Hola a todos(as) les presento mi nuevo fic, esperando que les agrade, se trata de una historia de amor protagonizada por Ikki el Ave Fénix, sin embargo habrá personajes "invitados" de otras series. No los entretengo más y disfruten la historia.
El Santo del Fénix enfrenta su mayor reto: Su Destino regido por un trágico pasado o un nuevo sendero iluminado por el amor. ¿Podrá aceptar el brillo o la Gema de la desconfianza seguirá manipulando su alma?
Tú, mi luz de amor. Yo, tu destello de pasión
Capitulo 1. Sueños y Celos
Un simple nombre había creado el lío en su corazón y pensamiento; no era para menos, pues difícil es olvidar a quien uno más quiere, pero ¿qué hacer? cuando ella ya no está aquí y aún así, con evocar su imagen o los momentos compartidos, nos afecta a tal grado de crear conflictos en nuestro espíritu.
Ni el tiempo transcurrido ni las glorias en batallas eran aliciente para aminorar la palpitante emoción: Amor. Y si había alguien que lo vivía "a flor de piel" éste era el Caballero Divino del Ave Fénix.
Era precisamente el engorroso sentimiento el que confrontaba su ayer y el ahora. Si tan sólo se hubiera quedado callado…
Sin poderlo evitar, los recientes sucesos invadieron su mente:
Se encontraba recargado en un árbol, con la enigmática sonrisa que solamente su otōto y su novia conocían. La vio salir del hospital —donde trabajaba— y se apresuró a alcanzarla.
—Hola, mi amor —saludó una joven de castaños cabellos y mirada miel, deslizando sus brazos por el cuello del Santo del Fénix.
—Hola preciosa —murmuró Ikki, rodeando la breve cintura femenina; besándola hasta que el aire les hizo falta—; es hora de irnos —susurró al oído de la joven—. Quiero mostrarte algo que te encantará.
—Esta fuera de la ciudad, ¿verdad? —indagó ella, observando el auto deportivo de su novio.
—Así es —contestó el de cabello azul, ladeando su sonrisa, ayudándola a subir.
—¿Ikki? —llamó, percibiendo de reojo una maleta en el asiento trasero.
—Dime —susurró el Fénix, colocándose sus anteojos de sol (endose sedicho sentimiento,tar viéndose endemoniadamente sexy) y encendiendo el automóvil.
—Este paseo no es corto —afirmó.
—No Eileen, no lo es. —respondió simple, aumentando la velocidad.
—Amor —ronroneó la joven, acercándose un poco al Caballero, le dijo al oído—: ¿Ya llevas mi equipaje?
—Sí, a veces creo que eres bruja —acotó Ikki con humor, soltando una carcajada.
—¡Óyeme!, ¿qué insinúas? —preguntó indignada, por lo que buscó la forma de provocar a su chico—. Pues a esta bruja los médicos de la Clínica la han invitado a salir, especialmente el doctor Chiba —bromeó triunfal.
—Ese idiota ha intentado algo contigo —masculló entre dientes el Fénix, frenando de golpe.
—Ikki, tranquilízate —pidió la asustada joven. La situación se había salido de control por tan poco.
—¡Tranquilizarme! —gritó Ikki, aferrando el volante—, ¿me pides que tome con calma el que un tipo corteje a mi novia? —La joven mordió su labio inferior, el Caballero respiró varias veces, clavando sus ojos en los de ella, agregó—: Si gustan yo los llevo a dónde deseen ir —ironizó.
Las lágrimas brotaron de los orbes ámbar de Eileen. —Por favor—suplicó con voz quebrada.
Fue en ese instante que Ikki se percató de las lágrimas en el bonito rostro de su novia. Arrepentido tomó las flores del asiento trasero, ofreciéndolas como signo de reconciliación.
Ella dudó en aceptarlas, al aproximarse para besarse el celular de la enfermera sonó. —Hola… —contestó, haciéndose hacia atrás—. No hay problema… Regreso enseguida… —Sin dar tiempo a nada, bajó del auto—. Adiós.
