Summary: Ella tenía la vida perfecta, una sorella que la cuidaba, unos amigos que la trataban como de la familia y además el hombre de sus sueños estaba a su lado, aun así, cuando la menor de las hermanas Vargas se entera de su embarazo… decide abortar.

Disclaimer: Los personajes pertenecen a Hidekaz Himaruya.

Pairing: Háganse una idea de un Alemania X Fem! Italia/ Ludwig X Alice… o algo así.

N/A:Soy consciente que a la mayoría le gusta Alice (Aliche) para Fem!Inglaterra pero… bueno a mí me gusta más así. En realidad no hay pareja, es más tema de familia. Por adelantado GRACIAS por leer. Aparición de Fem! Romano/ Chiara y Fem! Austria/ Richelle. *Three Shot*


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*Kapitel 1*

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Chiara maldijo una vez más, caminó por el pasillo de la casa entrando a la cocina, donde encontró algo que no le gustó nada. Odiaba a todos los alemanes y ahora tenía que compartir la casa con dos de ellos… y una austriaca, soltó un bufido.

—Maldición, tenías que ser tú —dijo la chica al ver a Gilbert en la cocina, al parecer comiendo pasta, la pasta que había preparado Alice la noche anterior— ¿Qué no trabajas?

El chico se levantó de su cómodo lugar y se defendió:

—Estás en mi awesome casa, así que deja de gritarme que no tienes ningún derecho y claro que trabajo pero aún es muy temprano —Gilbert tampoco soportaba a esa italiana, pero todo por su buen amigo Antonio— Antonio no está, si es lo que quieres saber —dijo, volviendo a sentarse, degustando la deliciosa pasta, como si Chiara no estuviera ahí, pero en un segundo la furia de Chiara explotó dándose a notar.

—¿Cómo qué ese bastardo español no está?, ¿A dónde demonios fue? —eran como máximo las 7 de la mañana ¿Por qué había salido sin avisarle? — ¡Maldición! ¡Ese hijo de la grandísima pu…!

—¡Indecente! —exclamó la esposa de Gilbert entrando a la cocina con un pequeño niño en brazos, el niño que contaba con 10 meses dormía entre los brazos de Richelle— ¡No permito ese vocabulario en mi casa! —regañó la austriaca— ¡Yo le dije a Antonio que fuera a…!—pero la chica italiana no la dejó terminar.

—¡Che palle! ¡No importa, maldición! —insultó.

Los ojos verdes de Chiara se cerraron y maldijo, pero ahora mentalmente. Salió de la pieza sin hacer caso a Richelle que la regañaba y le decía que le pusiera atención. Subió las escaleras buscando a su hermana, dirigiéndose al piso de arriba. Todo era culpa de Antonio. Verán, el joven le había propuesto la Chiara que se fueran a vivir juntos, la italiana había aceptado después de mucha insistencia, escapando de casa de su abuelo, pero al llegar a la casa Fernández se encontró con una decoración de pésimo gusto. La chica pidió una remodelación al completo y su "Esposo" no se lo pudo negar, terminó contratando a los mejores en el ámbito, pero mientras remodelaban la casa, no podían vivir ahí.

—Alice, ¿Dónde estás? —entró al cuarto de su hermana pero se encontró con otro indeseable— Tú, macho patatas ¿Qué haces en la habitación de mi stupida sorella? ¿Dónde está ella?

La primera opción era volver a irse a vivir con su abuelo pero la orgullosa Chiara no quiso regresar después de haber dejado su casa, fue cuando Alice le ofreció su casa, casa que no era de Alice, sino de los Beilschmidt, donde vivía Ludwig, Gilbert y Richelle sin contar al hijo de los últimos dos, un niño de nombre Albert que no dejaba dormir en la noche. Su hermana vivía en unión libre con un tonto alemán, no podía decirle nada, ella estaba haciendo lo mismo.

