El universo y personajes de Shingeki no Kyojin le pertenecen a la malvada llama asesina, digo a Hajime Isayama. Yo sólo juego con ellos xD.
Fic situado en algún momento después del capítulo 90 del manga. Multipairing. Eremika, Arumika, Jeakasa y Rivamika.
Pertenece a la mini-serie del harem de Mikasa, colección de one-shot relacionados entre sí de la inesperada vida amorosa de Mikasa Ackerman.
Espero que les guste, nos leemos en la nota del final.
.
Dolores de cabeza
Era la tercera vez que el dolor punzante volvía a lo largo del día. En las primeras dos ocasiones se encontraba con Jean en los establos, limpiando las caballerizas, Mikasa había logrado ocultar bien el dolor, aunque no lo suficiente, pues Jean le había prometido que él terminaría la tarea para que ella pudiera descansar adecuadamente.
Salió de los establos, ignorando la sugerencia de su compañero.
Creyó que mitigaría el dolor estando más activa, así que se unió al entrenamiento avanzado que el Sargento Levi impartía a los nuevos reclutas. Siguió entrenando, intentando ignorar el dolor.
—¡Ackerman! —Omitió el llamado del Sargento, continuando con su práctica—. ¡Mikasa! —Levi se introdujo en su campo de visión, sosteniéndole las manos a mitad de un golpe.
—Suélteme —siseó forcejeando. Levi afianzó el agarre.
—El entrenamiento terminó para ti. Ve a descansar. —Le dirigió una mirada dura, liberando sus manos—. Te ves fatal.
Mikasa soltó un bufido. Mantuvo un duelo de miradas con su superior. Ninguno quería ceder ante el otro.
La punzada volvió, ahora en ambas sienes. Cerró brevemente los ojos, pidiendo a las diosas que calmaran el dolor. Exceptuando por sus ojos cansados, su semblante se mantenía intacto. Nadie a simple vista habría podido detectar su malestar. Excepto Levi, por supuesto.
Asintió a la orden cuando abrió los ojos y vio la determinación en él, el dolor provocó que terminara por ceder.
Lo mejor sería descansar y más en su estado. Encaminó sus pasos a su habitación.
Los dolores de cabeza solían ser infrecuentes, aunque potentes. Podría recordar nítidamente la primera vez que sucedió, justo después del asesinato de sus padres —aunque en ese entonces fue instantáneamente opacado cuando Eren la rescató—; al encontrarse con el Dr. Jaeger el dolor no tardó en derribarla.
Agitó su cabeza, espantando los recuerdos, tal acción agravó las punzadas. Alcanzó a tocar una pared para apoyarse y se llevó una mano al lugar torturado.
Su semblante demostró de forma fugaz el dolor que sentía, deseando que disminuyera. Abrió los ojos, encontrando a Connie al final del pasillo.
El chico rapado la veía atónito, creyendo que su mente lo engañaba, parecía irreal que La soldado que vale por cien pudiera sentir algo tan simple y humano como el dolor de cabeza. En ocasiones se cuestionaba si no era una especie de animal salvaje como el Sargento Levi. Incluso llegó a creer que podrían ser seres míticos e inmortales dedicados a salvar a las humanos; y que su única humanidad era su apariencia. Naturalmente todas esas ideas quedaron olvidadas después de luchar codo a codo con ellos y notar que no eran tan inhumanos como aparentaban.
Mikasa emprendió nuevamente su camino intentando mantener una expresión neutra, a pesar del dolor.
La segunda vez que sintió las punzadas fue durante la caída del Muro María; después de ver morir a tía Carla frente a sus ojos y ser víctima de la ira e impotencia de Eren.
La presión incrementó cuando atravesó el comedor. Escuchó la voz de Sasha llamándola, dirigió la mirada a la Chica Patata, quién rápidamente guardó silencio.
Sasha comprendió que su amiga no se encontraba bien. A diferencia de muchos soldados que veían a Mikasa y Levi como inmortales e incansables guerreros; ella había curado sus heridas y sido testigo de su dolor. Para ella, Levi y Mikasa no eran súper soldados indestructibles; sólo personas con más fuerza y habilidad que la media.