El Caballero quedó paralizado, sin saber bien a bien lo qué había pasado. El sonido de una bocina lo regresó al presente. Sin tomar en cuenta a los demás automovilistas arrancó a máxima velocidad, rumbo la Mansión Kido. Tan frustrado estaba que estuvo apunto de arrollar al ex General Marino de Poseidón.
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—¿Te sientes mejor, Eileen? —preguntó un hombre de cabellera negra, sentándose a su izquierda.
—Sí, Darien—respondió la aludida, intentado esbozar una sonrisa.
Estaban en la cafetería de la Clínica, la enfermera había regresado por una emergencia y al no poder controlar su nerviosismo su Jefa la mandó a "respirar".
—¿Qué ocurrió? —investigó Darien—. Ya habías terminado el turno.
—Una emergencia —dijo, jugando con sus manos. Chiba alzó una ceja, ella agregó—: Papá llamó pidiéndome que te avisara, concertó una cita con la dueña del terreno para la nueva Clínica —indicó, girando el rostro para que no notara la tristeza en sus ojos.
Darien se hizo el desentendido. —Gracias por comunicármelo —Hizo una pausa, estrechándole la mano izquierda—. Te invito un helado —pronunció, poniéndose de pie y tomado su la mano dereisa
—¿Eh? —Lo miró desconcertada.
—Conozco los mejores de Tōkyō —ofreció, guiñando un ojo y extendiendo la mano derecha.
Eileen parpadeó, la afable sonrisa del médico la reconfortó. —Acepto —susurró, tomando la mano extendida—. Gracias —dijo en voz baja.
El rostro de Darien se iluminó. —Va a encantarte —expresó entusiasta, saliendo del lugar, sin percatarse que una azulina mirada los seguía.
El Crown Center era un lugar familiar, pero con un toque juvenil; contaba con mesas al aire libre en la entrada y cubículos para aquellos que buscaban un momento de relajación o de disfrutar de su persona especial.
Al entrar se encontraron con Andrew Furuhata, dueño y amigo cercano de Darien. —Hola Dare —congratuló el joven de ojos verdes, estrechando al médico.
—Hola Drew —devolvió el médico—. Te presento a Eileen —señaló a la joven a su derecha—, una excelente amiga.
—Mucho gusto —habló la joven con una gran sonrisa y haciendo una reverencia.
—Igualmente —respondió Andrew, inclinando la cabeza—, pero síganme. Les daré la mejor mesa. Disfruten su estadía —dijo al ubicarlos y se alejó.
—¿Me dirás lo que pasó? —investigó Darien.
—Quería escapar —farfulló Eileen, observando a su alrededor.
—¿Escapar? ¿Por qué o por quién? —preguntó, agarrándola de sus manos y obligándola a mirarlo a lo ojos. La castaña pestañó tratando de retener las lágrimas, suavemente él pronunció—: Tranquila. No es necesario que lo hables en este momento —Apretó su agarre—. Sea lo que sea, cuentas conmigo.
—Lo sé —barbulló ella, liberando una de sus manos y limpiando las escurridizas gotas—. Sólo que… No es fácil —La joven tomó aire para proseguir—: Tuve un mal entendido con mi novio y terminaste involucrado —indicó apenada.
—¡Yo! —soltó sorprendido el pelinegro. La joven mordió su labio inferior—. Lo siento. Continúa por favor.
—Al terminar mi turno me encontré con él, sin querer le dije que tú me habías invitado a salir y se enfadó. Me asustó. Jamás lo había visto de esa forma. No pude controlarme… —tartamudeó—. Él intentó una reconciliación, pero… Esas flores… No eran para mí —terminó, derramado las lágrimas de sus ojos miel.
—Eileen —llamó suavemente el pelinegro, tomándola por el mentón—. Estoy aquí, verás que todo se arreglará —dijo, limpiando con sus pulgares el delicado rostro.
—Gracias —suspiró la chica, enjugando sus lágrimas—. Mejor dime cómo van las cosas con Sere —preguntó pícaramente.
