-R: ¡Beckett! ¿Ves algo ahí arriba?
-K: Es un desván de un edificio viejo. Así que imagínate.
A cada paso de Beckett se oía un crujido. El techo de Castle o suelo de Beckett era una estructura de madera y argamasa que a cada paso se desprendía polvo y pequeños fragmentos de techo.
-R: Te rectifico, es un desván de un edificio viejo y encantado. Así que ahí puedes encontrar cualquier cosa, un bola de cristal para hablar con el más allá, babas de ectoplasma, una tabla de ouija para hacer venir a los espíritus… cualquier cosa.
-K: También puedo encontrar el arma del crimen.
-R: Sí, eso también. Una marmita para hacer las pociones.
Castle seguía fácilmente los pasos de Beckett en el piso inferior mirando el techo porque los desprendimientos le indicaba la trayectoria que seguía ella arriba.
-K: ¿Y cómo mataron a la víctima? ¿Arrastraron la olla y se la dejaron caer en la cabeza?
-R: ¡No! Eso pesaría demasiado. Sería con el cucharón de remover las mezclas. Esos cucharones son de bronce, al igual que la marmita. De esa manera, los brebajes sólo entran en contacto con un mismo tipo de material.
-K: ¡Ahhh! Yo creía que usaban cucharones de madera.
-R: ¡No! Eso sólo lo hacen en las películas, la madera es una materia de la naturaleza, eso perjudicaría al resto de hierbas que colocan en la marmita, la madera interacciona con ellas.
-K: ¿Y el bronce no? Los materiales también se extraen de la naturaleza.
-R: El bronce es una aleación de estaño y cobre, es algo creado por el hombre. Por eso no se utilizan recipientes de cobre, hierro, estaño, o aluminio. Esos son materiales puros de la naturaleza.
-K: ¿Entonces quieres decir que puedo preparar pócimas en casa con mis cacharros de acero?
-R: Te quieres hacer la graciosa pero es real. Además… tú no podrías.
-K: ¿Por qué?
-R: Por la energía que desprendes.
-K: ¿Energía?
-R: Para hacer todo esto: pociones, contactar con los espíritus, ver el pasado y el futuro se necesita un tipo de energía que con esos comentarios no tienes.
-K: Tampoco es que importe, es más. Prefiero estar así.
-R: Pues me gustaría que creyeses por una vez. Cree Beckett, creee.
-K: Ya, y… ¿podrías explicarme por qué ocurren estos sucesos paranormales sólo aquí y no en otra parte de la ciudad?
-R: Porque existen puntos de energía. Este edificio se deberá encontrar situado en un punto donde la energía fluye con más fuerza. Es por eso que en sitios como éste aparecen los fantasmas, se puede acceder al pasado y al futuro con más facilidad y… ¿por qué no? Ir a una realidad alternativa.
-K: ¿Realidad alternativa? Creo que deberías cambiar tus libros de lectura… o programas de TV.
-R: ¿Por qué no? La realidad alternativa no es más que otro mundo paralelo al nuestro ¿Quién te dice que no hay otro Rick y otra Kate paseando por este edificio?
-K: Ehhh. Porque estamos solos. Sólo oigo mis pasos y tus pamplinas.
-R: Eso no funciona así. La realidad alternativa es como… sería como… las frecuencias de la radio. Todas las emisoras están emitiendo sus programas a la vez. Sin embargo nosotros sólo oímos una, la que sintonizamos en el dial. Así nosotros estamos viviendo en una frecuencia y puede haber infinitas frecuencias en las que otros Rick's y otras Kate's están en este mismo edificio.
-K: ¿Y en una de esas realidades alternativas habrá un Rick sensato que no crea en estas cosas?
-R: Sí, pero lo más seguro es que en esa realidad la Kate sí creerá en esto.
-K: Hmmm. Eso sería interesante… Si te cambias a esa realidad podrías enviarme al Rick racional y tú te quedas con la Kate idiota.
