Harry Potter pertenece a JK Rowling.
La premisa de esta historia está ligada, en cierta manera, a una viñeta que escribí hace un tiempo. Momentos #11 — Tu libertad.
Esta historia participa en el reto anual Long Story 6.0 del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.
Prólogo: Mentira
«¿Fui demasiado lejos?
Si lo hice, entonces me equivoqué.
Debería haber sabido que esto pasa todo el tiempo.»
Lies, Jane XØ (Traducción)
28 de agosto de 1997
Kevin está ansioso mientras considera realizar las compras de este año.
Hay panfletos en los locales del callejón Diagon que informan de una generosa suma que se le dará al héroe que capture y entregue a Harry Potter. El señor Whitby es quien lo ha notado y le preguntado —sin llamar la atención de los transeúntes— qué está pasando esta vez en el mundo mágico. Kevin le ha prometido que se lo explicará todo cuando estén en casa, que procure no mencionarlo en presencia de nadie y que actúe como si estuviese a gusto con la situación.
Cuando el señor Whitby acepta, se pregunta cuánto tiempo más conseguirá esconder que hay una guerra sucediendo en la parte mágica de Inglaterra.
Para ser honesto, Kevin no ha creído que realmente haya una guerra hasta que ha regresado el año pasado. Puede ser joven pero no es estúpido, por lo que le indigna la mayoría de las publicaciones en los periódicos patrocinados por el Ministerio de Magia. La prueba más grande de imbecilidad que ha visto es la de tratar de esconder que hay algo cerniéndose las sombras. Desde ese momento que la mente de Kevin cavila en una serie de explicaciones que siempre terminan en excusas y promesas de que se divertirá muchísimo en Hogwarts.
No tiene el valor necesario para preocupar a sus padres, quienes harán lo que esté en su poder para que Kevin se aleje de lo que más ama en el mundo.
Pius Thicknesse ha sido declarado el nuevo ministro hace cuatro días y ha implementado una serie de mejoras. La más significativa es la de una comisión que registra a los nacidos de muggles, o los actualmente conocidos como los ladrones de magia. Lo poco que ha leído del artículo es que una obligación que cada nacido de muggle que hay vaya de inmediato a las instalaciones del ministerio para que la comisión le diga en qué modo se procederá de ahora en adelante. Kevin realmente duda que alguien, que decida inscribirse en la comisión, vuelva a salir. La comisión le parece una excusa para asegurarse de deshacerse de cada nacido de muggle, para que sólo los que El Que No Debe Ser Nombrado considera dignos se mantengan en el poder.
O en la sociedad en general.
Convence al señor Whitby que Stewart le ha comprado los libros, que le dará el dinero en el Expreso de Hogwarts y emprenden el camino de regreso a casa. Está seguro que, en el improbable caso de que lo lleguen a descubrir, se van a enfadar con él por andar de mentiroso. Probablemente se pregunten qué han hecho mal con Kevin y le obligarán a que les diga toda la verdad. Lo único que quiere Kevin es que el señor y la señora Whitby estén protegidos.
Leonardo se va a ir a Australia, si no es que ya lo ha hecho, para que todos los Raser estén a salvo. El señor Raser se casó con una muggle; la familia Raser no está precisamente bien acomodada en la sociedad mágica y el señor Raser tampoco tiene un trabajo medianamente importante en el mundo mágico. Pueden desaparecer y nadie nunca lo notará. Jason, el mejor amigo de Leonardo, no tiene la misma oportunidad que él. Jason, sí o sí, va a ir a Hogwarts para cursar el cuarto año.
—¿Qué pasa, Kevin?
—Nada.
—Sé que algo te molesta —dice el señor Whitby notando lo silencioso que está. El labio inferior de Kevin empieza a temblar y él no sabe por qué—. Puedes decírmelo. No hay secretos entre nosotros —añade, como si estuviese insinuándole del montón de desastres que ha hecho de lo que la señora Whitby nunca se ha enterado.
—No hay secretos —asegura Kevin. Por supuesto que no hay secretos entre los Whitby, sólo medias verdades.
No les ha comentado que han tenido a un licántropo por profesor, aunque se ha enterado de esto por las historias de Benjamín; ha omitido la existencia del Torneo de los Tres Magos, cuyo final ha sido de luto para quien haya conocido a Cedric Diggory; ha olvidado el sufrimiento que ha pasado por causa de los decretos de Umbridge, de cómo ha querido regresar a casa para que los señores Whitby le reconforten. El método de enseñanza no le ha molestado, mientras no haya lastimado a sus amigos, pero se pregunta si será tan prejuiciosa con los mestizos y nacidos de muggles como lo es con cualquiera que no sea completamente humano.
—¿Recibiremos alguna noticia de ti? —pregunta el señor Whitby.
—Quizá no tenga tiempo de coger un pergamino y una pluma para eso —responde Kevin—. Nos prepararemos para los exámenes TIMO.*
—¡Fantástico! —Kevin bufa ante el entusiasmo del señor Whitby y trata de recordar si alguna vez les ha platicado de los TIMO o los ÉXTASIS. Con el señor Whitby no es tan fácil de saber, ya que no suele preguntar; la señora Whitby, por su parte, tiene una mejor memoria que Kevin—. Pero intenta mantenerte en contacto con nosotros. La casa está muy solitaria sin ti.
—Lo sé —dice Kevin—. Lo intentaré, papá.
Kevin y el señor Whitby se quedan en silencio durante dos cuadras y media, un hecho que Kevin agradece desde lo más profundo de su corazón. Está intentando memorizarse cada mínimo detalle de la calle, de los negocios a los que ha ido desde muy pequeño y de las viejas caras que no verá en más de, ¿cuánto tiempo exactamente?, quién sabe. Los señores Whitby saben que algunos estudiantes alquilan una habitación en el Caldero Chorreante hasta que llega el uno de septiembre; en el caso de Kevin, él fingirá que se irá con Stewart. Se llevará lo más importante: la varita, algo de comida y de beber, y los recambios de ropa que le quepan en la mochila. Si tan solo existiese un hechizo que aumente lo que cabe en la mochila… Y probablemente sí existe, teniendo en cuenta que todo es posible con la magia.
El señor Whitby siempre le dice que Kevin será un gran mago algún día, que liderará la compañía más importante en el mundo mágico. «¿En serio tengo qué?». La señora Whitby le ha respondido que «no. Sólo haz lo que te haga feliz» y el señor Whitby ha estado de acuerdo con ella. Hay mucho tiempo antes que se decida en qué trabajará.
Tiene trece años, toda una vida le espera.
Pero primero lo primero: alejarse de sus seres queridos.
Esto es algo que él tiene que hacer, sin importar las consecuencias que tenga que enfrentar.
*Minerva McGonagall en el capítulo XI — Beauxbatons y Durmstrang, El Cáliz de Fuego: «¡Estáis entrando en una fase muy importante de vuestra educación mágica! Se acercan los exámenes para el TIMO.»