Darien sonrió. —Con ella las cosas van muy bien —expresó radiante—. Si el negocio de la nueva Clínica se da, mucho mejor —Eileen frunció la frente intrigada, él procedió a explicar—: Si este negocio se concreta, le pediré que se case conmigo —pronunció, un hermoso anillo de compromiso fue depositado en las manos femeninas.
—¡Felicidades! —gritó una pareja de edad avanzada en la mesa de a lado.
—¿¡Qué significa esto!? —cuestionó fúrico un joven de cabellera azul, que llegaba en el momento.
Eileen y Darien quedaron boquiabiertos.
—¡Este guapo muchacho le ha propuesto matrimonio a la señorita! —dijo la anciana emocionada, evitando cualquier explicación por parte de la pareja—. Te acuerdas querido —pronunció soñadora—. Nos casamos al poco tiempo de tu declaración.
Eileen salió de su letargo e intentó explicar la confusión. —Ik-Ikki, e-esto no es lo que parece…
—¡Por el amor verdadero! —El anciano intervino—, pero anda chico felicítalos —instó.
—Por supuesto —ironizó el Santo Divino, la temperatura del lugar se incrementó. Como fiera a su presa caminó hacia Darien.
El médico descifró sus intenciones y, por muchas ganas que tuviera de enfrentarlo, se abstuvo de avivar la situación.
—¿Desean ordenar algo? —Un joven de ojos azules, larga cabellera negra atada en una coleta, interrumpió.
—¡No! —respondieron al unísono los implicados.
Pero el chico siguió insistiendo. —Puedo traerles lo que deseen, su conversación la pueden acompañar con un delicioso helado cubierto de chocolate.
—Será mejor que te retires —pronunció Eileen, antes que su verdadero novio explotara e hiciera estrella a las brasas.
Pero a Seiya Kou lo que le sobraba era la persistencia. —Darien, no sabía que le ibas a pedir matrimonio a tu novia —apuntó malicioso—, en ese caso la especialidad de la casa es…
Un pequeño destello de Cosmos fue dirigido a la charola que Kou traía en las manos, el contenido hirvió en milésimas de segundo y terminó embarrado en el joven de larga cabellera. Los ancianos atinaron a escapar del lugar.
—¡Suficiente! —demandó Eileen, para que su novio dejara de utilizar sus poderes. De continuar así el Crown Center quedaría en cenizas.
Ikki la fulminó con la mirada, girando sobre sus talones y saliendo de forma tranquila con las manos en los bolsillos del pantalón.
Ella se quedó aturdida, pero la voz de Darien la sacó de su trance:
—Ve —indicó— y arregla las cosas.
—Pero… —titubeó la enfermera—. No me va a escuchar.
—Eso no lo puedes saber si no lo intentas —expresó el médico—. Te ama, lo vi en sus ojos, así como miedo.
—¡¿Miedo?¡ —inquirió Eileen sorprendida. Si algún sentimiento era desconocido para el joven Caballero era precisamente ése.
—Apresúrate, yo arreglaré cuentas con Kou —mandó Darien, sonriéndole para darle ánimos.
—Gracias, te veré más tarde. —Se despidió, apresurándose para alcanzar al Fénix.
El joven médico se giró hacia el entrometido mesero. —Muy bien Kou, ya te sentirás satisfecho por el daño que has ocasionado, ¿no es así? —Lo tomó del cuello—. He tenido demasiadas consideraciones contigo porqué Serena me lo ha pedido, pero ella no está aquí. —Le propinó tremendo puñetazo, mandándolo de espaldas contra una de las mesas.
El escándalo hizo a Andrew acercarse. —Darien tranquilízate —pidió, poniendo una mano en el hombro su amigo—. ¿Qué es lo que sucede?
—Lo siento Andrew, pero tenía que ajustar cuentas con tu empleado —escupió lo último, señalando al pelinegro del suelo.
El de verde mirada negó con la cabeza. —¡Seiya! —gritó con enojo—. Tenías que ser tú, no sé lo que hayas hecho y no quiero saberlo. Toma tus cosas y pasas a la caja a cobrar.
