DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen, son de la llama asesina, si por mí fuera, habría matado a más personajes queridos :3

ADVERTENCIAS: Omegaverse, AU, yaoi, Riren, palabras altisonantes, agresiones, posibles violaciones más adelante (?), Mpreg, mucho sufrimiento, OoC, lemon.


ALFAS: Raza dominante y primera jerarquía, aunque suelen ser pocos. Son fuertes, normalmente grandes, agresivos si las cosas no resultan como quieren, llegando hasta el punto de agredir al omega, son territoriales, sus sentidos están muy desarrollados y suelen desempeñarse en empleos que tengan que ver con la política, las fuerzas armadas, las grandes ciencias o la policía, por lo tanto, son poseedores de grandes beneficios. Existen machos alfa y hembras alfa. Procrean con los omegas, por lo que sus alianzas suelen ser principalmente con esta raza, sin embargo, también pueden emparejarse con un beta aunque las posibilidades de tener herencia son pocas, y de igual manera con un alfa, aunque aquí tener hijos es imposible. Durante el período de calor del omega, el alfa es completamente atraído por las feromonas que expele el cuerpo de estos, siendo incapaz de controlarse a sí mismo, y si tienen relaciones sexuales, puede anudar dentro del omega, siendo las probabilidades de embarazo altas.

BETA: humano corriente. Existen hombres beta y mujeres beta, y son la mayoría de personas. No tienen grandes habilidades desarrolladas, pueden procrear pero solo con los de su raza, sin embargo, pueden dar a luz a un alfa, beta u omega. Se desempeñan en trabajos normales, como ejecutivos, oficinistas, transportistas, maestros constructores, etc., y no tienen períodos de celo, aunque si un omega suelta feromonas demasiado fuertes, puede sentirse atraídas por ellas.

OMEGA: última raza de la jerarquía y por lo tanto, la que menos derechos posee. Si los alfas son pocos, los omegas suelen ser menos que ellos. Tienden a ser más pequeños y delgados, no agresivos pero sus sentidos también están altamente desarrollados, suelen ser muy sumisos y complacientes, emocionalmente dependientes y generalmente están en busca de protección. Existen tanto hembras omega como machos omega. Pueden procrear, independiente de su género. Un omega entra en calor o está en celo cada cuatro meses, donde lo único que desea es básicamente tener sexo y ser impregnado, liberando feromonas que atraen a los alfas. El cuerpo del omega se autolubrica para la relación íntima durante el celo, sin embargo, el celo puede ser inhibido gracias a los supresores. No suelen trabajar y son normalmente amas de casa. Pueden ser unidos a un alfa sin su consentimiento. Cuando un omega se acopla a un alfa huele como él.

PAREJA DESTINADA: Suelen ser casi imposibles de encontrar y se generan entre un alfa y omega. Si se ven por primera vez, el omega entrará automáticamente en celo para atraer al alfa, y éste querrá tener relaciones con el omega inmediatamente. Altamente compatibles, protegerían con todo su ser al omega y harían lo que fuera para hacerlo feliz.

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Primera Parte: Alas Guardadas.

—Contéstale que sí—le dijo—. Aunque te estés muriendo de miedo, aunque después te arrepientas, porque de todos modos te vas a arrepentir toda la vida si le contestas que no.

~El Amor en los Tiempos del Cólera, Gabriel García Márquez~

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Levi sabía que aquel día no sería uno bueno. Y lo supo desde que abrió los ojos esa mañana.

En primer lugar, era lunes. En segundo lugar, el detergente se le había acabado, y no pudo lavar su ropa –porque sí, aunque podía mandar a lavar a alguien u ordenarle a cualquier persona ir a comprar un nuevo detergente, prefería hacer él esas cosas, incluso echar a lavar todas sus prendas a la lavadora. Algo tan importante cómo eso no podía ser dejado en manos de alguna persona poco higiénica. En tercer lugar, su secretaria, Petra, le había llamado para decirle que se había enfermado y no podría ir a trabajar. En cuarto lugar, Hanji había manchado su camisa favorita con café cuando se encontraron en la cafetería. Y, en quinto lugar, tenía un dolor de cabeza insoportable, parecía que un martillo estaba golpeando su frente, y eso le hacía fruncir el ceño más de lo normal y espantar a todo el mundo.

