Millionaire Deal.

By: Fesabi

El destino no hizo más que orillarla a aceptar aquel trato millonario si es que desea salvar a sus hermanos.

El la desea y no es capaz aceptar un no por respuesta, Inuyasha Taisho piensa que todas las mujeres están en venta y si le da la cantidad adecuada él podrá obtener a cambio algo ventajoso.

The Millionaire Deal is close, solo que este traerá algo mas que dinero y placer…

Capitulo I.- ¿Aceptas?

¡Ánimos!, ¡Ánimos!, ¡Ánimos!...

¿si tan solo todo fuera tan fácil como se lo dice Sayo?.

Se encuentra en la entrada de la oficina del "gran jefe", indecisa si entrar o no.

Es tu oportunidad de hablar con él y aclarar las cosas antes de que te corra…

¿tendrá razón Sayo?

Hija, prométeme que siempre cuidaras de tus hermanos…

¡y por supuesto que lo haría!, por lo menos hasta que su cuerpo careciera de vida, cuidaría de sus hermanos hasta ese momento.

Cierra sus manos hasta convertirlas en puños, sintiendo la temperatura fría de ellas sobre su piel, eso quería decir que se encuentra nerviosa y asustada.

Su mano derecha se sitúa en la manilla de la puerta que la llevara a dos destinos, el primero que la echen de aquella empresa donde ha trabajado dos años de su vida al dejar el primer año de universidad por necesidad de mantener a su mamá, hermano pequeño y aquella hermanita que estaba por venir o la ultima opción que la dejen en su plaza pero bien que también le concedan el prestamos que necesita por lo menos para pagar la terapia de su hermano pequeño, sus tarjetas se encuentran al limite por las deudas que ha adquirido al largo de esos tres meses insoportables; primero la perdida de su madre en aquel accidente automovilístico, su hermano con lecciones severas las cuales una de ellas es que si no se le aplica el tratamiento correspondiente no podrá volver a caminar como uno niño de su edad; su hermanita pequeña y ella fueron las únicas en aquel accidente donde no sufrieron graves lecciones, su pequeña hermana gracias a su mamá que le salvo la vida, tomando la suya como un alto precio y ella... ¡oh Kami!... ella había salido del auto al momento de chocar con aquel camión que se atravesó en su camino, aterrizando ella en los costales de arena de aquella constructora; al recobrar el conocimiento, su familia iba siendo transportada en una ambulancia, donde ella estuvo de pie por si misma gracias a Kami, no había otra explicación.

Cierra sus ojos al tratar de serenarse, no querer de nuevo volver a las lágrimas y el llanto incontrolable que ha tenido desde entonces.

Si tan solo…

Inspira y exhala dos veces al volver a tener control en su respiración y sentimientos, sin que de nuevo las palabras que se repite todas las noches en vela al cuidado de su hermanita y hermano.

Fue mi culpa…

Vuelve de nuevo hacer el mismo proceso, inspirar y exhalar… al tranquilizarse de nuevo, en esos momentos debe de enfrentar a su destino no estar recordando cosas que para aquello tiene toda la noche en vela a cuidado de su hermano.

Con su mano izquierda ocasiona pequeños golpes en la puerta, que bien puede escuchar desde el otro lado un pase…

Abre la puerta, para entrar en el lugar, observando al hombre vestido de manera impecable atento a los papeles de sus manos.

-¿Qué paso Sayo?.- formula aquella pregunta esa voz ronca, capaz de hipnotizar a una región de mujeres.

No encuentra las palabras necesarias para decir algo, su garganta se encuentra seca y sus músculos inmóviles después de cerrar la puerta a su espalda.

-Si traes el café que te pedí, tendrás que disculparme Sayo, voy de salida.- lo anuncia aquel hombre al seguir prestando atención a sus papeles.

Había escogido el peor momento para tener un ataque de terror.

-¿Sayo?.- pregunta confuso aquel hombre al alzar su vista por no tener respuesta de su secretaría fiel… pero, ¿quien demonios?

Su cuerpo esa congelado y su mete de la misma manera encontrándose en blanco y sin tener posibilidades de escapar afuera de ese lugar.

-¿Quién eres tu?.- pregunta confundido al haber llamado aquella mujer toda su atención, estaba seguro que era Sayo con el café que le había pedido, pero parece que se ha equivocado.