Mikasa siguió de largo ante el mutismo de Sasha. Lo único que deseaba era recostarse un instante y cerrar los ojos.
La tercera vez que fue mancillada con ese dolor fue cuando creyó a Eren muerto, durante la batalla en Trost. En ese entonces estuvo dispuesta a seguirlo aún en la muerte. Para ese momento, se había vuelto un contenedor hermético de emociones; sentía tanto y a la vez era incapaz de expresarse correctamente.
Las punzadas se expandieron a la parte frontal de la cabeza, presionando y llevando al límite el cuerpo de Mikasa. Comenzó a marearse y tambalear; forzó sus piernas para seguir avanzando. No podía darse el lujo de desvanecerse en medio de un pasillo vacío.
Alcanzó a escuchar la voz de Armin y las pisadas acercándose. Lo último que vio antes de desmayarse fue a Eren y Armin corriendo hasta ella.
.
Vio a Eren salir de su forma titán. Corrió hasta él para atraparlo en brazos, sintió su errática respiración y la manera en que sus parpados caían sobre sus ojos, despidiéndose de ella. Encontró a Armin siendo sometidos por soldados, mientras gritaban órdenes de llevar el suero titán y al siguiente portador. Sasha y Connie yacía inertes a varios metros de ella. Levantó la mirada, para encontrar a Jean dándolo todo en, lo que parecía ser, la última batalla.
Contempló el caos a su alrededor. Reconoció al portador del titán Bestia festejando una victoria inminente con la cabeza de Levi en sus manos, exhibiéndola en lo alto.
Escuchó un agudo grito a la distancia; en medio del caos y sangre, una pequeña niña de grandes ojos grises y cabello oscuro se mantenía temblando. Veía con miedo a Mikasa, como si le suplicara que la salvara.
Un dolor agudo le atravesó el pecho tras ver a la niña. ¿Qué hacía un ser tan puro e inocente en un mundo lleno de crueldad y dolor? La pequeña se alejaba mientras más luchaba por alcanzarla.
El dolor aumentó; bajó la mirada cuando el aire dejó de ingresar en sus pulmones, encontrándose una mancha de sangre expandirse por su uniforme. La agonía e impotencia la invadieron. Soltó un alarido junto a su último respiro.
.
Dentro de la habitación yacía el cuerpo perturbado de Mikasa.
—¿Es normal que esté tan inquieta? —cuestionó Jean, secándole el sudor que perlaba la frente de la mujer dormida.
—Es anormal que esté soñando —aportó preocupado Armin. Eren se mantenía en un silencio casi indiferente.
La puerta fue abierta de golpe, mostrando al Sargento, quien entró rápidamente, para darle paso a la doctora que solía atender a los legionarios después de las Expediciones.
—Fuera —ordenó Levi después de ver los jóvenes inmóviles—. Ahora. —Jean presionó la mano de Mikasa antes de alejarse, dejando el pañuelo en la mesa más cercana. Armin repitió la despedida, dedicándole una inadvertida sonrisa.
—Permiso —pidió el rubiecito saliendo por la puerta. Se detuvo unos segundos, meditando sus palabras—. Cuide de Mikasa, por favor —suplicó a la doctora.
—Está en las mejores manos —aseguró la amable mujer con una sonrisa.
Eren fue el último en salir, pues había mantenido un duelo de miradas desde que Levi ingresó a la habitación. Resopló, saliendo y cerrando la puerta tras de sí.
Después de varias pruebas y que la revisión concluyera, la doctora informó sobre los resultados y la razón del extraño comportamiento de la soldado. Levi apretó los labios cuando escuchó la resolución final, sin poderlo evitar, su mirada y semblante se suavizaron.
—Tiene que descansar —decretó la doctor, guardando todos los instrumentos que usó para revisar a Mikasa. Procedió a explicarle posibles medidas de prevención, recordándole al Sargento los cuidados que debía de tener Mikasa y que tenía que ser revisada medicamente de forma constante.
.
Del otro lado de la puerta, Eren escuchaba atentamente cada indicación. Se había quedado solo en el pasillo después de que Armin y Jean fueran solicitados por el Comandante Hange.
