¡Hola!, este es un nuevo fic que se me ocurrió hace tiempo, después de ver la película mexicana "Negro es mi color" de la gran actriz Marga López, pero por falta de tiempo y de inspiración no lo había hecho hasta ahora.
Obviamente la historia está inspirada en la película, pero le he cambiado el contexto y varias situaciones, además de que le he agregado varios personajes.
Los personajes de Bleach son de Tite Kubo.
Espero que les guste este capítulo.
EL AMOR NO TIENE COLOR.
CAPITULO UNO. - ORIGEN.
Era una mañana muy tranquila en Rukongai, un pequeño y muy pintoresco pueblo costero, las casas en su mayoría de dos pisos, tenían tejado rojo y al frente un pequeño jardín. Ese barrio en particular era muy tranquilo, las personas que vivían ahí eran humildes pero muy trabajadoras y respetuosas.
En esa colonia vivía la familia Shihoin formada por Yoruichi de 42 años, quien seguía conservando su belleza, pues su piel morena aun lucia tersa, tenía grandes ojos dorados y un cuerpo muy bien formado, y Rukia su hija de 22 años, quien era dueña de unos hermosos ojos violetas, de cabellera negra y sedosa y de piel blanca. La mamá era enfermera en una pequeña clínica de la colonia, trabajaba duro para poder pagar la carrera de medicina a su hija. Rukia cursaba el último semestre de su carrera, era una chica alegre y estudiosa.
Yoruichi se encontraba durmiendo en su recamara, en esa mañana ella soñaba con una parte de su pasado que hubiera querido no recordar.
Era una nublada mañana de abril cuando Yoruichi caminaba por las calles de Karakura, estaba por cumplir los 19 años. Ella miraba emocionada los aparadores de las tiendas de ropa buscando alguna que se ajustara a su presupuesto, cuando unos chicos pasaron corriendo sin precaución y la hicieron caer.
—¡Oigan tengan más cuidado! —gritó enfadada desde el suelo, pero los muchachos ni siquiera se detuvieron a mirarla. Ya estaba acostumbrada, la mayoría de los chicos de esa época la hacían menos por ser morena o por ser pobre.
—¿Estás bien? —escuchó una voz a un costado, ella volteó y se encontró con una mano extendida ofreciéndole ayuda, sin pensarlo la tomó y cuando alzó la vista descubrió a un chico con los ojos más bellos que había visto. —¿Estás bien? —volvió a preguntar el chico ayudándola a levantarse.
—Sí. —contestó nerviosa, pero de pronto sintió dolor intenso en uno de sus pies, pues al caer se lo había lastimado, no pudo evitar hacer un gesto de dolor.
—Te llevaré a tu casa. —le dijo el chico sin soltar su mano. —estás lastimada.
—No es necesario. —dijo ella nerviosa soltando su mano. —Yo puedo sola. —ella intentó apoyar el pie en el piso pero no pudo, le era muy doloroso.
—De verdad insisto en acompañarte a tu casa. —le dijo el chico. —Me quedaría más tranquilo.
—Está bien, gracias. —dijo sonriendo, con cualquier otro chico no hubiera aceptado, pero él era especial, la había cautivado de inmediato. — Soy Yoruichi Shihoin, mucho gusto. —dijo con una sonrisa, el chico correspondió el saludo.
—Yo Soy…
La alarma del despertador sonó anunciando a la chica morena que ya era hora de levantarse, ella se estiro un poco antes de sentarse en la orilla de la cama.
—Otra vez soñé contigo. —dijo Yoruichi mirando hacia el suelo de su habitación. —Al parecer después de tanto tiempo no consigo olvidarte.—dijo nostálgica.
Rápidamente se levantó de la cama y se metió a bañar para alejar ese sentimiento de tristeza, años atrás se había prometido no volver a pensar en esa persona, pero en los últimos días lo soñaba recurrentemente.
Después de bañarse y arreglarse, bajó a preparar el desayuno mientras Rukia se bañaba. Ya estaba un poco mejor, así que dibujo en su rostro una sonrisa para no preocupar a su hija.
—¡Rukia!, ya está el desayuno. —Gritó Yoruichi desde las escaleras, luego se sentó a la mesa para esperar a su hija. Después de unos minutos Rukia, vestida con unos jeans azules, blusa de tirantes negra, tenis blancos y una bata azul, ya que le tocaba ir de civil, bajó y se sentó a desayunar.