—También es mi habitación —dijo pegado a la puerta del baño, sin mirarla— Y tu hermana está encerrada en el baño, no sé porque no quiere responderme o salir… —cuando se había despertado, el rubio buscó a su novia y no le encontró en la cama, luego se dio cuenta que estaba en el baño de la pieza, ella sólo le respondía con monosílabos y se negaba a salir. En verdad él se comenzaba a preocupar.

—Algo le hiciste, los alemanes son unos insensibles, apártate —y entrando empujó al chico, tocó la puerta y llamó— Alice, soy yo ábreme ahora, tonta —se puso las manos en las caderas, Ludwig parpadeó, esa mujer no le era de mucha ayuda— Sé que algo te hizo este estúpido alemán, así que sal y dímelo para que pueda golpearlo.

Ludwig le dedicó una mirada a Chiara, y ella le contestó altanera:

—No, ni se te ocurra decirme que no te ofenda porque estás en tu casa, lo he escuchado mucho estos días, una vez más y me va a explotar la cabeza… —entonces la voz de la italiana menor se percibió en el ambiente. Los dos presentes afuera, escucharon y guardaron silencio.

—Lud, sorella, estoy bien —hizo un pausa, su voz alegre estaba apagada— Sólo que ayer vi una película con final triste y… eso es todo, saben que soy una sentimental —soltó una risita algo forzada— Me quedaré aquí un poco más.

El alemán se acercó a la puerta, no se sentía convencido pero tenía que irse al trabajo, en realidad llevaba notando rara a la italiana desde hacía unos días. Él lo ameritaba a la presencia de Chiara y Antonio pero al parecer no era eso, Ludwig cerró los ojos y suspiró.

—Está bien, me tengo que ir, Alice —su voz sonó fuerte para que la chica encerrada en el baño lo escuchara bien— Pero… —titubeó un poco— Re-Recuerda que… que —apenas y podía decirlo cuando estaban solos, con su cuñada a un lado era más difícil— I-Ich liebe dich.

Un silencio cernió en el aire y luego Alice contestó:

—Y yo a ti —el chico se sorprendió ante la respuesta, normalmente ella siempre era la que lo llenaba de frases de amor. Después que le decía que la amaba ella solía decir "Ti amo" sin parar.

—¡Bueno, ya vete, macho patatas! —las mejillas de la mayor de las Vargas estaban rojas, no tenía por qué presenciar esos momentos cursis— Maldición —y se sentó en la cama con los brazos cruzados, Ludwig se fue.

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Alice se limpió las lágrimas con el dorso de la mano, intentando calmar su llanto, no podía dejar de derramar lágrimas, no iba a salir hasta que se asegurara de que Ludwig no estaba ya. Al oír que él le decía "Te amo" en alemán y se despedía supo que ya se iba a trabajar. Espero varios minutos sólo por precaución. Salió del baño y vio a su hermana sentada en la cama.

—Sorella… —susurró, luego se lanzó a los brazos de la mayor. Chiara la recibió algo asustada.

—¡Lo sabía! —dijo la de ojos verdes, correspondiendo el abrazo de Alice— Ese imbécil te hizo algo y no me lo quieres decir —e iba a seguir insultando a Ludwig pero…

—E-Estoy em-embarazada, s-sorella —la mayor dejó de respirar, lo único que pudo pensar fue que ese alemán había tenido el descaro de tener sexo con su hermana sin protección, siendo sincera consigo misma Chiara aún tenía la esperanza que de su hermana fuera virgen. Ahora estaba segura que no.

—¿Cosa? —preguntó la mayor dejando de abrazar a Alice, la más joven sollozó, sorbiendo la nariz y temblado— Maldición, tú apenas puedes cuidar de ti misma, ¿Cómo vas a cuidar un bambino? —escupió sin consideración.

Alice negó con la cabeza, ocultando sus ojos miel bajo el flequillo, su hermana alzó una de sus finísimas cejas, levantándose de la cama, clavando -con reproche- la mirada en la chica llorosa que tenía enfrente.

