Nota de autor: la presente historia no me pertenece, ni tanto por los personajes usados -de propiedad de J.K. Rowling- como de esta propia historia. Debo agradecer a Ellefsee por permitirme traducir su obra -que recomiendo leer- "You're my prisioner". Se ha intentado ser lo más literal posible aunque me he permitido la licencia de reestructurar las frases ante la no existencia de la diferenciación del posesivo en español.


Frialdad.

Eso era todo lo que sentía cuando él la miraba. Unos fríos ojos grises la observaban en cada respirar y en cada movimiento. La había silenciado con magia para evitar que gritara. Del mismo modo había encantado las paredes, de manera tal que nadie pudiera oirla.

La había asegurado que lo había hecho por ella.

Quería saber lo que iba a suceder. De esa forma podría prepararse para lo que iba a acontecer, pero no podía preguntárselo a causa del hechizo. Sólo veía a Malfoy sentado frente a ella en aquella tenebrosa mazmorra, esperando a que realizara cualquier movimiento. No ocurrió nada.

Hubiera deseado gritar o pedirle que hiciera algo, cualquier cosa, aparte de clavar su mirada en su cuerpo. Estaba asustada pero no quería demostrárselo; ella no reaccionaría al menos que él no lo hiciera antes. Hacía bastante tiempo que el sol se había ocultado y que los mortífagos que la habían traido se marcharan: no tenía ninguna esperanza de que la rescataran. Ahora estaba a merced de los caprichos de su secuestrador. Esperaba algún signo de amabilidad de su parte. Pero eso era imposible. Draco Malfoy no tenía ningún rastro de amabilidad en su corazón. Era frío y distante, como el hielo.

Pedí que te trajeran aquí Malfoy habló finalmente, lo que provocó que los ojos de Hermione se fijaran en su cara. Ella intentó abrir la boca para preguntarle por qué pero el encantamiento silenciador se lo había impedido. Sólo pudo fruncir el ceño cuando recordó su situación. Sabía lo que podrían haberte hecho una vez que ellos hubieran acabado su interrogatorio.

Hermione se estremeció al escuchar aquello. Había escuchado ciertos rumores sobre lo que podría haberles sucedido a aquellas personas que habían desaparecido en misteriosas circunstancias. Ninguno de estos rumores eran agradables.

Draco miró fijamente a su esclava e hizo un movimiento casi imperceptible de algo que acababa de sacar.

Yo te quería exclusivamente para mí. No quería que nadie te tocara siguió diciendo. Ella hizo un gesto en señal de disgusto y evitó su mirada. Quizás debería haber intentado defenderse más arduamente en lugar de haberse dejado capturar tan fácilmente. Había sido muy imprudente salir sola en aquella oscuridad, pensó por enésima vez.

Draco alzó su varita y con un brusco movimiento la atraparon unas cuerdas invisibles. Ahora ella estaba sentada entre sus piernas. En señal de desafío, Hermione evitó mirarle a los ojos y deslizó su mirada al suelo. Ella podía sentir la presión helada de la punta de su dedo en su mejilla, lo que le produjo cierta repulsión.

Sí, yo te quería para mí, mi pequeña sangresucia; serás mía, no lo dudes. Tendré que convercerte para que empieces a sentirte atraida por mí.

Hermione le miró con profundo odio. Sin embargo él se limitó a sonreír en silencio.

Me amarás en cuanto sepas de lo que te he acabo de salvar. Espero pensar que no sea únicamente por eso por lo que me vayas a querer sonrió, lo que produjo que su víctima sintiera un escalofrío que recorría su espalda.

En ese momento Hermione no sabía a que temer: si quedarse atrapada en una habitación con él durante un tiempo que ni el mismo Merlín sabría o... la posibilidad de que él tuviera razón.