—Rukia, sigo sin entender porque ahora ya no usan bata blanca en la escuela. —le comentó Yoruichi, pues hacia como un año que Rukia dejó de usar la bata blanca característica de la escuela de medicina.
—Ya te dije que son ideas de la directora. —Respondió Rukia a secas después de beber un poco de su jugo de naranja. Yoruichi entendió que ella había dado por finalizado ese tema.
Después de desayunar Yoruichi despidió a su hija recargada en la puerta.
—¡Ah!, Rukia. —la llamó Yoruichi. —se me olvidaba que hoy llegare tarde, me quedare horas extras. —a Rukia no le gustó la idea y lo reflejó con una pequeña mueca en su boca. —Recuerda que vamos a necesitar dinero para tu graduación. —agregó Yoruichi para calmar a su hija.
—¡Gracias mamá! —le dijo Rukia con una sonrisa y llena de orgullo por tener una madre tan trabajadora y responsable. —Ya verás que cuando sea una gran doctora ya no tendrás que trabajar. —luego la abrazó y se despidió de ella con la mano.
Yoruichi la veía alejarse, conmovida por lo que le dijo su hija, no podía creer que el canalla aquél no la quisiera como hija, y así su mente se llenó de tristes recuerdos de nuevo…
Esa tarde Yoruichi esperaba sentada en la banca de un parque, a quien era el amor de su vida, a aquel chico que una tarde de abril el destino le puso en el camino. El día anterior él la había llamado y la citó en ese lugar para hablarle de algo importante, ella estaba contenta pues imaginaba que le iba a pedir que se casaran.
Cuando alzó la vista pudo distinguir que el chico que esperaba caminaba hacia ella, pero se preocupó al ver su semblante serio y con un destello de enojo, también porque vio que no llego solo, un señor de edad avanzada caminaba detrás de él, se veía muy distinguido y elegante.
—Yoruichi, tengo que hablar contigo. —dijo el chico muy serio cuando se acercó a ella, su acompañante se quedó unos pasos atrás.
—¿Qué pasa? —preguntó preocupada. —te siento muy raro.
—Pasa que ya no podemos seguir juntos. —sentenció el joven. La noticia dejo impactada a Yoruichi.
—Pero si nos amamos. —dijo Yoruichi con voz cortada varios segundos después.
—Yo no te amo. —dijo fríamente el chico. —¿Cómo podría amar a alguien como tú? —dijo con desprecio, Yoruichi supo que se refería a su color de piel. —Solo me divertí contigo un rato.
Yoruichi le propino una fuerte bofetada pues había sentido mucha rabia por sus palabras, él no reacciono de ninguna forma, se limitó a seguir observándola de forma seria, su acompañante tampoco hizo nada.
—Nunca lo pensé de ti. —dijo Yoruichi entre lágrimas, amaba demasiado a ese hombre y el saber que solo se había burlado de ella le causo una profunda decepción. —Te creí sincero cuando me dijiste que me amabas, que no te importaba mi clase social o mi color de piel.
—Ya ves que no fue así. —dijo fríamente el joven. —Solo te utilice a mi conveniencia y ahora que conseguí lo que quería, ya no me sirves. —Yoruichi lo escuchó con las lágrimas resbalando por sus mejillas, pero eso no fue suficiente para conmover al chico, quien dio media vuelta y caminó hacia su coche, dejando a Yoruichi con la mirada agachada y con sus manos sobre su vientre.
—Si tan solo no te hubiera conocido. —dijo Yoruichi nostálgica mirando en dirección por donde se había marchado Rukia, aunque ella ya había desaparecido hace tiempo. Pero de inmediato movió la cabeza para alejar ese pensamiento. —Pero entonces no la tendría a ella y ella es mi mayor felicidad. —dijo mientras cerraba la puerta. Luego se terminó de alistar para ir a su trabajo.
Mientras tanto Rukia caminaba rápidamente por las calles que faltaban para llegar a la escuela, de vez en cuando miraba a los lados o hacia atrás para asegurarse de que no la siguieran. La universidad se encontraba a media hora de su casa, pero el autobús la dejaba a tres cuadras, tres cuadras que para ella parecían una eternidad.
—Espero esta vez no encontrármelos. —dijo angustiada agarrando fuertemente el asa de su mochila negra que llevaba en un hombro. De repente sintió que algo golpeaba su espalda, entonces de detuvo en seco y se dio la media vuelta.