Seiya se levantó lentamente, encarando a los dos hombres. —Me iré, pero me gustaría ver tu cara —masculló a Darien— cuando Serena se entere que tienes otra novia.
Ninguno de los tres se percató de la presencia de una joven rubia hasta que habló:
—¿Te gustaría ver la cara de mi Darien cuándo tú me enteres de todo? —cuestionó temblando de ira—, lamento decirte que tus mentiras no surtirán efecto —rechinó los dientes. Los jóvenes se sorprendieron por su actitud—. ¡Vamos! ¡Cuéntame! Estoy esperando.
El mesero ingenuamente creyó que caería. —Bombón, Darien te engaña con una tal Eileen, hasta hace un momento estaban muy juntos abrazándose y declarándose su amor… —La bofeteada ladeó su mejilla.
—Nunca te creí capaz de un acto tan bajo, Seiya —farfulló serena—. ¿Me crees tan tonta?, sé muy bien quién es y te aseguro que ni Darien ni ella son capaces de traicionarme, en cambio tú sólo conseguiste hacernos daño —Comenzó a llorar por la decepción—. No te quiero cerca de mí —exigió, abrazándose a su novio—. Quiero irme, amor.
Darien la estrechó con fuerza, haciendo un leve asentimiento de cabeza hacia Andrew, abandonaron el sitio.
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Tenía que encontrarlo de inmediato y aclarar el enredo. Sabía que lo encontraría en el parque donde solía entrenar cuando niño, antes de partir hacia el Destino cruel que lo convirtió en un chico solitario y rudo, pero capaz de amar a los demás sin necesidad de demostrarlo. Al menos eso era lo que le decía Shun.
Estaba frente al cedro lleno de marcas, dispuesto una vez más su descargar su irá y frustración.
Eileen Brown observó la figura de 1.86m, melena rebelde azulada y atlético cuerpo de su novio, sin sospechar que algunas lágrimas recorrían el rostro del Fénix. Poco a poco acortó la distancia y con voz tímida llamó:
—Ik-Ikki.
El Santo Divino endureció sus facciones, ocultando el rastro de sal con los anteojos de sol y sin volverse contestó:
—Se le ofrece algo, Srta. Brown. —Su tono era frío y tajante.
—Por favor mi amor —Con cada palabra se aproximó hasta él—, déjame explicarte —musitó, abrazándolo por la espalda—. Ikki ¡Te Amo!
El Fénix fue consciente que debía actuar, para bien o para mal. —No es a mí a quién debería declarar su amor. —Suavemente tomó las manos de ella, separándose del torturante abrazo—, regrese con su prometido.
—Entre él y yo no hay nada —Intentó aclarar—, al único que amo eres tú, además Darien…
Las rebeldes lágrimas recorrían el varonil rostro y antes de acabar convencido recurrió al recuerdo de aquella que anegaba sus memorias. —Ya le dije que no tiene por qué darme explicaciones —Giró sobre sus talones, mostrando una mirada dura y fría al quitarse las gafas—. No somos y nunca tendremos nada que ver, la única mujer en mi vida se llama Esmeralda.
—E-Es mentira —balbució la enfermera. El dolor se clavó en su pecho, estremeciéndola—. Intentas engañarte, ella ya no es de este mundo.
—Ella es la mujer de mi vida.
—¿Por eso me ofrecías esas flores? —estalló, comprendiendo algunos detalles en su relación, haciendo acopio de su valor, enfrentó—: Cada palabra, cada beso y caricia eran para ella, te imaginabas que estabas con ella. ¡Me utilizaste! —profirió hecha un mar de lágrimas. Nuevamente la habían cambiado por otra mujer.
—¿Qué derecho tienes para reclamarme? —debatió Ikki, asiéndola por los hombros con fuerza—. ¡Tú salías con otro, estando conmigo!
Shun, que paseaba con su novia, los vio. —¡Ikki suéltala! —exclamó.
La joven despertó sobresaltada y con llanto en el rostro, después de un año aún tenía pesadillas. Un leve toque en la puerta y la dulce voz de su padre la sacaron de sus ensoñaciones.
—¿Puedo pasar?
