Título: Propiedad del Rey

Autor: Red Autumn (red_autumn21@yahoo.com)

Traductor: Darkkie

Pareja(s): Legolas/Aragorn, Arwen/Aragorn (implícito)

Clasificación: PG-13 a NC17 – Slash, violación, Angustia, Pensamientos oscuros, violencia, MPREG.

Resumen: Una historia de un joven príncipe (Desde el punto de vista de Legolas)

Advertencia: Muy, muy oscuro. Muchas descripciones graficas físicas y mentales. POR FAVOR, POR FAVOR CONSIDEREN LAS ADVERTENCIAS.

Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a Tolkien y sólo a él. Yo sólo les tome prestado para darle vida a mi universo fantástico.

NOTA: Este fic es AU (Universo Alterno) Galadriel no tiene poder/ No existe anillo / No hay Sauron o Mordor

Gracias a los beta Readers Enigma y Anu Anu.


Advertencia especial: No es apto para débiles de corazón, esto quiere decir, que si no puedes manejar las descripciones mentales, entonces no leas. Sólo evita su lectura. También tienes que ser de mente abierta, acerca de lo que se va a escribir aquí.


Las tres primeras partes son clasificadas como PG-13 a R (Restringidas). El resto puede ser NC-17 (otra vez, depende de ti). ¿Confundido? ¡Ya lo creo!


1. El regreso a Imladris


El sonido de los cascos retumbaba a través del bosque, pisoteando las hojas secas del piso y enviándolas en una ventisca detrás de nosotros. El suelo temblaba con la fuerza de los seis caballos que montábamos como expertos, casi pareceríamos flotar, si alguien hubiera visto observaba desde lejos.

Criaturas de todos los tamaños huían de nuestro paso con frenesí, a menos que escogieran ser aplastados o atacados. Los pájaros aleteaban irritados, volaban y revoloteaban mientras nuestro involuntario temblor removía sus nidos.

El cielo había sido gris toda la semana y la temperatura era más fresca, ya que el viento del norte atravesaba las Montañas Nubladas, dándole mas frío al aire. Esto ya era de esperarse, pues ya casi era otoño.

El bosque que nos rodeaba estaba cambiando sus colores a otro tono de dorado, rojo y café. Por todas partes las hojas llovían alrededor de nosotros, añadiendo un mágico toque a la atmósfera.


Cuando cerré mis ojos, podía sentir en el aire la melancolía rodeándome como si la naturaleza estuviera ofreciendo un adiós a lo viejo o muerto, y todavía, si ponía mas atención a mis oídos, podía escuchar que todo lo cercano a mi estaba vivo. El sonido de las hojas que caían de sus ramas girando suavemente hasta caer con gracia en el suelo del bosque era encantador.

Las ramas tronando en el viento, sonaba como si estuvieran cantando una vieja canción que nadie sabía cuando había empezado.

Sin embargo, nosotros no estábamos atemorizados por eso. Después de viajar dos semanas desde Mirkwood, mis cinco igualmente rubios compañeros y yo, estábamos ansiosos de llegar a Imladris. Ellos eran soldados que habían sido elegidos para el trabajo de guardaespaldas. Papá había insistido en un fuerte grupo para mi primer viaje solo, pero después de mucho insistir y protestar, yo le reduje a cinco de los mejores.

Desde mi juventud, mi padre siempre había sido sobre protector conmigo. Nunca había mucha oportunidad para dejar Mirkwood conforme la amenaza de disturbios en las fronteras se volvía más aparente.

Donde sea que tuviere la oportunidad, solo era un gancho y estaba bajo la orden de permanecer acerca de mis hermanos o de papá. Yo me disgustaba al ser tratado como un niño indefenso. Sin embargo, a pesar de todo lo que discutía y argumentaba, una mirada severa en el rostro de mi padre me  detenía; o que me conformaba con ser escoltado o tenía de regresar y quedarme en el palacio.

Justo ahora, la alegría de librarme de la constante supervisión de mi padre, llenaba  a mi corazón con felicidad. Por el momento, éramos libres para dejar todas las inhibiciones y ser espontáneos.

