Capítulo 1: Dolor insufrible.

Él lloraba amargamente, escuchando la lluvia detrás de sus propios sollozos. Era una noche así, negra, lluviosa y solitaria la que extraía aquella parte de su mente renegada. Aquella parte que estaba cansada de las trivialidades de la vida, aquella parte que odiaba todo y a todos, que estaba cansada de tener que luchar contra mentes de piedra. Aquella parte que le recordaba que estaba solo.

El mundo era un lugar hostil. Eso lo sabía ahora mejor que nadie. En estos momentos en los que su mente le azotaba una sola frase con tal violencia que se sentía destrozado desde dentro: él no te puede amar.

Se levantó de su cama y se miró en el espejo. Sus largos cabellos y su tez fina y delicada no podían eclipsar el hecho de que era un chico. Miró el moretón en su brazo y recordó cómo se lo había hecho. Lloró. Trató de controlarse pero no lo logró. Solo lloraba, cubriendo la sección de piel amoratada con su mano y cerrando los ojos. Era demasiado. Era más de lo que él podía soportar. Así que no lo dudó ni un momento más. Se acercó al tocador, y después de hurgar un momento en el cajón, extrajo una afilada navaja. Se volvió a colocar frente al espejo, tomando un grueso y lustroso mechón de cabello.

Se miró por un largo instante, y distorsionando su rostro con un grito de furia, exclamó:

-¡deben estar contentos!- dijo, comenzando a cercenar el hermoso cabello.

Después de un rato, todo su cabello se había convertido en disparejos mechones negros.

Con los ojos enrojecidos y nublados por el amargo llanto, caminó hasta la cama y se dejó caer, aún empuñando la navaja.

-Esto es lo que quieren ¿no?... pues bien… ¡aquí lo tienen!- gritó. Sonora y furiosamente, y derramando más lágrimas, comenzó a cortar la piel de sus brazos, bañando el piso y las blancas sábanas de rojo.

-¡malditos todos…!-gritaba, repitiendo la misma letanía una y otra vez, con su cada vez más débil voz.

Algo muy fuerte lo arrastraba. Una paz, una oscuridad bajo sus párpados, un sentimiento de pérdida y de consuelo lo llevaban hacia la oscuridad… Y en sus últimos vestigios de consciencia, alcanzó a escuchar una voz. Una voz tan familiar pero tan desconocida… alguien tocaba y llamaba al otro lado de la puerta… pero él estaba demasiado aletargado para ir. Sus piernas ya no servían. Sentía que su cuerpo era de plomo… seguía escuchando llamados cada vez más preocupados, hasta que una intensa pesadez lo alejó de la realidad definitivamente.

Flashback:

Al fin, la jornada se había terminado. Después de recoger todas sus cosas y una vez que se hubo colocado su ceñida gabardina beige, salió a paso apurado hacia su pequeño departamento. La lluvia comenzaba a empapar su ropa cuando decidió que era una buena idea esperar a que pasara un taxi. Caminó hacia la siguiente esquina y esperó bajo una angosta cornisa. La calle estaba desierta. No había una sola persona además de él transitando el desolado paraje. Tampoco había automóviles. Miró su teléfono celular y al ver la hora decidió continuar caminando. Ahora comenzaba a oscurecer.

Últimamente se había sentido muy deprimido. Las cosas que le habían sucedido en los días pasados lo habían hundido más y más adentro en un mar de amargura y angustia, tan espeso y tan negro como el petróleo.

Aún caminaba inmerso en sus pensamientos cuando un silbido peyorativo lo devolvió a la realidad, en estado de alerta. Siempre puedo saber cuando el insulto es hacia mí. Siempre.

Estaba frente a un oscuro callejón donde se reunían unos pandilleros que últimamente gozaban haciéndole la vida más difícil.

-nena, ven por aquí- dijo uno de ellos

Los demás se rieron derrochando todo su odio en cada carcajada.

Comenzó a apurar el paso, sintiendo, con terror, como una horda comenzaba a seguirlo.

-Hey nene, ¿quieres que alguien te haga sentir mujer?- dijo uno de ellos, tomándolo por el brazo y volviéndolo, hasta tener su cara muy cerca. Él aspiró con repugnancia su aliento a alcohol.

Durante un momento, todos los sonidos desaparecieron. Solo podía ver las imágenes, lejanas y oscuras… veía a los demás acercándose… uno empuñaba una navaja y sonreía. Su sonrisa lo llenaba de terror. De hecho, estaba paralizado por el indescriptible Miedo que estaba experimentando. Entonces todo volvió a ser real, los sonidos regresaron y él se escuchó gritando y tratando de zafarse. La presión en su brazo era dolorosa e intensa. Solo un impulso le hizo patear al sujeto en la entrepierna.

Al instante sintió libre su brazo, y comenzó a correr. Corría ajeno a todo y a todos. Solo corría, hasta que sentía que sus pulmones ardían y estallaban, hasta que sus piernas no respondieron más.

