PRÓLOGO

Este era el fin del sexto curso para el trío de oro, el último día que los alumnos pasarían en Hogwarts antes de volver a sus casas a disfrutar de sus vacaciones. En el colegio se respiraba esa efervescencia de los últimos días de clases, esos que por más rápido quieres que pasen, pareciera que confabulan en tu contra con tal de tenerte más tiempo lejos de las vacaciones.

Sin embargo para el resto del mundo mágico, los días se habían sucedido con tranquilidad. Una extraña tranquilidad a decir verdad, ya que desde que Voldemort había vuelto, todas las semanas se sabía de un nuevo ataque por parte de los mortífagos en algún lugar de Inglaterra. Por más insignificante que estos fueran, el Señor Tenebroso siempre mantenía latente su presencia, o eso era hasta las últimas semanas.

Esta inusitada tranquilidad se parecía a esa paz que aparece justo unos días antes de que le tormenta toque tierra, esta tranquilidad y silencio que sólo se crea cuando un cazador asecha a su presa, y Dumbledore lo sabía. El anciano profesor tenía muy claro que toda esta situación, no era más que una manera de anunciar el verdadero inicio de la guerra… el tiempo para que todo verdaderamente estallara se acercaba.

Ahora el director se encontraba frente a la ventana de su despacho, sin mayor compañía que los retratos de antiguos directores y mirando como Fawkes surcaba los cielos, como despidiendo a el año escolar con su canto. Aunque en ese momento un inesperado llamado a su puerta lo sacó de sus pensamientos.

- Profesor Dumbledore – dijo un hombre entrando por la puerta del despacho.

- Hola Severus, no esperaba verte por aquí. ¿Ha sucedido algo?

- Señor, el joven Malfoy ha insistido en hablar con usted y …

- Dile que pase Severus, por favor, estaba esperando su visita – dijo Dumbledore sin dejar que Snape terminara lo que iba a decir.

Draco Malfoy entró a la oficina del director haciendo gala de su porte serio y frío, acercándose lentamente hasta el escritorio del director. En ese momento no se podría haber averiguado nada sobre del motivo de su visita por la expresión en su rostro, o así habría sido si la persona con la que se reunía no hubiese sido Albus Dumbledore.

- Buenas tardes, señor Malfoy. ¿A qué debo su visita?

- No dijo hace un momento que estaba esperándome, señor… - contestó Draco muy serio. Si había algo para lo que el rubio no estaba en esos momentos, era para los juegos del director.

- Permítame explicarme, mi pregunta se refiere principalmente al motivo que detonó su visita a mi oficina – dijo Dumbledore sin perder la mirada amigable en su rostro.

- No voy a volver a soportar que torturen a mi madre en frente de mis narices, profesor – soltó Draco de golpe, pronunciando cuidadosamente y con toda la furia contenida que tenía hasta ese momento. No tenía ningún sentido esconder la verdadera razón por la cual estaba frente al director – ¡No voy a hacerlo a menos que sepa que cada uno de los infelices que se atrevieron a tocarla se pudren en Azkaban! – en ese momento Malfoy dejó atrás su máscara de indiferencia por un momento, pero fue lo suficiente como para que el director lo notara.

- Entiendo sus razones, señor Malfoy, lo que no entiendo es por qué cree que yo soy capaz de hacer algo al respecto – Dumbledore a pesar de todo se mantenía imperturbable frente al muchacho, mirándolo por sobre sus anteojos de medialuna.

- No haga como que no sabe de lo que estoy hablando. Sé perfectamente que usted es el líder de La Orden del Fénix, es la única persona en la tierra lo bastante loca como para enfrentarse al Señor Tenebroso y aún así salir vivo – masculló Draco con las mandíbulas apretadas.