-Yo…yo…yo….- comienza a balbucear nerviosa al sentirse intimidada por esa mirada dorada y al mismo tiempo perdida en las lagunas de aquel hombre.

-¿tu que?.- pregunta al levantarse el asiento, ¿esa mujer que demonios hace dentro de su despacho?.

Valor…

Eso necesita en esos momentos… ¡oh Kami ayúdame!... implora al cerrar sus ojos y tragar algo de saliva que pasa por su garganta.

-Mujer no tengo tiempo de perder mi tiempo, si necesitas algo, hacerlo saber a mi secretaria.- informa al tomar los papeles y el abrigo del sillón giratorio donde estaba sentado.

¡oh no!...

Suelta un gemido de desesperación que llama la atención de aquel ojidorado.

-¿vas a decirme a que viniste?.- pregunta impaciente al acercarse hacia la mujer de estatura pequeña para él, le llega a la altura de su pecho, estudia con su mirada la figura de la chica, es delgada aunque no sabe cuanto ni como serán sus curvas a causa de la ropa holgada que lleva, aunque se imagina que debe de ser una de las tantas mujeres que ha visto sin curvas y sin chiste alguno, ese traje que tiene no le sienta nada bien, sus piernas están cubiertas por la falda que lleva solo dejando ver sus talones, y el cabello negro como la noche se encuentra sujeto por una coleta poco favorable para ella, una mujer que parece ser que ningún hombre perdería el tiempo de cortejarla, una mujer para dejarla en una habitación de cuatro pareces encerrada el resto de su vida y si alguien se fija en ella sería muy afortunada, ya que él no perdería el tiempo con una mujer con un cuerpo que no se compara con las modelos que sale debes en cuando.

-Bueno como no tienes nada que decir… con permiso.- anuncia al caminar a su lado aunque el olor que captan sus fosas nasales es algo nunca antes… captado por él, jazmín con un aroma dulce algo que todavía no puede reconocer.

-Por favor…- escucha un susurro que logra distraerlo de los olores.

-Oh vaya, ¿Entonces si hablas?.- pregunta burlonamente al embozar una sonrisa.

-¿podría escucharme unos minutos?.- pregunta en murmuro al bajar su vista a sus manos entrelazadas encima de su estomago.

-Podrías ser rápida, tengo asuntos que atender.- responde fríamente al no comprender a esa mujer que le hace perder el tiempo.

-Me llamo Kagome Higurashi, y trabajo para usted en la planta principal como secretaria, son la que recibe las llamadas de los clientes y las traslada a las oficinas correspondientes.- explica nerviosamente.

-¿La misma chica que han reportado continuamente que ha faltado mucho?.-pregunta de esa manera distante y peligrosa.

-Si pero…-

-¿Esa misma chica que hay quejas una y la otra de que no hace bien su trabajo por culpa de un bebé?.- continua con el mismo tono de voz.

-Si pero…-

-No se ha que has venido si bien esta mañana te habrá llegado tu carta de indemnización.- recuerda el mismo haber firmado aquello para proceder con la baja de la señorita Higurashi.

-Es que necesito el trabajo.- murmura al alzar sus ojos y posarlos en aquellos dorados.

-Si lo necesitara no sería tan irresponsable en él.- le recuerda.

-Señor Taisho…-

-Si lo necesitara dejaría a su hija en una guardería.- la vuelve a interrumpir- y como no hay nada que discutir, perdió su tiempo señorita Higurashi, por favor abandone las instalaciones lo antes posible.- concluye al abrir la puerta de sus despacho, sin ver el rostro de la mujer a sus espaldas.

-Señor Taisho…- murmura en un ruego.

-Lo más que puedo hacer es darle una carta de recomendación.- ofrece al girarse y ver aquellos ojos marrones tan expresivos pero a su ves sin llenos de vida.

Asiente en silencio un si al sentirse internamente destrozada, controlando la emoción que parece que en su vida ha reinado desde hace tres meses atrás, la tristeza, soledad y desesperación por salir a delante.

-Muchas gracias señor Taisho…- susurra débilmente al cerrar sus ojos y salir del lugar sin tocar a aquel hombre.

-.-

-¡oh Kagome!, Rin se la ha pasado riendo.- exclama emocionada al ver llegar a su amiga.

-Gracias por cuidarla Sayo.- agradece con una media sonrisa, al sentir que de nuevo sus ojos se encuentran picándole por salir las lágrimas que no cesan.

