Los personajes de esta historia pertenecesn a Clamp, en su mayoria son de CCS y algunos de XXX Holic, son muy poquitos los personajes inventados por mi, pero la historia es completamente mia. Adoro a Tomoyo y Eriol, por eso nacio esta historia.

Espero que les guste


POR TI

Las paredes eran completamente blancas al igual que el frío piso de cerámicas donde ella estaba sentada. Todo lo que se escuchaba en aquel baño era el agua que caía en un delgado hilo desde la canilla al lavado y el sollozo de la joven que abrazaba sus piernas y escondía su rostro.

Ya hacia un buen rato que se encontraba allí y por más que lo intentaba no podía dejar de llorar, cada vez que se tranquilizaba un poco, su mente la traicionaba y las lágrimas volvían con la misma fuerza que antes. Tomoyo nuevamente se regañó. ¿Por qué no podía dejar de llorar? Sabía que él se enojaría con ella, y la verdad es que eso no la ayudaba, pues cada vez que pensaba en ello un escalofrío recorría su cuerpo y las lágrimas volvían a surcar sus mejillas. Sus ojos de un increíble color amatista se veían rojos, hinchados y llenos de dolor.

Respiro profundo tratando de recomponerse y comenzó a soltar el aire muy lentamente mientras centraba su vista en el picaporte de la puerta, tratando de despejar su mente y olvidarse de su terrible vida… Fue entonces cuando una imagen se formó en su mente comenzó por unos hermosos ojos azules, como zafiros, que brillaban reflejando la picardía de aquel hombre, y rápidamente apareció una sonrisa de lado que iba muy bien con aquellos ojos. Sin que ella lo notara una leve sonrisa se formó en sus labios.

¿Cuánto lo extrañaba? Solo ella lo sabía. Hacía más de cinco años que no lo veía ni sabía nada de él. Anhelaba volver a verlo y que la estrechara entre sus brazos, poder esconderse allí y que se la llevara lejos.

―Eriol ―susurró y sintió como sus ojos volvían a llenarse de lágrimas.

Su vida había sido un completo caos desde que él regreso a Londres y lentamente se había transformado en una pesadilla.

Aquel día se había presentado hermoso, tanto que ella y sus amigos decidieron hacer un picnic bajo un hermoso árbol cerca del parque pingüino. Comieron y charlaron durante un largo rato y finalmente Tomoyo y Eriol habían terminado sentados en las hamacas, para darle algo de privacidad a sus castaños amigos.

La morocha se hamacaba lentamente bajo la atenta mirada del mago, que se había mantenido más callado que de costumbre durante toda la tarde.

Creí que traerías a tu "modelo" ―dijo repentinamente el níveo provocando una carcajada en la amatista.

Dylan no es modelo, es guitarrista y lo sabes ―ahora era él quien se reía ante esa respuesta.

Claro ―dijo con evidente burla―, ¿entonces porque esta todo el tiempo posando? ―agrego imitando una de las poses que el mencionado solía hacer cuando estaba rodeado de personas y la muchacha no pudo contener la risa al verlo.

Eriol, ya hablamos de eso ¿no te parece que lo humillaste suficiente? ―preguntó la amatista sin dejar de sonreír a un igual sonriente Eriol.

Él quiso apostar y perdió, no es mi culpa que todos les gustara como toco yo ―se defendió el mago con una fingida inocencia sin despegar sus ojos de la sonrisa que le regalaba su amiga―. Tomy… ¿eres feliz? ―preguntó finalmente con una expresión un poco más seria.

Claro que soy feliz ―respondió la chica lanzando una mirada inquisitiva al muchacho que ahora se acercaba a ella― ¿A qué viene esa pregunta Eriol? ―indagó Tomoyo mientras él se detenía frente a ella y sujetaba la hamaca para que dejara de moverse.

Eres mi amiga y quiero saber si él en verdad te hace feliz ―las miradas amatista y zafiro se encontraron, y fue como si el tiempo se detuviera.

Tomoyo sabía que él quería decirle algo más, pero ninguna palabra salió de sus labios. Aquellos ojos la hipnotizaban, sentía que podía perderse en ellos. Quería decirle que nadie la hacía tan feliz como él, pero eso sonaría raro, eran amigos y ambos tenían pareja. Esos ojos azules rogaban por una respuesta y todo lo que ella pudo hacer fue asentir.