Necesitaba relajarse de alguna manera, pensaba mientras caminaba por las calles de la ciudad, y luego de que sus ojos se posaran en aquel pequeño café medio escondido entre dos tiendas de ropa, creyó que ese lugar parecía la mejor opción para poder descansar un poco.

Era la primera vez que lo veía, a pesar de haber vivido toda su vida en Mitras*. Frunció el ceño –más aún– con un poco de desconcierto por sentirse atraído al pequeño café-bar que no llamaba mucho la atención. Pero una corazonada le ordenó ir allí a relajarse y estaba tan harto y cansado que no pudo ni quiso negarse.

Una pareja joven, quizás de preparatoria, iba saliendo. Un par de betas.

Ni siquiera les dirigió una mirada al pasar a su lado. No cuando era un alfa de gran renombre dentro de los círculos sociales más altos de la ciudad.

Al abrir la puerta, un tintineo resonó dentro del local, y la mesera, una pelinegra con los ojos ligeramente rasgados, lo miró, a la espera de que se sentara. El lugar parecía calmado, con un ligero olor dulzón en el aire que no le pareció molesto, sino atrayente. Había una canción suave de jazz puesta que sonaba y hacía del ambiente más relajante y tranquilo. Un par de parejas estaban ubicadas en una esquina, riendo y conversando en voz baja, y un grupo de estudiantes reían con calma cerca de la puerta. Fue directo a la barra, dando a entender a la mesera beta que quería ser atendido por el barman, un alfa rubio con mejillas un poco sonrosadas.

Pidió un whisky ligero, esperando que su mente se despejara, cuando la puerta de la cocina se abrió y el olor dulzón en el aire aumentó. Pero ¿qué demonios…?

—Tres cafés y un té, más el pastel de la vitrina… —dijo una voz masculina antes de oírse un golpe seco y que el olor se volviera más fuerte de lo que ya creía posible.

Pero a pesar de que Levi no fuera una persona que gustara de cosas dulces, aquel olor no estaba mal.

—¡Eren, ¿te sientes bien?! —preguntó la mujer de ojos rasgados con extrema preocupación, dejando su lugar para acercarse a la persona que generó todo ese ruido, un joven omega.

Normalmente, no se habría girado a ver a un torpe omega, pero otra vez esa corazonada extraña le obligó a mirar al adolescente que hizo tanto ruido.

El joven le daba la espalda, temblando, y se apoyaba sobre uno de los muchachos que había estado conversando con su grupo. Un rubio con cara de niña observaba al castaño con evidente inquietud, al igual que el resto del grupo.

—Estoy bien —balbuceó el joven, tratando de aligerar el ambiente—. Solo me maree un poco, no se preocupen.

Levi volvió a inhalar y el olor dulzón que el omega exhalaba estuvo a punto de descontrolarlo. Podía sentir su corazón repentinamente acelerado y una necesidad de estar cerca del joven castaño lo invadió con fuerza, por lo que apretó el vaso con fuerza tratando de no lanzarse sobre ese omega.

No necesitaba pensar mucho para saber lo que estaba pasando.

Maldita sea, ¿tengo una pareja destinada y además de eso es un puto mocoso?, pensó aunque una sonrisa irónica se extendió por su rostro.

—Oye, Eren —el barman que lo había atendido le habló al muchacho, que se giró y, para sorpresa del alfa, no se fijó en él—. ¿Te estás esforzando demasiado otra vez? Anda, ve a mojarte el rostro y descansa un momento. Carla me matará si sabe que te estoy explotando.

—S-sí señor Hannes —masculló Eren.

Los ojos de Levi y los de Eren se encontraron un momento.

El mayor no pudo evitar pensar, desconcertado, que esos ojos dorados eran los más hermosos que había visto en sus veintisiete años de vida.

Los ojos del joven se abrieron ampliamente y Levi supo que el castaño lo reconoció como su alfa. Pero en lugar de correr hacia él y tirarse a sus pies, llorando aliviado porque había encontrado a su alfa, el muchacho se giró y huyó lo más rápido que pudo del lugar.

Hubo un corto silencio en el local, Levi un tanto aturdido por lo recién ocurrido.

—¿Es mi idea o… —comenzó a decir el muchacho en el que Eren se había sostenido, un chico con cara de caballo— Eren tenía un olor más dulce y fuerte que nunca?