Por fin, se detuvo. Parecía que los sujetos estaban demasiado ebrios como para lograr alcanzarlo. Probablemente la próxima vez no se salvaría… pero por ahora bastaba. No quería pensar en el futuro.

Aún temblaban sus brazos, cuando vio un lujoso automóvil acercarse. Venía lentamente, despidiendo agua a su paso por la encharcada carretera. Sintió curiosidad. Quería ver a través del vidrio. Pero sus ojos estaban deslumbrados por los faros. El auto se acercaba más y más, y él forzaba la vista para ver. De pronto escuchó un ruido.

Personas hablando agitadamente… eran doctores a su alrededor, sosteniendo sus muñecas…

Una intensa luz…

Más palabras ininteligibles…

Y luego oscuridad.

Fin de Flashback

-¿Haku?-

Sus ojos se abrieron a la luz blanca del hospital, deslumbrándose y luego adaptándose poco a poco.

Se sentía muy débil. Observó sus brazos envueltos en gasa blanca como la nieve y también vio el largo y delgado tubo de suero saliendo de su oculta muñeca.

Estaba totalmente solo y comenzaba a desesperarse. Quería llorar de nuevo, pero esta vez algo lo hizo contenerse.

Se disponía a intentar levantarse, mas sus piernas, por voluntad propia, no querían moverse. Estaba demasiado débil.

Alguien abrió la puerta de su cuarto. Al escuchar el sonido del picaporte girando, sufrió un momento de confusión y de esperanza. Ha venido a verme.

Mas la visión de cabello rosado, ojos verdes y uniforme de enfermera lo desanimó. Pero no tanto.

-¡Haku!- dijo Sakura. Su tono estridente molestó los oídos de Haku.

-Sakura…-dijo Haku. No sabía qué decir.

Se sentía muy mal. Por una parte, había intentado suicidarse, y había fallado. Ahora, además de todo lo que las demás personas sabían de él, también sabrían que era un suicida. ¿Eso era? ¿Cómo es que había llegado hasta aquí?

Por otra parte, su mejor amiga era su enfermera de turno. Él no podía mirarla a los ojos. Se sentía ahora inferior incluso a sus amigos.

Sakura debió percibir su pesar, ya que tomó un banquito y se sentó a su lado en silencio, mirando hacia abajo con tristeza primero, y luego encarándolo. Haku no correspondió la mirada, y únicamente se volvió hacia el otro lado.

-Haku… tú debes saber que yo…- la ojiverde pareció dudar un momento y luego prosiguió:

-Siempre seré tu amiga. Siempre. A pesar de todo.-

Haku se volvió despacio, sorprendido y sintiendo un estallido de cariño hacia ella.

-Sakura…-Aún no encontraba palabras.

-Me hubiese gustado mucho que me hubieses contado lo que te llevó…-Dijo la pelirosa, mirando indiscretamente los brazos de Haku.

-…A estar aquí, ahora.-Dijo, tratando de escoger bien las palabras.

Haku se volvió hacia el techo, con expresión melancólica. Sentía que el fluir de sus lágrimas era inevitable al recordar la última semana. Algunas imágenes desfilaban por su mente y Sakura pudo descifrar el intenso tormento que había en sus ojos.

-Haku…-Dijo ella, colocando una mano en su hombro, en un gesto de dolorosa impotencia.

Odiaba verle así.

Haku apretó los párpados y luego los relajó, manteniéndolos cerrados. Unos momentos después, los abrió y miró fijamente a Sakura.

-¿Sabes?...- comenzó a decir, tragando saliva e intentando en vano limpiarse las lágrimas. Al ver esto, Sakura acercó un pañuelo y comenzó a frotar suavemente las tersas mejillas.

-…Cuando yo tenía tres años, me gustaba jugar con las zapatillas de mamá…- después de decir esta última palabra, cerró los ojos un instante y se llevó trabajosamente un puño al corazón. Después prosiguió:

-Cuando ingresé al colegio, tendría cinco o seis años… yo… era tan feliz… me gustaba estar con las niñas. Recuerdo aquella vez que se nos permitió llevar un juguete a la clase. Yo llevé mi muñeco de acción. Fue tan divertido jugar a las muñecas…- Al evocar este recuerdo, Haku sonrió levemente, mas esa sonrisa desapareció en un instante.

-…Mas sin embargo… la infancia termina tarde o temprano, y con ella se lleva muchas veces la falsa felicidad que da la ingenuidad.-

Sakura, quien hasta ese momento escuchaba con una cálida sonrisa, comenzó a tornarse ligeramente triste.