—Permiso. —La doctora salió seguida de Levi, quien no tardó en perderse en los pasillo, sin notar la presencia de Eren—. Felicitaciones. —La mujer le sonrió a Eren, después de palmearle el brazo; aún con una acción tan cálida, él sólo apretó más las manos—. Después de ver como se preocupaban por ella, aun siendo soldados, tengo la seguridad de que el bebé será bien recibido y cuidado. —Dicho esto, la doctora se alejó, dejando a Eren en un debate mental. Contempló la puerta unos minutos, sopesando la idea de entrar o no. Soltó un suspiro antes de regresar a su habitación, optando por dejar descansar a Mikasa.
.
Levi preparó todo lo necesario para hacer té. Cuando la tetera estuvo lista, la colocó en una bandeja junto a dos tazas. Se perdió momentáneamente en el recuerdo de las palabras de la doctora y se preguntó cómo fue posible un descuido tan grave.
Al menos el té negro no le hará daño.
Una sonrisa socarrona brotó de sus labios, negó con la cabeza, manteniendo ese pensamiento, tomó la bandeja, dirigiéndose a la habitación de Mikasa. Encontró nuevamente a Jean y Armin. No le sorprendió que Eren ya no estuviera. Ninguno de los chiquillos le prestó atención cuando entró.
Había pasado un tiempo desde la recuperación del Muro María. Desde entonces, las facciones de Mikasa se volvieron más suaves y delicadas, pese a mantener una expresión estoica la mayor parte del tiempo; su cuerpo terminó por desarrollarse completamente. En ese efímero momento de paz que advierte la inminente guerra, es que esos discretos detalles resaltaron más.
.
Armin estaba sentado cerca de Mikasa, acunando una de sus manos como si fuera lo más delicado y tuviera miedo de romperla.
Al enterarse de las consecuencias que conlleva el poder titán, Armin, al contrario que Eren, se había esforzado en demostrarle a Mikasa lo sentía por ella.
Una diminuta lágrima rodó por su mejilla; pocas veces pensó en perderla. Creyó que en el campo de batalla sería más fácil de proteger, sin embargo, por egoísta que fuese, prefería morir por ella, antes que experimentar el doloroso sentimiento de perderla. Ahora que yacía inconsciente, temía ser incapaz de velar por ella en un mundo sin titanes donde la felicidad parecía al alcance de su mano y tan lejana a la vez.
.
Jean presionaba las manos en sus piernas, con impotencia. Horas antes había estado con ella en los establos; debió de asegurarse por sí mismo que fuera a descansar. Según el Sargento, la encontró entrenando con los nuevos reclutas. Se reprochó mentalmente lo crédulo que fue al fiarse de ella. Mordió su labio para evitar que una sonrisa adornara su rostro al recordar las mejillas sonrojadas de Mikasa y el sonido de su voz en esa ocasión que estuvieron juntos.
Con los ajustes en el gobierno, lo que quedó de la Legión, los hizo volverse los nuevos veteranos. Hange había puesto en marcha diversos planes de mejora en el equipo anti humanos para la inminente guerra contra Mare. En el plan, incluía tener a Jean de asistente y a Mikasa de sujeto de pruebas. Jamás pensó que esa situación sería la apertura perfecta para acercarse a ella.
Él no podía transformarse en titán como Armin y Eren; ni tenía la fuerza y habilidad del Sargento Levi; sin embargo, era capaz de desvivirse para entender y ayudar sin rechistar a Mikasa. Por ello, su felicidad fue infinita cuando la chica comenzó a reconocerlo lentamente y hacerlo parte de su vida.
Jean sólo esperaba poder sobrevivir el tiempo suficiente para compartir lo que quedase de su vida con Mikasa. Ya había logrado pequeños, pero significativos avances. No obstante, le seguía preocupando las dolencias de ella. Un fugaz recuerdo sobre las amigas de su madre cruzó su mente; desmayos continuos, vómitos y prominentes vientres. Espantó la idea, pues dudaba que el pequeño desliz (qué lo hizo más que feliz), tuviera tales consecuencias.
.
Eren se encontraba en su habitación, contemplando la fotografía de la antigua familia de su padre.
¿Sería capaz de hacerlo lo mismo que su padre?
