Personajes: Armin x Alexy
Categoría: Videojuegos (Amour Sucré/Corazón de Melón)
Género: Romántico, humor.
Clasificación: Mayores de 18
Advertencias: Lemon, incesto.
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen. (Es lógico)
Este fic es un two shot incestuoso y lemonoso~ Es un regalo para SuzumeYoshida, admin de la página CorazonDeMelonYaoi. Yo soy la admin Sinnae y suelo publicar algunos fics de los personajes del juego ahí. Espero que les guste y eso xD~
Capítulo 1: Necesidad.
–Vale…–me dijo después de un rato. Miré a Alexy, incrédulo.
Lo convencí… Oh, mierda, ¡convencí a Alexy de hacer cosplay! ¡Joder! ¿Qué? ¿Iba a nevar? ¡Sucrette iba a llorar de felicidad por cumplirle su sueño! Bueno, mejor me calmaba o Alexy se iba a asustar…
–¡Eres el mejor hermano del mundo, te lo juro! –le grité mientras corría a mi habitación a por mi móvil para avisarle a Su que la misión iba bien.
La razón por la que Sucrette quería que hiciéramos cosplay, fue porque acababa de ver un anime que acababa de salir llamado "Free!". Sucrette realmente se había enamorado de los personajes, sobre todo de Rin y de Haru… y yo sabía que a ella le gustaba el yaoi y que, posiblemente (más probable que posible), nos pediría hacer poses semi homosexuales para satisfacer sus necesidades fujoshis. Cuando yo vi el anime, a diferencia de Alexy, me emocioné tanto que lo vi en una sola noche, el día en que terminó de salir al aire. Realmente me gustaba y, para qué negarlo, también me gustaba un poco el yaoi… ¡Pero sólo un poco! Y de lo que se perdía Alexy; si descubriera todo el yaoi que había en internet, se encontraría en el paraíso. Aunque no es que yo pensara eso…
El punto fue que, cuando Sucrette me dijo que habría una convención en un par de semanas y que ella haría cosplay de Gou Matsuoka , pero en versión del ending (en el desierto, con ropa sumamente provocativa), le comenté que sería genial hacer uno de Haruka o alguien más. En ese momento, Sucrette me miró con los ojos iluminados y supe que se le había ocurrido algo. Y sí. Dijo que a mí me quedaría perfecto hacer cosplay de Haru y que, para que Alexy y yo pudiésemos yaoizar el ambiente, que él hiciera de Rin. Y logramos convencerlo. Ya estábamos planeando todo…
Rosalya y Leigh nos darían un precio especial por mandar a hacer el cosplay con ellos, aunque eran algo complicados, nos darían preferencia (ventajas de tener amigos sastres). Estarían listos en una semana y media. El día siguiente teníamos que ir a que nos tomaran las medidas a la tienda de Leigh y a comprar algunos accesorios del ornamento. Después de todo, Alexy no se negaría si íbamos al centro comercial; le encantaban las compras y, por primera vez, yo estaba emocionado de ir con él a asaltar las tiendas.
Tuvimos que ir en varias ocasiones al centro de la ciudad para buscar los ornamentos y cosas que faltaban para el cosplay. Y el tiempo se fue volando. Para cuando nos dimos cuenta, ya estábamos caminando hacia la tienda de ropa de Leigh para probarnos los trajes terminados.
–En serio… ¿Me prometes que no será algo raro? ¿Como un chewbacca o algo peor? –me preguntó Alexy antes de entrar a la tienda.
–Te lo prometo… ¡De hecho, creo que te gustará! –le sonreí y se relajó un poco. Alexy no sabía qué cosplay haría; Sucrette quería que fuera sorpresa.
Cuando entramos, Rosalya nos saludó efusivamente y Leigh nos dio la bienvenida con su habitual sonrisa relajada. Nos hicieron pasar a una pequeña habitación con un espejo en toda una pared. Luego, Rosalya nos trajo los cosplays y cerró la puerta para que nos cambiásemos. Me quité la ropa rápidamente, a diferencia de Alexy, que se tomaba su tiempo. Me acomodé la ropa que mostraba gran parte de mi abdomen y vi que Alexy me miró confundido, pero con una sonrisa.