—Vaya, vaya, si es la chica sin padre. —dijo una voz burlona, perteneciente a una chica blanca de cabello rubio.
—Michiru. —dijo Rukia. —También Hiroshi y Azumi. —agregó al ver a dos chicos junto a ella, uno de los cuales llevaba un garrote de madera y el otro chico más alto llevaba una piedra.
—Así que no has comprendido que no te queremos ver aquí. —dijo Azumi arrogante, jugando con la piedra que llevaba en la mano.
—Y ustedes no han comprendido que no me importa lo que digan o hagan, no dejare la escuela. —dijo Rukia con voz firme, tratando de ocultar su miedo, pues sabía de lo que ellos eran capaces. Michiru se acercó a ella, seguida por sus compañeros.
—Ya te dijimos que a nosotros no nos gusta la gente como tú, de sangre negra. —dijo Michiru con desprecio en su voz y mirada, a Rukia le dolieron sus palabras, cerro sus puños con fuerza. —Siento pena por ti, eres pobre, despreciada por tu padre e hija de una miserable...
—¡Cállate! —interrumpió Rukia dándole una cachetada a la chica. —De mi di lo que quieras, pero con mi madre no te metas. —dijo furiosa.
—¡Eres una idiota!, ¿Cómo te atreves a pegarme? —dijo Michiru empujándola y cómo Hiroshi había puesto el pie atrás de Rukia, ella tropezó y cayó de sentón al piso.
—Te enseñaremos a no meterte con nosotros. —dijo Hiroshi y alzo el palo de madera para golpearla, Rukia solo cerró los ojos esperando el golpe, no se dio cuenta que una mano lo detuvo.
—Tres contra una, no es justo. —dijo el chico que detuvo el palo, Rukia abrió los ojos y pudo ver a alguien de espaldas a ella pero por la luz del sol no logró distinguirlo. —Yo les enseñaré a no meterse con los demás. —dijo el chico y con un hábil movimiento pudo quitarle el palo a Hiroshi y con el golpeó en el estómago a Azumi provocando que se doblara del dolor, Hiroshi le lanzó varios golpes pero fueron bloqueados por su oponente, quien con una patada en el estómago lo mando unos metros hacia atrás. —Ahora es tu turno. —le dijo amenazando con el palo a Michiru.
—¡No me golpee por favor! —suplicó la chica en el piso, llorando de miedo. El chico tiro el palo y se acercó a ella.
—La próxima vez que la molesten los mataré. —dijo tomándola por el cuello de la camisa y alzándola unos centímetros. —¿Has entendido? —le preguntó con voz amenazante, la chica asintió asustada. Luego que la soltó, ella y sus dos amigos se fueron corriendo de ahí.
Rukia seguía en el piso, estaba impactada por lo que acababa de suceder y estaba muy intrigada por ver la cara del chico que la había salvado. Él volteo a verla sonriendo, pero su sonrisa no parecía dulce, más bien era de satisfacción, Rukia sentía que había disfrutado la pelea con esos chicos.
Él llevaba puesto pantalón y zapatos blancos, camisa azul con rayas horizontales blancas, era bien parecido, pero lo que más llamo su atención fueron sus manos grandes y fuertes, pues sentía que brindaban seguridad.
—¿Qué no piensas levantarte de ahí? —preguntó el chico cruzado de brazos mirándola de forma expectante.
—Sí. —dijo levantándose lentamente y sacudiendo su ropas. —Gracias por ayudarme. —le dijo con una sonrisa. —Soy Rukia Shihoin. —dijo mirándolo a los ojos y extendiendo su mano en señal de saludo.
—Rukia ¿Eh? —dijo devolviendo el saludo. —Soy Grimmjow Jaegerjaquez. —dijo con orgullo, viéndola a los ojos también. —¿Y por qué te molestaban esos tontos? —preguntó soltándole la mano. Rukia dudó un momento en contestar.
—Porque mi mamá es morena y ellos son unos racistas. —Dijo Rukia quitándose la bata azul y guardándola en la mochila. —siempre me molestan. —dijo resignada, sacando una bata blanca de la mochila, Grimmjow la miró extrañado. —como a veces me echan bolas de lodo me pongo la bata azul y cuando llego a la escuela me la cambio por la blanca. —agregó para explicar el porqué de sus dos batas.
