Objeción

Capítulo 1: Transgresión

Su hermoso vestido de diseñador estaba arruinado, manchado de vino tinto que teñía la delicada tela color champaña. La cola de su vestido de corte de sirena toda embarrada del lodo que la lluvia había dejado horas atrás, antes de que ella llegase ahí. Ese costoso vestido por el que había estado tan emocionada de lucir y que en la alfombra roja de la premiación le había ganado muchos elogios, ya no le importaba en lo más mínimo. No cuando su vida entera se había derrumbado. Se meció hacía adelante en el columpio de su antigua casa y pegó la botella de Cabernet Sauvignon a sus labios. ¿Cómo pudo haber sido tan ciega?

Eran las bodas de plata de sus padres. Veinticinco años de amor y dedicación. E Ino se sentía como la peor hija del mundo por no poder compartir su alegría. Estaba feliz, muy feliz, por ellos obvio. Sus padres habían estado juntos en las malas, cuando su pequeña floristería los estaban llevando a la banca rota, y en las buenas, cuando su negocio floreció y se convirtió en uno de las más grandes compañías de la Ciudad del Fuego. Juntos habían construido un imperio desde cero y no por eso descuidaron su relación. Al contrario, al igual que su negocio, su amor florecía más fuerte cada día. Habían sido el mejor ejemplo que una hija podía pedir, y su meta desde pequeña había sido poder cultivar un amor como el suyo. Y era precisamente por eso que su estómago se contraía ante la visión de sus sonrientes padres. Había fallado, ella nunca tendría lo que ellos tenían. Acarició el fino cabellito rubio del bebe de casi un año en sus brazos. Que mal momento escogiste para venir al mundo pequeñito, pensó con tristeza.

-Ino, ¿qué sucede?- preguntó su mejor amiga que la había seguido hasta ahí al notar su extraña actitud. Ino se había sentido demasiado oprimida en la fiesta, y se había excusado para ir al baño. Inojin se removió en sus brazos ante la interrupción del silencio.

-Shh shh, bebito- lo calmó antes de volverse hacia Sakura – No es nada- mintió.

Sakura se cruzó de brazos – Ino, te conozco desde que podemos caminar. Sabes que cuando mientes miras excesivamente para la derecha.

La rubia soltó un suspiro. Era imposible engañar a su mejor amiga. –Sai me está engañando- confesó con la voz quebrada. Era la primera vez que lo vocalizaba.

Los ojos verdes de Sakura se abrieron como platos, su sorpresa luego dio paso al enfado, frunciendo el ceño. "Ese maldito" rodeó los hombros de la rubia para consolarla. Ino comenzó a sollozar en su abrazo. Se sentía tan patética, ella siempre alardeaba de su seguridad y confianza. Y vela ahí completamente derrumbada.

"Soy tan estúpida, debí saberlo." Continuó "Desde que nació Inojin ni me mira, y llega tarde todas las noches oliendo a perfume. Ayer lo escuché al teléfono, diciéndole que la amaba y que la había pasado increíble con ella."

Sakura la abrazó con más fuerza. "No, Ino. No eres estúpida. Él es un idiota." Le aseguró "Tú vales mucho, Ino. No dejes que te rompa. Toma a tu hijo y déjalo"

Pero Ino no tuvo el valor para seguir su consejo. No podía dejar a Sai. No quería que su hijo creciese sin padre, no quería renunciar a su matrimonio.

Tres años después de aquella y ahí estaba. Sola en el patio de la casa de su niñez a la una de la madrugada, tomándose sus penas. La memoria le había traído un amargo sabor. Quizás la actriz no debió haber sido ella, sino su amiga. De verdad que esa había sido una gran actuación, y hasta la había cautivado con su falsa preocupación. Y es que era tan experta, que había podido mantener la fachada por tantos años. Se sentía tan estúpida.

Tomó otro trago cuando las imágenes de un par de horas inundaron su mente una vez más.

