Bueno esta es una historia de Sabo, Luffy y Ace, ya que no hay suficientes por ahí para mi gusto
Espero les guste, hace mucho que no escribía nada.
Advertencias: Yaoi, Abuso, Sadismo, Mundo alternativo, posible violación (mención de violación)
Parejas del capitulo presente SaboxLuffy
En el fututo tambien habrá SaboxAce… quiza algo de AceXLuffy pero no prometo nada, aunque este capitulo es únicamente Saboxluffy y esta narrado mayormente desde la perspectiva de un narrador inclinado hacia el punto de vista de sabo.
AU. Luffy es un malcriado miembro de la realeza, Sabo un noble inconforme con un matrimonio arreglado y Ace el pirata que podría cambiarles la vida a ambos.
Capitulo 1
Sabo.
El rubio sabía que no valía nada en absoluto, entre sus padres y su "novio" se habían encargado de inculcarle muy bien aquella lección, desde que a la edad de 10 le hubieran comprometido con aquel caprichoso pelinegro su vida se había vuelto prácticamente una cárcel, una seductoramente deliciosa pero deprivada de la preciada libertad con la que tanto soñaba de cualquier manera, y como disfrutaba su futuro esposo recordándole aquello.- ¡Ne! ¡Sabo-chan! quiero jugar contigo...- escucho al pequeño murmurar contra sus labios, el rose cálido de estos sobre los suyos le había hecho sentir un leve escalofrió, bajando el libro que se encontraba leyendo dejo este a un lado, cuando el pelinegro quería "jugar" nunca significaba nada bueno y tampoco tenía opción a negarse, no era una petición si no una orden envuelta en azúcar de la misma manera que los grilletes que le ataban resultaban ser de oro
Sabía que era parcialmente responsable de su situación, si aquel día cuando solo tenía 10 años no hubiera golpeado al mocoso aquel, este no se hubiera encaprichado con hacer a Sabo "suyo" como solía decir, al principio el rubio había pensado que aquello pasaría, después de todo era ridículo que dos hombres contrajeran matrimonio, pero aquello no había sido impedimento alguno para sus padres que a la menor posibilidad de aumentar su estatus social habían saltado en el vagón de la loca idea del pelinegro, que por lo que había notado de la convivencia con sus padres estaba acostumbrado a tener todos sus caprichos cumplidos al pie de la letra.
Al inicio simplemente había sido molesto, los caprichos del menor iban desde que le llevase cargando a todos lados hasta que le cediera parte de su merienda pero eso no había sido realmente malo, después de algún tiempo se había acostumbrado a que el pequeño lo siguiera a todas partes eh incluso había llegado a agradarle un poco, a pesar de su fachada de prepotencia y el complejo de superioridad no tan raro entre la clase a la que pertenecía había un niño que podía llegar a ser bastante tierno eh incluso complaciente,
Sabo en ocasiones le había sorprendido ayudando a algún animalillo indefenso o incluso dando comida en secreto a las personas de la terminal gray, jamás se habría imaginado aquello de él chiquillo si no lo hubiera visto con sus propios ojos, incluso con Sabo en ocasiones tenia uno que otro gesto agradable, no podía negar que le gustaba la forma como después de jugar en el jardín mientras Sabo leía algún libro el chiquillo cansado de corretear llegaba a sentarse al lado del rubio para recargar su cabeza en sus piernas y quedarse profundamente dormido, en aquellas ocasiones el rubio podía notar los 3 años en la diferencia de sus edades de forma particular, el chico casi parecía bueno estando dormido, aquello incluso hasta ese día no había cambiado.