Como era costumbre entre los elfos, no cabalgábamos nuestros caballos con alguna rienda que controlara su movimiento. Sus espíritus eran demasiado salvajes para llevar tales insultos. Como resultado, cabalgábamos a pelo.

Mientras estaba sobre Rynal, podía sentir los relucientes costados blancos moviéndose con fluidez y desenvoltura; sus músculos se agitaban con el esfuerzo. La oscura melena volaba descuidadamente a donde quiera que el viento soplaba; como me agradaba la manera en que mi largo cabello me pegaba cuando yo impulsaba a Rynal a correr mas rápido. Éramos dos almas compartiendo la misma pasión.

Por el mediodía, (según la posición de Anar) estábamos casi saliendo de los bosques. Debíamos estar cerca de los límites de Imladris por que yo podía sentir los cambios en el aire y el aroma familiar de los bosques. Mi corazón se agitaba con entusiasmo al saberlo.

Animando a mis compañeros a cabalgar mas rápido, pronto llegamos a un río poco profundo el cual impedía nuestro paso. Inmediatamente, levante el puño derecho y todos nos detuvimos en la orilla del río. Maniobrando rápidamente, empezaron a rodearme protectivamente. Todos los ojos buscaban algún peligro oculto.

Mientras miraba al la corriente, noté que el agua a la orilla del río trataba de tocar las piernas de los caballos. Para algún intruso confiado, parecería indefenso, pero yo lo conocía. Era la primera barrera protectora de Imladris. Si decidía que no le agradábamos, pronto seríamos barridos por una gran marea. Y por lo que he oído, nadie ha sobrevivido a eso.

Satisfecho de saber que no éramos enemigos, el río se calmo y fluía inocentemente como si nada hubiera pasado. Forzando mis oídos, yo percibí un débil sonido, unas voces melodiosas atravesando misteriosamente el aire. Nadie podría encontrar Imladris si este no deseaba ser encontrado por su propia magia protectora. Los intrusos que se extraviaban, pasaban a través de la nada sin conocer que habían caminado en uno de los reinos élficos.

"Llegamos," declaré. "No pienso que alguna de las patrullas de las fronteras nos prohíba entrar," agregué mientras miraba a nuestros alrededores por ultima vez.

"Hhmm… No puedo esperar por tener una verdadera comida caliente esta noche," alguien comentó. Reconocí la seria voz de Tanhision. Él era el mayor y el mas experimentado entre nosotros. Sin embargo, algunas veces su fuerte sentido del deber y responsabilidad sobre mi seguridad, era demasiada.

Yo sonreí a su observación. Personalmente, estaba de acuerdo con él porque estábamos cansados de comer lembas y pequeños animales que capturábamos en el camino. Nuestras habilidades al cocinar sin embargo, no eran algo de lo que pudiéramos presumir.

"Y no mas carne quemada," Vanacor agregó secamente.

"Oh si", consentí enteramente. "No puedo esperar a saborear la famosa cocina de Imladris" agregó otro animosamente. Esta vez era Morethir pero nosotros le llamábamos Príncipe Melme, por que tenía demasiado cariño a las hermosas elfas. Además de eso, estaba lleno de un espíritu jovial y el mas comunicativo, lo que nos obligaba a saltar sobre é y amordazarlo cuando se volvía insoportable.

"Eso es como si no pudieras esperar a encontrar a esa elfa de la que has estado murmurando en tus sueños casi cada noche. Oh, Nurlhawwen, mí dulce Nurlly," bromeó Mallhaw con una voz suplicante que nos hizo reír a todos. Luego comenzó a hacer sonidos de besos que aun a Tanhision hizo bufarse.

Mallhaw era el mas gracioso de todos y a mi me agradaba mucho. Frecuentemente intercambiábamos algunas bromas y  algunas veces era para burlarnos del "viejo" Tanhision. Al principio él era calmado y controlado pero cuando nosotros demostrábamos ser demasiado para él, un día nos persiguió por todo el bosque para "castigarnos" por nuestra falta de respeto por los mayores.