–¿El mío es tan lindo como ese? –preguntó con ilusión mientras se quitaba rápidamente su ropa.
–¡Sí! –le dije divertido y él sonrió aún más.
Me miré en el gran espejo, aunque no podía evitar observar a Alexy. Poco a poco, el cosplay parecía que encajaba mejor en él, y eso que no llevábamos los collares y pulseras. Cuando Alexy terminó de vestirse, me quedé con la boca abierta. Se veía demasiado bien… Estaba seguro que le tomarían muchas fotos. No podía apartar la vista de él… ¡De verdad se veía fantástico! Aunque yo tampoco me veía tan mal…
–Oye, ¿has estado comiendo bien? –me preguntó mientras me tocaba el abdomen.
–S-Sí… –mentí. La verdad es que llevaba muy desbalanceada mi rutina de comida.
–Uhm… Mientes. ¡Armin, tienes que comer bien! Estás adelgazando mucho. –me empezó a hacer cosquillas y reímos mientras caíamos al suelo. –¡Para, p-para! –rio cuando sintió mis manos sobre su abdomen y me detuve al ver su cuerpo con ese cosplay tan insinuante… –¿Armin? –me llamó.
Estábamos recostados en el suelo, de lado, frente al otro. Nos quedamos unos segundos en silencio, mirándonos. Por alguna razón, a veces tenía el sentimiento de que amaba a Alexy más de lo que cualquier hermano podía amar a su gemelo. No entendía… pero sentía como si necesitara fusionarme con él, de alguna forma. Como si necesitara sentirlo parte de mí y viceversa. Según tenía entendido, nosotros habíamos crecido dentro de una sola placenta, por lo cual éramos gemelos monocigóticos; en resumen, éramos un solo óvulo fecundado por un solo espermatozoide… Éramos uno solo. "Éramos"… Pero ese óvulo se dividió y terminamos siendo dos personas. Dos mitades que nunca encontrarían su contraparte en otra persona que no fuésemos nosotros mismos… Y yo sentía que, ¡mierda!... amaba a Alexy. Quería amarlo y ser uno solo con él. Me entraba la desesperación de saber que éramos un solo ente y ahora éramos dos. ¡No lograba entenderlo! ¿Por qué me quitaron a mi otra mitad? Pero eso era bueno, si no, no habría tenido al mejor hermano del mundo, ni habría tenido tantos recuerdos con él… Lo amaba, lo necesitaba…
–¿Armin? –me habló de nuevo, mientras tocaba mi mejilla.
Su mano era cálida y sus ojos sinceros. Odiaba que Alexy usara lentillas… Odiaba que se tiñera el cabello de azul. Éramos gemelos idénticos; cabello negro y ojos azules. ¿Por qué Alexy se empeñaba en ser diferente a mí? ¿Por qué no quería ser como yo? ¿Por qué carajo se aferraba a ser otra persona…? Quería que fuéramos iguales… como en un principio. Quizá era pura terquedad mía, pero sentía la necesidad de parecernos lo más que pudiéramos… Lo vi de nuevo; Alexy era adorable, animado, sociable… todo lo que yo no era. Como si nos hubieran dividido las cualidades y a él le hubieran tocado todas las socialmente aceptadas. Estaba celoso, pero a la vez lo admiraba…
–Alexy, te amo… –le dije con una sonrisa triste y él se sonrojó un poco por la sorpresa.
–Yo también te amo. Eres mi hermano, tonto. Es obvio… –me dijo con un tono bajo y acarició mi rostro lentamente.