Pero así como le agradaba que el menor acariciase su cabello y su rostro antes de despedirse había también comenzado a aprender a temer aquellas pequeñas manos, conforme los años iban pasando y el otro se volvía más curioso había podido notar un cambio que al principio no le pareció demasiado grave pero que
después comprendería nunca debió dejar pasar a mayores, el pequeño había dejado de salir de su cuarto una mañana, al principio Sabo pensó que simplemente se trataba de algún resfriado, durante 3 días completos no había sabido nada del azabache, ni siquiera habían dejado que se acercara a su cuarto pero después del quinto día el pelinegro había mandado a buscar por él, Sabo había notado enseguida los vendajes y el fuerte olor a antiséptico que se destilaba de toda la habitación, en especial el cuerpo del menor, pero este no se había molestado en explicarle y el tampoco había preguntado nada pues más le había sacado de sus casillas que el moreno le mirara y antes de saludarle siquiera le informara que no saldrían mas de aquella habitación. Nunca.
Claro, al final habían terminado saliendo de cualquier forma, pero aquellas 2 semanas que le tomara al azabache comenzar a extrañar el exterior habían sido un infierno para el rubio que en aquel momento contaba con escasos 12 años.- Hey Sabo... vamos a jugar...- aquella había sido la primera vez que escuchase aquello,
también habían sido las primeras palabras que el otro le dirigiera después de informarle de su encierro hacia 3 días, el tono de voz que había usado aquel niño de 9 años le había causado un tremendo escalofrió, ningún niño de la realeza o de cualquier otra clase social debería sonar de aquella manera, los ojos del menor tampoco habían ayudado a aminorar aquella sensación de angustia, era más fuerte que el chiquillo pero no podía hacerle daño sin que el sufriera el doble, amenaza que había comprobado como cierta en numerosas ocasiones, además de que las puertas y ventanas estaban selladas por dentro y por fuera, los únicos visitantes en esos días habían sido una criada pelirroja de confianza del pequeño y el médico familiar una vez al día, en la penumbra de la media tarde el calor del cuerpo del otro apegándose al suyo tenía un dejo obsceno que le había hecho sonrojarse apenas sentir los brazos del menor en torno a su cuello, los labios rosados y relucientes del pelinegro sobre los suyos eran un manjar, no podía negar que le había hecho bajar la guardia, se había dejado empujar a la cama mientras el menor se colocaba sobre el con las piernas en los costados de sus caderas, los roses en sus labios distrayéndole de cualquier otra cosa, muy a su pesar le encantaban las caricias y los besos que a veces el pelinegro le brindaba, le hacían olvidar completamente su situación eh incluso el mundo en el que vivía.
Hey Luffy... - viendo como el pelinegro se ponía en pie y se dirigía al armario trayendo una pequeña cajita consigo, el rubio de alguna manera se había conseguido sentar aun con las manos atadas.- Túmbate en la cama, ¿O también te tengo que amarrar a la cabecera? - fue la fría respuesta que recibió por parte del pelinegro, la sonrisa un poco maliciosa que recibiera por parte de su compañero le había puesto un poco nervioso pero aun así había obedecido, sabiendo que sería lo mejor, soltando un suspiro antes de ver como este se colocaba de nuevo sobre su cuerpo recostado en la cama , comenzando a retirarle el pañuelo de seda con el que adornaba su cuello y desabotonar la camisa blanca, dejando al descubierto el plano pecho del rubio, completamente liso y suave, la joven mano deslizándose por aquel había hecho que el rubio de nuevo sintiera un escalofrió, aun si el chico no parecía muy interesado en aquel contacto el solo sentir las yemas de los dedos del pelinegro le erizaba los vellos del cuerpo, después de todo aquello se parecía mucho a lo que alguna vez leyera en alguna novela erótica que por curiosidad había hojeado en la librería aunque no se atreviera a comprarla.-