—Adelante papá —dijo, sentándose sobre la cama, dispuesta a recibir el cálido abrazo de su progenitor.
—¿Te encuentras bien, pequeña? —El rubio tomó asiento a su lado, estrechándola y besando su mejilla.
—Fue una pesadilla —explicó, acurrucándose en el fuerte pecho.
—Deberías continuar con tu vida —Anthony acariciaba el sedoso cabello de la joven, transmitiéndole su ternura—. Aún tienes mucho que vivir, sé que es difícil, pero si ya lo superaste una vez podrás hacerlo una vez más —La chica se quedó pensativa y nuevamente la voz de él la sacó de sus cavilaciones—: Sabes cariño que haría cualquier cosa con tal de verte feliz… He pensado en que deberíamos regresar a Lakewood.
Las tres últimas palabras resonaron en la cabeza de Eileen, haciendo que se removiera un poco de la cómoda posición. —Me gustaría volver porque ahí se encuentra mamá, pero correría el riesgo de perderte y eso no lo soportaría. —El llanto regresó, pero no por el que su corazón llama.
—Eileen, no me perderás y hasta dónde me sea posible te cuidaré. Recuerda que eres mucho más linda cuando ríes que cuando lloras(1) —El rubio se limitó a mirarla dulcemente—. En cuanto a Lakewood, no necesariamente tendríamos que presentarnos ante la familia —Su hija lo miró extrañada—. Antes que llegáramos a Japón, compré una finca, alejada de la Mansión de las Rosas, no hay necesidad de llegar ahí.
—¿No tendríamos que llegar a la Mansión de las Rosas? —preguntó, pensando que había escuchado mal. La idea de alejarse un tiempo sonaba tentadora.
—Así es llorona (2), piénsalo un poco y después me das una respuesta. —El hombre se levantó para retirarse.
—Pero ¿y tu trabajo? —contradijo su niña—. Darien nos necesita para…
Anthony acunó su rostro. —A Darien no le importará quedarse a cargo de la Clínica por un par de meses, además necesito unas vacaciones —aclaró, guiñando un ojo cómplice—. Descansa, pasado mañana es tu cumpleaños y debes lucir hermosa.
—Gracias papá —La joven se irguió para darle un beso en la mejilla—. Lo pensaré —dijo, acomodándose entre las mantas.
Su padre la observó hasta que la acompasada respiración inundó la habitación. Salió con sigilo.
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Dos hombres, de igual apariencia, caminaban desesperados por encontrar al Caballero Divino del Fénix. Tan sólo un par de horas atrás lo tenían muy bien "vigilado", pero diablos el menor de ellos tenía que haber mencionado el nombre de la bella chica para que todo terminara en el juego del escondite.
Por la reacción del Santo de Bronce, no les fue difícil descubrir que era la misma mujer por la que un año atrás el joven había caído en depresión, destrucción y muerte, aunque él no lo admitiera. Desde entonces en cada escapada había vigilancia extrema para que no ocasionara desperfectos.
—Ya aprendió a ocultar su Cosmos —señaló Saga preocupado—. Abarcaremos más por separado.
—Entendido —aceptó Kanon, caminado a la derecha—. Cielos Fénix, te complicas y peleas con tu hermano por un paquete —rezongó. El grito de una mujer lo distrajo, sin pensarlo mucho llegó al lugar del escándalo.
La escena que lo recibió fue insólita: Ikki peleaba con una regordeta vendedora por una caja. La reacción del ex General de Poseidón fue rápida y limpia, de un golpe noqueó al chico. —. ¿Está usted bien? —preguntó, revisando al Caballero Divino.
—Se puso como energúmeno cuando intente vender esta joya —explicó la señora, mostrando un dije en forma de la balanza de Libra siendo sostenida por un Fénix.
—Déme eso —exigió el de ojos verdes con voz autoritaria—. Le pagaré lo que le debe, pero márchese —La mujer acató la orden y se alejó de ahí—. Saga lo encontré —llamó con su Cosmos—, apresúrate.
En cuestión de segundos el otro acudió al llamado. —Pero, ¿qué ocurrió aquí?