"¡Una carrera!" exclamé de repente apurando a Rynal a partir.

"Hey!" gritaron tras de mi "Tras él" Mallhaw gritó mientras se inclinaba.

Volteando hacia ellos, vi rostros felices que me observaban. Les saqué la lengua y reí traviesamente antes de que apurara a Rynal para que corriera más de prisa. No obstante ellos me alcanzaban fácilmente.

Busqué enfrente esperando ver de nuevo a Lord Elrond y sus hijos gemelos – Elladan y Elrohir. No les había visitado por casi tres y medio siglos. Esto era muy poco para el estándar de los elfos pero yo les extrañaba como quiera mucho.

No había habido un día que no extrañará retozar bajo una de las cataratas o jugarle bromas a Lord Glorfindel, el rubio senescal de Elrond; y Lord Erestor, el último y sencillo jefe de guardias de la casa. En breve, yo estaba creciendo como todo elfo debería.

Sin embargo, mi visita esta vez era más formal. Cuando solamente había pasado mi iniciación en la mayoría, hace una temporada, mi padre me envió a Rivendel por unos cuantos años para que estuviera bajo la tutela de Lord Elrond como su protegido. Yo estaba emocionado sin duda, por la idea de regresar a Rivendel. No solamente podría verlos a todos de nuevo, yo podría pasar horas interminables en la noche al escabullirme la biblioteca de Lord Elrond para leer.

FLASHBACK

La primera vez que yo acompañé a mi padre a Imladris, era sólo un pequeño elfo. Rodeado constantemente de elfos adultos, mi padre pensó que podría ser bueno para mí, si yo tuviera amigos de mi misma edad.

Mi corazón se rompió cuando mi padre se fue sin mí de regreso a Mirkwood, por que yo nunca había dejado mi hogar y papá siempre había sido mi constante compañero. No obstante pronto descubrí que los príncipes de Rivendel, a pesar de que eran mucho mayores de lo que yo era, fueron muy agradables y amables conmigo; y luego no pensé en volver a Mirkwood hasta cincuenta años después.

Fue primero propuesto para que yo fuera el compañero de juegos de Arwen, puesto que éramos casi de la misma edad. Ella era la hija mas joven de Lord Elrond. Sin embargo, por un giro del destino, nunca me encontré con ella mientras estuve allí. Aparentemente ella había decidido quedarse con sus abuelos en Lothlorien.

Yo escuché muchas historias maravillosas y mágicas acerca del reino dorado cuando era joven. Realmente me habría gustado ir algún día. La invitación se extendía a mi y aún sigue en pie, así que todavía puedo ir a visitarlo. La invitación venía de la más inesperada persona que yo pudiera imaginar.

Un día mientras esgrimía con Elladan en el campo de entrenamiento, un elfo vino a encontrarnos allí. Yo detuve lo que estaba haciendo porque este nuevo recién llegado, que estaba caminado lenta y orgullosamente, me distraía.

Del color de su uniforme y los emblemas reales zurcidos en su túnica gris, supe inmediatamente que él era un Guardia de los Galadrim de Lothlorien. Mi corazón golpeaba rápidamente, enviando adrenalina a todo mi cuerpo mientras el elfo de cabellos casi blancos se acercó y se detuvo enfrente de nosotros.

Hizo un profundo saludo, con el rostro inexpresivo. Nosotros le respondimos inclinándonos lentamente. Yo estaba consciente de que Elladan estaba estimando lo que me agradaba. Casi parecía un bobo con mis ojos totalmente abiertos, atrevidamente mirando al Galadrim.

"Este es el príncipe Legolas de Mirkwood, el hijo mas joven del Rey Thranduil," dijo Elladan presentándonos. "Y este es Haldir, Guardián de Lothlorien por Lord Celeborn y Lady Galadriel."

"Es un honor conocerle, Príncipe Legolas," dijo el Galadrim. Su voz era segura y tranquila.