Levi lo miró de reojo, con repentina molestia. El joven era un alfa, pero ya marcado. El chico pecoso a su lado era su pareja. El rubio afeminado era un beta, como la muchacha castaña y el chico calvo a su lado. Los últimos tres del grupo, una rubia con cara de amargada, un rubio enorme y un pelinegro alto, eran alfas sin marcar. Y lucían más inquietos que el chico alfa con pareja.

Al sentir aquello, una necesidad de proteger al omega con su vida de ser necesario se instaló en su estómago.

Joder, estúpido instinto de mierda.

—Quizás Eren va a entrar en celo —señaló el rubio afeminado.

—Eren nunca se olvida de tomar sus supresores —contestó la mesera de ojos rasgados, recogiendo las cosas que el omega había botado.

—Eren está creciendo, Mikasa —señaló el rubio maceteado con un gruñido—. Sus celos se irán haciendo más fuertes a medida que crezca. A pesar de que él no quiera, su cuerpo quiere ser marcado. Es uno de los pocos omegas en la preparatoria que no lo está todavía.

Otro silencio, más tenso.

—Si lo tocas, Reiner, te arrancaré…

—Tranquila, Mikasa —la rubia habló con tranquilidad—. Reiner tiene razón. Si Eren quiere seguir como un omega independiente, debe tomar más supresores.

Levi frunció el ceño y terminó de beber el whisky que le quedaba. ¿Un omega sin querer ser marcado? ¿Acaso había omegas que no querían eso? ¿Cómo era posible? Un omega con pareja subía de estatus inmediatamente, pasaba a tener una vida mejor, y lo único que se le pedía a cambio era fidelidad, obediencia e hijos. ¿En qué pensaba ese mocoso?

De todos los omegas en Sina, ¿le tocó uno rebelde?

Miró al barman, que limpiaba vasos con tranquilidad, y se puso de pie.

—Disculpe, ¿dónde está el baño?


Eren no podía estar más disgustado.

Mojó su rostro, tratando de contener su respiración, demasiado alterado para pensar en otra cosa que no fuera huir. Se aferró al lavamanos, sintiéndose ansioso y con las piernas temblando. Podía sentir el olor de alfa hasta en el baño y su cuerpo estaba reaccionando sin control.

Gimió en voz baja, mojando otra vez su rostro sonrosado.

¿Por qué tenía que ser un maldito omega? ¿Por qué no pudo ser un suertudo beta? ¿Por qué ese jodido alfa tuvo que aparecer? ¿Por qué el destino le hizo tener una puta pareja destinada?

Al recordar esos ojos grises se aferró con más fuerza al lavamanos, sintiendo su agujero húmedo por la lubricación que salía de allí, mojando su ropa interior, y pareciendo ansiar algo en su interior.

Su primer y único celo sin inhibidores fue a los trece años y había olvidado lo desagradable que era.

Bebió agua, su respiración más calmada.

Contrólate, contrólate. Que hayas encontrado a tu alfa no significa que todo tu esfuerzo se haya ido al caño.

Al levantar la vista y mirar su reflejo, se encontró con esos ojos grises mirándolo con interés.

Se sobresaltó, su corazón palpitando con más fuerza, comenzando a sentirse más caliente y unas terribles ganas de que el alfa lo hiciera suyo lo asaltaron. De acurrucarse en sus brazos, lo mimara y lo hiciera suyo para siempre.

¡Maldita sea, contrólate! ¡No necesitas a un alfa que te mande!

Sacó tres supresores con rapidez de su frasco guardado en el bolsillo, y sin pensarlo, los tragó ante la atónita mirada del alfa pelinegro.

Se observaron en silencio, Eren temblando, sudando.

Es guapo, pensó aturdido. Era pálido, con el cabello negro en un corte extraño, rapado en la parte baja y los lados. Sus ojos grises eran bonitos, sus labios delgados y fina nariz completaban su rostro. Lo que más le llamó la atención, sin embargo, era el hecho de que fuera un alfa pequeño y delgado con expresión de gato amargado, pero a pesar de ello… su actitud altanera y petulante recompensaban lo que le faltaba de altura.

—Le dejo el baño para utilizarlo, señor —murmuró bajando la vista.