-¡oh Kag!.- exclama con pena, al abrazar a una de sus mejores amigas.

-No te preocupes, verás que saldré de esta.- murmura al corresponder el abrazo de su amiga.

-Si deseas un lugar donde quedarte tienes las puertas de mi casa abiertas.- se lo hace saber con una sonrisa.

-Gracias Sayo, eres un amor de persona.- responde.

-Eso siempre lo he sabido.- responde con una risa, ocasionando una pequeña sonrisa en el rostro de su amiga.

Fija su vista en la carriola rosa pastel donde se encuentra su hermanita de cinco meses, en esos momentos dormida profundamente, algo que ella agradece por el esto de animo en el que se encuentra.

-¿A dónde iras?.- le pregunta su amiga al tomar sus únicas cosas que tiene en ese pequeño escritorio.

-En estos momentos entregare la sala de la casa que vendí hace un par de días, junto con el comedor.- anuncia al ver la fotografía que sobre sale de esa pequeña caja de cartón.

-Kagome…-

-No te preocupes Sayo, verás que saldré de esta.- la alienta con una sonrisa al interrumpir sus palabras de consuelo, se encuentra cansada de que todos la consuelen por lo que ha sucedido.

-Creo amiga que te veré en un par de días espero…- se despide al abrazarla por ultima vez.

-Suerte Kag…- murmura al corresponder el abrazo.

-Gracias…- susurra en agradecimiento al inclinarse y depositar la caja pequeña debajo de la carriola de su hermana, aunque la fotografía sigue viéndose, tomándola entre sus manos- creo que esto te pertenece.- se lo dice al entregársela.

-Pero Kag…-

-Me la devolverás cuando tenga espacio de nuevo para ella.- la interrumpe al decirle esas palabras.

-Es una promesa.- susurra al perder de vista a su amiga, y después posar sus ojos en la fotografía que exactamente tiene un año de antigüedad.

En esa fotografía hay tres mujeres, las tres se encuentran usando unos trajes de baño, sonríe al recordar aquel viaje, el ultimo viaje que hicieron las tres amigas antes de separarse y tomar caminos distintos.

Kagome que se encuentra en medio de ambas, luce un bikini de color azul cielo que resalta su cuerpo estructural y esos ojos marrones que brillan, a su lado derecho de encuentra ella con un bikini color rosa que luce bien en su cuerpo pero no como lo hace el que usa su amiga, eso siempre ha envidiado ella y Sango de Kagome, su hermoso cuerpo, una figura hecha para ser desfilada en las pasarelas con ropa de diseñadores famosos, en cambio ella y Sango mantenían el cuerpo de una mujer, no tan desarrollado y hermoso como el de Kagome pero pasable; Sango se encuentra del otro extremo con el bikini de color café, las tres abrazadas al ser tomada esa fotografía por un amigo de Sango que ella se encontró por casualidad en el caribe.

¡que tiempos!...

En esos tiempos las tres acaban de terminar su primer año de universidad, Sango se iba de intercambio a continuar en Estados Unidos, Kagome en Francia y ella se quedaría en Japón, las tres tenían tantos planes, pero todo cambio al Kagome regresar a casa, enterándose que su madre se encontraba en espera de otro bebé, solo que este sería un embarazo peligroso obligando a la madre de Kagome dejar el trabajo y Kagome rechazando la propuesta de terminar su carrera de diseñadora en Paris y la universidad; ella le consiguió un empleo en la empresa donde trabaja en la mañana y estudia en la noche solo que su amiga Kagome no puede hacer eso a causa de los cuidados que necesitaba su mamá y hermano, y mucho menos ahora que parecía que volvería a su vida, pero el destino le tenía otra sorpresa.

Camina de regreso hacia su piso de trabajo, con la fotografía en mano, si pudiera ayudaría a su amiga, pero con lo económico apenas podía por que pagaba luz, agua, gas, renta y todo lo necesario para sub-existir, aunque podría tenerla en su pequeño departamento, eso no le molestaría; pero Kagome se niega a dejar el departamento donde vivió con su madre la mitad de su vida; aunque este poco a poco se fuera vaciando a causa de la venta de los muebles.

El levador anuncia la llegada hacia su piso saliendo de el para dirigirse hacia su escritorio donde deposita la fotografía encima del teléfono al recordar que debe de volver a bajar por los papeles que su "jefe" necesita al regresar del piso de ejecutivos.