—¿Desde cuándo lo sabes?, ¿Ya se lo dijiste al macho patatas? Porque es del macho patatas, ¿Verdad? —quiso averiguar Chiara, pero al no obtener respuesta se enojó— ¡Contéstame, tonta! ¡Ahh! —alzó las manos e hizo un mohín de disgusto— Ya sé lo que pasa, ese tonto alemán te dijo algo como que no se va a hacer cargo, por eso llorabas —lo exclamó— Los Vargas mezclándose con la sangre de los alemanes por tu culpa y ni siquiera será un hijo reconocido.

Bueno, ella sabía que se estaba pasando con esos comentarios, pero que más podía hacer, felicitarle no era una opción, Alice era una tonta, siempre fue una inocente de primera, no debió ser difícil engañarla para llevársela a la cama.

—¡Hmp! Y él fingiendo preocupación delante de mí, siempre supe que ese no era para ti, pero cuando lo vea se va enterar de lo que soy capaz —rugió— Serás una tonta pero sigues siendo mi hermana y nadie va hacerte pasar por esta vergüenza, siempre tan serio y tan apegado a las reglas, sólo apariencia…

—S-Sorella, Lud no lo sabe —gimió Alice, sus ojos mirando sus propios pies— Él no va a saberlo… —la chica pareció hacerse más pequeña, al decir esas palabras algo dentro de ella se rompió. En cambio su hermana nada más pestañeó.

—¿C-Como que no va a saberlo? —la voz de Chiara tembló, por alguna razón que desconocía— ¿Qué estás diciendo? —un pensamiento le cruzó por la mente, pero lo desechó al instante, su boba hermana menor nunca decidiría eso.

Alice se paró de la cama, yendo hasta la mesita donde estaba su bolsa, sacó unos cuantos papeles y regresó a su antiguo sitio poniendo los papeles sobre la pulcra cama. Palmeó la esquina del colchón, invitando a su hermana a sentarse, ésta lo hizo en silencio. Los orbes de ambas se encontraron y la más pequeña empezó a hablar.

—Tú sabes que todo en casa está maravilloso —Chiara sabía que por casa se refería a la casa Beilschmidt— Lud trabaja junto con Gilbert en los negocios de su familia, las cosas marchan bien… —su hermana la interrumpió.

—Sí, eso ya lo sé, he escuchado que esos dos son arquitectos muy reconocidos —dijo, cruzando los brazos y las piernas. Moviendo la cabeza de forma que podía verse que se encontraba molesta, Alice la corrigió.

—No son arquitectos, son ingenieros automotrices —la chica que hablaba se miraba acabada, como si estuviera cansada de algo, quizá era su alma que ya no podía más.

—Pero no entiendo a dónde quieres llegar, no importa en que trabajan… mejor dime lo que quiero saber, maldición —la menor tomó las manos de su hermana entre las suyas, por inercia ella miró los ojos de Alice, aquellos luceros, eran ahora unos orbes de oscuridad.

—Déjame terminar, sorella —aquella seriedad, causaba escalofríos— Ludwig está haciendo negocios con Kiku —mencionó, haciendo alusión a su amigo japonés, nada se aclaraba— Todo el esfuerzo de hace no puede irse a la basura, tiene tantos nuevos proyectos, yo no puedo arruinar su vida…

Ellas eran mellizas pero eran muy diferentes, fueron creadas por su abuelo Rómulo. Sus padres se habían casado muy jóvenes, su padre terminó con sus sueños por empezar a trabajar, su madre había causado decepción a la familia. Cuando ellas tenían 5 años, su padre había iniciado con crisis existenciales, diciendo que el nacimiento de sus hijas era el causante de todo sus males… las había abandonado, para perseguir sus sueños. Su madre no lo soportó y terminó suicidándose. Su abuelo era lo único que tenían. Lo único que tuvieron, el que siempre las amó y las aceptó.

La mayor lo comprendía, Alice no quería que se repitiera esa historia, tanto sufrimiento. De manera automática las manos temblorosas de Chiara buscaron los papeles que estaban en la cama, pero Alice la detuvo.