Yo no comprendí que él se estaba dirigiendo a mi hasta que sentí que Elladan estaba golpeándome en las costillas con su codo. Yo estaba tan cautivado por este elfo mientras el se erguía con tal magnificencia frente a mi y con ese aire de nobleza en él. Sólo otros dos elfos me habían hecho que les admirara con ese entusiasmo – mi padre y Lord Elrond.

"Oh… el gusto es mío," respondí algo apresurado. Y como él era alto, yo tuve que doblar mi cuello para mirarle.

"Veo que ambos se están entrenando en el uso de la espada" dijo de nuevo mientras miraba nuestras ridículas, espadas sin filo. "¿Has entrenado bien desde la ultima vez que te vi, Elladan?"

"Sí, por supuesto," dijo Elladan enfadado "Tengamos un encuentro, ¿te parece?

"Muy bien", Haldir aceptó el reto "¿Puedo?" agregó mirándome mientras levantaba su mano, mostrando su palma como si estuviera esperando que algo se posara en ella.

"Oh, sí," respondí, imaginando que el quería mi espada. Rápidamente me hice a un lado y les observé mientras esgrimían ferozmente.

De la agilidad de su muñeca y la rapidez de sus pasos, el elfo de mayor edad claramente era el experto. Elladan estaba a la ofensiva la mayoría del tiempo pero Haldir fácilmente evadía todos los toques y golpes que recibía. Era fascinante verlos moverse tan rápido y con experiencia.

Muy pronto, terminaron de esgrimir y se detuvieron uno frente al otro. Elladan respiraba un poco agitado mientras que el guardián estaba tranquilo y respiraba con  normalidad. Se miraron uno al otro en silencio.

"Eres bueno Elladan. Sigue así," dijo Haldir finalmente, una elegante sonrisa en sus arrogantes facciones; la primera sonrisa que yo había visto de él. "¿Y que me dice de usted, Príncipe Legolas? ¿Es tan bueno como Elladan?"

Me sonrojé un poco cuando sus ojos azul-grisáceos se posaron en mí.

"No," respondí, luchando conmigo mismo para componerme "Creo que soy mejor en la arquería".

"¿Oh? Yo he escuchado que los arqueros de Mirkwood son conocidos por su puntería. ¿Eres tú uno de ellos?

"No realmente. Mis hermanos piensan que soy un poco demasiado joven como para ser capaz de sostener un arco propiamente," confesé.

"La edad no es un impedimento. Todo recaen en los ojos y en la postura," dijo Haldir "Es casi la hora de la comida. Tal vez después de ella, ¿podríamos tener algunos tiros de práctica?"

Yo sonreí felizmente al pensar que el legendario guardián de los bosques dorados haya expresado su interés en mis habilidades como arquero.

"Sí, por supuesto," respondí alegremente.

Tal y como acordamos, después de la comida nos encaminamos al campo para probar las habilidades de cada uno. Los gemelos nos siguieron también, pero no por que ellos quisieran practicar, más bien, querían vernos competir.

Esa tarde, yo aprendí que la pasión de Haldir era la misma que la mía – la arquería. Nos volvimos buenos amigos rápidamente y pasamos mucho tiempo juntos practicando en los campos. Yo no era todavía tan bueno como Haldir pero él estaba claramente impresionado por mi potencial. Me dio algunos consejos para mejorar y yo les escuche con aprecio.

Sin embargo, el deber llamó, pronto tendría que dejar Rivendel, a pesar de que el prometió buscarme si yo aun estaba en Rivendel o si hubiera regresado a Mirkwood. Tampoco olvidó invitarme a Lothlorien y yo acepte sin dudar.

Estaba triste por verle marcharse pero a la vez feliz de que hubiera hecho un amigo del bosque dorado. Hasta hoy, el todavía sigue siendo mi único amigo de Lothlorien.

También había hecho muchas amistades con los elfos de Rivendel mientras todos me trataban como si fuera uno de los suyos. Los gemelos me tomaban como su hermano mas joven mientras Lord Elrond me guiaba como un padre.

Papá esta complacido de escuchar que yo me divertía mientras estaba en Imladris pero se sorprendió cuando un día le escribí una carta pidiéndole su permiso para quedarme un poco mas de tiempo. Por supuesto, papá nunca me negaba nada – bueno, casi nunca.