¡demonios… todo olvida en esos días!...

-.-

¡demonios… demonios y mas demonios!...

Parece que hoy no es su día, primero la muchacha esa Higurashi retrazándolo a la junto por lo cual llego tarde y ahora sabe que debe de asistir el viernes a una cena muy importante con los ejecutivos que mandara su tío desde Italia, y se supone que en Japón estaría fuera de las ordenes de su tío, lo peor de todo es que su ultima conquista se acabo su tiempo hace unos días atrás y eso lo recuerda por el acostumbrado ramo de rosas que suele enviar con una pequeña joya y una tarjeta que se encarga de hacer Sayo, desde que la contrato, esa suele ser la despedida al estilo Inuyasha Taisho, al terminar su relación al saber que se ha convertido demasiado sería para su gusto, en cuanto su conquista empezaba hablar de amor, el mismo se encargaba de cortarla por lo sano y eso era aproximadamente en tres meses que duraban esas relaciones; solo que en esos momentos no hay nadie que pueda acompañarlo.

Suelta un suspiro profundo al saber que tendrá que ver en su agenda para elegir a la adecuada para el viernes.

Al cruzar por el escritorio de su secretaria suela el teléfono llamando su atención y dirigirse hacia el, al hacer una mueca de que Sayo no este en su lugar, imaginándose de que seguro se encuentre en el tocador.

Toma el auricular al mismo tiempo que se topa con un pedazo de papel rectangular que llama su atención al ver las figuras femeninas en especial la que se encuentra en medio sonríe con una sonrisa cautivadora y ese brillo en sus ojos.

-Llame después.- anuncia hacia la línea para después depositar el teléfono en su lugar y seguir apreciando aquella fotografía.

Reconoce a su secretaria, pero a las dos chicas a su lado y mucho menos a la chica del medio logra reconocer, recorriendo con su mirada la figura que cualquier modelo envidiaría por tener y sin con ello cuenta las dietas y ejercicio excesivo que ellas tienen, pero pareciera que esa chica lo tiene todo tan natural.

¿Quién será?...

-¡oh Señor Taisho!, no sabía que había regresado.- concluye Sayo al mostrar los papeles entre sus manos, poniéndose nerviosa por que su jefe esta viendo una fotografía privada.

-Acabo de llegar.- murmura Inuyasha sin apartar la vista de la fotografía.

-Creo que eso me pertenece.- murmura Sayo al tomar la fotografía de las manos de su jefe y guardarla en el primer mueble de su escritorio.

-¿Quiénes son las chicas?.- pregunta curioso hacia su secretaria, en especial desea saber quien es la belleza de en medio.

-Son mis mejores amigas de la preparatoria y universidad.- explica apenada por que su jefe viera esa fotografía muy… exhibicionista.

-¿Cómo se llaman?.- vuelve a preguntar al querer saber la respuesta de su pregunta mental.

-Sango es la del traje de bikini café.- comienza a decirlo sin sacar la fotografía- y Kagome es la que esta en medio de ambas.- concluye sonriente al volver a traer en su mente esos días en el caribe las tres disfrutando de la paz y tranquilidad.

-¿Kagome?.- pregunta confundido al hacer una mueca mientras recuerda a la Kagome que el conoce, ¡será una broma!.

-Si señor, Kagome Higurashi.- afirma ahora ella llena de confusión, ¿a caso no la reconoció?.

Relaciona el recuerdo que tiene de la Kagome Higurashi de su despacho a la Kagome Higurashi de la fotografía y son totalmente diferentes, aunque tienen algunos rasgos similares, para empezar el brillo de la melena azabache y los ojos marrones, a comparación de que cuando la vio ninguno de los dos brillaban de esa forma, todo lo contrario y el modo de vestir era tan impropio de una que tiene ese cuerpo, normalmente las mujeres que el conoce, buscan el lucir sus figuras con vestidos que dejan poco a la imaginación de un hombre, pero esa mujer hace todo lo contrario…. Será una broma de Sayo…

No pueden ser la misma…

¿o sí?...

-.-

No entiende a su jefe, o más bien a él.

Primero se va dejándole con los documentos extendidos, después se los pide y ella va a su oficina entregándoselos y este se encuentra distante y pensativo como si analizara algo, y al finalizar le pide que le pase con Kagome Higurashi.

