iCarly y sus personajes no me pertenecen


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make it work

Ella trata, pero no basta nunca con intentar. Es tan fácil, ciertamente, hacerlo feliz, porque su rostro se ilumina con su presencia, una simple risa o algún comentario favorable para sus creaciones. Suena sencillo llenar los vacíos, los fantasmas y la anormalidad en esa familia que no sabe llamar suya, que es tan disfuncional que le provoca preguntar si alguna vez tuvo algo normal en su vida.

Lo normal es las personas en la televisión, en día de gracias. La madre, el padre, los hijos, el abuelo y una mascota irritante, aun si necesaria. Y la Carly que su memoria lleva a la mente, pequeña y frustrada, mordía su labio inferior con saña, en ocasiones preguntando a Spencer porqué sus cenas de acción de gracias nunca eran así.

Porque, la verdad y es tonto, sí, muy tonto, sentirlo ahora, a veces envidia un poquito a Sam y a Freddie. En ocasiones, de noche, cuando su cabello cae desastroso en la almohada y ya no queda nadie a quien despedir, nadie de quien recibir un beso en la frente ni escuchar alguna reprimenda. No papa en cierto país europeo que no recuerda, no mamá y los recuerdos de gris y evasivas de Spencer.

Suena egoísta, pues la pequeña Carly es perfecta, tiene todo, y envidiar a sus mejores amigos es estúpido. De vez en cuando es la quieta envidia que la empuja a evitar verlos por el resto del día, luego es la curiosidad fundida en el qué sería diferente, mientras sus ojos contemplan, por enésima vez, a la señora Benson sobreprotegiendo a Freddie, o a la mamá de Sam colocando artículo extraños en el almuerzo de su hija.

No obtendrá eso con sus propias manos, sin embargo, ya no es la pequeña Carly y la joven de hoy acepta con un gesto apreciativo. Qué insulto, niña, deberías agradecer lo que tienes.

—Eres idéntica a mamá, ¿lo sabías? —es lo máximo que logró sonsacarle a Spencer, en su cumpleaños doce, frente a la televisión y engullendo panqués. Eso debería ayudar un poco, porque no espera renacer esa conversación en el futuro. No frente a su hermano, por cuanto lo marchita, ni en presencia de su padre, si es que pudiera verlo más de dos días seguidos.

Y lo que queda en su casillero es la sonrisilla agria, la risita forzada, ella, Spencer, Sam, Freddie y la familia que puede construir con retazos de diferentes lugares y personas. Le agrada la perfección, pero esto está bien. Trata de que sea suficiente; lo logra, la mayoría del tiempo.

—¡Ya, mamá! —chilla Freddie a lo lejos, acercándose a los casilleros de sus mejores amigas, en el que sólo se encuentra hoy la castaña. Carly mantiene la sonrisa, cuidándola, tratando mucho—. Gracias al cielo que se fue. —suspira—. ¿No crees que es una lunática?

No.

—Totalmente. —carraspea, siguiéndolo a clases. Trata, trata y trata porque tiene que bastar siempre. No puede, aun si debiera querer, imaginar más familia que Spencer, sus mejores amigos y platillos de tacos de espagueti en la mesa de la cocina.

No le queda nada más y lo hará funcionar.

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N/A. Porque Carly necesita más fanfiction. En mi humilde opinión, no creo totalmente normal que una adolescente de su edad no haya imaginado por una vez como sería tener cerca a su padre y (presumiblemente viva, no sabemos aún si está muerta) a su madre. A veces, olvidamos que Carly tiene que actuar, en ocasiones, como madre frente a Spencer y a Sam, sin tener una madre propia a la que mirar. No debe ser del todo fácil.