Secretamente yo sabía la otra razón para que mi padre me diera el permiso que solicitaba tan rápidamente, era que yo estaría fuera de su mente por un tiempo y especialmente de Firith, mi hermano mayor y príncipe coronado de Mirkwood, mientras él se preparaba para ser el futuro heredero.

No obstante, los cincuenta años pasaron rápidamente y yo tenía que regresar a casa. Había crecidos mucho desde que dejé Mirkwood, y fui puesto inmediatamente en ejercicio de todos los deberes, que como  príncipe, debía realizar en el palacio.

Algunas veces cuando encontraba la vida como príncipe muy difícil, me escabullía un breve intervalo para pensar en los felices recuerdos de Imladris. Yo les atesoraba siempre en mi mente. Mis hermanos frecuentemente me sorprendían y se burlaban diciendo que yo debería mudarme a Rivendel permanentemente.

Nunca podrían entender lo que yo había experimentado hasta que un día conocieron a los gemelos y a Haldir, cuando vinieron a visitarme en Mirkwood. Yo estaba feliz de saber mas tarde de que a ellos también les habían agradado mucho y que aún tenía forjado los lazos de hermandad con ellos.

Sin duda fue agradable para los elfos mayores el encontrar que la nueva generación formaba alianzas amistosas entre los tres reino. Todos los elfos en Tierra Media podrían reunirse de nuevo por el bien de nuestra supervivencia y la continuación de nuestra existencia.

FIN DE FLASHBACK


En el momento en que rodeábamos la curva del lado de la montaña, nos detuvimos a contemplar la grandeza que yacía frente a nosotros. La escena era como si hubiéramos parado en otro mundo, posiblemente en algún lienzo decorado.

Nos quito el aliento cuando vimos como las nubes bajas lentamente se apartaban, revelando la magnificencia de las siempre nevadas Montañas Nubladas que cercaba por detrás a Imladris en toda su longitud. Las miles de cascadas que rodeaban el valle, las caídas de agua de las más esplendidas cataratas sobre el alto precipicio, añadiéndole aun más un efecto dramático.

Un largo río plateado cortaba a través del valle profundo, agregándole mas cataratas a lo largo del camino y el resto zigzagueando por detrás engañosamente. Yo había nadado en esa corriente muchas veces y no podía esperar para sumergirme en esa fría y cristalina agua de nuevo.

La más esplendida maravilla natural de Imladris era su clima. Siendo protegido alrededor por montañas y acantilados, el valle estaba apartado del resto del mundo, incluyendo el clima. Imladris era raramente afectado por los severos elementos de afuera - La temperatura siempre era templada y el aire fresco.

Otro extraño acontecimiento fue que la mezcla de todas las cascadas combinadas había creado unos arco iris constantes que brillaban en el cielo casi la mayor parte del día. Este efecto podría manifestarse hasta que Anar se ocultara detrás de las nubes o más allá de las montañas.


Mientras nuestro ojos vagaban por el valle verde, encontramos la última de las casas imponiéndose orgullosa contra el lado del acantilado opuesto a donde nos encontrábamos parados. La arquitectura elfica se complementaba perfectamente con la naturaleza que le rodeaba.

Muchas especies de plantas y árboles alrededor de los edificios pero lo que mas captaba a la vista eran unos viejos Cipreses plantados a lo largo de la roca plana del camino llevándole hasta la entrada principal. También podíamos observar un jardín parcialmente escondido detrás de las altas cúpulas de la torre.


Impacientes por terminar la jornada, rodeamos la montaña en una fila, mientras el camino nos llevara más cerca de la morada de Lord Elrond.

Fui el primero en alcanzar la negra y resplandeciente fortaleza de piedra. Era maravilloso como los elfos de Imladris se las habían arreglado para transportar tan grande cantidad de estas piedras para construir el fuerte. Los guardias inmediatamente jalaron las pesadas puertas de hierro y nos permitieron la entrada. Después pasamos bajo una entrada de arcos completamente cubierta con parras, vi a un grupo de elfos parados en el final del camino de de piedras esperando por nosotros.