Había llegado cansada de la ceremonia de premios de Konoha. Ese año por primera vez en toda su carrera no había sido nominada a nada. Su actuación seriamente comprometida por los problemas en su casa, pero la serie en la que era protagonista había sido nominado en varias categorías y era su deber estar presente ahí. Ese tipo de eventos eran extremadamente difíciles para ella desde que Sai decidió no acompañarla más. Tenía que lidiar con todos los reporteros preguntando donde estaba su esposo, y ella tenia que sonreír y mentir, tragándose la pena que le causaba estar sola. Y sabía muy bien porque Sai no estaba ahí. Su esposo no había dejado a su amante, solo se había vuelto más cuidadoso.

Encontró su casa en total oscuridad, y a ciegas se guió hasta la habitación principal. Tanteó hasta encontrar el interruptor de luz del baño, y cuando la luz iluminó la recamara su corazón cayó a su estómago.

En el medio de su cama, debajo de sus sábanas, aferrada al pecho de su esposo. Ambos desnudos con los cabellos revueltos de sus actividades anteriores. El primero en reaccionar a la disrupción de la luz fue Sai, que entreabrió sus ojos negros y cuando registró sus alrededores se sentó de un golpe. Sakura se despertó ante el brusco movimiento. Horrorizada tomó las sábanas y cubrió su desnudez. Ahora los dos la miraban con la misma expresión de arrepentimiento. E Ino sabía que no se arrepentían por su traición, sino de haber sido atrapados por su descuido.

Ino contempló por un segundo sí gritarles y reclamarles, o sí salir con la cabeza en alto. Optó por la segunda, irguió su espalda, subió la barbilla y con elegancia dejó la habitación. No dejaría que la vieran romperse. Bajó las escaleras de caracol, y tomó las llaves del auto deportivo de Sai. El que ella le había regalado el año pasado en su aniversario. Agarró una botella de vino de la refrigeradora y salió. Condujo lejos de ahí, dejando el lujo del centro de la ciudad. Condujo lejos. Hasta llegar la casa en donde sus primeras memorias se habían formado, la pequeña y humilde casa de dos habitaciones donde habían vivido antes de que el dinero llegara. Aun conservaba una llave, y se adentró a la casa para pasar al patio donde se sentó en el columpio que había amado cuando niña.

Sintió las lágrimas calientes correr por sus mejillas. Como era posible que su pecho doliese tanto. Se meció una vez más, y miró hacia un lado al asiento vacía junto al suyo. Su corazón se estrujó aún más. Cuando pequeña, Sakura solía ocupar ese lugar. Las dos mejores amigas riéndose y compitiendo a ver quién llegaba más alto.

Perder a Sai le dolía, habían estado juntos desde su adolescencia. Pero ese dolor no se comparaba con el de perder a Sakura. Ellas habían estado juntas desde muy pequeñas. Sakura había sido su dama de honor en su boda, era la madrina y pediatra de Inojin, era su confidente, era con quien se reunía todas las semanas a almorzar y quien siempre la ayudaba a planear fiestas y reuniones. Era su mejor amiga, eran casi hermanas.

Se levantó del columpio. Estaba arruinado, lleno del recuerdo de Sakura. Al igual que todo en su vida. La vida de la Haruno estaba entretejida con la de ella. Y el hilo se había acabado.

Secó las lágrimas con el dorso de su mano y entró de vuelta a la casa. Subió al segundo piso, donde estaban las recámaras, encontró la suya. Tal y como la había dejado, rosada y digna de una princesa. Se acostó sobre la cama twin, y abrazó a su unicornio de peluche.

Mañana se enfrentaría a la realidad.


¡LO SIENTO SAKURA! Ughh me odio por ponerla de apuñala espaldas en este fic. Aunque la incluya poco en mis fics, Sakura me encanta y odio tener que ponerla de mala… trate de hacerlo con otros personajes pero no causaba el mismo efecto.

Mi mente sigue dándome todas estas ideas para nuevos fics, pero estoy seca de imaginación para continuar mis otros WIP.

¡Gracias por leer!

Besos,

Alessandra