—Yo… Hoy tengo una cita con el doctor —sorbió la nariz. Apegando los documentos a su pecho, esa era la única solución— Mañana todo estará bien.

—¿Estás bromeando? —no podía ser verdad— Alice, no, no puedes, estaría mal —Chiara era la arisca de la familia y no soportaba a los niños, pero ella jamás pensaría en el aborto, era una chica con boca sucia, irresponsable e irrespetuosa y todo lo que quieran, pero… ¡El aborto es una atrocidad!

—N-No, no es b-broma, no jugaría con algo como esto, sorella, prométeme que no le dirás a nadie —la abrazó con fuerza, pero Chiara se alejó— Promételo, te lo ruego. Tienes que ayudarme.

—¡No puedo! —exclamó Chiara, alzándose, moviendo sus brazos, negando con la cabeza, moviéndose para no estar cerca, se sofocaba— ¡No lo haré, maldición! —se negó.

—Sorella, no grites, no quiero que Gilbert o la señorita Richelle nos escuchen —silenció Alice con voz nasal— T-Te lo suplico. Te necesito, me siento tan sola. Tú sólo promételo, es lo único que te pido.

—N-No pu-puedo… —se tapó la boca pero se alcanzó oír un hipido, ella estaba llorando. Por decepción y dolor mucho dolor— Un bambino tuyo, como te puede pasar por la cabeza… matarlo.

Alice, la dulce, la tierna, la que siempre tuvo amigos, atención, el talento ¿Qué le pasaba al mundo? ¿Dónde estaba su hermana tonta? La chica que cada vez que miraba a un bebé se le iluminaban los ojos y empezaba con comentarios tontos que hacían enrojecer a Ludwig. La quería de vuelta. Chiara envidiaba a su hermana, era buena para la cocina, para cantar y dibujar, la de la buena fortuna. La sensible.

—Tú siempre lo has tenido todo, eres afortunada y te envidio por eso —murmuró la mayor—Entonces, ¿Por qué piensas así? Eres peor que papá y que mamá juntos, ellos por lo menos lo intentaron —Alice tembló ante la mención de sus padres.

—Cuando papá se fue y mamá murió sufrimos mucho —alegó Alice, llorando, regulando su respiración— No quiero que eso le pase a… a mi hijo —La italiana menor nunca imaginó que pronunciar una palabra fuera a causarle tanto dolor. Se llevó las manos al vientre, aun plano.

—Por eso vas a matarlo… ¿Para que no sufra? No suena nada lógico —señaló— El macho patatas babea por ti, él no te dejaría y menos si estás esperando un hijo suyo —se contradecía, unos minutos antes hubiera dicho lo peor sobre el rubio pero en esos momentos sólo quería hacer entrar en razón a su hermana— y si él te dejara, no estarías sola, me tienes a mí, maldición, ¿Qué pasa contigo? ¿Te suicidarías como mamá lo hizo? Di…

—Lo haría —susurró sin pensar, viéndose firme— Si Lud me dejara, no lo soportaría.

—¿Q-Qué? —por un momento Chiara se imaginó que Antonio la dejaba, efímeramente la comprendió. Pero aún estaba anonadada, nunca hubiera imaginado que Alice tuviera un lado egoísta y más cobarde de lo normal.

—Entiéndeme, ya tome mi decisión —se meció hasta llegar al lado de su hermana— ¿Qué harías, sorella? —preguntó Alice, con parsimonia, colocando la mano sobre el hombro de su hermana mayor— ¿Qué harías?

—Yo… ¡No sé, cualquier cosa menos eso! —señaló, tenía que tranquilizarse, tal vez la decisión de su sorella fuera la correcta, el aborto era algo que pasaba todos los días en todo el mundo, su cabeza estaba caliente, era temprano, no había dormido bien, tenía que relajarse.

—Si el hermano Antonio estuviera cumpliendo sus sueños, no darías todo por verlo feliz y realizado —dijo Alice a su hermana, necesitaba -con desesperación- una confidente— Piénsalo. Y compréndeme, per favore.