lu...ffy... ¿qué es...?- sus palabras habían sido cortadas en seco por un punzante dolor en su pecho, no era que doliera realmente tanto pero aquella sensación le había cogido por sorpresa, haciéndole contraer su rostro en una mueca algo lastimera mientras un grito un tanto escandaloso se escapaba de sus labios.- ¿Realmente duele tanto?- Escucho al otro preguntar sin emoción aparente mientras sentía sus blancos dedos presionarse contra la herida que ahora podía ver había sido causada por una pequeña navaja de afeitar entre las manos del pelinegro, más que doler era una especie de ardor, el área junto al corte se sentía caliente, la mirada de ese mocoso en su cuerpo herido le había helado la sangre mucho más que el mismo acto de dañarle, sus mejillas sonrosadas y su sonrisa infantil le habrían parecido casi bonitas de no ser por aquellos ojos viciosos clavados por completo en la herida que sangraba apenas un poco, no había sido un corte profundo siquiera, no era que estuviera en peligro o algo parecido, pero la lujuria con la que el azabache observaba su cuerpo sangrar le estremecía, lo peor del caso era que no estaba seguro si le odiaba por aquello, lo único que sabía que odiaba eran las ataduras de sus manos, así que negando con la cabeza ante la pregunta del menor al poco rato había comenzado a suplicar.- n... no duele, pero... pero déjame ir por favor...-
-No.- la respuesta simple no daba pie a discusión, el rubio sabía que si se atrevía a discutir las cosas acabarían aun peor y en aquella situación prefería no arriesgarlo, las uñas del chico ya arañaban levemente la herida que este le había causado, haciendo que soltara de vez en cuando algún quejidito y que sus facciones se descompusieran levemente para deleite del menor -Eres mío...- escucho al moreno decir mientras enterraba un poco más sus dedos en la estrecha herida, como si quisiera desgarrar la blanca piel con sus propias uñas, aquello comenzaba a doler de verdad, - nhh...L...Lo soy... soy tuyo Luffy...- entregrito el rubio en un intento de aplacar al menor, aquello pareció servir al menos para que el pelinegro dejase de enterrarle las uñas en la herida, permitiéndole descansar un poco, la respiración un poco encarecida del rubio y la fina capa de sudor que perlaba su cuerpo eran cada vez más notorias, aquel sudor haciendo que la herida comenzara a darle comezón y arder al mismo tiempo.- Mío...Sabo es mío...- el pelinegro sonaba algo pensativo.- ¿Soy yo de Sabo?- murmuro mirándole a los ojos, no sabía que contestar, la forma algo inocente como lo preguntaba mientras se tocaba los labios con los dedos manchados por la propia sangre del rubio le tenía los sentimientos algo revueltos.
- supongo que sí...- Se escuchó murmurar a sí mismo el aludido, notando con algo de sorpresa la sonrisa un tanto más sincera y amplia que el pelinegro había dibujado en su rostro, incluso podía sentir sus mejillas sonrojarse ante aquella sonrisa que nunca había podido observar en el rostro del menor anteriormente - Ok.- escucho al chico responderle alegremente mientras veía a este desabrochar su camisa negra, deshaciéndose de esta por completo, dejando al descubierto la enorme cantidad de vendajes que cubrían su cuerpo, haciendo que Sabo se preguntara justo que le había pasado a ese chiquillo para quedar en aquel estado, era la primera vez que el pelinegro le dejaba observar su cuerpo desde que se recluyeran ahí y cuando este se quitase las vendas había podido notar la gran cantidad de moretones, raspones, cortes y hematomas por todo su cuerpo, un enojo desconocido se había comenzado a apoderar de él, el chico no le había dejado verlo hasta entonces por lo que lo había estado tratando como si nada ocurriera, sin saber que cada rose o movimiento en aquel momento era probablemente una tortura para el pequeño.- Luffy... ¿en tus piernas...?- no se había atrevido a continuar, pero el pequeño parecía haber entendido a la perfección lo que había querido preguntar pues con una sonrisa un poco condescendiente había asentido.- shishishi, el único lugar que no tocaron fue mi rostro y mis manos... gracioso, ¿no?- ¿Gracioso? ¿Que podía tener aquello de gracioso? De pronto el corte en su pecho le parecía nada -Dijeron que no les gustaban las putitas con caras feas... así que no tocaron mi cara... aunque realmente no entiendo lo de las manos...-
A Sabo le hubiera gustado abrazar al menor y decirle que todo estaría bien, pero aquello seguramente solo serviría para lastimarle, quizá había sido buena idea por parte del chico amarrar sus manos, no entendía como el mocoso podía hablar de aquello como si nada, con aquella pequeña sonrisa en sus labios incluso, quería matar a alguien, solo que no tenía idea de a quien, el golpe en su mejilla le había traído de vuelta a la realidad -No me mires de esa forma.- escucho decir al menor con frialdad, estaba seguro que la bofetada había dolido pero estaba demasiado ensimismado como para sentirlo.- no necesito tu lastima.- podía sentir la navaja cortando su piel de nuevo, haciéndole removerse por el dolor en cada corte pero mordiendo sus labios para evitar quejarse simplemente había cerrado los ojos para evitar incomodar con su mirada al azabache.
