EL HILO ROJO DEL DESTINO
Capítulo I - Despertar.
Hay un momento en la vida de todo ser humano en el que parece sencillo prever el futuro. Por lo general eso sucede cuando el amor ciega a la razón e impide ver que el destino hace malas jugarretas con la vida de cada ser viviente.
Después del secuestro de Hinata y la derrota de Toneri, la Princesa del Byakugan, a sus 17 años, pudo verse a sí misma muchas veces usando un hermoso kimono de bodas y a Naruto portando un atuendo tradicional para honrar a la familia Hyuuga y sus indiscutibles tradiciones. La fiesta sería hermosa. Estarían todos sus amigos y todos serían felices por ellos.
También vislumbraba su vida junto a Naruto: en ese mundo existirían un par de pequeños con los ojos tan azules como los de su amado. Su hijo sería tan rubio como su padre y como lo fue el Yondaime, y la niña heredaría sus azulados cabellos… Esa hermosa imagen permaneció mucho tiempo en su mente. Al principio era hermosa y sentía mariposas en el estómago cada vez que visualizaba ese porvenir… Ya no.
Hinata había tenido muchas misiones diplomáticas. Por alguna razón, el Rokudaime Hokage, Hatake Kakashi, parecía valorar en demasía la colaboración que la joven Hyuuga le daba, así que era enviada a diversas partes del mundo para cerrar acuerdo entre los líderes. Ella se sentía honrada por la confianza que su Hokage depositaba en ella, además, siempre era bien recibida en Sunagakure y Kirigakure, donde era emisaria. Ella no lo sabía, pero los Kages de esas aldeas solicitaban que fuese precisamente Hyuuga Hinata quien cerrara los acuerdos que realizaban con Konoha.
Su vida en su amada aldea, desde hacía casi dos años, se limitaba a pasar unos cuantos días conviviendo con su familia y amigos para en seguida volver a partir. Las chicas se encargaban de ponerla al día con las noticias relevantes. Los miembros de su clan ya no la presionaban con el tema del matrimonio, y sospechaba que mucho había tenido que ver la decisión de Kakashi-sama de enviarla frecuentemente en esas misiones.
De niña siempre deseó ser algo más que el eslabón débil de su familia, y al fin su sueño parecía realizarse. Hanabi cada día lucía más segura de su función como futura matriarca y su padre parecía complacido con el desarrollo de sus hijas. Luego de lo acontecido con Toneri le fue revelado por qué su padre decidió en su momento entregarla a Konoha como kunoichi. Después de meditarlo por un tiempo halló que en su corazón ya no habitaba ninguna sombra en lo que concernía a su padre. Él había tenido sus motivos y al final ella se sentía bien sabiendo que con sus habilidades podía proteger y ayudar a esa aldea que tanto amaba.
Pero no todo podía ser maravilloso. Debido a sus viajes y a que Naruto estaba en entrenamiento para relevar a Kakashi en el momento en el que él dejara sus funciones como Hokage, su relación se había vuelto prácticamente platónica. Ella estaba bien con eso.
Al principio…
Hinata se sentía volar cada que un ave llegaba a su ventana, ya fuera en Suna o en Kiri. Sólo Naruto le enviaba cartas y en cada pergamino él le repetía lo mucho que la extrañaba y que contaba los días para su regreso. Era cierto que su amado tenía terribles errores ortográficos y su caligrafía distaba mucho de ser correcta, especialmente por el cargo que en un futuro próximo tomaría, pero el hecho de que él fuese tan afectuoso la llenaba de una dicha total.
Pero el tiempo transcurre sin misericordia, y ella apenas se dio cuenta de que esas cartas que antaño hacían enloquecer las mariposas de su estómago eventualmente fueron escaseando. Ella no iba a esos largos viajes por puro placer, siempre había trabajo, acuerdos que cerrar, muchos de ellos comerciales, así que había noches, luego de pasar más de quince horas revisando pergaminos, en los que sólo era consciente de entrar a la habitación asignada y de alguna forma alcanzaba a llegar a su cama, donde caía rendida, casi siempre sin siquiera cambiarse de ropa.
Al regresar a la aldea, volvía a pasar horas rindiéndole un reporte detallado a su Hokage y después normalmente era arrastrada por Ino o Tenten a una larga sesión de chismes para informarle todo lo que había acontecido en la aldea durante su ausencia.