—Eres mi omega —su voz monótona le mandó un escalofrío por la espalda—. Te espero hasta que termines tu turno para ir a hablar con tus padres.

Eren levantó la vista bruscamente, pálido.

A pesar de ser un mocoso, es guapo, pensó Levi mirando aquellos ojos dorados con admiración. Era alto, lo que le fastidió un poco, delgado, y por lo que había visto, de caminar elegante. Su cabello desordenado castaño le daba un aspecto más juvenil; su piel levemente morena resaltaba más sus ojos. Por algún extraño motivo, se le hacía conocido, pero no sabía de dónde.

—¿Mis padres…? —preguntó el omega confundido.

—Desde ahora te irás a vivir conmigo —el hombre levantó una ceja—. Te marcaría ahora mismo, pero —sus ojos recorrieron el baño con desagrado—, quién sabe qué gérmenes hay aquí.

El rostro del muchacho pasó de estar confundido a iracundo. Arrugó el entrecejo con evidente molestia.

—Ni siquiera sabe mi nombre —gruñó Eren furioso—. Yo no sé su nombre. No sé quién es, no nos conocemos mutuamente, ¿y quiere que viva con usted? Ahora, si me disculpa…

La sorpresa se instaló en el rostro de Eren cuando el hombre, con una mueca, lo empujó contra el lavabo y lo atrapó entre sus brazos. Su omega interior chilló con ansiedad, deseoso de no salir de los brazos del alfa nunca.

—Eres mi omega —espetó Levi, molesto—. Tu deber…

—No tengo ningún deber con usted.

Se miraron en silencio con claro desafío, esperando a que el otro cediera. Eren sentía como la cercanía lo afectaba más y unos locos deseos de besarlo se instalaron en todo su cuerpo, pero su voluntad era mil veces más fuerte.

—Mi nombre es Levi Ackerman —dijo el alfa, estrechando los ojos sin desviar la vista. Su tono seguía siendo mayormente monótono, excepto que se podía sentir un tono ligero de molestia—. Tengo veintisiete años, trabajo en una empresa constructora, soy arquitecto, gano el dinero suficiente como mantenerte a ti y a las crías que vas a parir, y además de eso, parecer ser mi maldita pareja destinada. ¿Es suficiente para irte a vivir conmigo?

La mirada que el muchacho le dio estaba llena de odio.

—Váyase a la mierda —le escupió Eren, tratando de soltarse, pero no importaba cuánto se esforzara, ya no tenía la misma fuerza que antes. Su cuerpo reaccionaba débilmente ante la presencia del alfa, ya lo sabía, sin embargo, eso no evitaba que quisiera luchar para quitárselo de encima.

Ese jodido hombre, Levi, le sonrió con burla.

—Si intentara forzarte, no podrías hacer nada. Estoy en mi derecho, después de todo —le acarició una mejilla, logrando que volviera a perder color en su rostro—. Un omega debe entregarse a su alfa porque está en su naturaleza.

Levi no sabía por qué, pero quería hacer a ese mocoso suyo. Quería tenerlo bajo él, gimiendo y lloriqueando por el placer, pidiéndole más y más. Quizás se debía a que era su omega. O a que era la primera persona en resistirse y negarle algo en mucho, mucho tiempo. De alguna manera, aquella situación le estaba haciendo gracia: mientras más se enojara el muchacho, más divertido era.

Se había encaprichado con ese mocoso en pocos segundos. El maldito instinto le estaba pasando la cuenta.

—¡No eres mi estúpida pareja como para que tengas derecho sobre mí! —le espetó Eren rabioso.

Levi nunca había estado desesperado por encontrar a su pareja o aparearse con un omega, como otros alfas. Siempre había creído que no tenía un omega destinado –era muy raro que hubieran parejas destinadas, considerando la cantidad de habitantes en un solo país– y que, a menos que fuera necesario, no se casaría nunca. Sin embargo, el destino le dio una buena jugada: tener un omega destinado le daría mejor status social; además, ese mocoso parecían un buen lugar donde descargar la frustración de un mal día mediante el sexo. No le importaría tampoco tener hijos; después de todo, él pondría el dinero y el mocoso los criaría, como hizo su padre con él.

Así que haría a ese chico suyo en cuanto pudiera, después de todo, el gobierno exigía que apenas las parejas destinadas se encontraran, el omega debía ser marcado y su pareja alfa se hacía inmediatamente su tutor.

