Mi primer fic de Saint Seiya con personajes de Masamito Kurumada y con los de mi loca mente XD

(Próximamente: fic Yaoi del mismo anime)

Namaste ("Saludos" en hindi)

Kate Kapoor

Capítulo I

Era una noche de lluvia y tormenta en el santuario de Atena, las gotas eran muy gruesas y fuertes; y es que luego de una feroz batalla, aunque mas bien, fue una guerra, una gran Guerra Santa, y en algunos campos cercanos al santuario, no fueron campos de guerra, sino de masacre, varios cuerpos de aldeanos y soldados, ahí tirados en el suelo, que fueron torturados por los horripiliantes espectros de Hades, hasta hacerlos sufrir y morir lentamente. otros espectros, decapitaron a hombres, mujeres, niños y ancianos sin piedad y los devoraban como si fueran presas de animales. Y así, otros fueron degollados, ahorcados, hasta quemados vivos y toda clase de estrangulamiento que se les ocurría.

Esto había traído horror y pánico y fue por eso, que los 88 caballeros guardianes de la Tierra se levantaron en guerra contra Hades, el responsable de toda esta tregedia, pero sabían que para ello deberían eliminar a sus espectros que lo cubrían, y así lo hicieron; y finalmente vencieron al señor de los infiernos, el cual juró vengarse de Atena, quien fue la principal guardiana de la tierra junto a sus caballeros, diciendo que volvería de nuevo para otra feroz Guerra Santa y la maldice.

La lluvia seguía cayendo bruscamente,

luego de tanto caminar desde una lejana tierra extranjera, la joven princesa había llegado a Grecia, con el propósito de encontrar a su amado caballero, que también participó en la Guerra Santa. Se dirigió hacia un lugar hecho ruinas, donde más cadáveres humanos se encontraban por allí, al ver esta escena, ella casi se moría del susto, pero lo que le era más importante era buscar a su amor desaparecido, Oh, aquel amor fue un amor imposible, que nunca se habían declarado un "te amo" si quiera, ni un beso, ni una caricia, ni tan solo una noche de romance apasionado en la cama, pudo hacer que fuesen el uno para el otro por siempre. Simplemente fue una sencilla y dulce relación de amistad hasta entonces.

Mientras caminaba, recordaba la última vez que habló con él, quien antes de que el ocaso terminara, fue a visitarla, y luego de decirle "Adiós", besó ligeramente la frente de la doncella, agradeciéndole por todo lo que hizo por él y ella le responde que no es por nada, con un gesto alegre, pensando en que volvería después de la guerra, pero luego, ese gesto cambió de repente a melancólico, cuando le escuchó decir "No volveré nunca más". Fue como una punzada en el pecho, jamás pensó que la persona que fue por que lo dejó todo, la deje ahora a ella para siempre. Mientras lo veía retirándose más y más, sólo se observó su fornida silueta iluminada por el sol que se estaba poniendo, hasta que, para su desdicha, la silueta de aquel caballero desapareció por completo.

"¡Oh Dios mío!, ¿Por qué él me dijo eso?, ¿Por qué me dijo que nunca volverá? ¿Acaso morirá?, ¿Quá es lo que piensa hacer?"- se preguntaba la joven entre leves sollozos- "Todo el mundo me aborreció, menos él; y ahora se va para no volver jamás, ahora el me aborrece también, Oh!, qué destino este el que me tocó"

Pero luego dejo de llorar y pensó- "No es cierto, él no me odia, siempre mostró afecto para conmigo, nunca me lastimó, nunca me dijo palabras que me hiciesen ofender, sino todo lo contrario, me aceptó tal y como soy, y nunca olvidaré aquella noche que él me salvó de la muerte, siempre se lo agradecí por todo eso, aunque no me podía ver con los ojos mi cara de agradecimiento, me vió con su corazón, aquel corazón fue distinto a los demás, con él aprendí a amar y a respetar a la gente, así ellos me odiasen y repugnasen"

En ese momento, oyó una extraña voz que le habló de repente:

- "Oh dulce doncella, has dicho bien del hombre que amas con todo tu corazón"

La muchacha se quedó paralizada de miedo, ya que esa voz le pareció muy fuerte, pero era el eco que resonaba así, aquella voz era dulce y femenina. Así que luego se tranqulizó y dijo:

- ¿Quién eres?

- La diosa de tu amado caballero y de aquellos que han venido a luchar contra el mal que se levanto sobre la tierra.

Entonces, se dió cuenta de lo que le había dicho y exclamó:

- Atenea, eres Atenea, la diosa escogida de entre los demás que protege este mundo, tal y como él me lo había contado, aunque no sé mucho de tí, pero, siempre tuve el deseo de poder conocerte.

- Me conocerás, y tus descendientes también me conocerán cuando vuelva a la vida dentro de otros 100 años.

- ¿Mis descendientes?- preguntó con cierto pesimismo- Eso nunca podrá ser, yo soy la última que queda de mi raza, el resto son distintos a mí, y así como estoy pienso morir.

- Eres demasiado joven para morir- dijo Atenea- Aún tienes un futuro que te espera y debes ir en su búsqueda. Si mueres ahora, todo estará perdido, lo que ves aquí y en cualquier otro sitio desaparecerá muy pronto.

- ¿Que me quieres decir con eso?

- Te agarré con la curiosidad, ¿cierto?- le dice riéndose un poco- ven a mi refugio y te lo explicaré detalladamente, pero me temo que debe ser después de la guerra, porque entonces, si que morirás.