Él dibujo una sonrisa en su rostro y sin más poso sus labios sobre los de ella en un beso, corto, casto y superficial, al menos eso era lo que parecía por fuera, pero por dentro sus corazones se desesperaban pidiendo más.

Aquel fue el primer y único beso que se dieron. El beso que despertó todas aquellas dudas y deseos en el corazón de la muchacha. El beso con el que él se despidió de ella, pues al otro día tomó un avión de regreso a Londres y solo les dejo una carta a cada uno, a modo de despedida y Tomoyo todavía recordaba cada palabra de aquel pedacito de papel…

Querida Tomoyo, Tomy, mi adorada amiga.

Tengo que disculparme, lo sé, soy un cobarde que no fue capaz de despedirse en persona de sus amigos. Estaba en mis planes decírselos ayer durante el picnic, pero finalmente no quise hacerlo. No quise nublar esa preciosa sonrisa que tienes, ni arruinarles el momento a nuestros queridos castaños.

Quisiera decirte que escribiré, llamare o iré de visita… pero no puedo, tengo mis razones, y una de ellas es que me pongo melancólico (no se lo vallas a decir a Shaoran o no va a terminar nunca de burlarse de mi). Puede que un día simplemente aparezca por allí para saludar, todo depende de cómo vallan las cosas en Londres.

Te adoro, eres la mejor mujer que existe. Te deseo todo lo mejor y que seas muy, muy feliz… y si alguien te hace llorar solo avísame y yo me encargo de él.

Eriol.

P.D.: espero que sigas incomodando cada tanto a nuestra pareja de castaños, sé que podrás hacer que Shaoran sienta que sigo allí.

Desde aquel día ese hombre de cabello negro azulado y ojos color zafiro estaba presente todo el tiempo en su mente. Se había instado en su corazón y se resistía a ser desalojado. Pero una cosa era segura para Tomoyo Daidouji el recuerdo de aquellos ojos y el deseo de volver a verlos le permitían soportar el calvario que vivía día a día.

De repente el sonidos de unos golpes en la puerta la devuelven a la realidad. Seguía sentada en el piso del baño de su habitación. Intento ponerse de pie, pero sus piernas estaban algo entumecidas por todo el tiempo que había pasado allí sentada.

―Tomoyo, sé que estás ahí ABRE ―por la voz se notaba que aquel hombre estaba molesto.

La morocha sintió que su cuerpo ya no le respondía y comenzaba a temblar… y antes de que lo notara estaba nuevamente sentada en el piso, hecha un bollito, escondiendo su rostro con la respiración muy agitada.

Aquel hombre, ya no golpeaba, ahora azotaba la puerta, parecía que iba a tirarla abajo de un momento a otro.

―TOMOYO SAL YA ―insistió cada vez más molesto.

―DEJAME EN PAZ ―logro articular de alguna forma la muchacha que no dejaba de temblar. El terror se había apoderado de ella y solo podía pensar en que debió hacerle caso a su amiga e ir tras Eriol cuando pudo, él la protegería, de eso no le cabía duda.

Mientras su mente y corazón gritaban llamando a aquel mago que estaba a miles de kilómetros de ella, la puerta se abrió. La única cosa que la separaba de aquel hombre acababa de ceder. Tomoyo dejó de respirar. Allí estaba frente a ella un furioso Kuroao. Alto y fornido, le sacaba casi dos cabezas a la morocha, su cabello mucho más negro que el de ella, ya estaba algo despeinado, sus negros ojos lanzaban chispas de ira. Ese hombre que por lo general para el resto del mundo lucia muy atractivo, para la amatista era el terror hecho persona.

―Te lo advertí, que rayos piensas que haces ―dijo abalanzándose sobre ella, poniéndola de pie y zamarreándola― ERES MIA Y NADA VA A CAMBIAR ESO ―su voz se notaba cada vez más alterada. Los ojos de la muchacha estaban llenos de terror y de repente PAFF… una cachetada, luego otra y otra― eres mía, nadie más que yo puede tocarte, te aseguro que eso se te va a gravar…

El hombre seguía gritando, pero Tomoyo ya estaba perdiendo la consciencia. Las lágrimas caían por su rostro y lo último que pudo pensar fue "Eriol ayúdame".


La verdad todavia estoy dudando del titulo, pero bueno es lo que hay, jajaja

espero les guste, y puedan dejar review.

saludos