—Dejemos las explicaciones para después —gruñó Kanon—. Debemos llevarlo a la Mansión antes que recupere la consciencia.
—Despertará antes —indicó el mayor—, su departamento está más cerca, así evitamos un Shuny-homicidio —satirizó.
—Mejor cállate y maneja. —El ex General colocó a Ikki en la parte posterior del auto y ocupó el lugar del copiloto.
—Bonito auto, ¿no crees? —burló Saga.
—Si le quitamos el hecho que te quieran arrollar con él, sí es un bonito auto —bufó con molestia, recordando el incidente:
Enfundado en un traje gris perla Kanon de Géminis llegaba a la Mansión Kido caminando. Si bien el vuelo de Grecia a Japón no hubo contratiempos, del aeropuerto hasta ahí sí, el primer obstáculo fue el tráfico que lo demoró cerca de cuatro horas y para empeorar la situación el taxi se descompuso.
Al encontrarse parado frente a la reja de la residencia, el rechinar de unas llantas le anunció que un auto sin control venía directo a él, logró detenerlo con su Cosmos, mas su sorpresa fue grande al comprobar quién era el conductor.
El frenar del automóvil, frente a un edifico de apartamentos, lo regresó de sus recuerdos.
— Guarda el auto, me encargaré de él —sugirió el ex-Patriarca.
—Me parece justo —el ex-General Marino se apresuró a realizar su labor; al terminar una caja llamó su atención —la misma que Andrómeda le había entregado al Fénix y había provocado el Apocalipsis—, sin dudar la agarró—. ¿Cómo sigue el Bello Durmiente? —investigó al entrar al departamento.
—Dormido —contestó Saga desde la cocina—. ¿Quieres café? —Observó el paquete—. ¿Y eso?
—Es el "regalo" de Shuny —ironizó, depositando la caja y el colgante en la mesa, quitándose el saco se sentó en el sillón de tres plazas—. Estaba en el asiento trasero y decidí traerlos, en fin. Cambiando de tema, ¿ya estás listo para mañana?
—Por supuesto —dijo el gemelo mayor, entregándole una humeante taza—, estoy ansioso por comprobar que tan linda es nuestra niña. —Una tenue sonrisa se plantó en su rostro.
—Me darás la razón —aseveró su hermano.
El agresivo Cosmos de Ikki interrumpió la plática. —El Renacuajo de Poseidón —expresó álgido, los otros ni se inmutaron— está enamorado —punzó.
—¿Y qué si lo estuviera Pollo? —contestó el ex-General tranquilamente—. Si no mal recuerdo hace un año estabas igual.
«¡Por todos los Dioses!», pensó Saga, Ikki iniciaba con las ironías para terminar a golpes con quien se dejara, prueba de ello eran Milo y Aioria. —¡Basta! —gritó, pretendiendo controlarlos, sin embargo, la explosión se dio cuando accidentalmente su mano golpeó el paquete sobre la mesa.
—¿Quién diablos trajo eso? —rabió Ikki, cogiendo la caja, de ella resbaló una foquita blanca.
—Esto también es tuyo —siseó Kanon, mostrando el dije. Fastidiado el Fénix arrebató el colgante y lo arrojó con la caja a la basura. El ex General suspiró—. Debí suponer que fueron para ella —Curioseando en el bote, descubrió un retrato, se acercó para tomarlo y admirar a la joven Brown—. Esa sonrisa la hace lucir hermosa.
El Fénix intempestivamente se lo arrancó. —¿Qué insinúas, imbécil? —Sujetó por el cuello al Dragón del Mar y lo acorraló contra la pared, si bien era cierto que se negó a saber de ella, tenía la certeza de que Eileen estaba casada con el médico.
—Con un demonio Ikki ¡tranquilízate! —Saga se interpuso, separándolo de su hermano.
—"Su Santidad" será mejor que no intervenga —Logro zafarse del agarre de Caballero de Géminis—. Si quieren pelea la tendrán, pero Renacuajo aclárame de una vez lo que has dicho.