- ¿Y como voy a saber todo eso?

- Cuando veas que la oscuridad aparesca y dure por un largo tiempo aquí y por todo el mundo, será entonces el comienzo de la gran guerra santa, ahí será cuanda vas a sentir el lamentto y la muerte, pero nada malao te pasará; y cuando la oscuridad se vaya y ya no sientas ningun espíritu maligno, querrá decir que la guerra ha terminado, pero se cobrarán varias vidas.

- Espera- dijo deseperada la muchacha cuando sintió que la voz de la diosa se alejaba- ¿Cómo voy a encontrarte?

- Primero busca a tu amor- y antes de irse dijo- y luego me encontrarás a mí.

Y esta fue la última vez que escuchó la voz de Atena hasta ese momento, no tenía idea de cómo podría encontrarla, pero lo que fue cierto, es que la oscuridad reinó en todo el mundo como le había dicho, espiritus de muerte, lamentos y llantos se sintieron por todas partes, más ella, no sintió ningún miedo, soportó cualquier clase de mal; hasta que finalmente, tal y como le indicó la diosa, la oscuridad desapareció despues de varios días. Fue ahí cuando se olvidó de su futuro por un momento y pensó en él, en su amado caballero, aquel que fue a luchar junto a sus compañeros, "¿Habrá sobrevivido?"- pensó- "Si Atena me dijo que lo encontrara a él primero antes que a ella, quiere decir que aún sigue vivo", "Oh!, ¡Qué alegría!", "Y una vez que lo vea, iré junto con él hasta la diosa".

Y así fue como ella partió de inmediato hasta Grecia, puesto a que ya había una vez de paseo con sus padres, cuando era una niña. Y le pareció hermoso lo que vió, lo único que no le agradaba, era de como sus padres cazaban a los animales de aquel lugar, y a algunas que otras personas. Fue algo horrible, y es por ello que cuando cumplió los 13 años, abandonó su hogar, Ay, era una horrible casa, en donde toda su familia se dedicaba a matar a las personas y animales de toda la tierra. Pero ella demostró con el tiempo ser distinta a su monstruosa familia. Viajó por todo el mundo, y conoció lo bueno y lo malo, lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer. Y así creció entonces Adora Lestat, toda una mujer hermosa y con una voz prodigiosa que hacía que la tierra cobrase vida y ningún mal se acercase a ella ni a cualquiera, sobre todo a los niños con quienes han crecido junto con ella y han compartido una gran amistad, pero sus padres no querían ver a aquella mujer cerca de sus hijos, tanto la detestaban que decidieron llevarse a sus hijos consigo y mudarse a otro lugar quien sabe donde. Esto hacía entristecer a la joven y nunca más volvió a sonreír ni a cantar.

Y bueno, la historia de Adora es muy larga, así que la cortaré por el momento y pasaré a la parte donde ella ya había llegado a Grecia.

Y la noche de lluvia seguía y seguía, pareció que nunca se acabaría.

Corrió entonces hasta que llegó al lugar, donde, según su corazón, estaba su amor. De pronto una tormenta espantó a la joven princesa, que mientras corría, un rayo la hizo tropezar, cayendo al suelo, pero se puso fuerte y siguió corriendo, nada podía detenerla. llamaba en voz alta a su amado por su nombre, pero no hubo respuesta alguna por los alrededores, volvió a llamarlo, cada vez más y más, hasta que algo la dejó muda. Cuando vió al suelo el cuerpo de un hombre ya sin vida, de cabellos largos y con una vestidura que le resultó familiar a la joven. No le pudo ver el rostro porque, estaba oculto por detrás de sus largos flequillos, su piel era blanca, pero estaba manchado de sangre, por las llagas que tenía en todo su cuerpo. Adora se arrodilló frente al cuerpo de aquel hombre, lo tomó por la parte superior en sus brazos, y lo recostó en su pecho. Se dió cuenta de que se trataba de él, y efectivamente, era él. Al levantar sus flequillos, pudo contemplar nuevamente el rostro de su amado caballero, cuya armadura estaba hecha jirones, y el color de ésta se había apagado.

No lo podía creer, pero ante sus ojos, era la pura verdad, ya no había nada que se pueda hacer, para volverlo a la vida, pero para la muchacha, si lo hay. Acarició suavemente el rostro del varón yaciente, luego, pasó por sus blancas y frías mejillas, hasta llegar a sus labios, que la incitaron a besarlos por completo, fue la primera vez que había besado a un hombre, pero con él, fue la primera y única vez en su vida. Luego de haberlo besado, rompió a llorar, los labios del caballero estaban más helados que un iceberg y ya no sentía el palpitar de su corazón, tristemente comprobó que había fallecido.

Pobre hermosa muchacha, había llorado como nunca lo había hecho en toda su vida, ¿acaso ese era el futuro que Atena le había profetizado?, porque ahora ella se encontraba sola en medio de la tormenta nocturna, y un inmenso frío comenzaba a calar sus huesos, no había nada ni nadie a su alrededor, lo único que podía hacer era aferrarse al cuerpo inerte de su hombre que le brindaba algo de calor, pero al transcurrir las horas, se recostó sobre él, luego perdió el conocimiento.

La tumba de Adora fue sepultada en su ahora, casa abandonada, la cual ningún hombre o mujer, se atrevieron a acercarse.