que tuviera problemas con alguien, ni siquiera intercambié una palabra con ese alguien.

Antes de que pudiera responderle con algo inteligente, la profesora entró al salón. Ohh, genial. La profesora Kagura otra vez. Verás, uno piensa que sólo puede tener mala suerte hasta cierto límite, donde ya no puede seguir bajando. Pero no. Mi mala suerte parecía no conocer lo que era un límite.

Primero, mi despertador no sonó.

Segundo, pisé goma de mascar camino al colegio.

Tercero, aterricé sobre mi trasero.

Cuarto, la novia de mi medio hermano iba a ser mi profesora otro año.

¿Qué más me puede pasar? Ya nada de lo que me manden puede sorprenderme!

Nunca digas nunca Inuyasha.

Quinto, la razón de mi dolor acababa de entrar por la puerta.

Me la quedé mirando fijamente. ¿Me reconocería? Dudaba que me hubiera mirado tanto como yo la había mirado a ella –paso mucho tiempo con Miroku – así que decidí actuar cool y fingir que nada había pasado. Pero todos mis planes se fueron al drenaje cuando sus expresivos ojos chocolates se encontraron con los míos. Juraría que la vi sonrojarse pero rápidamente desvió su cara hacia un lado.

-Su nombre es Kagome Higurashi, es una nueva estudiante. Háganla sentirse cómoda y quiero que no…

Los labios de Kagura seguían moviéndose pero me importaba poco lo que dijera. Mi atención estaba centrada en la nueva estudiante, Kagome Higurashi

-Kagome Higurashi… - dejé que su nombre rodara por mi lengua y saliera como un susurro inaudible.

Al parecer Kagura había terminado de hablar y le había enseñado su asiento a Kagome, pues ella terminó al lado de Kouga. Grrr.

La mañana pasó como cualquier otra. Lo único en lo que podía concentrarme era en como el maldito de Kouga le hablaba a Kagome cada vez que podía y eso me molestaba. Y mucho. Tendría que volver a hablar con Miroku sobre cómo matar a alguien y no dejar rastros... Ya podía sentirlo, sí, el cuello de Kouga en mis manos, apretando lentamente, podía sentir la sangre corriendo por sus venas. "Ayuuuda, ayuuuda" gritaría con su femenina voz, mujaja, grita todo lo que quieras Kouga, nadie te salvará de tu lenta y dolorosa…

-Disculpa…

… ¿eh?

-¿Hola?

Sacudí mi cabeza intentando concentrarme en la voz tan cerca de mí. Levanté la vista de mi cuaderno -¿a dónde demonios se fueron todos! – para encontrarme con los chocolates de Kagome. Oh dios…

-Lamento interrumpir… -miró mi banco y yo puse rápidamente mis brazos sobre él. Probablemente no era una buena idea de que viera a Kouga atado a un cohete mientras que un contento mini yo lo encendía - Ehh, lo que sea que hayas estado haciendo. –una sonrisa apareció en su rostro y mis piernas temblaron. –Pero quería pedirte disculpas por lo de hoy.

-Ehh… uhmm… -contrólate Inuyasha, no es tu primera vez hablando con una mujer. –Sí… no hay problema – felicitaciones cerebro, no quedamos como perdedores.

-Estaba apurada y bueno… ya sabes el resto – si era posible, esa sonrisa se amplió aún más. Yo no me sonrojé. Más bien mi cara se encendió por completo. Sentía mis orejas calientes...

… y aún más cuando pude ver el inicio de sus pechos por la apertura de su camisa.

Rojo como un tomate en tres… dos…

-Soy Kagome

-… Inuyasha… - vamos cerebro, tu puedes! Piensa en algo que decir, rápido! "Entonces… ¿te gusta el ramen?"

-Inuyasha – su dulce voz interrumpió lo que podría haber sido la peor vergüenza de mi vida. Adoré como mi nombre sonaba en su boca. –Espero que nos veamos pronto! – Siempre con su sonrisa, agitó su mano, se dirigió hacia la puerta del salón y antes de salir, agregó –Lindos dibujos.

…uno.

Perdedor.

And all I can taste is this moment
And all I can breathe is your life