—¿Qué caso tiene? —La malicia se dibujó en el rostro de Kanon, no iba a causarle daño a la chica y si al esconder ciertos detalles ayudaba, lo haría con gusto—. Al fin y al cabo no te importa —recalcó—, vámonos.
Saga rodó los ojos, siguiendo a su hermano a la salida. El de Bronce los detuvo. —No te irás hasta que me expliques.
Géminis lo encaró nuevamente. —Averígualo. —Del bolsillo del saco extrajo un sobre sin remitente y se lo ofreció, cruzando la puerta.
—Arregla la situación, sea para bien o para mal —indicó el ex-Patriarca, siguiendo a su hermano.
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—¿Por qué lo hiciste? —interrogó Saga, al estar fuera del edificio.
—Quiero ayudarlo —respondió—, como él lo hizo alguna vez con nosotros.
El ex Patriarca sonrió. —Espero que dé resultado, no quiero imaginar el "humor" de Delphinus si descubre tu participación
Kanon soltó la carcajada. —Quien diría que un día estaríamos haciendo de Celestinas.
El mayor enarcó una ceja y contestó:
—Tú eres la Celestina, yo solamente te acompaño. —Y de broma en broma llegaron a la Mansión Kido, donde les esperaba un largo interrogatorio por parte de su Diosa y camaradas.
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En solitario, Ikki pensó en que la próxima vez les daría una buena tunda. No se decidía a abrir el sobre; centró su vista en la pequeña caja dentro del bote; la inseguridad se apoderó de él y terminó por recoger el pequeño paquete, que horas antes provocara una discusión con su hermano, sabía que Shun era ajeno a todo aquel asunto, de haber un culpable sería él.
Los recuerdos lo inundaron, el muñequito de peluche había sido el primer regalo a Eileen, un día se encontró asimismo pensando día y noche en ella; su mirar alegre lo reconfortaba, su risa era una deliciosa melodía, sus besos la prueba para confirmar que todas las batallas —de más de diez años atrás— habían valido la pena.
El peluche fue mudo testigo de las palabras más sinceras salidas de su corazón, la repuesta de ella fue un apasionado beso, el primero de muchos.
No todo fue felicidad, su primera pelea se debió a que Shun deseaba salir con June, pero Ikki no estaba de acuerdo.
Eileen optó por ayudar al menor, hablando con él, señalando que debería darle su espacio, sin embargo, su intervención sólo consiguió que el Fénix se enojara más. Equivocadamente en su alegato comentó acerca que ella no comprendía la situación puesto que al ser hija única tenía la libertad de hacer y deshacer, sin que nadie reprochara nada.
Sin ningún miramiento él le gritó entrometida. Después que el propio Shun le hiciera ver su error él doblegó su orgullo y la buscó para disculparse. Tal hazaña le costó una semana de insistencia, hasta que una mañana decidió abordarla, en su casa, a la hora en que se disponía a trabajar en su jardín de rosas.
Su concentración se vio interrumpida por el maldito vecino, más de una vez había querido mandarlo a que le hiciera una vista a los Jueces del Hades, ya lo veía fastidiando al Cejas —apodo que le fue impuesto a Radamanthys por la Orden Dorada y de Bronce de Athena—, pero para fortuna del desdichado, Shun o Eileen lo contenían, pero está vez tenía la oportunidad.
Se divertiría dándole el susto de su vida al panzón, peli-teñido de zanahoria, hijo de… papi. Se dirigió hacia la recámara —daba la casualidad que sus habitaciones coincidían—, antes de brincar al balcón del susodicho depositó el paquete y el sobre en la cama. A punto de salir la letra de una canción lo detuvo:
—Asimilando cada vez la situación… Estoy desorientado, desesperado… (3)
El ritmo era suave y llenó de nostalgia, embriagándolo de las dos mujeres en su vida, a las que perdió inesperadamente.
Esmeralda le sorprendió por su gran parecido con su pequeño hermano, no sólo físicamente, sino por su corazón noble y puro, siempre cuidando de sus heridas de batalla y del alma. Tuvo la esperanza que al ganar la Armadura podría sacarla de ese lugar tan indigno, ¿cómo habría sido su vida después de aquél Infierno sobre la Tierra?, se preguntaba siempre. Su muerte lo llenó de odio.