¿no se supone que la tuvo en la mañana con él?.

Ella sabe de ante mano que Kagome no estará en su casa hasta en la noche y eso es si el bendito teléfono todavía sigue funcionando, según lo que Kagome menciono la ultima vez es que no lo ha pagado y no puede hacer llamada pero recibirla no esta muy segura.

Cuando fue y le dijo a su jefe que Kagome no contestaba el teléfono este bufo y simplemente le ordeno "localízala y dile que regrese mañana temprano".

Conoce a su amiga y sabe ella que debe de guardar el secreto de Kagome, todo aquel enrolló que tiene en su vida, la muerte de su madre, el accidente, su hermano herido y en el hospital y ella cuidando de su hermana, cuando trato de percudirla que mencionara todo eso en la empresa ella simplemente le dijo: es muy doloroso para mi recordarlo y mucho mas que me tengan lastima, por favor Sayo compréndeme, no digas nada… prométemelo.

Y como buena amiga que es lo prometió; por ello cuando decían que el bebé que Kagome tiene es su hija ella nunca negaba nada simplemente no se limitaba a responder.

De ello admiraba a Kagome, soportaba los chismes de ella en la oficina de manera sorprendente sin demostrarse débil y mucho menos altera, simplemente se preocupaba por atender a su hermana, el trabajo y sacar a delante a su hermano.

-.-

Había ido corriendo a la oficina que no se preocupo por su vestimenta de ese día, Sayo la había localizado de puro milagro y eso se debe al que el teléfono de la casa todavía recibía llamadas.

-¡Kagome, por fin te localizo!.- exclama aliviada desde el otro lado de la línea.

-¿Qué pasa Sayo?.- pregunta confusa.

-¡El señor Taisho quiere hablar contigo, ven mañana temprano a la oficina!.- le anuncia entusiasta, embozando ella misma una sonrisa.

-¡gracias!... ¡gracias!...- murmura al comenzar a derramar lagrimas de sus ojos.

-¡y no le dije nada, como lo prometí!.- exclama feliz su amiga.

-¡gracias Sayo!, ¡eres la mejor amiga!.- susurra feliz, al sentir como todo comienza ha arreglarse.

Al anunciar el elevador su parada en el piso correspondiente ve a su pequeña hermana dormida profundamente pero arropada adecuadamente para esa estación del año otoño, divisa a su amiga, el cabello castaño de sayo se encuentra amarrado por una coleta pero unos par de listones se han soltado de él cosa que la hacer ver linda con esa ropa de color rosa que trae consigo.

-Hasta que llegaste, yo me encargare de Rin hasta que termines con tu junta.- se lo hace saber con una sonrisa, deseándole suerte en todo.

-Gracias…- murmura al dirigirse hacia la puerta del jefe, encontrándose todavía nerviosa.

Tranquila Kagome, tranquila…

Se lo repite mentalmente, recordando por que esta de nuevo en esa situación; el gran jefe la ha llamado.

Los nudillos de su mano izquierda chocan contra la madera, escuchando un pase; abriendo la puerta lentamente tanto que el chillido de las tuercas se hacen presentes.

-Por favor pasa Kagome.- se escucha aquella voz masculina dentro de la habitación.

-Gracias… señor Taisho…- murmura al cerrar la puerta y fijar su mirada en los ojos dorados que la observan de pies a cabeza y arruga algunas facciones de aquel rostro perfecto como si no comprendiera algo.

-Por favor tome asiento.- menciona educadamente sin dejar de observar su perfil, algo que ella no lograba comprender y no le gusta en absoluto la reacción que comenzaba a tener su cuerpo debajo de toda esa ropa holgada.

Observa atentamente como Kagome hace lo que le pide, aunque sus ojos no deja de identificarla y compararla con la imagen de la fotografía, dando un hecho que no se parecen en nada, la mujer que tiene a sus ojos en esos momentos no es mas que la sombra de aquella otra mujer radiante, una mujer que pareciera que sería capaz de conquistar cualquier objetivo a su alcance incluyendo a los hombres.

-Sayo me informo que se encontraba buscándome…- habla de forma débil al bajar sus ojos marrones y fijarlos en un par de pelotas de metal colgadas por unos pequeños listones y en movimientos sincronizados al balancearse.

