"Y no, dejara de danzar"

Eso era lo que había investigado sobre la criatura que se encontraba delante de él y sus seguidores, todos observaban, un tanto extrañados, el cómo su sobre-natural invitado no dejaba de danzar.

Bailaba, en un extraño vaivén rítmico, se alzaba sobre ellos con unos cinco metros de altura, pero lejos de prestarles atención a sus invocadores, el Percussgiant se dedicaba religiosamente a su infinita danza.

"¿Y eso es todo lo que hace?" Pregunto uno de sus seguidores, el volteo, mirando hacia aquel simple peón que había hablado, callándolo al instante.

El se aproximo un poco al gigante bailarín, seguía moviéndose rítmicamente, Ars se aclaro la garganta fuertemente.

Pero no dejo de danzar.

"Te damos la bienvenida a nuestro mundo, oh ser del Mansus..."

Pero no dejo de danzar.

"Te hemos convocado para que nos ayudes en nuestra ascensión..."

Nuevamente, no dejo de danzar.

"¿Podría por favor detenerse un momento?"

Para sorpresa de nadie, no dejo de danzar.

Los ojos de Ars estaban cansados, el ritual había sido agotador, y ahora el Percussgiant les ignoraba por completo, con un gruñido de frustración, el se retiro del área de rituales, dejando a aquellos cinco fieles junto al gigante bailarín, el cual, a falta de un mejor descripción, actuaba como una bailarina, altamente móvil y alta pared de ladrillos.

El Percussgiant no dejo de danzar esa noche, ni la siguiente.