En una de esas sesiones se había enterado de que Uchiha Sasuke finalmente había regresado a Konoha de forma más permanente. Es decir, el acuerdo al que había llegado con Kakashi consistía en realizar misiones para la Hoja, restituyéndole así su grado de shinobi, pero debido a su rango gennin, los trabajos especiales estaban fuera de su alcance de momento. Ése sería el precio que pagaría por su desobediencia. Todos sabían que el castigo era temporal y que quizá antes de que Naruto asumiera el cargo de Hokage, podría ejecutar funciones como ninja de élite.
En pocas ocasiones coincidió con Sakura. Ella tenía mucho trabajo, pues además de estar a cargo del Hospital de Konoha, se preparaba para su examen como jounin. Hinata respetaba y admiraba a su compañera de generación, pues era una mujer no sólo inteligente y poderosa, sino también entregada a su labor como ninja médico.
Hubo tiempo de serenidad, en el que Hinata pudo salir en muchas ocasiones con su amado Naruto. La aldea entera parecía satisfecha con la relación de ambos y de hecho la felicitaban frecuentemente. Cuando parecía que podía acostumbrarse a esa dicha, una nueva misión aparecía y ella debía partir.
Al cabo de casi tres años trabajando de forma intensiva, Hinata, ya con veinte años de edad, estaba a punto de solicitarle a su Hokage una licencia para disfrutar de sus ingresos acumulados en compañía de su amado. Había pensando en salir de viaje con él. Quizá una temporada cerca del mar les caería bien y reforzaría sus lazos como pareja. Incluso podrían comenzar a planificar el futuro. La posibilidad de formar una familia se le hacía cada vez más cercana.
Se había apresurado cuanto le fue posible para regresar a su aldea un día antes de lo planeado. La primavera estaba en todo su esplendor, el calor que se sentía en Konoha era considerable, pero Hinata recién regresaba de Suna, así que no percibía la temperatura de la misma forma que los otros. En la entrada de la aldea se topó con un rostro conocido, ella inclinó la cabeza a forma de saludo y sonrió; él por lo general asentía y partía sin más, pero ese día, para total sorpresa de la kunoichi, también habló:
-Hinata.
-Bu-buenas tardes Sasuke-san –por lo general ella ya no tartamudeaba, pero el que Uchiha Sasuke la saludara no era común; debía reconocer además que la presencia de ese hombre siempre la ponía ligeramente nerviosa. No podía atribuirlo a su alta estatura, pues Naruto medía lo mismo. Quizá era el aura que rodeaba al último Uchiha…
-¿Vienes de paso? –interrogó él, lo cual sorprendió aún más a la joven. Cierto que prácticamente nunca se saludaban, pero si lo hacían, jamás había una conversación. Ese día estaba lleno de sorpresas…
-N-no… Bueno, espero que no. Vine con la intención de solicitarle a Hokage-sama vacaciones… Y-yo... quiero ir a la playa…
-Haces bien, las vas a necesitar.
Hinata hubiera querido preguntarle a qué se refería con eso. Quizá había querido decir que ya las necesitaba, porque lucía agotada… Sí, eso debía ser. ¿A qué otra cosa podría referirse? La profunda mirada que le dirigía la inquietó. No quiso cuestionar a Sasuke; simplemente hablar con él ya era raro, así que era mejor dejar las cosas así. De todas formas, ella no se sentía del todo cómoda.
-Bueno… Me retiro. Que tengas un buen día Sasuke-san.
Realizando una inclinación, que fue respondida por un asentimiento de cabeza, Hinata finalizó ese encuentro. Para llegar a la torre del Hokage, la joven podía cruzar la aldea o rodearla. Estaba cansada, así que decidió atravesar la zona comercial con la intención de llegar lo antes posible y rendir su informe.
Avanzaba con paso rápido, pero a pesar de todo notó cómo varias miradas se posaban en su persona y un murmullo incesante se dejaba escuchar… Por un momento se preguntó si su ropa estaría rota o quizá tenía algo raro en el cabello o en la cara. Incluso quizá por eso Sasuke le había hablado, sólo con la intención de ponerla sobre aviso.
Apresuró aún más su andar, y tan pronto entró en la torre se dirigió a los sanitarios. Quizá parecería vanidosa, pero lo primero era verificar que todo estuviera en orden antes de presentarse con Kakashi-sama.