―¡Ah! ―dijo el chico de cabello azul.
—Ya es tarde, me tengo que ir. —dijo recordando que tenía examen a la primera hora. —Gracias de nuevo. —se despidió con una sonrisa y se alejó corriendo.
—Creo que después de todo fue bueno que llegáramos a este pueblo. —Dijo Grimmjow tocándose la barbilla y viendo como corría aquella pequeña pero bella chica.
Después de ver a Rukia perderse en la lejanía, regreso al barco atracado en el muelle de Rukongai.
—Ya de regreso y con esa sonrisa. — le dijo Nnoitra en cuanto lo vio subir al barco. —Apuesto a que ya tienes una conquista. —dijo riéndose.
—Tal vez. —dijo sonriendo Grimmjow.
Halibel, quien pasaba por ahí y escuchó todo, meneo la cabeza en señal de desaprobación. El comentario de Nnoitra la había puesto de mal humor.
En la facultad de medicina.
Ya era la última clase del día, el profesor de Anatomía estaba leyendo un capítulo sobre la columna vertebral.
—Rukia, me puede repetir lo que acabo de decir. —dijo el profesor enérgico, trayendo a Rukia a la realidad.
—Lo.. Lo siento profesor. —dijo nerviosa. —No estaba prestando atención. —Rukia, quien estuvo distraída durante las clases, no dejaba de pensar en el chico de ojos azules que la había salvado, y en esa sensación de seguridad que le proporcionaba estar a su lado.
—Me he dado cuenta de eso. —le dijo el profesor arreglándose sus lentes, pero el timbre sonó anunciando el fin de la clase y salvando a Rukia de un buen regaño. —Bien jóvenes, guarden todo y pueden retirarse. —dijo el profesor regresando a su escritorio para guardar sus cosas.
—¿Qué te pasa Rukia? Hoy andas muy distraída. —le preguntó una chica de baja estatura y cabello color chocolate mientras el profesor salía del salón para dirigirse a su siguiente grupo.
—Nada Momo. —dijo Rukia guardando su libreta en la mochila. —Es que no dormí bien. — Rukia no quiso contarle nada a su amiga, una porque no quería que se enterara de que era molestada por aquellos chicos y otra porque se sentía tonta por pensar mucho en un chico al que no volvería a ver. Esa era la última clase para ambas, así que caminaron hacia la salida de la universidad.
—Oye Rukia ¿Qué te parece si vamos al cine en la tarde? —Dijo Hinamori alegre. —Mi novio vino a visitarme y quiero presentártelo.
—Lo siento Momo, pero hoy tengo que limpiar la casa. —dijo Rukia. Cuando su mamá se quedaba horas extras, ella tenía el encargo de limpiar la casa y hacer la comida. Pero a Rukia no le pesaba realizar esas actividades, a ella le gustaba ayudar a su mamá en lo que pudiera, era lo menos que se merecía por todo lo que Yoruichi hacía por ella.
—Pues ya ni modo. —dijo Momo resignada, conociendo sobre la situación de Rukia. —Lo conocerás la próxima vez que pueda venir. —le dijo con una sonrisa. Rukia y Momo se despidieron a la salida de la escuela, cada una tomo un rumbo distinto.
Rukia caminaba cabizbaja de regreso a su casa, mentalmente se reprochaba por ser tan infantil e ilusionarse así con un joven al que solo había visto una vez.
—Eres una tonta Rukia. —dijo mientras pateaba una lata que estaba en el piso, al seguirla con la mirada vio que esta chocó con los pies de alguien, al levantar la mirada vio a un chico recargado en una pared y cruzado de brazos mirando hacia el piso, por un momento tuvo miedo de que fuera alguno de los chicos que la molestaban, pero al acercarse más su corazón se aceleró al ver que era Grimmjow, y algo la impulsó a correr hacia él. Esta era la primera vez que su corazón se emocionaba por un chico después de aquella desilusión.
Continuará…
De seguro se sorprendieron al saber que Yoruichi es la mamá de Rukia, pero es necesario para la historia. Así como también lo es el encuentro con Grimmjow.
Qué por cierto gracias a los fanarts y a los fanfics que he leído, me ha empezado a gustar el GrimmRuki.
Saludos y que estén bien…
Y si pueden dejen un review por favor.
¡Gracias por leer!