—Te esperaré en mi auto cuando salgas, Eren —se inclinó, tratando de intimidarlo con la mirada. Eren trató de no estremecerse al oír su nombre en los labios del azabache—. Es de color negro, con vidrios polarizados. No te atrevas a huir, ¿me oíste?

Con una última mirada, se alejó y salió del baño.


A Eren le gustaba mirar las aves. Le parecían una de las cosas más bellas del mundo, tan pequeñas, libres y preciosas. Parecían tan autónomas, sin ataduras, sin nadie que les dijera qué hacer, yendo a dónde quisieran… Eren deseaba ser un pájaro, para no tener esa vida a la que se había visto atada cuando a los dos años le dijeron a sus padres que su hijo era un omega.

—Eren Jaeger.

Parpadeó, desviando la vista de los árboles y mirando a la profesora. La mujer lo observaba con el ceño fruncido.

—¿Qué? —preguntó confundido.

La mitad de los omegas del lugar rieron en voz baja; la otra mitad, desvió la vista, adivinando lo que vendría a continuación.

La profesora, una vieja bruja que solo buscaba joderle la vida, suspiró con dramatismo. Una alfa de baja categoría, dentro de las diferencias que su misma especie imponía, y Eren la odiaba con todo su corazón.

—Te pregunté sobre las tres cosas que se esperan del omega según el decreto de protección omega del gobierno.

Eren apoyó su mentón en una mano, pensativo, el salón completamente en silencio.

—Ah, ya lo recordé —el castaño sonrió de medio lado—. Que sea libre, independiente y autónomo.

Otro silencio, tenso y pesado. Nadie se rió, todos los omegas tenían la vista baja. Excepto Eren, que miraba a la profesora con claro desafío.

—Que sean obedientes, fieles y sumisos, eso es lo que se espera de nuestros omegas —gruñó la alfa, roja por la ira.

—Pues qué lástima, entonces soy un pésimo omega —Eren se recostó en el respaldo de la silla, desinteresado.

—Con esa actitud, joven Jaeger, ningún alfa querrá casarse con usted —dijo la profesora con desprecio, como si aquel fuera el peor castigo que la sociedad pudiera imponer.

Los ojos de Eren se iluminaron.

—¿De verdad? Dios, sería el chico más feliz del mundo.

La mujer parecía a punto de explotar y, afortunadamente, el timbre para el almuerzo resonó en toda la preparatoria.

Eren agarró su mochila –nunca sacaba el cuaderno para esa clase de mierda– y se dirigió a la puerta.

—Está pasando con el mínimo en mi clase, señor Jaeger —le dijo la vieja bruja, frunciendo los labios.

—Lo sé —Eren no se inmutó y salió.

El castaño fue al comedor, esperando encontrarse con sus amigos. Esa clase –Principios del Omega– le dejaba una sensación desagradable en el estómago. Era un electivo que no quiso tomar, pero era obligación para todos los omegas del país, así que no tuvo otra elección. Era la única clase en la que tenía baja nota, la necesaria para pasar; el resto eran solo sobresalientes. Eren era el cuarto mejor de la clase, por detrás de Armin, Mikasa y Annie. Lo sorprendente, sin embargo, era que fuera un omega destacado en clases: la mayoría de omegas del colegio aspiraban a terminar la preparatoria y casarse con algún alfa. Eren, en cambio, anhelaba entrar a la universidad y graduarse como médico; y si era posible, seguir soltero el resto de su vida.

Un omega debe entregarse a su alfa porque está en su naturaleza.

Las palabras que ese jodido alfa le dijo el día anterior resonaron en su cabeza, fuertes y claras. Dios, cómo llegó a odiar a ese estúpido hombre en solo pocos minutos. Había huido por la puerta trasera luego de decirle a Hannes que seguía sintiéndose cansado para no encontrarse con Levi y enviarle una indirecta de que no quería juntarse ni relacionarse con él.

Esperaba que fuera lo suficientemente inteligente para no molestarlo más.

—¡Oye, Eren!

Se giró hacia la persona que le habló, encontrándose con una muchacha pelinegra, con el cabello atado en dos coletas bajas, pálida y pequeña.

—Hola, Mina —saludó sonriendo.