Extrañamente no había nada anormal en su persona, así que decidió presentarse ante su Hokage. Al llegar a la puerta, sus nudillos se paralizaron antes de poder golpear la puerta de madera... Lo que escuchó la dejó helada…
-Como futuro Hokage, es tu responsabilidad cuidar no sólo de la aldea, sino de tu persona… No puedes hacerle eso a Hinata-chan…
-Kakashi, por favor, entiéndeme…
-No Naruto. Entiende tú. Antes que hombre eres shinobi, y antes que shinobi eres prácticamente el Hokage. Te guste o no, eres Konoha… ¿Sabes lo que la gente comenzará a decir? ¡Estás exponiendo a Hinata!
-Lo sé, no soy idiota… Yo no quiero hacerle daño, esto pasó sin querer… Pero… -un fuerte suspiro se dejó escuchar-. Ella regresa mañana, sólo espero que comprenda…
Hinata no pudo más; haciendo lo que en otras circunstancias jamás se hubiera atrevido a hacer, giró la perilla sin haber advertido su presencia e ingresó al despacho de Kakashi. El copy ninja la miró, bastante asombrado, pues no se suponía que ella regresara a la Aldea aún. Naruto en cambio, perdió el color y sus ojos denotaban miedo.
-Buenas tardes, Kakashi-sama –Hinata realizó una breve inclinación para acompañar su saludo-. ¿Qué es lo que esperas que comprenda, Naruto-kun?
Kakashi miró a esos jóvenes. Él había sido mentor de ambos, en algún sentido. Había visto crecer a Naruto y realmente lo quería, pero en esa ocasión, su simpatía estaba con Hinata. Sacó de uno de los cajones un bolso y lo colocó en su escritorio mientras se ponía de pie.
-Yo… Tengo unos cuantos pendientes, así que pueden quedarse aquí y charlar. Hinata, deja el informe en el escritorio, por favor; yo lo leeré mañana. No necesitas venir personalmente. Y en esta bolsa está tu pago más una pequeña compensación. Nos vemos…
Y sin más, Kakashi salió de su propio despacho. En cuanto cerró la puerta, él también suspiró. Sabía que Hinata era una buena mujer, sólo esperaba que el daño que Naruto estaba por hacerle no la hiriese de forma irreversible. Él mejor que nadie sabía lo que era vivir con el corazón hecho añicos, sumido en la amargura.
-Hi-Hinata, no… no esperaba verte tan pronto… -dijo Naruto unos segundos después de que Kakashi cerrara la puerta. Tartamudeaba y evadía los ojos de la joven, quien lo miraba con insistencia, buscando un intercambio visual. Ella avanzó con ese andar suave y pausado que la caracterizaba, hasta el centro del recinto, a un metro de él, con la intención de obligarlo a mirarla. Por alguna razón, Hinata no hizo el menor intento por tocarlo, ni él a ella.
-Eso escuché. No entiendo por qué estás tan sorprendido y qué es lo que esperas que comprenda...
-Hi-nata… Yo… Quisiera haber tenido más tiempo para poder explicarlo… Yo… no soy bueno con las palabras… Lo sabes…
-Por favor, Naruto-kun, ve directo al punto…
-Sí… Acabas de llegar de un largo viaje, supongo que estás cansada…
-Lo estoy –dijo ella sin añadir algo más. No le permitiría evadir el tema.
-Bueno… Tú, significas mucho para mí. Fuiste capaz de arriesgar tu vida para protegerme y eso… Yo… siempre te querré.
Hinata no necesitaba escuchar más. Los ojos se le llenaron de lágrimas, pero se negó a derramar una sola.
"Siempre te querré" Esa frase la torturaría durante muchos años, sin que Naruto lo supiera.
-¿Me querrás? Na-Naruto-kun, hace mucho tiempo dejé de quererte y empecé a amarte… Tú… ya no sientes lo mismo que yo, ¿verdad?
El joven jinchuriki agachó la mirada y empuñó sus manos. Le dolía hacerle eso a la primera persona que había confiado en él.
Negó con la cabeza un par de veces. Se armó de valor y acompañó su negativa con palabras.
-N-no. Lo siento mucho Hinata… Pero mis… mis sentimientos han cambiado…
-E-ella… ¿quién es?
