El camino al País del Hierro era largo. Demasiado para su gusto.

Darui y Shee estaban registrándose en la posada en donde pasarían la noche. A la mañana siguiente se encontrarían con el equipo de Samui. Se sentía muy cansado.

Después de que ambos se registran, observo de reojo al Boss.

Su Raikage miraba por una de las inmensas ventanas de la estancia. Su mirada era un conjunto de emociones, la ira y la preocupación predominaban ella.

Se acercó a la barra, y pidió un par de chocolates calientes. Después de todo el clima era muy distinto al que estaba acostumbrado en Kumogakure.

Mientras esperaba a que el chocolate estuviese completamente listo, miraba de reojo al Raikage. Una suave sonrisa se dibujo en sus labios, al ver como este se limpiaba las lagrimas que salían de sus negros ojos.

Tomó las tazas, y se acerco a la mesa en donde estaba A. Ahí, puso una taza en frente del mayor.

- Raikage-sama, esté tranquilo - Susurró calmado. A era un hombre,que a pesar de tener un físico de temer, se dejaba llevar por sus sentimientos la mayor parte del tiempo.

- No puedo, Darui.

Lo comprendía. Pero, no podía hacer más que sólo intentar calmarlo. A estaba lleno de ira y deseos de venganza. Y él sólo quería detener eso.

- Beba un poco- Empujó la taza de chocolate hacia el otro, y éste sólo se quedó observandola. El humo salía y golpeaba sus bigotes.

Se quedó observando como el Raikage bebía de la taza hirviendo. Tragó grueso, la temperatura era baja, pero no al extremo para que el Raikage lo bebiera de ese modo tan rápido.

- Yo entiendo lo que se siente perder a un ser querido, Raikage-Sama -Bajó la mirada, y luego la levantó observando al mayor- Pero no debemos dejar que esos sentimientos de furia y rencor nos consuman, aunque… -El moreno se levantó, y se acercó al mayor- Yo confío en que usted tomara la decisión correcta.

El Raikage no pudo evitar que un par de lágrimas salieran de sus ojos. Tomó las manos del moreno entre las suyas, y depositó un suave beso en ellas a modo de agradecimiento.

- Gracias por confiar en mí.

Darui estaba rojo a más no poder. A, el Raikage, no era de mostrar sus sentimientos en público.

Así ambos se fueron a sus respectivas habitaciones. Esa noche, Darui durmió más feliz de lo que jamás había pensado que dormiría.

Definitivamente le invitaría mas tazas de chocolate al Raikage.