- Y si así fuera, dígame, ¿por qué yo debería hacer algo al respecto? – eso último dejó a Draco en completo silencio por un momento. Dentro de las muchas cosas que no había anticipado esa noche, fue esa reacción de "no me importa nada de lo que le pase a ustedes" por parte de Dumbledore. Decidió que lo mejor sería contarle de lo él era capaz de ofrecerle a cambio de su ayuda, tal vez con eso lograra convencerlo.

- Me ofreceré a ser un doble espía, al igual que lo es Snape para la Orden – dijo el chico mirando al director directamente a los ojos – Haré lo que se estime conveniente con tal de que aquellos que dañaron a mi familia acaben pidiendo piedad en Azkaban.

- ¿Aunque eso implique que usted también pudiese terminar en Azkaban? – Dumbledore miraba a Draco como si fuera la primera vez que lo veía, ya que aunque el muchacho lo quisiera ocultar, se podía ver claramente que su familia era lo más importante para él.

- Me tiene sin cuidado lo que pase con mi pellejo, profesor. Si soy lo suficientemente suicida como ofrecerme de espía, es porque hace tiempo dejaron de importarme las consecuencias que todo esto me pueda traer.

El anciano director ya había decidido creer en la palabra de Draco, pero ahora sólo quería demostrarse a sí mismo que tenía razón, necesitaba una prueba de que el rubio decía la verdad. Fue por eso que decidió provocarlo un poco más…

- Comprendo su punto, señor Malfoy, pero me temo que no puedo ayudarle… - y tal como lo planeaba, Draco hirvió en cólera después de eso.

- ¡Como que no puede ayudarme! – gritó el chico poniéndose de pie y golpeando con los puños el mesón de Dumbledore – ¡No se supone que para eso creo la maldita Orden! ¡Para proteger a aquellos que no podían defenderse!... mi madre jamás le ha hecho daño a nadie ¡y está pagando las consecuencias de las malas decisiones de mi padre, por todos los cielos! – y ahí con una pequeña y disimulada sonrisa en los labios, Dumbledore encontró lo que estaba buscando.

- Contésteme una cosa, ¿Usted ha asesinado a alguien? – preguntó el director mirando tranquilamente, ignorando el arrebato de Draco y preguntándole si había matado a alguien con el mismo tono que el diría que hoy está más caluroso que el día de ayer.

- Yo… - comenzó Draco tratando de iniciar una oración – No, yo jamás he asesinado a nadie – volviendo a su postura seria y tranquila.

- Y, ¿ha torturado?

- Solo a mortífagos, era parte de mi entrenamiento al igual que manipularlos, pero nunca he utilizado ninguna imperdonable fuera de eso.

- ¿Entiende las implicancias de aceptar ser un doble espía, señor Malfoy? Usted será uno de los que se encontrará más vulnerables a Voldemort – a la simple mención del nombre Draco tembló ligeramente, detalle que no pasó desapercibido para Dumbledore – las consecuencias de esto serán desde enfrentar a toda la Orden del Fénix, hasta el peligro de muerte constante.

- Como ya le dije Dumbledore, me tiene sin cuidado lo que a mi pueda pasarme, siempre y cuando mantenga a mi familia a salvo…

Ésta última frase fue lo que el director necesitó para asegurarse de la lealtad del rubio, el muchacho sin haberlo querido, dijo la misma frase que Dumbledore había escuchado antes de la boca de otra persona a la cual Draco le recordaba mucho, demostrándole que la sangre es algo sumamente poderoso, en especial en los Slytherin.

- Bienvenido a la Orden del Fénix entonces, señor Malfoy...


Mi primer Fic… vaya, nunca pensé que yo iba a escribir eso en vez de leerlo. Se siente raro, pero muy gratificante debo confesar.

Espero que les haya gustado este primer vistazo, sé que es cortito, pero les aseguro que los dos capítulos que continúan son más extensos.

Dejen sus comentarios por favor!, me encantaría conocer su opinión, crítica, sugerencias, tomatazos, etc… Bueno ya me entendieron la idea jeje.

Saludos!