Aquí les dejo mi nueva historia, un Sevmione. Sobra decir que todo este mundo y sus personajes pertenecen a J. los derechos de historia son suyos.
PD: A pesar de lo que pueda parecer este capítulo, es un fic completamente romántico. Es solo que se me ha ido la mano con el trasfondo, lo reconozco, pero a partir del segundo empieza la historia de amor.
PD2: Intentaré actualizar tan seguido como los anteriores, pero no sé si me será posible, porque ahora ya no estamos de vacaciones y tengo mucho menos tiempo.
Espero que les guste la historia, un saludo. :)
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Hermione Granger está a punto de ser despedida del trabajo por insubordinación. Hermione Granger va a ser despedida por no cumplir con su deber en el trabajo y negarse a hacer lo que su jefe le ha pedido. Cualquiera que la conozca sabrá que estas frases suenan estúpidas, que no tienen ningún sentido. Algunos incluso pensarán que es una broma. Pero no es así.
Estamos en el año 2002, en abril, para ser más exactos. En poco más de tres semanas se harán cuatros años desde que terminó la Segunda Guerra Mágica y se logró derrotar al Señor Tenebroso. Muchos de sus fieles aliados han sido identificados y encerados en prisiones de alta seguridad, entre ellas Azkaban, pero no es la única. Se consideró que podría ser muy peligroso encerrar a tanta gente tan poderosa y tan afín junta, pues podrían tratar de urdir un plan de escape, así que se distribuyó a la mayoría de la cúpula de poder en prisiones a lo largo de todo el mundo, siendo las más famosas las de Siberia, en Rusia y Alaska, en los Estados Unidos. El resto de gente, relacionada con ellos pero no necesariamente mortífagos, o bien con un papel muy secundario en la guerra, han sido recluidos en cárceles menores. Pero aún hay un porcentaje demasiado elevado de gente leal a Lord Voldemort que no ha sido identificada, porque su papel en la guerra fue ínfimo, pero que podrían suponer un peligro para el mundo mágico si alguna vez llegaban a organizarse. Por eso el Ministerio quería tenerlos vigilados. No meterlos en la cárcel, pues la mayoría no había hecho nada, solo subvencionar económicamente la causa o apoyar moralmente a los mortífagos, pero no quiere perderles la pista. Ahí es donde entra Hermione.
Para ser capaz de provocar una guerra mágica, hace falta algo más que ser el mago tenebroso más temido de todos los tiempos: hay que tener un ejército. Pero no un ejército de diez personas. Uno no gana una guerra con solo Malfoy, Dolohov, Nott y Lestrange de su lado. Y uno no va a la guerra si no la puede ganar. A lo que me refiero es que detrás del Señor Tenebroso hay un montón de personas anónimas que le apoyan. Cuando el Ministerio de Magia se dio cuenta de este detalle, y dándose cuenta de que los mortífagos interrogados sólo conocían a las personas de más renombre, se decidió crear una sección especial dentro del Departamento de Misterios: la Sección de Búsqueda y Caza de los Mortífagos (la SBCM), dirigida por Gubbert Dalahn. El nombre de la sección no fue la mejor elección del señor Dalahn. Durante los primeros dos años esta sección se dedicó, entre otras cosas, a investigar e intervenir todos los medios por los que los mortífagos pudiesen comunicarse. Así, controlaron las tiradas de los periódicos, las lechuzas sospechosas, los telegramas, e incluso pincharon algunos teléfonos. Muchos ciudadanos aún piensan que todo eso era innecesario, pero el Ministerio no quería cometer más errores subestimando a ningún mago oscuro. Al principio esta medida funcionó bien, pero luego descubrieron que los fugitivos habían encontrado otra manera de comunicarse: los libros. Así nació la Unidad de Clasificación y Organización de Libros del Ministerio (la UCOLM), donde trabaja Hermione.
La verdad, ese trabajo parece creado expresamente para ella. En la UCOLM tenían un registro de todos los libros escritos por magos publicados durante la guerra y hasta la fecha, y se dedicaban a leerlos todos, buscando algún mensaje que pudiese haber sido dejado por un mortífago dirigiéndose a otro. Si encontraban algo sospechoso, sus compañeros de Departamento se encargarían de investigarlo. Las últimas medidas tomadas por el señor Dalahn eran que, además, la UCOLM se haría cargo de todos los borradores, de manera que no se pudiese publicar nada proveniente de ningún mortífago o ex-mortífago, así como nada sospechoso. Esas eran las normas. Y esa era la causa por la que Hermione Granger iba a tener que recoger sus cosas e irse.