—Venía a avisarte que nos juntaremos en la casa de Armin éste fin de semana a ver películas y preparar el proyecto de biología —la omega le entregó un papel—. A las tres, para que llegues a tiempo.

—Vale, cuídate —Eren guardó el papel, sin dejar de sonreír. Vería el papel con la verdadera fecha de la junta y el lugar, además con la marcha programada, cuando estuviera solo. Un lugar tan abierto era peligroso.

Entró al comedor, dirigiéndose rápidamente a la mesa en donde Mikasa y Armin le habían guardado el asiento, junto con otros de sus amigos.

—Sigues teniendo un olor dulce, Eren —le dijo Jean a modo de saludo con el ceño fruncido.

—Mierda —se lamentó el castaño—. Tomé tres supresores en la mañana. Agh, quizás por eso la vieja de Esclavización del Omega estaba irritada. Se tuvo que dar cuenta de que sigo sin ser marcado.

—Échale la culpa al celo, Eren —Connie rodó los ojos—. Esa mujer se irrita solo con verte.

Dejó salir un gruñido, sacando dos supresores de su mochila y tragándolos con rapidez.

—El omega más cotizado del instituto negándose a entregarse a un pobre alfa. Te gusta vernos miserables —bromeó Reiner, mirándolo con claro deseo.

—Bueno, que se jodan —replicó el castaño, resoplando—. Me gustaría que me dejaran en paz. No, me gustaría haber nacido como beta.

Toda la mesa miró a Eren, que sacaba de su mochila el almuerzo que su mamá le preparó.

—¿Hablas en serio, Eren? —le preguntó Marco, su boca ligeramente abierta por la sorpresa.

Armin miró a Mikasa, que lucía imperturbable mientras observaba a su amigo.

—Por supuesto que sí —el de ojos dorados frunció el ceño—. Si fuera beta, no tendría que preocuparme de los celos. No tendría que tomar supresores, no…

—Tu estatus social no podría subir, bastardo suicida —Jean tenía las cejas arrugadas.

—No tendría un alfa mandándome —prosiguió Eren como si nada—. Mis decisiones no dependerían del estado de ánimo de mi alfa.

—En resumen, podrías viajar por el mundo cuando termines tu carrera —finalizó de decir Mikasa con tranquilidad.

Los ojos de Eren se iluminaron, emocionados.

—¡Ver todo el mundo! ¿Te imaginas lo que debe ser eso? ¡Imagina todas las culturas que deben existir, las diferentes–!

—Pero Eren —le interrumpió Armin con amabilidad—, para salir del país necesitas la autorización de tu tutor alfa.

—Ah, verdad —levemente, los ojos de Eren se apagaron—. Eso va a cambiar algún día, Armin. Algún día los omegas seremos independientes, lo juro. No van a poder controlarlos por siempre.

El silencio que prosiguió era pesado, considerando que cuatro alfas miraban a Eren con incredulidad.

—Si no te conociera, Eren —dijo Annie suavemente—, diría que estás a punto de iniciar una rebelión de omegas. Ya formas parte de un movimiento, después de todo.

Eren giró la cabeza hacia la chica rubia con lentitud, abriendo su boca listo para contestar, cuando fue salvado otra vez en el momento en que su celular en el bolsillo vibró.

Miró el número e hizo una mueca.

—Debo contestar —se disculpó, poniéndose de pie y saliendo al patio de la preparatoria que también servía como comedor—. ¿Hola? —saludó cuando ninguno de sus amigos lo escuchaba.

—Hola Eren.

—¿Qué quieres? —preguntó bruscamente.

—Cuida tus palabras, Eren. Podré ya no vivir con ustedes, pero sigo siendo tu padre.

El castaño tuvo que respirar profundamente para no soltar toda la sarta de groserías que morían por salir de su boca.

—Estoy en el colegio, así que debe ser muy grave si me estás llamando cuando estoy aquí. ¿Qué ocurre?

—Se acerca tu cumpleaños y quería saber si necesitas algo…

—¿De ti? Nada. Suficiente tengo con el dinero que depositas cada mes en mi cuenta para la universidad.

Grisha no contestó enseguida, se tomó su tiempo para buscar una respuesta.

—Vamos a comer hoy. Hay algo que quiero decirte, algo muy importante. Ven a mi oficina cuando salgas de clase. Yo hablaré con tu madre.

