Regalo de Reyes para Cris Snape. Una historia que pretende mostrar cómo se va desplegando la personalidad de Grindelwald mientras interacciona con Albus y con los futuros nazis. Entre tanto, personajes de su creación y de la mía van entrando y saliendo en escena.
Disclaimer: El Wizarding World de Animales Fantásticos y Harry Potter pertecene a J. K. Rowling y demás compañías.
Copyright: La Magia Hispanii es obra mía, desarrollada y ampliada por otras fickers.
El Despertar
Capítulo 1
Godric's Hollow. Reino Unido. Hacia 1899…
El muchacho arrugó la frente con tan sólo ver su nombre escrito en el sobre de pergamino. No necesitaba más para saber quién era el remitente, bastaba con ver la letra. Con desgana, ofreció una chuchería a la lechuza. El animal la cogió con el pico mientras le dedicaba, de reojo, una desaprobadora y ambarina mirada. No consideraba correcto que el joven mago arrojara la misiva, sin leerla, hacia un extremo de la mesa, junto a la lámpara de gas.
Pero como el pájaro no había recibido instrucciones de esperar una respuesta, cuando el muchacho abandonó la estancia cerrando tras de sí la puerta, engulló la comida con un sonoro "glup", ejercitó un poco las alas en la percha para pájaros en la que se hallaba posada y, con un salto lleno de determinación, emprendió el vuelo y salió por la ventana, perdiéndose en la oscuridad de la noche.
oOoOo
Era media tarde, su momento favorito del día, cuando Ariana se entretenía en su cuarto sin molestar y las obligaciones domésticas se hacían solas a golpe de varita. Antes de la venida de Gellert, ya disfrutaba enormemente de aquel par de horas, entre el te y la cena, en las que podía dedicarse a lo que quisiera, pero con Gellert cerca, se pasaba el día anhelando que llegara el momento de reunirse con su amigo. Estaban en su cuarto y Albus se disponía a mostrarle una hoja con sus últimas reflexiones sobre el orden mágico mundial, cuando Gellert hizo un gesto con la mirada.
- ¿Carta de tu amigo Dodge? –Gellert señaló el sobre abandonado en la esquina del escritorio, con un ademán ligeramente indolente. El joven Albus se encogió de hombros con desgana. Ya ni se acordaba de la carta que había llegado la noche anterior. La mayor parte del tiempo conseguía permanecer evadido, gracias en buena medida a la presencia de Gellert en su vida, pero cuando llegaba una carta de Elphías, la pérdida de su Gran Tour, ese que habían planeado con tanto esmero, volvía a situarse en primer plano, causándole envidia. Y, aunque lo ocultara, no podía negarse a sí mismo que también le producía dolor y un evidente regusto amargo a soberana injusticia. Un talento como él, desperdiciando semejante oportunidad de ampliar horizontes mágicos, era algo que, por fuerza, tenía que contravenir el orden correcto del universo.
- Supongo que le da la dirección a la lechuza de palabra.- Siguió hablando Gellert, desentendiéndose de la expresión de hastiada indiferencia de su amigo.- Tiene una letra espantosa. No quiero imaginar al pobre pájaro intentando averiguar qué ha puesto en el sobre.
- Tampoco importa mucho.- Protestó Albus.- Total, yo no me muevo de aquí. No necesitaría ni una dirección. No hay pérdida posible para las lechuzas.
- Mi querido Albus.- .Gellert giró toda su persona en un movimiento elástico y sibilino, colocándose tras su amigo y pasando un perturbador brazo sobre sus hombros.- Eres un poco presuntuoso ¿No te parece? Es posible que el señor Elphias Dodge envíe otras cartas, no solo a ti. Además de la familia puede tener algún interés amoroso… o incluso una anciana tía bisabuela… yo escribiría a mi tía Bathilda. Si no estuviera viviendo con ella, claro está.
Albus sonrió una pizca, no precisamente de buena gana.
- Venga, ábrela, hombre. Enterémonos de las andanzas del mago que escapó por las ramas del penacho de la escoba de unas peligrosas quimeras… ¿Dónde se supone que debería encontrarse?
- Iba a Egipto.- Replicó Albus de mala gana.
- Una magia muy interesante. Pirámides, esfinges…
Albus frunció el ceño. No estaba ayudando nada en absoluto la actitud indolente de Gellert.
- Yo habría elegido Hispania.- Gruñó. En realidad, nunca había considerado elegir Hispania. Los Magie Hispanii, como se hacían llamar, tenían fama de ir a su aire, respetar solo en la forma el Estatuto del Secreto y, en definitiva, hacer lo que les venía en gana. Pero necesitaba desacreditar el itinerario de Elphias para poder sentirse un poco mejor, engañarse por un instante con la idea de que realmente el viaje no le habría aportado nada especial.
- ¿Hispania?- Gellert se enderezó un poco y lo miró fijamente, alzando una rubicunda ceja.
Albus sintió una especie de escalofrío recorrerle la espina dorsal. Adoraba ese gesto de Gellert. Carraspeó al sentir el rubor que le subía por el cuello y las orejas, e intentó adoptar un tono serio. Tenía que pensar rápido alguna razón medianamente convincente.