Cuando el pelinegro se hubiere hartado de hacerle daño pudo sentir a este recostarse sobre su pecho, al parecer poco le importaba mancharse con la sangre del rubio, la respiración tranquila sobre su pecho que subía y bajaba de forma un poco pesada eh irregular por algún motivo no dejaba que se calmase, no era el dolor de los cortes, apenas si podía notar la incomodidad de ellos, si no el sentimiento de la piel desnuda del menor sobre la suya, quería tocarlo, aquella era la verdadera tortura.-Luffy... Desátame...- dijo el rubio en un pequeño susurro, como toda respuesta el pelinegro se había separado un poco de su pecho y comenzado a lamer la sangre de sus heridas como si se tratase de un cachorrito, la húmeda y cálida lengua en su piel le había hecho estremecerse de nueva cuenta, podía sentir cierta cantidad de alivio cuando el chico la pasaba por sus heridas y muy a pesar suyo cierta excitación ante el cálido musculo cuando este limpiara su piel sana de cualquier rastro de sangre, haciéndole soltar suaves suspiros y pequeños gemiditos que intentaba suprimir en sus labios, su cuerpo removiéndose mucho más que con los cortes anteriores.-
Lo siento Sabo...- no era propio del pequeño disculparse así que por inercia el rubio negó con la cabeza .- Esta bien...- Comenzó a decir pero fue cortado por las palabras del otro - lo siento Sabo, tu siempre serás mío...- sintió el murmullo sobre sus labios antes de saborear la sangre en su propia boca, el beso era mucho más profundo que cualquiera que hubiera compartido con el menor antes, la lengua del pequeño se había apoderado de su boca en un dominante y demandante beso que le había dejado aún más jadeante y excitado de lo que su pequeño cuerpo hubiera conocido alguna vez, las manos hábiles del chico deshaciéndose de sus ataduras, dejándole las muñecas adoloridas pero libres - sin embargo yo no puedo ser tuyo del todo mi amor...- la tristeza en su voz era palpable, la pequeña sonrisa a manera de disculpa que mostraba en sus labios tan adorable que el rubio había sentido encogérsele el corazón, ni siquiera estaba seguro de lo que significaban las palabras del otro pero a decir verdad tampoco le importaba demasiado, acercando una de sus manos a la mejilla del otro había susurrado con su encarecido aliento un "está bien" que no está sabía si el otro había escuchado antes de acercarse lo suficiente al otro para plantar un delicado beso en los labios del pelinegro, lamiéndolos suavemente.
Continuara…
Si llegaron hasta aquí se los agradezco enormemente, El próximo capítulo será más bien de Luffy, si les gusto o no agradecería los comentarios.
Estaré subiendo la continuación en una o dos semanas a lo mucho.
De nuevo gracias por leer, Ja Ne.
P.D. Si alguien quiciera ayudarme con la ortografia seria genial, uso el corrector ortografico pero... bueno ya ven.