Mi corazón brincó de alegría cuando conté las cuatro cabezas elficas  de cabellos oscuros y una rubia, todos vestidos con las ropas con los colores oficiales de Imladris, sonriendo cariñosamente mientras nos observaban aproximarnos.

En el momento en que me apee de Rynal, dos idénticos elfos corrieron directamente a saludarme. Al principio yo no me imagine que eran Elladan y Elrohir por que ellos habían alcanzado la adultes y se veían muy atractivos. Me abrazaron tan fuerte y animadamente que casi fui levantado del suelo.

"¡Nuestro bebé elfo ha regresado!" exclamó Elladan "¡Ah, que gran escolta!" agregó cuando se volvió para mirar a mis compañeros. "¿Tu padre estaba preocupado de que nadie pudiera cambiar tus pañales?"

Claramente pude observar que mis amigos no se divertían con la broma, pero calmaban sus lenguas por el respeto a los otros Señores que estaban no lejos de nosotros.

"No, Elladan. ¡Ellos están aquí para asegurarse de que TU no trates de cambiar mis pañales!" repliqué con una sonrisa.

"Aiya, Legolas. ¿Cómo puedes herirme de esa manera? ¿No confías en mi para cambiártelos?" el gemelo mayor me hizo una mueca de herida en su rostro pero yo le atrapé dando a su hermano un guiño. Elrohir no hizo caso a él. "Yo pondría también talco detrás"

"No le hagas caso Legolas. Bienvenido de nuevo a Rivendel. Te hemos extrañado mucho," interrumpió Elrohir y me abrazó de nuevo.

"Yo estoy de acuerdo con Elrohir. Elladan para ya de acosarlo," advirtió Lord Elrond.

Cuando fui capaz de zafarme de los gemelos, caminé hasta Lord Elrond y salude respetuosamente. Inesperadamente, me abrazó con ternura como lo haría un padre. El señor de Imladris nunca antes había demostrado su afecto en público y sus acciones me sorprendieron. "Estoy feliz de verte otra vez Legolas. Ha pasado mucho tiempo."

"Me disculpo por no visitarle mas frecuentemente Lord Elrond. Mi padre me ha dado muchos deberes en el palacio y tenía que apoyar a Firith también," contesté después de que pude recobrarme de la sorpresa.

"De acuerdo, mellon-nenth. [joven amigo] Has crecido mucho," dijo Lord Elrond, acercándose  a mi.  Me sonrojé tímidamente bajo su escrutinio.


"Y estoy seguro de que Legolas no le jugara mas travesuras a los mayores, ahora que él ha pasado la mayoría de edad" interrumpió Lord Glorfindel de repente.

Risas estallaron alrededor de nosotros cuando recordaban como los gemelos y yo se las jugábamos a él. Aún Lord Erestor sonrió tímidamente a pesar del hecho de que él no estaba preparado para nuestras practicas bromas.

Fui hasta el eldar rubio primero y coloqué una mano en su hombro derecho como se acostumbraba en el saludo entre dos elfos adultos. Se sintió extraño el saludar de esa manera, por que yo era conscientemente quien el siempre consideraba como su pequeño Legolas. Después de eso, saludé a Lord Erestor de la misma manera.

"Vamos a que nuestros visitantes se arreglen un poco primero y luego tendremos la cena," anunció Lord Elrond.

Asentí con mi cabeza e inmediatamente los gemelos se colocaron a mi lado como apretándome entre ellos. Noté que Elladan ya llevaba mi bolsa de viaje en su mano derecha. Mientras caminábamos directo al salón de visitas por donde yo pase hace tanto tiempo, el resto de mis compañeros fueron llevados al establo por dos jóvenes elfos que aparecieron en esos momentos, para que cuidaran de los caballos en el establo.

Al final del pequeño vestíbulo, llegamos a un cruce. Los tres mayores tomaron el corredor de la izquierda hacia la parte principal de la casa mientras virábamos a la derecha al ala privada. Los gemelos me acompañaron a mi "vieja" habitación.

