DE TRISTEZAS Y FORMAS DE ALEJARLAS...
La muchacha de cabellos cobrizos se quedo ahí de pie, observando al otro joven sentado en el porche de la mansión enterrar su rostro entre sus manos...su gemelo. Frunció el ceño tratando de pensar algo que le sirviera para alegrar a su hermano, y con una sonrisa traviesa se acerco a este con su habitual forma de caminar, tan silenciosa como la brisa; cuando estuvo detrás de él levanto una roca solo visualizándose hacerlo, su don era la telequinesis y la lanzo contra su gemelo quien la esquivo con facilidad. La miro fulminante.
Y que mejor forma de hacer olvidar todas sus tristeza a Edward Cullen que haciéndolo rabiar; ella mejor que nadie sabía cómo hacer estallar a su hermano, después de todo para eso es Elizabeth y siempre consigue lo que quiere.
``Deja de llorar, nena´´ pensó la chica en forma provocadora con una sonrisa burlona, y Edward dejándose llevar por su juego se lanzo en pos de ella, quien desapareció entre los árboles. Después de una emocionante carrera Edward la arrincono en un arrecife, le lanzo una roca de las mismas dimensiones que ella le había lanzado hace unos minutos, no hizo más que cruzar sus brazos sobre su rostro, mientras sentía el impacto. Su hermano necesitaba desahogarse y por ese motivo no hizo nada al sentir los demás objetos impactar contra ella; cuando hubo terminado Edward ayudo a Elizabeth a ponerse de pie.
–lo siento.
–no te preocupes, necesitabas desahogarte– dijo la castaña sacudiéndose las ropas. Le regalo una sonrisa sincera, y Edward, por un momento en todos esos meces había vuelto a sonreír en aquella carrera desenfrenada.
Para eso estaba Elizabeth, su gemela, para hacerlo olvidar sus penas. Dando el golpe y recibiéndolo. Porque su forma de alegrar a la gente no era consolándolos, aborrecía las palabras de aliento, al contrario los hacía rabiar diciendo cosas hirientes y dejando que se desahogaran con ella, sacando su dolor en forma de rabia.
Una forma extraña pero efectiva. Por eso era la indicada en este tipo de ocasiones.