–Sí…
Pero yo no me conformaba con eso. Seguía con ese sentimiento de querer unirme a Alexy. Y quería intentarlo… Dicen que un beso es la forma de unión más pura y sincera del mundo que puede haber entre dos personas. Me acerqué a Alexy lentamente y, aunque vi su mirada confundida, no me alejó y terminé con mis labios sobre los suyos. Fue un beso muy sencillo… De hecho, fue mi primer beso. Y fue justo lo contrario a lo que me esperaba. Pensaba que Alexy me alejaría, que me diría que eso estaba mal… pero no lo hizo; me correspondió de una manera muy dulce… Cuando nos separamos, me miró con los ojos algo llorosos y sonrió.
–Hace mucho que no hacías eso… –me murmuró y lo miré completamente confundido.
–¿A qué te…? –le comencé a preguntar, pero fui interrumpido por Rosalya, que tocó a la puerta.
Nos separamos inmediatamente y, cuando entró, nos miró fascinada.
–¡Qué guapos se ven! –nos elogió y Alexy supo perfectamente cómo disimular.
Luego de cambiarnos a nuestra ropa habitual, le agradecimos a Leigh y a Rosalya, para irnos a nuestra casa, con los cosplays en unos ganchos dentro de una bolsa de plástico. Caminamos en silencio hacia nuestra casa; no estaba lejos. De hecho, siempre íbamos caminando a todas partes; al instituto, a la tienda, al centro comercial, al bazar… todo quedaba relativamente cerca de nuestro pequeño departamento de un piso. Cuando llegamos, fui a dejar los cosplays a mi habitación y, cuando volví a la sala, Alexy ya se había encerrado en su cuarto. Supuse que no quería hablar de lo que había sucedido… pero yo necesitaba saber a qué se había referido con que no hacía mucho que no… eso…
–Alexy… –le llamé, luego de tocar a la puerta un par de veces.
–Voy a dormir, Armin… –escuché su voz apagada y me preocupé.
–Necesito hablar contigo, abre… –le insistí, pero Alexy pareció alterarse un poco.
–Por favor… Ahora no me siento bien. Cuando despierte podemos hablar, si gustas… Ahora déjame tranquilo…
–D-De acuerdo… Lo siento… –dije algo decaído y me fui a mi habitación para dormir yo también.
Eran las siete de la noche y ni siquiera tenía ganas de jugar videojuegos. Me tiré sobre mi colchón y suspiré. Me puse algo de ropa cómoda para dormir, pues no tenía un pijama, y volví a acostarme. Como era verano, no daba frío por las noches, así que no necesité cubrirme con las sábanas ni las cobijas. Al poco rato, me dormí. Era de los que, apenas tocan la almohada, se quedan inconscientes.
Tuve un sueño… era repetitivo; lo había tenido varias veces ya. En él, besaba a Alexy, tocaba su cuerpo y él el mío… pero de una manera muy delicada, muy dulce y tierna… Pero en este, era diferente; lamía y mordía su cuello, abdomen… era demasiado excitante… Y ese pensamiento me asustó. Era mi hermano… se suponía que no debería de sentir esa atracción por él, pero lo hacía… y no podía evitarlo. En ese momento, mis ojos comenzaron a abrirse; empecé a despertar. Cuando abrí los ojos por completo, me di cuenta de que estaba sobre Alexy, con las manos recargadas a sus costados. Estábamos sobre su cama y él ya no tenía la camiseta puesta… Me asusté mucho. ¿En qué momento había pasado eso? ¿Qué… estaba sucediendo…? Me alejé rápidamente de él, con un grito ahogado y él suspiró.
–¿A-Alexy…? ¿Por qué estoy a…? –le intenté preguntar, pero él me interrumpió.
–Esto siempre pasa, Armin… –me informó con un aire dolido –Sólo que hoy decidí despertarte…
–¿Qué? –no terminaba de entender lo que me decía…
–Eres sonámbulo… Ha pasado muchas veces; te metes en mi habitación por la noche y me besas… pero hoy fuiste más lejos y me sorprendí. Me asusté mucho… –me dijo, cubriendo su rostro con las palmas de sus manos.
