Harry Potter es propiedad de JK Rowling.
Escrito para el Amigo Invisible Navideño 2018-2019 del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.
Aclaraciones:
→Universo alternativo. Los Merodeadores no existen. Lo que aquí aparezca que haya aparecido en Principios semejantes, gustos diferentes será aclarado. O cualquier otra cosa que pertenezca a mi headcanon lo será.
→Esta historia es para Piautos. Es un fic a ciegas en base a una de las parejas que he visto que te gustan: Lucius Malfoy/Sirius Black.
→Esta historia fue beteada por Kristy SR.
«Oh, siempre llegarás a alguna parte si caminas lo suficiente.»
El gato de Cheshire, Alicia en el País de las Maravillas.
Capítulo I: Pelea en el patio
«Si mis tristezas te causan alegrías es porque tus reglas son distintas a las mías.»
Calle 13.
Junio de 1975.
Sirius puso los ojos en blanco al notar que su compañero de casa, James Potter, había dado un gran bostezo que atrajo la atención de quien no lo quiso oír.
Ellos habían compartido un vagón a los once años. Se habían conocido en una de las fiestas organizadas por su padre; aunque la familia Potter no formaba parte de los Sagrados Veintiocho, su padre insistió en que mantuvieran un trato cordial con Fleamont Potter, uno de los mejores pocionistas que él había conocido.
Durante la mitad del trayecto habían congeniado: mencionaron qué expectativas tenían, cómo se aburrían de vez en cuando en las fiestas elegantes a las que debían asistir o las bromas que habían hecho. Todo parecía ir bien hasta que apareció Severus Snape. Él les preguntó si habían visto a su amiga: una «niña pelirroja con el carácter de los mil demonios a la que no querías tener por enemiga». Potter se ofreció a ayudarle pero cambió de parecer cuando Snape insultó a Gryffindor y alabó a Slytherin. No iba a mentir, Sirius también se ofendió pero, a diferencia del inmaduro aquel, no le hizo la vida imposible.
Viéndolo en retrospección, sólo se ofendió porque su supuesto amigo lo hizo.
Después de que Snape se marchó encolerizado, Sirius hizo lo mismo. «Mi familia ha estado en Slytherin durante generaciones» fue toda la explicación que le dio. Buscó a Andrómeda y Narcissa, y se quedó con ellas. Narcissa estaba estresada por los TIMO y Andrómeda estaba preparándose para los ÉXTASIS, aunque ella sólo estaba en sexto año. Todo se desmoronó cuando el Sombrero Seleccionador lo envió a Gryffindor en lugar de Slytherin. Un millón de pensamientos cruzó por su cabeza: desde que su familia lo odiaría hasta que debería enclaustrarse en su habitación y no salir nunca más. «Eres mi primo. Eres de Gryffindor, sí, pero mi primo. Y te ayudaremos», le comentó Andrómeda al día siguiente. Narcissa concordó con ella.
Con el pasar de las semanas, Lucius Malfoy decidió ayudar. Lucius sólo hizo porque a Narcissa le importaba. Ni siquiera se quejó cuando Remus Lupin comenzó a reunirse con ellos en sus reuniones semanales en la biblioteca. Le prestó a Remus los apuntes después de su primera transformación y fue al único al que le mostró la carta de su madre: «Sirius Orión Black. ¿Gryffindor? ¿Un hijo mío en la casa de Godric Gryffindor? Al menos asegúrate de juntarte con magos de tu clase»*. No pensó en eso cuando su grupo de amigos se expandió a Rhys Wilson —un Hufflepuff hijo de muggles— y Alice Taylor —una sangrepura de Ravenclaw—. Los cuatro habían sido inseparables desde entonces y eran una compañía preferente a James Potter o Damián Long.
Pettigrew le agradaba. Bueno, a Remus le agradaba. Sirius no se quejaría mientras que Pettigrew mantuviera su desorden de su lado del dormitorio.
Lucius Malfoy se convirtió en su tutor de pociones en segundo año, aunque Sirius sospechó que era el último intento de Lucius para impresionar a Narcissa. Durante el tiempo que habían estado juntos, Sirius desarrolló una admiración hacia el prefecto y posterior Premio Anual que competía con el inmenso cariño que le tenía hacia su prima. A pesar que había una diferencia de edad de cuatro años, eso no les había impedido ser muy cercanos. Al final del año, Lucius y Andrómeda se graduaron; y al año entrante, también Narcissa.
Miró por el rabillo del ojo a su mejor amigo. Remus estaba muy pálido, consecuencia de la luna llena, y frunció el ceño. Él descubrió el secreto de Remus en tercero; no lo investigó, Remus se lo contó a él y a lo demás; fue una sorpresa para Sirius, Rhys y Alice descubrir que Remus fue mordido por un licántropo cuando era niño. «No te abandonaremos», le prometió Alice. Ella se dedicó a aprender todo lo que pudo sobre ser sanadora y madame Pomfrey la convirtió en su aprendiza al final de tercero —entiéndase por tener una aprendiza a no criticar a Alice por seguirla a todas partes con un pergamino y pluma en mano mientras le hacía un millón de preguntas—. Sirius suponía que madame Pomfrey le gustaba que alguien quisiera seguir sus pasos. Entre Rhys y Sirius ayudaron a Remus a recuperarse después de la transformación; entre juegos de snap explosivos y anécdotas de la vida de cada uno, Remus fue teniendo más confianza en sí mismo.
