PROLOGO
Sentada bajo la sombra de un árbol miraba al calamar gigante deslizarse formando caprichosas figuras sobre la superficie del lago negro salpicando agua que brillaba como diamante bajo los rayos del sol, se estaba bien ahí, pensó, mientras intentaba por enésima vez controlar un rizo rebelde que insistía en posarse sobre su mejilla, como en un vano intento de acariciarla sin que ella lo permitiera.
Hace más de dos meses habían celebrado un año más de libertad del mundo mágico del oscuro poder de Voldemort, con este contaban ya cuatro; cuatro años desde que se había visto obligada a borrar la memoria de sus padres sin haber conseguido regresárselas del todo hasta ahora, cuatro años de aquella fatídica batalla que muchos insistían en llamar gloriosa, cuatro años con aquella horrenda cicatriz en su brazo, cuatro años que llevaban muertos muchos de sus amigos, cuatro años desde que había tenido que soportar ver la muerte de su mejor amigo y su posterior resurrección y cuatro años desde aquel día en que intentara ayudar a aquel poderoso y oscuro mago, pero sobre todo cuatro años de incertidumbre e infructuosa búsqueda de aquel mismo hombre o al menos de los restos de su cuerpo.
Lo habían dejado cuando exhaló su último aliento o lo que ellos creyeron su último aliento, pero antes de irse detrás de Harry ella había metido un bezoar en su boca sabiendo que lo más probable era que ya estuviera muerto y no sirviera de nada, su conciencia no estaría en paz si no hacia aquello porque pese a todo lo que le imputaban al hombre que yacía en el piso, ella estaba segura de que no podía ser tan malo, no tenia duda de que los había estado ayudando desde las sombras y es que ella sabía que él tenía un patronus y aún mas, había visto su forma mucho antes de la noche en que los guió a la espada de Gryffindor.
Cuando todo acabo y todos supieron la verdad detrás del oscuro mago, su verdadera lealtad, no dudaron en ir por su cuerpo a la casa de los gritos, se merecía una honras fúnebres acorde a su estatus de héroe, pero al llegar no encontraron más que un gran charco de sangre que casi parecía negra y en medio de este la varita de pino negro y núcleo de nervio de corazón de dragón. Sin cuerpo ni nada que corroborara que allí habían dejado a Severus Snape, de no haber sido por la gran cantidad de sangre habrían creído que lo imaginaron, imaginaron a la serpiente y su jaula, las feas mordidas y como los túneles oscuros que era sus ojos se habían quedado por completo desprovistos de vida.
Y ellos lo buscaron, temiendo que los restantes mortífagos que quedaban se hubieran hecho con su cuerpo para tratar de vengarse por la traición de la que los había hecho sujetos Snape o que alguna criatura hambrienta se hiciera con su cuerpo para devorarlo, mientras Hermione guardaba en su interior la esperanza de encontrar al hombre vivo en algún lugar, pero la búsqueda en los terrenos del Colegio Hogwarts no arrojó resultados, había desaparecido sin dejar seña.
La búsqueda no se detuvo ahí, fue Hermione quien se puso a la cabeza de la misma, alentando a sus amigos a buscarlo como una manera de honrarlo por todos los sacrificios que había hecho por todos ellos y Harry la secundaba, el deseaba poder agradecerle de alguna manera que hubiera velado por su seguridad durante tanto tiempo, pero nada resultó, cada guarida de los mortífagos fugados que encontraron fue revisada hasta la extenuación en busca de pistas del paradero del cuerpo de Snape, los testimonios de los reos eran confusos, muchos decían no saber nada y muchos decían haberlo matado ellos mismos, al ser sometidos al veritaserum resulto que ninguno sabía nada en realidad del destino de Snape. Y Hermione contemplaba su varita negra en sus manos cada noche antes de dormir, era tal vez el mayor indicio de que Snape no podía estar vivo, de ser así era un mago sin varita y aunque fuera experto en los hechizos sin ella, estos requerían una fuerza y concentración que de seguro no tendría después de ser tan salvajemente herido por Nagini.
Saco la varita negra de entre su túnica, siempre la llevaba consigo como si esta pudiera en algún momento susurrarle el paradero de su dueño, pero cuatro años habían pasado y con ellos todas las esperanzas que tenía se habían esfumado o al menos eso esperaba, estaba allí por sugerencia de Harry, ahora auror, para que lanzara la varita al lago negro, no había más posibilidades, ella misma recorrió toda Inglaterra y mucho de Europa buscando algo que la llevara él; sin encontrar el mínimo rastro, devolvió lo que pudo de la memoria de sus padres, pero muchas partes se habían perdido sin que ella pudiera hacer nada, se aferró a esto para que la apoyaran en la búsqueda de Snape, aduciendo que el sería capaz de solucionar el problema de sus padres, pero el tiempo siguió pasando y ahora solo quedaba abandonar de una vez todo lo que tuviera que ver con él.
Hace dos años Harry le había dicho que se le estaba volviendo una obsesión, en su busca de Snape dejo de lado mucho que antaño deseaba con fuerza, su relación con Ron se disolvió y no tenía cursados sus estudios superiores, en ese entonces y a fuerza de su conversación con su mejor amigo regreso un poco de la vieja Hermione; se volcó a las carreras mágica de pociones, aritmancia y transformaciones, en dos años consiguió sus respectivos títulos y terminó su pasantías, estaba lista para ejercer y solicitó la cátedra de Pociones en Hogwarts.
Debía soltar lo último que la ataba a la búsqueda de Snape, debía aceptar que estaba muerto, miró la varita que sujetaba con fuerza en su mano, para ella era una prueba de que él seguía vivo, debía seguir vivo, su varita estaba cálida, Hermione lo sentía así cada noche, no era como una varita sin dueño, fría y vacía, no, era cálida y para ella él estaba vivo. No, no la tiraría al lago, algún día el regresaría y de seguro se pondría furioso como aquella vez de la fuga de Sirius si no la encontraba, sonrió a la varita como si en ella estuviera viendo a su dueño.
Guardándola nuevamente en los pliegues de su túnica se levantó y se dirigió al castillo, se iría de vacaciones por unos meses a Norteamérica antes de que empezara el nuevo ciclo escolar, había leído mucho sobre diversos lugares y deseaba conocerlos. Quizá cuando el regresara le complacería saber que seguía siendo una sabelotodo, así tendría algo por lo que reñirla y ella algo que la uniera un poco a él.