–Alexy… –susurré mientras me acercaba un poco a él. –Lo… Lo siento, yo no tenía ni idea… en serio.
–Lo sé… Pero hoy, cuando me besaste estando consciente… Me sentí muy feliz… –lo escuché gemir de angustia.
–¿Es por eso que dijiste que hacía mucho que no lo hacía? –le pregunté y él asintió.
–Sé que está mal porque somos gemelos, pero no puedo evitar pensar que te amo de una manera en que no se aman los hermanos… –gimió de nuevo y pude notar cómo lágrimas se deslizaban por debajo de sus manos.
–No eres el único… –le murmuré y él quitó sus manos de su rostro para verme preocupado. –Yo te amo de otra forma… No, más bien… Te amo de todas las formas posibles. –le murmuré en la oscuridad de la noche y Alexy dejó de llorar.
–Armin… –lo escuché susurrar y, entonces, me abrazó. –Te amo, en serio… No quiero que me dejes nunca, pero tengo miedo de que esto se nos salga de control… Te amo y quiero besarte, hacer todo lo que hace una pareja, pero somos hermanos y… está mal…
–No está mal… –le gruñí y él se separó para verme, con los ojos muy abiertos y cristalinos –¿Por qué estaría mal amar? ¿Por qué no puedo amar a mi otra mitad? Porque tú sabes que, literal o biológicamente, eres eso; la mitad de mí…
Pero no me contestó nada. Sólo me abrazó de nuevo y me besó con cuidado y lentitud. Como si quisiera asegurarse de que no me apartaría, de que no era un sueño… Y, en ese momento, sentí como si no tuviera ninguna preocupación, como si todo lo que me hacía sentir mal, desapareciese. Sólo estábamos Alexy y yo, rompiendo un tabú y convirtiéndolo en algo perfecto. Nuestras lenguas estaban sincronizados, al igual que nuestras manos, las cuales recorrían el cuerpo del otro, mientras, poco a poco, nos quedábamos sin ropa. Sentía que mi corazón iba a mil por hora; necesitaba más de Alexy, urgentemente… Los besos se tornaron más rápidos y húmedos; las caricias más exigentes y nuestros cuerpos más cálidos. Nuestra necesidad era tanta que olvidamos por un momento que éramos hermanos, que eso estaba mal… Para nosotros, ese fue el momento más liberador y excitante de nuestras vidas. Con apenas diecisiete años, ya sabíamos todo lo que teníamos que saber sobre aquello… Supongo que no puedo decir que alguno de los dos tuvo el control en aquel momento; íbamos a la par. Nos turnábamos para besar el abdomen del otro, para morder el cuello, para saborear los pezones del otro, para rozar nuestras manos en nuestra intimidad… Y eso se volvió insuficiente. Los dos queríamos continuar pero teníamos miedo. Nos miramos unos segundos en silencio. Nos comunicábamos con la mirada, con un sistema de expresiones, guiños y miradas que sólo nosotros entendíamos. Alexy me decía que quería continuar y yo igual, pero que no sabía qué debíamos hacer… Así que, como si lo tuviéramos ensayado, nos movimos al mismo tiempo y bajamos la última prenda que nos quedaba; nuestra ropa interior. Alexy y yo éramos iguales de todas partes… incluso, nuestros penes no estaban circuncisos. Nos sentamos en silencio frente al otro, de manera que las piernas de Alexy quedaban sobre las mías y nuestros miembros erectos chocaban gentilmente contra el del otro. Nos volvimos a abrazar y a besar, mientras su mano derecha, en compañía de la mía, nos masturbaba a ambos, lenta y suavemente. Las caricias fueron en aumento de rapidez y fuerza, haciéndonos gemir cada vez más fuerte y desesperadamente. Queríamos llegar al orgasmo, pero a la vez, queríamos seguir sintiéndonos así, tan libres, tan unidos…
–¿Crees que… estaría mal si… seguimos? –me preguntó entre jadeos que se me antojaron hermosos.
