PRÓLOGO

La tormenta no amainaba en su furia, era el tercer día desde el inicio del tifón más grandioso de la última década; las aguas creaban torrentes en las calles, muchos vehículos se perdieron, al igual que varias mascotas. El sistema eléctrico comenzaba a fallar debido a los fuertes vientos, por lo que desde las ventanas se observaba la tenue luz de las velas, además grandes ventanales quedaron reducidos a trozos colgantes de cristal. La televisora local dejó de transmitir su programación regular, ahora se limitaba a emitir los avances de la tormenta y cada varias horas difundía consejos de cómo sobrellevar la tormenta.

En las afueras de la ciudad, una chica se mantenía atenta a las noticias; sentada frete al televisor y cubierta hasta el cuello, su rostro revelaba su temor. De vez en cuando sacaba su brazo y daba un gran trago al café en la mesa contigua; el televisor daba las últimas noticias:

El ciclón tropical Mallorie ha llegado a la costa, se recomienda a la población permanecer bajo techo. Se espera que los vientos reduzcan su intensidad, pero la lluvia continuará por varios días más. Hasta ahora han caído 400 mm de lluvia. Recuerden tener a la mano linterna, agua y comida empaquetada, continuar…

La televisión mostró estática por un segundo antes de apagarse, la energía eléctrica dejó de funcionar y la chica, ahora a oscuras, se levantó sufriendo el frio a encender algunas velas. Emitió un largo suspiro y se dispuso a dormir sin haberla encendido.

Las horas pasaron sin ninguna novedad, hasta que a mitad de la noche un estruendo despertó a la chica, el viento soplaba con una fuerza tremenda y los árboles en el exterior entrechocaban sus ramas con poderosa decisión. Ella sentía miedo ante su soledad; su padre se encontraba fuera por razones de empleo, el hombre de negocios viajó a América para cerrar algunos tratos de su pequeña empresa; no eran especialmente pobres, pero la mayor parte de sus ingresos los demandaba el banco tras un préstamo realizado por su difunta madre, así que vivían modestamente.

El ruido del exterior comenzaba a llamar la atención de la chica, parecía que el viento ganaba fuerza y de un instante a otro la chica se sobresaltó, emitiendo un sonoro y corto grito, un árbol se desprendió del suelo y derribó la pared al otro extremo de su habitación, abriendo un enorme agujero a su modesta cabaña de madera. La lluvia y el granizo entraban con gran velocidad, y la asustada chica corrió a refugiarse en la sala, no sin antes recibir algunos golpes por parte del granizo. Se acomodó en el sofá y, con dificultad, reanudó su sueño; mas no le duró demasiado, pues debido la tempestad sólo durmió un par de intermitentes horas más.

Ya en la mañana, la chica logró contactar con su padre, consternada le contó sobre la catástrofe y sobre el agujero en el hogar, éste dio una disculpa forzada pero en su impotencia no atinó a darle alguna solución. La chica colgó algo molesta y salió a comprobar los daños: el árbol en cuestión fue arrancado de raíz y fue su frondoso follaje el que abrió aquel inmenso agujero en su hogar. De más está decir que la mayoría de los muebles y pertenencias dentro de la habitación quedaron estropeados. Los vecinos se acercaban a ver el daño, pero ninguno ofreció la más mínima ayuda. La chica agachó la cabeza y lanzó un gran suspiro, encontró un periódico que seguramente fue arrastrado por el viento y lo recogió con la esperanza de encontrar un trabajo.

Al abrir el mojado y sucio diario notó que se trataba de la edición de hace una semana. Buscó la sección de empleos, la mayoría de los anuncios buscaba gente para servicio al cliente o ventas, pero sin la experiencia no podría conseguir ninguno, había grandes publicaciones para trabajos en bodegas, también en construcción, pero difícilmente escogerían a una persona de su edad, mucho menos a una chica; un puesto en un parque llamó su atención pero tras una breve llamada descubrió que el puesto estaba tomado. Pasaron varias horas de llamadas y ojeadas al diario antes de encontrar un pequeño anuncio en una sección perdida de la hoja; un anuncio breve y conciso en blanco y negro, no tenía número de teléfono ni fax, sólo una dirección de un pueblo un poco lejano: Mineral Town.