Antes de que Eren pudiera contestar, su padre cortó la llamada.

Se quedó un momento mirando su celular, sintiendo que ese día sería una real mierda.


Levi Ackerman estaba estresado, irritado y furioso. Estresado, porque Petra seguía enferma y no tener a su secretaría hacia que todo el trabajo se entorpeciera. Irritado, porque no podía contactar con la sede de la ciudad vecina, Yarckel**, para terminar de cerrar un proyecto que colindaba con las fronteras del lugar. Y furioso, porque no podía olvidar a un mocoso de ojos dorados que lo dejó plantado la noche anterior.

¿Qué se había creído ese estúpido niño? Debería de haber estado saltando en un pie, contento de tener una pareja destinada que fuera tan importante como él. Iba a volver en la tarde a ese jodido café de mierda, y si fuera necesario, se lo llevaría de los cabellos al auto y lo marcaría allí. Levi quiso ser amable y hacer todo de forma correcta, pero ese imbécil no puso de su parte.

Ni siquiera podía utilizar sus contactos para seguirle la pista, porque solo conocía el estúpido nombre de ese estúpido mocoso.

La puerta de su oficina se abrió de golpe, pero apenas se inmutó: Hanji siempre aparecía así.

—¡Enanín! ¿Adivina a quién le otorgaron un ascenso en el área experimental? —saludó la omega, con una sonrisa desquiciada.

—Joder, no, ¿acaso mi día puede ir peor? —se quejó Levi sintiendo como una vena sobresalía en su frente.

—Aaaaaw, ¿tan feliz estás por mí? —Hanji comenzó a reír a carcajadas.

—Tienes cinco segundos para irte de aquí, maldita cuatro ojos.

Hanji dejó de reírse y lo miró con curiosidad.

—Normalmente me das quince segundos. ¿Pasó algo? Tu vena tiene un aspecto más amenazador que nunca.

Levi se quedó en silencio, pensativo, observando a Hanji. A pesar de que la mujer era una omega loca –esposa de su mejor amigo, Erwin Smith–, era una omega loca bastante inteligente. No por algo estaba trabajando en ese lugar, donde el jefe de las distintas áreas de trabajos, Darius Zackly, era bastante estricto en su política de aceptar solo a los mejores y, en lo posible, a alfas con influencias.

Hanji Zoe, cuando entró a trabajar a la empresa que Erwin y Levi dirigían, era una jovencita recién salida de la universidad con el primer lugar en su curso de Ingeniería en Química. Según Levi había oído, Zackly estuvo renuente a contratarla por su condición de omega, pero al ver que ningún alfa había logrado lo mismo que ella, aceptó tenerla en el equipo, con un período de prueba que logró pasar exitosamente, más aun cuando conoció a Smith y su relación se inició: Hanji era una omega excepcional, pero conocía muy bien su lugar, y el matrimonio con Erwin hizo que nadie sospechara de ella en cuánto a saber que siempre estaría sometida a un alfa.

Sin embargo, la sorpresa de Levi hacia Hanji había llegado cuando siguió trabajando y Smith se lo permitió sin problemas. Casi todos los omegas, al casarse, se dedicaban solamente a tareas del hogar.

—Si le dices a alguien…

—Lo sé, lo sé, perderé mis tripas, mi cabeza y mi adorado trabajo. Ya suéltalo, Levi.

El azabache suspiró, dejando de lado su lápiz.

—Encontré a mi pareja destinada —gruñó, cansado.

Hanji se quedó en silencio, atónita, lo que dejó a Levi un poco orgulloso.

—¿Destinada? —asintió en silencio, sin decir palabra alguna—. ¡Felicitaciones, enanín! ¡Eres uno de los pocos afortunados!

—Es un puto mocoso.

—¡Y joven, además! ¡Deberías estar muriendo de felicidad!

Levi hizo un mohín, dejando escapar un gruñido.

—No es un omega normal. No quiere emparejarse conmigo.

La mujer parpadeó, un poco confundida, borrando su sonrisa y sin entender bien de qué hablaba su amigo.

—¿Normal? —repitió.

—Se negó a irse a vivir conmigo y escapó apenas pudo.