Desechó esos pensamientos. Después de perder a Hannes, la relación con Mikasa (lo poco que quedaba de su familia) se volvió más peculiar de lo normal. Ese beso en el momento más caótico desató una reacción en cadena dentro de él; empezando por activar la coordenada.
Después algunas visitas nocturnas habían logrado crear una relación. O eso se obligaba a pensar, pues dudaba que sus besos y caricias fueran falsos.
Un bebé.
Volvió a saborear la noticia. Ya imaginaba el discurso que les daría Hange por incapacitar a su mejor soldado (después de Levi). Sin embargo, la noticia le seguía sabiendo agridulce. De ser real, no podría verlo —o verla— crecer a causar de la maldición de Ymir, hasta ese momento comprendió el alcance de sus acciones y consecuencias.
Sólo esperaba no condenar a Mikasa y al pequeño que comenzaba a crecer dentro de ella.
.
Mikasa comenzó a removerse en la cama, inquieta. El aire le comenzó a faltar y despertó soltando un grito que tomó a los presentes por sorpresa. Instintivamente se llevó ambas manos al vientre, haciendo ademan de protegerlo. Armin se apresuró a tranquilizarla, susurrándole que todo estaría bien.
—¿Dónde estoy? —Preguntó sentándose en la cama. Jean mantenía una mirada acusadora en ella.
—Te has desmayado. —Mikasa asintió, comprendiendo la situación. Su semblante se relajó al darse cuenta que las personas que apreciaba aún se mantenían con vida.
—Bebe —ordenó Levi, colocando una taza de, lo que parecía ser, té entre sus manos—. Necesitas calmarte. —No protestó y siguió dócilmente las indicaciones de su superior. Suficientes problemas le había causado por descuidarse—. Salgan —pidió a Armin y Jean.
—Sargento, con todo el respeto —enfrentó Jean, poniéndose de pie—, no me iré hasta estar completamente seguro de que Mikasa está bien.
—Es una mocosa irresponsable —farfulló—. Fuera. Tengo que hablar con ella.
Ambos jóvenes se vieron momentáneamente a los ojos; tras el intercambio de miradas, concordaron en quedarse.
—Está bien, Sargento. —Mikasa terminó su té. Definitivamente extrañaba compartir esas tazas de té con Levi durante las noches que se quedaba en la habitación de su superior—. No tengo problema con que ellos escuchen. —Levi arqueó una ceja, visiblemente interesado. Tomó aire antes de soltar la bomba.
—Estás embarazada, mocosa. —Diferentes exclamaciones se escucharon a lo largo de la habitación.
Mikasa mantenía su ceño fruncido intentando procesar la noticia.
Por otro lado, las expresiones de Armin y Jean fueron un poema. En ese momento, la puerta fue abierta, mostrando a un abatido Eren, quien no tardo en abalanzarse y abrazar a Mikasa después de verla despierta. Levi rellenó la taza de la chica mientras todos se hacían a la idea de que había un bebé en camino. Tras varios minutos de silencio, la misma frase fue dicha por cuatro voces diferentes.
—Seremos padres —corearon Armin, Eren, Jean y Levi. Se miraron entre sí después de escucharse. Intentaron serenarse antes de girarse ante la mujer en cama—. Mikasa —repitieron al unisón, irritándose entre ellos. La aludida se limitó a seguir sorbiendo su té para evadir las respuestas que hubiera deseado, no dar jamás. El relajante efecto comenzaba a pasar y las dolorosas punzadas volvieron. Tal parecía que tendría que acostumbrarse a la latencia, pues dudaba tener un segundo de tranquilidad después de ese día.
.
.
Si me la quieren rayar sobre porque estoy escribiendo otro one-shot en lugar de terminar los fic's que ya inicié, es porque esta idea ni siquiera me dejaba dormir. Hacer este disparate nació de un incesante dolor de cabeza, la versión original era muy dulce e inocente que después se volvió el desastre que acaban de leer.
Si les ha gustado, dejen su comentario y votito. Que no tienen ni idea de como me anima a seguir escribiendo. ¡Habrá continuación! Esto pertenece a una mini serie que será el harem de Mikasa, más adelante sabrán porque.
¡Hasta la próxima!