—Cada silaba me rompe el corazón… Quizás yo guardo la esperanza… Sin ti las horas tienen color a oscuridad… (4)
Al conocer a Eileen jamás imaginó que viviría lleno de emociones, que creyó imposibles de sentir. Sabía que haberla perdido dolía más que la muerte de Esmeralda. Estar vivos no daba oportunidad a olvidar.
Durante el primer mes, los mensajes de Eileen a su celular estaban llenos de frases como: te amo, te necesito, te quiero, pero él se negó a aclarar la situación. Al sentirse agobiado decidió poner tierra de por medio como era su costumbre. Pero ni la distancia fue suficiente para opacar el sentimiento.
—Y aunque parezca una exageración, me siento como en un destierro… De depresión y sentimiento… (5)
Regresó para buscarla, gracias a su hermano sabía dónde encontrarla, pero el Destino le hizo una mala jugada. Casualmente escuchó que el Dr. Chiba salía con su esposa, su mirada color del mar distinguió a la pareja a las puertas de la nueva Clínica, no reparó en la rubia que los acompañaba.
Su orgullo lo hizo girar sobre sus pies, por mucho que moría por volver a escuchar su voz, mirar sus ojos y sentirla en sus brazos, la dejó ser feliz.
Las últimas frases lo sacaron de sus evocaciones:
—Vivo ausente y amanecer sin ti es cosa de locos… (6)
Su vecino se salvó de una muerte lenta. Recordando el sobre que Kanon le entregó se dirigió a la cama, lo tomó. Su contenido era un fino papel rosado que desprendía el aroma de su amada, sin embargo, se percató que la invitación era de parte de Anthony Brown y no de Darien Chiba, como debía corresponder.
Definitivamente el remitente lo motivó a asistir, comprendiendo un poco la insistencia de Shun para aclarar el enredo. Se recostó con los objetos a su lado, su cuerpo le pedía reposo. A primera hora llamaría a su hermano para pedirle consejo y enfrentar a su rival.
Han cambiado las cosas, estoy solo y tengo miedo… (7)
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Nota: Los personajes deSaint Seiya (聖闘士星矢, Seinto Seiya?), conocido como Los Caballeros del Zodiaco en buena parte de Hispanoamérica y en España, pertenece a Masami Kurumada. Los personajes de Sailor Moon (美少女戦士セーラームーン Bishōjo Senshi Sērā Mūn), pertenecen a Naoko Takeuchi. Los personajes de Candy Candy (キャンディ・キャンディ, Kyandi Kyandi?) pertenecen a la escritora Kyoko Mizuki (uno de los seudónimos de Keiko Nagita) y la mangaka Yumiko Igarashi.
1: Frase que utilizan El Príncipe de la Colina y Anthony para consolar a Candy, (que pertenece a la escritora Kyoko Mizuki y Yumiko Igarashi).
2: Candy recuerda que Anthony la llama llorona cuando la encuentra en el portal de las rosas, durante el capitulo después de su muerte, (que pertenece a escritora Kyoko Mizuki y Yumiko Igarashi).
3, 4, 5, 6, 7: Fragmentos de la canción Tengo miedo, álbum Mi tiempo (todos los Derechos Reservados son de Chayanne y Sony Music Entertainment US Latin LLC).
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Un enorme agradecimiento a mi amiga Katy mejor conocida como Ayánn, quien me impulso a seguir escribiendo esta historia y me ayudo en las correcciones ortográficas.
No me queda más que agradecer su amable atención al presente trabajo, escrito para festejar el cumpleaños número 38 de Ikki el Ave Fenix, espero sus comentarios y les anuncio que el siguiente capítulo se publicara el 15 de Septiembre exactamente en un mes, donde veremos a Ikki pegar el grito (y no precisamente de Independencia).
El raiting del fic podría cambiar en los siguientes capitulos.
Les mando saludos, besos y abrazos bye.