–Ya sabes la respuesta… –le gruñí y él me sonrió ligeramente, con los ojos entreabiertos, al igual que su boca, y sus mejillas sonrojadas. Supuse que yo estaba igual.
–Te amo, Armin… –le escuché y, entonces, se alejó un poco de mí para abrir un cajón al lado de su cabecera.
–¿Qué haces…? –le pregunté entre jadeos. No quería que se alejara de mí. Quería seguir sintiendo su piel contra la mía.
Pero no me contestó y sacó un bote pequeño de color blanco con letras rosas y un empaque cuadrado y pequeño de plástico… Oh…
–Detenme si quieres, porque si no lo haces, no lo haré… Estoy desesperado, Armin… No sabes cuánto tiempo llevo sintiendo esto, deseando esto, esperándolo… –jadeó desesperado y me sonrió, algo avergonzado.
No dije nada. Me limité a ver cómo abría el paquete con cuidado y luego, sacó el condón con delicadeza y comenzó a ponérmelo. Yo... no sabía qué hacer, así que lo dejé actuar. Estaba nervioso. Muy, muy nervioso, pero, a la vez… ansioso y feliz. Si era con Alexy, con mi hermano, con mi otra mitad… entonces, sería perfecto… Miré cómo Alexy ponía el condón en mi pene con cuidado, de manera que el prepucio se acomodara para que, a la hora de entrar en él, no me lastimara… Comencé a respirar agitadamente cuando Alexy abrió el botecito y derramó cuidadosamente el líquido sobre mi miembro. Lo masajeó un momento para que el lubricante cubriera todo. Luego, puso un poco en sus dedos y se llevó su mano a su entrada, para meter un poco del líquido en él. Luego, me volteó a ver y sonrió. Me empujó el pecho para que me recostara y poder situarse sobre mí, con su miembro rozando el mío. Lo miré atónito, pero lamiendo mis labios, deseoso y excitado.
–¿Estás seguro? –me preguntó con un rubor bastante lindo.
–Sí… Hazlo, por favor… –le jadeé y Alexy asintió.
Entonces, se sostuvo en sus rodillas, tomó mi pene con su mano derecha, lo dirigió a su cavidad y empezó a meterme en su interior… La estrechez y calidez de su cuerpo me estremecieron; apenas había entrado un par de centímetros y ya sentía que podía llegar al orgasmo en cualquier momento. Ni siquiera cuando me masturbaba había sentido algo así… Era completamente diferente… Alexy gimió un par de veces, quizá por dolor… pero siguió metiéndome en él. Cuando por fin entró por completo, me sonrió y comenzó a moverse de una forma demasiado excitante; provocadora y grácilmente… Me pregunté a mí mismo cuántas veces habría hecho eso Alexy, pues ya le había conocido un par de novios… Y los celos me abarcaron. Quería que Alexy fuera únicamente mío… Tomé su cadera entre mis manos para ayudarlo en su vaivén; se sentía muy bien… Nos veíamos directo a los ojos y sólo cuando los cerrábamos o veíamos el cuerpo del otro, despegábamos la vista. El sudor del cuerpo de Alexy me hacía pensar que tal vez estaba cansándose mucho…
–¿Quieres… cambiar de posición? –le pregunté con algo de dificultad, pues sentía que llegaría al orgasmo.
Alexy asintió y me senté, de manera que mi hermano estaba sentado sobre y frente a mí. Le empujé delicadamente, para acostarlo y comenzar las penetraciones con algo de dificultad. Sabía que el sexo se sentía bien, pero nunca imaginé que, joder, se sentía así de bien… Comencé a masturbarlo mientras aumentaban de ritmo mis estocadas. Los dos gemíamos audiblemente, jadeábamos cansados y nos mirábamos deseosos el uno al otro. En poco tiempo, Alexy y yo llegamos al orgasmo; hasta en eso parecíamos estar sincronizados. Mi pecho y el de Alexy se mancharon de su semen y salí de su interior con lentitud. Me limpié con lentitud el pecho y me llevé a la boca su fluido. Alexy se sonrojó mucho, mientras seguía acostado, sonrojado hasta la médula.