El rubio levantó la vista y negó una vez más. Intentaría protegerla de la verdad hasta donde le fuera posible, al menos le debía eso…
-No importa quién es… Pero quiero que sepas que siempre tendrás un…
-No –interrumpió ella-. Basta Naruto-kun. Tienes razón. No importa. Pero no me digas que significo algo especial para ti o que siempre serás un amigo para mí… Esas palabras no significan nada en este momento. Sé que no me estás diciendo toda la verdad, y quizá sea mejor así. Yo… no te detendré. No soy quién para hacerlo. Perdóname, pero ahora mismo, tampoco puedo desearte que seas feliz. N-no no estoy segura sobre lo que debo sentir…
-Hinata, por favor… Si me dejas explicarte…
-No. Discúlpame con Hokage-sama, por favor. El reporte completo esta aquí –dijo mientras colocaba el pergamino en el escritorio y tomaba la bolsa con su pago-. No me siento muy bien y necesito retirarme.
Naruto estiró su mano vendada, intentando detenerla, pero ella fue más rápida y retrocedió. Sin dar una mirada, dio la media vuelta y alcanzó la puerta. No se detuvo ni cuando escuchó la voz de Naruto llamándola.
Debía alejarse de ahí lo más rápido posible. Le estaba costando mucho trabajo respirar, pero debía mantenerse firme. Si en algún momento ella dudó ser una Hyuuga, en ese instante supo que el orgullo que caracterizaba a su familia también estaba en su ser. Ni una lágrima dejaría salir frente al amor de su vida.
Salió de la torre del Hokage con pasos rápidos, pero si correr. En cuanto se adentró en la zona comercial, aunque su cabeza estaba hecha un caos, alcanzó a percibir unos murmullos. Una voz femenina decía algo como Pobrecita, debe estar destrozada. De seguro ya se lo dijo… Ella dio tanto por él y se lo pagó traicionándola, y nada más que con su…
La Hyuuga no pudo más. Realizó unos sellos y su presencia se ubicó a las orillas de la aldea. No quería saber nada de él o de esa mujer con quien ahora estaba. No quería escuchar a nadie…
-Hinata-san, ¿de nuevo saldrá de viaje? –interrogó uno de los shinobis encargado de vigilar la puerta oeste.
Un viaje. Sí. Necesitaba alejarse de Konoha por un tiempo… O por siempre…
-Sí. Iré a… Kirigakure…
-Adelante entonces. Que tenga buen viaje Hinata-san.
-Gracias.
En cuanto sintió el aire golpear su rostro, supo que ese momento definiría el resto de su vida. No lo pensó más y comenzó a correr. Toda la tarde avanzó de esa forma sin sentir ni una pizca de cansancio. Su mente sólo repetía constantemente que quería ir lejos, muy lejos… No lloró. Bloqueó todo los pensamientos y se mantuvo avanzando. Se detuvo cuando notó que el sol estaba a punto de ocultarse. Miró entonces su entorno. Estaba en medio de un bosque en el camino principal. Conocía la ubicación por su buena memoria, pero aún estaba lejos de su destino.
Ni siquiera traía consigo comida. Sólo una bolsa de dormir y una cantimplora permanecían en su mochila. Las piernas le cosquilleaban, en ese momento notó cuán cansada estaba. Se alejó del camino buscando donde poder hacer una fogata para comer algo. Pero luego meditó que quizá había un pueblo cercano que ella no ubicara. Activó su Byakugan y encontró que a menos de diez minutos a paso tranquilo había un pequeño poblado civil. Quizá sería mejor pernoctar ahí. Desactivó su dojutsu y se dispuso a avanzar, pero de pronto, todo se volvió negro…
No supo más de sí.
Continuará…
Hola a todos:
Como verán, yo no pierdo la esperanza de que Hinata y Sasuke queden juntos. Para mí, todo eso que vimos en el epílogo de The Last (la boda, cuando pasan los créditos y la posterior escena de Naruto, Hinata y sus hijos) quedará como el sueño de la joven y enamorada Hyuuga. Espero que la historia les guste. Originalmente iba a ser un one shot. Pero me sorprendí al ver que no podía parar de escribir. Así que será un three shot. Espero leer sus críticas. Siempre es un placer saber lo que opinan.
De momento me despido, el próximo capítulo será muy pronto.
Pily-chan.