"Nada ha cambiado desde que te fuiste," dijo Elrohir mientras entrábamos a la cámara.

"Nos aseguramos que siguiera así," agregó Elladan y dejó mi mochila en el suelo.

Yo estaba tan distraído reviviendo mis recuerdos que no noté que los gemelos se deslizaron tras de mi y me tiraron en la cama. Caí boca abajo con los dos príncipes de Rivendel encima de mi.

"¡Ai, tua! [ayuda]" grité, riendo fuertemente mientras me hacían cosquillas sin piedad.

"¿Lye lava? [¿te rindes?]" preguntó uno de ellos mientras se detenían un momento para que yo pudiera recuperar mi aliento.

"¡Nunca!" respondí tratando de levantarme y empujarlos lejos de mi, pero con los dos en contra de mi, era imposible de hacer, especialmente cuando yo estaba debajo de ellos.

"¡Ataque!" gritó Elladan y empezó a rasguñar mis costados mientras se sentaba en mis muslos. Mientras tanto, su hermano sostenía mis muñecas encima de mi cabeza, riendo hasta que su rostro se puso rojo.

"¡Amin lava! ¡Ami lava! [¡Yo me rindo!]" Suplique al fin. Yo había estado riendo tanto que no podía respirar y mi estómago estaba doliendo terriblemente.

Piadosamente, los gemelos ya no me hicieron cosquillas. Sin embargo, repentinamente rompieron a reírse tan alto como antes, apretando sus estómagos y rodando lejos de mí.

"¿Qué es tan gracioso?" dije agitado, confundido por su conducta. Usando el dorso de mi mano retire mis lágrimas.

Ninguno pudo contestarme pero Elladan apunto agitadamente al espejo. Lleno de curiosidad camine hacia el largo espejo que se encontraba colocado detrás de la puerta del baño y la cerré. Grite y di un salto hacia atrás, causando que los gemelos rieran aun mas fuerte y se tiraran en la cama frenéticamente.

Yo no estaba consciente de que tan desaliñado me veía. Mi cabello estaba desordenado y mi rostro rojo como una cereza.

"¡Eso no es gracioso!" grité indignado.

"¡Si lo es!" respondió Elladan, secando sus lágrimas y tratando de parar de reír.

"Voy a tomar un baño," dije y entré acaloradamente en el baño.

"Lye hiraetha, [Lo sentimos] Legolas," la voz suplicante de Elrohir detrás de la puerta. "¡En verdad!" Pero yo podía todavía escuchar los resoplidos de Elladan.

"Muy bien. No estoy molesto," respondí a pesar de que yo no podía esconder mi sonrisa. "¿Pueden esperar por mi hasta que yo termine de asearme?"

"Si. Estaremos aquí," dijo Elrohir.

Yo estaba tentado a zambullirme en la tina por horas pero tenía que prepararme rápidamente para la cena con Lord Elrond. Cuando salí del cuarto vaporoso, los hermanos estaban tendidos en mi cama conversando calmadamente

Yo estaba acostumbrado a ponerme mis ropas enfrente de ellos, y no estaba avergonzado aun ahora. Tomé mi mochila y busque dentro un par de ropas limpias. Luego solté la toalla y comencé a ponerme mis mallas primero.

Repentinamente, escuché respiraciones y explore. Ambos, mis amigos de la infancia, me miraban con los ojos totalmente abiertos, con sus bocas caídas.

En un momento de reconocimiento, recordé que ya no era el pequeño elfo que ellos conocían sino que había crecido y mi cuerpo había madurado.

Mi rostro se puso caliente de vergüenza y rápidamente me volví. Tome la toalla para cubrirme y levante el resto de la ropa antes de saltara dentro del baño para ponérmela.

Cuando yo aparecí otra vez, se hizo un incómodo silencio. Todos nos dimos cuenta de que habíamos cambiado y que las cosas no serían las mismas que antes. Todos éramos repentinamente adultos y teníamos nuestro propio destino que alcanzar y cumplir.

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