- Son probablemente los que mejor conocen a los muggles. Se mezclan con ellos constantemente. Van al colegio con ellos. La mayoría, en contra de lo que se cree, no pisa Beauxbatons…- Albus frunció las cejas. En realidad, desaprobaba todo aquello. Especialmente, lo que iba a decir a continuación. Pero no soportaba quedarse mudo ante Gellert.- Son los que mejor sacan partido de la situación. Y además está…
- ¡Tut!- Gellert se había levantado de un salto y le alzaba ante las narices una fina mano.- ¿De verdad crees que los magos hispanii son los que mejor controlan la convivencia con los muggles.
- Claro. Por lo que he leído, ellos se mimetizan cual metamorfomagos entre los no mágicos …
- Mi querido, mi queridísimo Albus. No gozas del privilegio de tener una tía bisabuela historiadora. Aunque reconozco que mi tía es a veces muy pesada… pero al menos, tiene una interesante biblioteca.- Gellert hizo una pausa mientras le miraba fijamente a los ojos.- Los Hispanii son los más cobardes de todos nosotros.
- ¿Los más cobardes?- Albus alzó las cejas, sorprendido. No era esa, precisamente, la conclusión a la que había llegado tras su propia reflexión. Arbolarios, extravagantes, partisanos… pero ¿cobardes? – Hace falta mucho valor para interactuar constantemente con muggles sin el temor de contravenir el Estatuto del Secreto.
- Pensemos un instante… ¿En qué fecha se aislaron del devenir de la historia de su país?- Gellert adoptó un tonillo didáctico.
- En 1210… o 12… no recuerdo exactamente ahora mismo. En cualquier caso, inicios del siglo XIII.
- ¡Exactamente! ¿De cuando es el Estatuto del Secreto que nos aisló a todos los demás?
- 1689 por primera vez, pero oficialmente en 1692…
- Finales del siglo XVII.- Le cortó Gellert con una sonrisa- Ellos a principios del siglo XIII… el resto a finales del XVII. Son casi quinientos años, Albus.
El aludido parpadeó conteniendo el sobresalto gozoso que le suponía escuchar su nombre en boca de su amigo, cada vez que lo pronunciaba de aquella manera.
-… quinientos años escondidos. Haciendo oídos sordos a sus propios gobernantes… ¿Qué quiere decir eso, Albus?
- ¿Una envidiable clarividencia unida a un intenso sentido de pertenencia al mundo mágico gracias a una perseverancia a prueba de todo?- Soltó sin saber ni cómo le había venido a la mente tal conclusión.
- Me temo que conoces poco la psicología de los seres humanos mágicos. En realidad, son unos cobardes.- Remató Gellert.- En eso se resumen quinientos años de historia: en un sistema muy perfeccionado de esconderse. Ni una sola revolución, ni una sola participación en guerras entre los mundos mágico y no mágico. Ya lo decía Guillermo de Orange, que en ese país no hay brujos, aunque añadiendo el insulto de que debía ser porque ni el diablo los quiere. No han tenido arrestos para participar en la guerra contra los Estados Unidos. Y probablemente, tengan mucho más talento mágico. Pero se han inhibido. En realidad, significa que se unirán a nosotros con facilidad, por puro terror a los muggles y agradecimiento a su libertadores, que seremos nosotros. Pero también, que son infiables. Nunca se les podrá encomendar nada serio. Bueno, al menos, como sociedad. A nivel individual, siempre hay excepciones…
Albus se quedó sin palabras. Todas sus reflexiones sobre la historia mágica de la península ibérica, una tierra por la que habían pasado magos de todas las tradiciones, se habían convertido en agua de borrajas ante el argumento incontestable, expuesto por aquella voz envolvente y bajo la mirada de aquellos ojos azules envueltos en el halo de aquel flequillo rubio. Aunque también era verdad que nunca había reflexionado con la suficiente profundidad, quizás hasta aquella misma tarde. El desdén aparente de los Hispanii por el sistema le resultaba demasiado chocante.
- ¿De veras crees que serán los primeros en unirse? ¿Empezaremos por ahí, entonces?
- Eso tendremos que pensarlo con calma. Los dos países muggles son lugares pobres y atrasados, con mucho campesino hambriento. España acaba de perder unas cuantas posesiones y ellos no han movido un dedo…otras sociedades mágicas más avanzadas y valientes verán las virtudes de nuestra propuesta antes..
Albus asintió lentamente con la cabeza. Si, siempre había pensado que había algo que no le gustaba de los Hispanii. Gellert le había abierto los ojos: eran cobardes. Muy cobardes. Sintió un escalofrío que le recorría la espina dorsal. La cobardía era lo contrario a lo que se presupone a un buen Gryffindor, como él. Incluso la astucia de los Slytherin era más aceptable que la cobardía. Pensándolo seriamente, en Hogwarts había cobardes, pero no tenían una casa donde colocarlos. Quizás en el futuro habría que construir una quinta Casa para intentar sacar algún provecho de aquellos pobres desdichados…
- Quizás haya que atraerse antes a gentes más fiables. Como los norteamericanos.- Se le ocurrió comentar.-
- U otras sociedades mágicas europeas…después, cuando estos otros vean el progreso que alcanzamos, surgirán partidarios de imitarnos. Y los que tengan reparos en unirse… les mostraremos la importancia del valor.
Albus se sintió satisfecho y reconfortado. Como en otras ocasiones, su amigo le había convencido. Gellert, por su parte, le dedicó una de aquellas sonrisas suyas, tan arrebatadoras. El joven mago suizo le puso una mano en el brazo y Albus ya no tuvo la mente en condiciones de razonar.
Continuará