-Así es.-

Le gustaría preguntarle muchas cosas, su parte curiosa desea saberlas pero su otra parte la racional sabe que debe de ir al grano y no involucrarse con las mujeres que el suele usar y después dejarlas amablemente antes de que se crea un compromiso profundo, como suele decirle su tío.

Affascinante di donna…

Lo que uno le diría sin usar su lengua materna "encantador de mujer".

-Le hable señorita Higurashi con el propósito de ofrecerle un trato.- comienza ha hablar al captar la atención de aquellos ojos marrones que muestran curiosidad- será bien pagada por el favor que hará en esta compañía y mucho mas a mi.- concluye con una sonrisa que bien sabe que efecto suele tener en las mujeres y parece ser que la presente no es muy diferente a las demás.

Escucha atentamente sin dejar que su jefe la perturbe de esa forma, todavía recuerda recién que entro al trabajo, la primera vez que lo vio ella misma se encontraba en el piso recogiendo unos papeles que se le cayeron del escritorio donde se situaba, el entro con un resplandor que lo rodeaba de pies a cabeza dejándola hipnotizada por aquel hombre.

-¡hey Kagome!, no te comas al jefe…- bromea Sayo al darle un pequeño codazo en su brazo al moverla un poco.

-¿jefe?.- murmura sorprendida, ¿ese hombre es el jefe?.

-Si, es el Magnate Inuyasha Taisho, un hombre que toda mujer sueña, lastima que solo le interesen las modelos sin cerebro que suele traer a la oficina.- informa su amiga con una mueca de disgusto.

-¿le parece el precio adecuado?.- pregunta la voz masculina al sacarla de sus recuerdos.

-¿disculpe?.- murmura desorientada al regresar al presente.

-Le estaba comentando si la cantidad de diez mil yens y el vestuario de la noche sea poco para que sea mi acompañante el viernes en el evento que debo de presentarme, es a partir de las siete, pero podemos llegar a las ocho, lo cual pasaría a recogerla a las siete y media.- informa de manera tranquila al esperar alguna reacción por parte de la señorita Higurashi y una de ellas muy notoria es el asombro y confusión.

-¿me esta pagando por acompañarlo?.- murmura aquella pregunta sin comprender que sucede.

-Así es, necesito compañía y como no cuento con ella, debo de pedírtelo a ti.- se lo hace saber.

-¿Por qué?.- susurra al ver como Inuyasha se acerca a ella.

-Como te dije, necesito compaña.- repite de nuevo sus palabras como si con eso fuera suficiente.

-Pero…-

-Deberás de decidirlo en estos momentos lo tomas o lo dejas, es simplemente una velada, te mantendrás a mi lado, sonreirás y regresaras a casa el momento justo para que tu pequeña no te extrañe.- concluye muy a su pesar las ultimas palabras, pero no puede llevarla a la cama tan deprisa, no… por el momento.

-Compañía…- escucha susurrar aquello entre sus labios como si analizara todo precavidamente, de ello dependía si aceptaba o no.

-El dinero te lo daré al día siguiente aquí en la oficina.- sigue dando a conocer algunos d sus planes.

-Pero yo…-

-Mañana podrás recoger el vestido y los accesorios que debes de portar en la cena, así me darás la dirección donde pasar a recogerte y por lo de la niñera…-

-¡Oh no!…- suelta un gemido angustiado.

-¿no?.- repite la negativa confuso.

-se que Sayo no le molestará cuidar de Rin la mitad de la noche.- se lo hace saber a su jefe aunque parece ser que la respuesta es un si.

-¿entonces aceptas?.- pregunta por ultima vez sonriente Inuyasha, saboreando la victoria de una batalla.

-Si, acepto…- susurra, aunque su cuerpo y algo de ella le hace sentir como si acaba de vender parte de algo por aquello.

Continuaraaaa!!!....

¡Konichiwa!... hace tiempo que no nos vemos, no se cuanto y me aparezco con una historia nueva y sin terminar la anterior, pero por lo menos ya ando de regreso xD!!...

Espero que disfruten esta historia y va dedicada a:

Sheila… (esta mujer ¬¬)… por su cumpleaños, por lo menos mejor tarde que nunca, ¿o no?.

Los años pesan heee!!!....

FELIZ AÑO NUEVO A TODAS!!... y que todos sus deseos se cumplan!

Se despido

Fesabi