La madriguera huele a verano en pleno invierno y a otras cosas familiares que Lily nunca recuerda hasta que está allí.

La madriguera huele a campo, a pastel de carne y riñones, a productos fallidos de sortilegios Weasley y a magia. Sobre todo huele a magia y a niños que aun no pueden practicarla pero a los que les da igual.

Huele a sus primos, que duermen con ella en el salón en sacos de dormir; porque si, porque quieren estar juntos y hablar hasta las tantas, contar historias sobre Hogwarts y sobre sus padres, sobre el niño que vivió y todos los que le ayudaron a ello.

Huele a recuerdos, carcajadas, sonrisas y por encima de todo huele a familia.

Lily alarga el brazo y entrelaza su mano con la de Hugo cuando todos ríen en la oscuridad por culpa de James, el calamar gigante y un chapuzón accidentado en el lago.

La madriguera huele a muchas cosas agradables y a otras tantas desagradables, pero para Lily la madriguera siempre huele a hogar.