–N-No hagas eso, Armin… ¿No te da asco? –jadeó.
–No… De hecho, tiene un sabor agradable, aunque amargo… –sonreí y me dirigí a su pecho, para comenzar a limpiarlo.
Era amargo y algo ácido, pero tenía algunos toques dulces… quizá me gustó su sabor por el hecho de saber que era su semen, causado por el placer que yo le había proporcionado. Cuando terminé, Alexy se puso de pie y se dirigió al baño, para limpiarse. Me dio una caja de pañuelos para que yo hiciera lo mismo. Como Alexy tardaba, comencé a ponerme mi ropa, mientras el nerviosismo se apoderaba de mí. No quería verlo a la cara, tenía miedo… Así que, cuando terminé de ponerme la ropa que llevaba puesta, me acomodé sobre su cama, mientras ocultaba mi rostro entre el colchón y la sábana. Al cabo de un rato, Alexy volvió y cerró la puerta. Se sentó sobre la cama y acarició mi cabello con delicadeza.
–¿Te arrepientes? –me preguntó con un tono triste. Negué con la cabeza y él suspiró. –Eso espero… Yo no pensé que esto pasaría… ¿Te sientes bien?
–Sí… Estoy bien… –le dije sin mucha firmeza y él me abrazó.
–No quiero perderte… y no quiero que esto cambie nuestra relación. Te amo, eres mi hermano y siempre lo serás. Siempre estaremos juntos tengo miedo de que nos alejemos… Pero creo que fue inevitable. Ambos queríamos…
–Alexy… –le pregunté, aun sin descubrir mi rostro –¿Hace cuánto tiempo que hago esas cosas, estando dormido?
–Desde hace más de dos años… –me respondió al cabo de un rato y tragué saliva. Eso era muchísimo tiempo…
–¿Por qué nunca me lo dijiste?
–Tenía miedo de que te alejaras de mí…
–Idiota…
–Lo sé…
Silencio. Alexy no me dijo nada más. Escuché cómo se cambiaba y, cuando terminó, se acomodó a mi lado, dispuesto a dormir… Lo miré; estaba dándome la espalda y lo abracé con rapidez, como si lo estuviera atrapando y no quisiera que se fuera.
–Tomémonos esto con calma… Por el momento estamos perturbados, pero creo que no deberíamos estarlo. No es algo malo, Alexy…
–Ya, lo sé, lo sé… Sólo que aún no lo supero. –lo escuché reír y me relajé más.
Sí, no tenía nada de malo… Sólo no sabíamos cómo reaccionar. A la mañana siguiente, todo estaría mejor.
Y sí. Así fue. Cuando despertamos, abrazados, por cierto, todo transcurrió como si nada hubiese sucedido. Alexy hizo el desayuno y fuimos a la escuela como siempre lo hacíamos; conversamos en el camino y en clases nadie notó nada diferente en nosotros; ni siquiera nosotros mismos. Sentía como si hubiese sido un sueño, pero ambos sabíamos que había sido muy real.
–Me dijo Rosa que ya tienen los cosplays. –me dijo Sucrette, mientras caminábamos a nuestra siguiente clase. –¿Qué tal? ¿Le gustaron a Alexy? –me preguntó con una linda sonrisa y yo asentí.
–Se emocionó. –le informé y ella me miró con una ceja levantada. –¡Bueno, yo también me emocioné! ¿Para qué digo que no, si sí? –reí y ella hizo lo mismo.
–¡Ya los quiero ver! –gritó con entusiasmo. –¡Sólo faltan tres días para la convención! ¡Oh dios, necesitaré llevar mi cámara! ¿Harán mucho yaoi para mí? –me preguntó divertida y reí.
–Ya veremos, ya veremos. –le saqué la lengua y entramos a la clase.