-R: No funcionaría. Tú me conoces a mí como soy, te aburrirías con ese Rick.
-K: Podría intentarlo… ¿cómo se cambia de realidad? ¿Con una píldora roja como en Matrix?
-R: No. Ya te he dicho que es como las frecuencias de radio. Habría que encontrar un punto o un objeto que provoque interferencias, donde se mezclen las dos realidades, sólo así se puede hacer el cambio. Sólo así puedes transitar de una realidad a otra, cuando las dos estén en la misma sintonía.
-K: Je, creo que el próximo libro de ciencia ficción que me compre me lo voy a ahorrar y me lo vas a contar tú.
-R: Cuando quieras…
-K: Pues yo creo que acabo de encontrar algo.
-R: ¿El qué?
-K: Unas piedras.
-R: ¿Cómo son?
-K: Piedras.
-R: Eh… – Castle no se esperaba la respuesta tan escueta de Beckett - ¿Tienen algo especial para que te hallan llamado la atención? ¿Alguna inscripción? ¿Son runas?
-K: Son dos piedras, piedras. Una… creo que blanca… o gris y la otra negra. Están manchadas… Y por el color de la blanca parece sangre.
-R: ¿Crees que se pueden usar en rituales?
-K: Sí
-R: ¿Sí? ¿Lo dices en serio?
-K: Si es un ritual donde golpees al sujeto en la cabeza, con esto seguro que lo descalabras. Me vuelvo.
-R: Las piedras, también son elementos de la naturaleza elementales. Las piedras se utilizan como elementos para canalizar la energía, ya sea por su magnetismo, por su pureza de algún elemento de la tabla periódica… vamos, para realizar eventos místicos.
-K: De momento, me parece que el único evento místico es el haberle abierto la cabeza a la víctima. El suelo está muy hendido.
-R: Te sigo… A dos metros hay una zona del techo donde se ve el armazón de la estructura, ten cuidado.
-K: Ya Castle. No quisiera caeeeeeeeee…
Beckett pisó en falso y se abrió un boquete bajo sus pies precipitándose con parte del suelo al piso inferior.
Castle vio que el techo producía más ruidos de los normales y esperaba que no ocurriese lo que estaba pensando. Cuando unos pequeños trozos de yeso cayeron unos centímetros antes de la zona que le había dicho a Beckett. Oyó crujir la madera, caer unos cascotes más grandes y lo inevitable ocurrió encima de su cabeza. Lo que a continuación recordó fue más como si una estantería de madera se hubiese caído encima de su cabeza. Lo único que en lugar de caer el jarrón de lo alto se le cayó encima otro cuerpo mucho más pesado.
El edificio estaba oscuro, pero aunque hubiese sido de día, Castle tenía la misma sensación mareada y borrosa en su mente. Olía a polvo, escayola, madera húmeda y podrida. Sentía que su cara la cubría una suave película como si una telaraña le tapase su cara. Se dio cuenta que le estaban quitando unos pesos de encima y poco a poco volvía en sí, una voz lejana se acercaba a cada segundo que pasaba llamándolo: "Rick", "Rick, cariño". Ahora empezaron a manosearle la cara para quitarle esa película suave y dio una bocanada grande de aire. En cuanto empezó a inspirar tosió porque una cantidad de polvo le entró a los pulmones. Reconoció esa voz, era la de Beckett. Entendió que era ella la que le estaba quitando esos pesos de encima y le estaba quitando el polvo que llevaba encima.
-K: Dios mío. Rick ¿Estás bien?
-R: Coff, coff, cooooofff.
-K: Rick. Contesta. Cariño, ¿estás bien?
-R: ¿Qué? Cooffff.
-K: ¿Estás bien? – Castle notaba que le estaba manoseando la cabeza, el cuerpo y los brazos, estaba inspeccionando que no estaba herido. Le apretó una de las manos mientras que con la otra le seguía quitando de la cara el polvo y el serrín de las maderas aunque lo hacía de una manera más suave – Rick, contesta.