—¿A-A-Antonio? —casi nunca le decía por su nombre. No se imaginaba la vida sin él, no lo imaginaba sin esa sonrisa tonta en el rostro. Chiara se dejó caer, se rindió. Alice tomó los documentos y los guardó en su bolso. Besó a su hermana en la mejilla y salió de la habitación, no sin antes decir:

—Grazie, sorella, confió en ti —y la mayor de las Vargas se quedó, ahí, hecha un ovillo. Viendo la habitación vacía, estuvo cerca de 10 minutos, en el suelo hecha bolita, entonces se levantó, bajó las escaleras.

—Ali, ya se fue, nadie soporta estar contigo —le dijo Gilbert a la italiana al ver su cara desorientada— ¿A dónde iba? —preguntó el albino, curioso.

—Yo… no… —no pudo ni insultar, las palabras de Alice azotaban la cabeza de la chica, ella le tenía confianza, no podía traicionarla. No debía decir nada, a nadie. Iba a contestar con una mentira, eso era lo mejor.

Las palabras en la garganta italiana se interrumpieron cuando Richelle se acercó a Gilbert, el niño en los brazos, dormido, tranquilo. Inocente. Chiara no contestó, no habría podido, giró sobre sus talones y subió, corriendo, como si pudiera huir de lo que sabía. Tanto Gilbert como Richelle la miraron son confusión ¿Qué le pasaba a esa chica?

Chiara se metió a la habitación de Alice, intentando pensar con claridad, se sentó en la cama, respiró, se acomodó el cabello ¿Qué hacía? Alice iba a abortar, lo peor de todo era que había tomado la decisión sola, puede que Ludwig no le agradara a la chica Vargas pero aun así tenía el derecho de saber lo que pasaba, era su hijo después de todo. Sin embargo, Alice confiaba en ella, no quería ser una traidora. Alice estaba haciendo lo que creía correcto.

Aborto.

—¡Linda~! Ya estoy en casa —un voz cantarina anunció la llegada de Antonio, éste entró a la habitación de Alice, encontrando a su mujer, quien en un segundo se lanzó a él, sollozante y trémula, ambos cayeron al piso— ¿Qué pasa? —preguntó, acariciando su espalda, consolándola, aun sin saber lo que la hacía llorar.

—Bastardo, yo… no sé qué hacer —farfulló— Debiste estar aquí, para ayudarme. Ayúdame —sonó autoritaria. Sentándose en el suelo. Quitándose de encima del castaño y recuperando su cara de siempre.

—Perdón por no estar aquí y claro que te voy a ayudar, pero dime que pasa —declaró el español con un sonrisa tierna, poniendo la mano en la mejilla de Chiara.

—¿Tienes el número del macho patatas? —examinó, con seriedad y a la vez un ápice de tristeza. Era hora de pensar con claridad y hacer lo correcto. Alice confiaba en ella y no la iba a decepcionar, la italiana menor necesitaba a su hermana.

—¿El número de su móvil? ¿Ludwig? —el chico parpadeó, era muy extraño que Chiara le preguntara por algo que tuviera que ver con Ludwig, de todas formas, contestó— Sí, ¿Qué vas a hacer?

—Maldición, obvio que voy a llamarle… —dijo, no había vuelta atrás.


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N/A: ¿Dramático? Pues está basado en una historia real, de personas cercanas a mí, yo vendría siendo Chiara xD Me encanta dramatizar todo, pero esto no lo exageré… ¿Qué les parece? ¿Qué creen que pase? ¿Qué hará Lud y Chiara? ¡Un tomate y vodka a quien se acerque más a la reacción correcta!

Por cierto Antonio había ido a comprar leche para el bebé de Gil xD o algo así…y también Alice va ir a un hospital a practicarse un aborto legalmente, no sé si sea legal en europa, creo que sí pero sino, en este fic sip era… y ¿Review?