-No fue sino hasta que ingresé a la secundaria, cuando comencé a darme cuenta de que había algo diferente en mí….- Las lágrimas y los profundos sollozos ahogaron sus palabras. Sakura acercó el pañuelo y en ese momento el tono de su celular comenzó a sonar. Ella comenzó a hurgar en su bolsa, levantándose de la silla y saliendo un momento al pasillo. Pensaba que Haku necesitaba un pequeño momento a solas.

Flashback de Haku

El receso había terminado. Decidió con antelación que necesitaba estar a solas consigo mismo.

Salió desde atrás del edificio de salones y se dirigió inmediatamente al baño de maestros. Cerró la puerta detrás de sí para asegurarse de que nadie lo molestara, aunque era improbable que cualquier maestro no hubiese ido ya en el receso a hacer sus necesidades.

Después de un momento de letargo, caminó un poco hacia el gran espejo que abarcaba casi toda la pared. Se veía reflejado todo su cuerpo exceptuando una parte de sus piernas.

Entonces pasó sus manos por su quijada. Últimamente notaba que era más angulosa y prominente. Pero solo un poco.

Siguió pasando sus dedos por su rostro, descendiendo lentamente hacia su garganta. Levantó la cabeza y tocó su nuez de Adán.

Estaba abismado. Sentía que podía ir más lejos. Comenzó a tocarse el abdomen, utilizando toda la palma de su mano.

Las sensaciones eran abrumadoras. Estaba dándose cuenta de las diferencias reales que tenía su cuerpo. Él nunca imaginó vivir este momento.

Comenzó a apretar suavemente sus pectorales sin desarrollo. El cuerpo de un hombre.

Había una parte de su cuerpo que últimamente le daba muchos problemas. Aún no podía enfrentarla. Antes era muy normal, y al principio de su vida, cuando creía que todos eran iguales, ni siquiera le daba una importancia especial. Ahora era perturbador.

Entonces, después de haberse explorado y de haber reconocido la realidad, miró su cuerpo completo en el espejo. Éste no soy yo.

Alguien comenzó a golpear la puerta. Su corazón se aceleró y por un momento permaneció en silencio.

Fin de Flashback.

Haku se hallaba un poco más tranquilo cuando Sakura regresó a su lado.

-Eran las chicas. Querían saber si las acompañaba hoy. Saldrán de fiesta, pero… yo prefiero quedarme aquí, a tu lado. Me quedaré incluso cuando termine mi turno.- Dijo Sakura.

-No es necesario. Yo estaré bien. Después de todo, me has salvado la vida, ¿no es así?-

Antes de poder decir otra cosa, Sakura comenzó a recordar la noche anterior.

Flashback de Sakura

Después de salir del trabajo, la pelirrosa había decidido visitar a Haku para que ambos fueran a bailar, a tomar y a divertirse. Había notado que él estaba un poco más serio de lo normal. Él parecía nunca divertirse. En ese momento la idea de llevarlo a otro ambiente le pareció genial y adecuada.

Cuando arribó al edificio, se percató de que el vigilante no se encontraba. De todas formas ya me conoce, y no tengo ganas de quedarme una hora a recibir piropos.

Sakura pasó con total libertad y comenzó a subir las escaleras. De pronto, escuchó una serie de lamentos cada vez más débiles. Supo de inmediato que era la voz de Haku, aunque ahora se escuchaba llena de amargura y dolor. Corrió la corta distancia que hacía falta para llegar a la puerta del departamento de su amigo. Los lamentos habían cesado por completo y ella comenzó a llamar, primero suavemente y luego con gran desesperación.

Después de unos segundos, comenzó a llamar a la policía, mientras buscaba la llave secreta oculta bajo el extintor. Tenía que entrar.

Una vez que abrió la puerta, sus ojos debieron adaptarse un poco a la oscuridad que reinaba en la pequeña sala-comedor-estudio. Había un silencio sepulcral en el recinto y Sakura no pudo evitar alarmarse un poco más.

-¡Haku!- Gritaba.

Llegó hasta el interruptor y lo encendió. Nada. No había nadie en ese cuarto. Así que sin dudarlo corrió hacia su habitación y entró sin avisar.

La imagen que se revelaba ante sus ojos la dejó totalmente pasmada

El pálido rostro de Haku quedaba eclipsado por el mar rojo que lo rodeaba y a pesar de que había visto heridos antes, no podía creer que fuera real.

Después de unos instantes, su entrenamiento como enfermera la hizo actuar sin más retraso. Sus esfuerzos estuvieron encaminados a detener el flujo de sangre de las numerosas heridas de los brazos de Haku mientras llegaba la ayuda.

Fin de Flashback de Sakura

-Haku… fue una suerte que el vigilante no hubiese estado. Si hubiera demorado un solo segundo más…-

Nadie habló por un eterno instante.

-Así que no me iré. Estaré a tu lado el tiempo que sea necesario hasta que salgas de este lugar.-

Haku no habló. Solo dibujó una desganada sonrisa, mas sin embargo, en su interior, lo agradecía infinitamente.

Fin de capítulo 1.