Hanji se quedó un momento sin decir nada, solo observando a Levi hasta que éste se sintió incómodo y quiso golpearla.

—Entonces, ¿me estás diciendo que por qué él no quiere estar contigo es anormal?

Levi miró unos segundos a Hanji, notando que estaba un poco… ¿molesta? No sabía si esa era la palabra exacta para definir su estado, porque nunca la veía sin su sonrisa de chiflada.

—Es un omega que se negó a su alfa, está claro que no es normal —contestó como si aquello fuera lo más obvio del mundo.

—Bueno, si fuiste con esa actitud de mierda claramente se iba a negar.

Ahora fue el turno de Levi de parpadear.

—¿Disculpa?

—Sabes, Levi, a muchos omegas no nos gustan las vidas que nos obligan a llevar.

El azabache notó, entonces, que Hanji lucía algo más aparte que molesta. Por su movimiento de manos y ojos, podía decir que también estaba inquieta.

—¿Obligan?

—Ustedes, los alfas, están demasiado preocupados de su propia felicidad como para ver la terrible vida que llevamos los omegas.

Ahora Levi volvió a su habitual fruncida de ceño, tratando de comprender la actitud de Hanji.

—Pero ¿qué demonios estás diciendo?

La omega se quedó quieta, y pasados unos segundos comenzó a reír nerviosamente.

—Nada, nada, solo divagaba —Levi se le quedó mirando, sus ojos más afilados que nunca—. Así que… ¿tu pareja destinada? ¿Cómo se llama?

Siguió mirando a Hanji por un momento, pensando en lo ocurrido recientemente, y distraído contestó:

—Eren, pero no sé nada…

—Ah, el hijo del doctor Jaeger, ¿no?

¿Qué?

—¿Lo conoces?

—Solo de pasada. Cuando estábamos diseñando una nueva tanda de supresores para omegas precoces y conversaba sobre el tema con el doctor Grisha, el chico le fue a entregar algo y se marchó enseguida. Es de ojos dorados y muy guapo, ¿cierto?

—¡¿Es el hijo del Director Regional de Hospitales, Grisha Jaeger?!

Levi no podía estar más sorprendido, e inmediatamente puso a trabajar su mente. Conocía muy, muy bien a Grisha Jaeger: había diseñado, a petición del doctor, un nuevo hospital en la periferia de Mitras. Era un hombre bastante importante, de gran renombre y… ¿y su hijo trabajaba en un café? ¿Qué demonios hacia allí? Estaba seguro que Eren, al ser hijo de Grisha Jaeger, no pasaría hambre ni necesidad en ningún momento. No siendo hijo de ese alfa tan importante y cuyo nombre debían conocer hasta el primer ministro del país.

—Hanji, creo que estoy empezando a apreciarte —comentó Levi mientras buscaba en su lista de contactos un número, y a continuación, lo marcaba en su teléfono ante la estupefacta mirada de la mujer—. Hola, Grisha. Soy Levi Ackerman —esbozó una sonrisa pequeña, su día mejorando repentinamente—. Te llamo porque hay algo importante que debo conversar contigo. ¿Te parece si nos juntamos a la hora de almuerzo?


*Mitras es una de las ciudades del mundo de Shingeki

**Yarckel igual es del mundo de Shingeki

Me tienen de regreso con una nueva historia (?)

Es una idea que me tiene rondando hacia mucho tiempo, e incluso ya llevo varios capítulos escritos y el esquema casi terminado de toda la historia, sin embargo, no sé cuándo volveré a actualizar (?) Okno, trataré de que sea pronto. Será una historia larguísima, se los digo ahora, tendrá cinco partes según lo planeo, así que ojalá puedan seguirla hasta el final :v Tendrá llanto, amorsh, dolor, muerte y mucho, mucho sufrimiento :3

Bueno, como habrán notado, la sociedad acá es muy dispareja, el alfa gobierna por sobre el beta y el omega, teniendo a este último en una posición mayormente de sumisión y obediencia, pero hay omegas como mi bebito Eren que no están dispuestos a dejarse dominar por los alfas y lucharán para pode lograr su libertad :D Ahrre, leyéndolo así suena lindo xD

Les agradecería que me dejaran un review sabiendo si les gustó o les parece interesante, me alegrarían el día si lo hicieran xD

Nos vemos en la próxima actualización, bellos y bellas~