El profesor Flitwick recogió las hojas de los exámenes TIMOS. Y después de que un par de alumnos ayudaran al profesor, la clase se retiró.
Sirius notó que Remus estaba agotado. No supo cómo animarle. Él no era James, quien tenía un talento especial para hacer bromas y meterse en problemas cada semana. Todavía no entendía cómo era posible que alguien tan reservado como Pettigrew tolerara la personalidad exuberante de Potter. Se encogió de hombros y pensó que al menos Pettigrew poseía el sentido común del que Potter carecía. Teniendo en cuenta que Pettigrew no era del tipo comunicativo, Potter solía escucharlo cuando él decía que algo era una estúpida mala idea.
—Yo no me acordaba de qué más poner —dijo Pettigrew— aparte del hocico, las pupilas y la cola con penacho.
—¡Esa estaba muy fácil, Peter! —dijo Potter jugando con un snitch robada—. La profesora Haywood nos enseñó tan rigurosamente cómo defendernos de esos sabuesos del infierno que es imposible que lo hayas olvidado.
Sirius ignoró el comentario de Potter y esperó que a Remus no le afectara oír lo que los demás pensaban de él; suspiró y se fijó en que Snape estaba tomando el mismo camino que Potter y Pettigrew. Intercambió una mirada con Remus y los siguieron. Snape tenía un actitud que la mayoría no soportaba y una apariencia que no le favorecía en lo más mínimo, pero Sirius no soportaba que Potter se metiera con él. Algo le decía a Sirius que Snape podía lanzarle una maldición poderosa a Potter si él se excedía, pero igual no se quedaría sin hacer nada si podía evitar que la situación se saliera de control. Remus no estaba apto para ejercer su autoridad como prefecto de Gryffindor.
Remus sacó un libro y Sirius no pudo evitar bufar. Acababan de salir de un examen y ya estaba repasando para el siguiente.
—Eh, mira a quién tenemos ahí. ¡Hola, Quejicus! ¿Cómo va tu día? —dijo Potter.
Pettigrew dejó de parecer tan entusiasmado. Antes había vitoreado las tonterías de Potter como si fuera su propósito en la vida, y se quedó esperando a lo que sucediera.
Potter y Snape empezaron un duelo de magos, si era que se podía considerar un duelo al hecho de que Potter no le daba oportunidad a Snape para que se defendiera o atacara. Potter le preguntó a Snape cómo le fue en el examen y dedujo que la hoja debía estar manchada de grasa. Algunos de los estudiantes empezaron a reír mientras que Snape comenzó a lucir más disgustado que antes. Pettigrew también se rio.
—Cállense —ordenó Sirius. Los estudiantes dejaron de reír y se marcharon, como si no quisieran enfrentarse a la furia de Sirius. El muchacho se volvió hacia Potter, quien se cruzó de brazos y le lanzó un «fregotego» a Snape—. ¿Y tú qué crees que conseguirás metiéndote con Snape, Potter? ¿En tu mente cabe la posibilidad de que Evans se fije en ti si constantemente atacas a su mejor amigo?
Potter tardó en asimilar lo que dijo.
—¿Y a ti qué te importa?
—Dices ser valiente. Te enorgullece ser un Gryffindor pero no eres más que un imbécil pretencioso que se da aires allá por dónde va —dijo Sirius impávido. Potter chasqueó la lengua—. ¿Y qué harás? ¿Desafiarme? Di lugar y hora, y te demostraré quién es el patético de ustedes dos. Y Pettigrew, empieza a plantearte qué opciones posees porque si dependes de la ineptitud de este imbécil acabarás matándote, te lo aseguro.
Snape se empezó a atragantar con las burbujas que no dejaban de brotar de sus labios; Sirius sacó su varita y le quitó el hechizo a Snape. El muchacho mantuvo la distancia de él mientras fue a recuperar su varita. Snape estaba a la defensiva. Sólo hacía falta un movimiento en falso para que el duelo de magia se reanudara. Potter y Sirius hicieron un concurso de miradas durante minutos; Pettigrew lucía escandalizado y sin saber qué hacer, y Remus aparentemente seguía concentrado en su lectura.
Evans apareció. La muchacha tenía los brazos en posición de jarra y parecía dispuesta a atacar a Potter. Ella hubiera interferido de no ser por Sirius, pero ese ya no era su propósito.
—Black tiene razón. Nunca saldré contigo, James Potter. Tú no vales la décima parte de mi tiempo —dijo Evans. Las palabras afectaron a Potter en más de un sentido—. Gracias por defenderlo, Black. Eres más considerado de lo que pensé. Severus, vámonos.
—¿Cómo lo hiciste? —preguntó Potter. Evans y Snape ya se habían marchado—. ¡Es lo más dulce que Evans ha dicho en años!
—Descúbrelo por ti mismo —respondió Sirius—. Remus, ¿no quieres continuar en la biblioteca? Allá nadie hará un escándalo.
*Esta carta tuvo su aparición en el capítulo III: Transformación de mi fic de Principios semejantes, gustos opuestos.