-R: Coff, coff. ¿Qué has dicho? – Ahora él se unió a la labor de la mano de ella quitándose los restos del derrumbe de los ojos.
-K: ¿Estás bien Rick? Lo siento. Tenías que haberte apartado.
-R: ¿Cómo me has llamado?
-K: Rick. Que yo sepa te llamas así desde que naciste. A no ser que también te lo cambiases con el apellido.
-R: No. Antes – Parpadeó fuertemente en el suelo intentando aclararse la vista como si también pudiese aclararse el oído.
-K: ¿Estás bien? Creo que el golpe ha sido más fuerte de lo que pensaba – Beckett le pasó la mano por la frente retirándole los mechones de pelo de la cara.
-R: Sí. También creo que ha sido fuerte. He alucinado una cosa. Me he imaginado algo imposible que tú dijeses.
-K: ¿Te has golpeado la cabeza? No te muevas.
Beckett arrodillada a su lado encendió la linterna y se la colocó entre los dientes mientras le cogía la cabeza con las dos manos. Con la derecha le sostenía la cabeza, mientras que con la izquierda se la inspeccionaba apartando con cuidado el pelo.
-K: No veo sangre, debe ser sólo una conmoción – Le dijo sosteniéndole la cabeza entre sus manos y acariciándole las mejillas con los pulgares – Cariño, esto sí me ha asustado.
-R: Y a mí me estás asustando tú – Beckett le estaba sonriendo, se incorporó un poco apoyándose sobre los codos mirando incrédulo a Beckett y separándose un poco de ella - ¿Te has golpeado la cabeza?
-K: No. Tú me has amortiguado el golpe… quizás me salga algún moretón pero nada en especial – Beckett con una de sus manos empezó a arreglarle el pelo - ¿Estás bien?
-R: Yo sí. Pero creo que tú no.
-K: Estoy bien – Beckett le hablaba de un modo tranquilizador – No tenías que haberte puesto debajo.
-R: ¿Y dejar que te cayeras?
-K: Estás recuperado, pero con un golpe de éstos te puedes resentir de la herida.
-R: ¿Qué herida?
-K: Cariño, ahora en serio – A Beckett se le borró la sonrisa pasando a su rostro más inquisitivo. Le estaba alumbrado con la linterna y le posó su otra mano en el centro del pecho – La herida. La del funeral. ¿De qué más cosas no te acuerdas?
-R: ¿La herida del funeral? Claro que me acuerdo, la que no te acuerdas eres tú.
Beckett, con su mano en el pecho de Castle notaba que el pulso lo tenía un poco acelerado pero lo mantenía igual desde que le puso la mano. Tenía que ser por la adrenalina del golpe, pero lo que más le extrañó era que el semblante de Castle estaba completamente serio, no parecía que estuviese mintiendo.
-K: Rick, ¿Por qué no debería acordarme del disparo?
-R: ¿Por qué? Porque… tú misma me lo dijiste. En algunos casos la mente se queda en blanco cuando recibes un impacto como aquel.
-K: ¿Y soy yo la que tengo la mente en blanco?
-R: Sí.
-K: ¿Por qué?
-R: Porque te dispararon – Castle se estaba empezando a alterar, era una conversación que no entendía – y ahora no recuerdas nada.
-K: Rick – Beckett se acercó mucho más a su cara para intentar aclararlo porque ella tampoco entendía su comportamiento – Te dispararon a ti. Mejor dicho, tú recibiste la bala. Me salvaste la vida en el entierro del capitán.
-R: ¿Qué? No. No es verdad. Tú sí que te has golpeado la cabeza. Te dispararon y no pude impedir que te diera.
-K: No. Te pusiste en medio y te dio a ti. Te operaron y hace sólo unas semanas que pudiste volver conmigo a comisaría.
-R: Eso… - Castle susurró – te pasó a ti. No llegué a tiempo.