Hacía aproximadamente dos semanas, Hermione había recibido su paquete mensual de libros que iban a ser publicados al mes siguiente. Había estado leyendo y examinando al detalle todos y cada uno de los libros, incluidos los libros de consejos de jardinería para las personas de más de setenta años o los libros sobre preparación al parto muggle para mujeres embarazadas que no querían usar la magia con sus bebés. Ella era muy profesional, y no hacía distinciones de género, los examinaba todos por igual. Cuando sólo quedaban tres libros en la caja por leer, se dio cuenta de que conocía al autor de uno de ellos. Usos de la mandrágora en las pociones, de Severus Snape. Hermione se quedó de piedra. Sabía que, gracias a la rápida intervención de los sanadores, el profesor había conseguido salvarse, y que durante un tiempo había sido considerado una persona de interés para el diario El Profeta. Pero eso a él nunca le había gustado y ahora, cuatro años después de sus hazañas, se había retirado completamente de la vida pública. Hasta ese momento. Con más curiosidad que afán en la lucha contra los mortífagos, Hermione empezó a leer el libro. Solo resultó ser un texto, escrito en el mismo tono aburrido en el que él dictaba sus apuntes en clase, que relataba los infinitos usos de la mandrágora en pociones muy conocidas. No había relación alguna con las artes oscuras, y todas las pociones allí descritas eran fácilmente realizables por cualquier mago novato. Ese libro no suponía ningún peligro. Así que lo apartó con los demás.
Al día siguiente fue con los libros al despacho de su jefe, el señor Dalahn y los dejó encima de la mesa. Este los examinó un poco por encima. Hermione ya se iba cuando su jefe la llamó, haciendo que se diese la vuelta y volviese a caminar hacia la mesa.
-¿Qué ocurre, Gubbert?
-Creo que se te ha colado este libro. - Dijo mientras le volvía a entregar el libro del profesor Snape.
-¿Qué...? Ah no. - Dijo cuando lo vio. - Lo he examinado, es correcto. Sólo habla de pociones conocidas, nada nuevo. Tampoco hay ningún atisbo de artes oscuras.
- Pero él es un mortífago, reconocido además.
-¿Qué? ¡No! - Exclamó ella. - Él es un héroe. ¿No has visto los periódicos?
- Los he visto. Hermione, se retiró de la vida pública, y ni siquiera aceptó el dinero que le quería dar el Ministerio. ¿Tú crees que es un héroe? Yo creo que dijo eso sólo para engañarnos, y que ahora se siente culpable.
- Si así fuese el Ministerio lo sabría. Él fue mortífago, pero lo dejó hace veinte años, Gubbert. Harry vio sus recuerdos.
- Harry Potter creyó ver algo. Pero nunca sabremos si fue verdad eso que vio, o fueron recuerdos manipulados. De todas maneras, yo tengo la última palabra, y este libro no será publicado.
- Pero, no lo entiendo... Él es un buen hombre, y este libro puede venir bien a los estudiantes.
- Lo siento Hermione, son las normas. Ahora, llévate estos libros a la imprenta, dijo señalando los que ella había puesto encima de su mesa. Y deshazte de este.
Hermione tuvo una genial idea: Colar el libro como si fuese uno más. Si alguien de la imprenta recelaba, podría decir que se le había pasado, nadie dudaría de su palabra. Al menos lo habría intentado. Y si salía bien, para cuando se quisieran dar cuenta el libro de Snape estaría en todas las tiendas. No iba a permitir que él, que había puesto su vida en peligro por intentar acabar con Lord Voldemort ahora fuese repudiado por ser un mortífago. Con lo que Hermione no contaba era con que Gubbert Dalahn fuese esa tarde a la imprenta a ver a un amigo suyo. Y que ese amigo tuviese encima de la mesa los libros que le había llevado Hermione. Las casualidades existían, y desde luego ella había tenido muy mala suerte.
El desenlace no podía ser otro. El señor Dalahn tenía mucho aprecio por la chica, pero ella había desobedecido órdenes directas. Si algún picapleitos del Ministerio se enteraba podía acusarla de traición y cooperación con los mortífagos, solo para ascender en el escalafón. Él no iba a delatarla, pero tampoco podía dejar que se filtrase que no había hecho nada, o el acusado de traición sería él. Así que con gran pesar para su corazón tuvo que despedir a Hermione. No puso causa justificada en su expediente, para que nadie pensase que tenía afiliación con los mortífagos, pero eso significaba que tampoco podría volver a trabajar para el Ministerio.
Hermione se lamentó por ello, pero no se arrepintió de la decisión tomada, pensaba que el Ministerio cortaba la libertad de algunas personas, como el profesor Snape en este caso, y ella no iba a colaborar para que eso ocurriese.
